Reina Victoria Eugenia de España

ESTA FOTO ME ENCANTA

Con su suegra y la Infanta Isabel Alfonsa.

PUES YO, DESPUES DE LEER TODO LO QUE HA SUBASTADO, VENDIDO Y DESHECHO, NO ME PARECE TAN MARAVILLOSA. MUCHAS DE LAS JOYAS QUE HAN DESAPARECIDO TENDRIAN QUE ESTAR EN EL JOYERO DE LA REINA DE ESPAÑA.

:-) la verdad es que si se hubiera conservado integramente la herencia de joyas de la reina para la reina sofia, seria espectacular el joyero.
pero entre los repartos de las herencias y las dificultades economicas de otros tiempos , se fue casi todo.

Muy findo el foro, felicitaciones a tod@s.

Gracia spor compartir ese pedacito de la historia con nosotr@s, encantada de conocer mejor a una hermosa mujer, como la Reina Victoria Eugenia de España.

Lo que nunca me quedó claro es por qué siendo la -aun- Princesa Victoria de Battenberg una candidata poco probable para casarse con el Rey Alfonso XIII (dicen que ni siquiera habían pensado en ella dado su linaje imperfecto), fue sin embargo votada como la futura Reina de España en la encuesta creada por el diario ABC.

Se propusieron ocho posibles esposas y la elección quedó así:

1) Victoria Eugenia de Battenberg (18.427 votos)




2) Patricia Victoria de Connaught (13.719 votos)




3) Victoria Luisa de Prusia (12.901 votos)




4) Luisa de Orléans (10.675 votos)




5) María Antonia de Mecklenburgo (7.040 votos)




6) Beatriz de Sajonia-Coburgo-Gotha (4.093 votos)




7) Olga de Cumberland (2.112 votos)




Wiltrud de Baviera (1.488 votos)

Sobre el retrato de la princesa Beatriz de Gran Bretaña, madre de la reina Victoria-Eugenia, que está en venta hoy por subasta por Sotheby's, ya ví un retrato del mismo pintor, en la casa del nieto de la dama retratada, y encontré que este pintor tenía mucho talento, y que el retrato era lleno de fineza y permitía entender la personalidad de la dama retratada.
Espero que podrá ser comprado por un miembro de la familia o por un museo.

Fue vendido solo 21.250£ (la avaliación era de tan solo 4000 a 6000£), no indican el nombre del comprador.
[url]http://www.sothebys.com/app/live/lot/LotDetail.jsp?sale_number=L08134&
live_lot_id=221[/url]

Hablando de Laszlo, aqui os dejo una de sus magnificas pinturas... con la Reina Victoria Eugenia

Te felicito, porque te ha quedado preciosa la foto....

En esta foto, se ve más el parecido con su madre Beatriz.

Reina Victoria Eugenia de España: Su regreso a Espana y funerales.

rosyday que bonito el video de youtube, me encanto..........una autentica reina

Rosydany que magnífico video, me ha encantado, siempre he sido gran admirador de esta Reina, una de las mejores Reinas consortes de España de todos los tiempos, una Magnífica Reina, una Gran Señora, Mujer y Madre ejemplar. Como dijo en uno de sus libros Carlos Fisas. ......."
Siempre supo ser Reina, hasta el final....."

Gracias chicos. Ya buscaré otros cuando me de un poquitín de tiempo.

Un saludo.

Hola a todos:

He regresado con un artículo que encontré en la red. Lo coloco a continuación, para que pueda ser analizado y opinado:

La maldición de Victoria Eugenia.

La reina Victoria Eugenia de Battemberg, esposa de Alfonso XIII, tuvo que soportar toda su vida dos tremendas penitencias. En general, todas las mujeres de los Borbones, han tenido que soportar el rijoso comportamiento de sus cónyuges regios. Sin embargo, tanto María Cristina de Habsburgo-Lorena, como la anterior, se vieron enfrentadas al público conocimiento de la descendecia extramatrimonial de sus maridos. Pero la palma se la lleva la inglesa, nieta de la reina Victoria.

A partir de que tomó estado público que era transmisora de la hemofilia-sus hijos Alfonso y Gonzalo murieron a consecuencia de ella-Alfonso XIII se lan zó a un maratón de adulterios que pusieron a su esposa al borde de la desesperación. La verdad es que la cosa venía de muy lejos, porque el mismo año en que se casaron, Alfonso XIII fué padre de Roger de Vilmorín, hijo de la
potentada Mélanie de Vilmorín.

Mas tarde, se lió con la institutriz escocesa-irlandesa de sus hijos, Beatriz Noon, con la que tuvo a Juana Alfonsa Milán, nacida en París, en 1916, y fallecida en Madrid en 2005. El rey le dió el apellido Milán, que era parte de sus títulos monárquicos, para tapar así el deshonor propio y ajeno. En 1940 le veían pasear por Ginebra del brazo de su hija Juana, que era su vivo retrato,
según cuenta Juan Balansó.

Pero el golpe de gracia para la reina Ena, fué el romance que tuvo su esposo con la actriz Carmen Ruiz Moragas-divorciada del torero mexicano Rodolfo Gaona, el inventor de las "
gaoneras"
-a la que instaló en un lujoso chalé y frecuentó hasta que al advenimiento de la Segunda República los separó. Con la Ruiz Moragas tuvo dos hijos: María Teresa, nacida en 1926 y ya fallecida, y Leandro Alfonso, nacido en 1929, que tras luchar lo suyo puede llevar hoy el
apellido Borbón, y frecuenta las televisiones con su estrafalario aspecto.

A la reina le constaba que el hecho de que su marido tuviese hijos sanos con otras mujeres, podía servir de cuasa de anulación de su matrimonio, porque evidenciaba que era ella la transmisora de la enfermedad a una dinastía, la borbónica, que ya de suyo era portadora de alteraciones mentales debido a la consanguinidad endogámica practicada en sus matrimonios.

Había un partido cortesano, partidario de dicha anulación matrimonial, patrocinada por el duque de Viana, enemigo de la reina. Este noble se dedicaba a esparcir por la corte la conveneniencia de la rotura del vínculo, lo que hizo que Victoria Eugenia lo hiciese llamar, y le echase la siguiente maldición...
"
No está en mi mano castigarle como usted merece. Sólo Dios puede hacerlo. Su escarmiento tendrá que esperar hasta que usted esté en el otro mundo"
. Según cuentan Balansó y José María Zavala, la impresión recibida por el noble así reprendido fué tal, que sufrió un desmayo al salir de palacio, y murió aquella
misma noche.

Sobre la opinión nefasta que Alfonso XIII causaba en las cortes europeas, da fe la oposición de la reina María de Rumanía a la boda de su hija, la princesa Ileana, con Alfonso, primogénito del monarca español. Según indagación en los Archivos Reales de Rumanía, en Bucarest (Sección III, Legajo 170), la propia reina María confesó su pensamiento en una terríble carta que reza así:
"
La mayor objeción contra esta boda es Alfonso XIII mucho más que el maridoinválido. El rey español se interesa por todas las mujeres nuevas que conoce, y luego se las arregla para declarar que son ellas quienes se arrojan a sus pies. Una nuera bonita, esposa de un hijo incapacitado, no estaría segura a su lado"
. Demoledor.

Muy, muy impresionante (la maldición, y la carta de María de Rumanía, que por lo que fue discutido ahí no era una mojigata).

Que reina y mujer maravillosa fue Victoria Eugenia;
su belleza se manifestaba en todas las fotos o pinturas que le hicieron. Ella trajo un aire fresco a la monarquia Espanola y embellecio notablemente a su descendencia (lastima lo de la hemofilia). Las Infantas Cristina y Beatriz, sus hijas, fueron muy guapas tambien.

En mi opinion fue la mas hermosa de las nietas de la reina Victoria;
mucho he leido sobre la tremenda belleza de Ella de Hesse pero sus cuadros no la muestran tan bella como dicen que fue. Victoria Eugenia fue bella por dentro y por fuera, lastima que la pobre fue una verdadera victima de los maltratos del retorcido de Alfonso XIII.

No se si fue la reina mas linda que tuvo Espana, puede ser, aunque dicen que Isabel de Portugal, esposa de Carlos V fue tremendamente bella, lo mismo he leido de Isabel de Valois, mujer de Felipe II. Los cuadros de esa epoca muchas veces no reflejan la realidad.

Thrib escribió:Muy, muy impresionante (la maldición, y la carta de María de Rumanía, que por lo que fue discutido ahí no era una mojigata).

Así es Thrib. Por eso coloqué este artículo aquí, estuvo interesante su lectura cuando lo encontré. Ya lo podremos ir comentando...

Un saludo.

Pues yo, dicho sea con todos los respetos, a la reina Victoria Eugenia la encuentro guapa cuando era joven, pero en la misma medida que la reina María de Rumanía, Patricia Connaught u otras princesas europeas, y la pobre se derrumbó totlamente a partir de los cuarenta años, cuando se fue al exilio ya no la encuentro nada guapa, y no es por la edad, porque hay otras reinas de su misma edad guapisimas, en la boda de juan carlos en atenas o en las de sus nietas, quelle horreur... y encima como se empeñaba en ir enseñando brazos, y escotes... se me dira que tenía un porte regio, bueno, iba con trajes buenisimos y con unas joyas impresionantes, pero yo la veo muy torpona, demasiado grandota, algo caballote, como sus hijos... la reina mary de inglaterras, sin ser una belleza, tiene un porte mas elegante, y no digamos la reina maria jose de italia o la pobre zarina, aqui se nos ha comido mucho el coco con su belleza y elegancia, pero el mismo balansó dice que no dejaba de ser lo que vulgarmente se entiende por "
mona"
.

peluzon escribió:Pues yo, dicho sea con todos los respetos, a la reina Victoria Eugenia la encuentro guapa cuando era joven, pero en la misma medida que la reina María de Rumanía, Patricia Connaught u otras princesas europeas, y la pobre se derrumbó totlamente a partir de los cuarenta años, cuando se fue al exilio ya no la encuentro nada guapa, y no es por la edad, porque hay otras reinas de su misma edad guapisimas, en la boda de juan carlos en atenas o en las de sus nietas, quelle horreur... y encima como se empeñaba en ir enseñando brazos, y escotes... se me dira que tenía un porte regio, bueno, iba con trajes buenisimos y con unas joyas impresionantes, pero yo la veo muy torpona, demasiado grandota, algo caballote, como sus hijos... la reina mary de inglaterras, sin ser una belleza, tiene un porte mas elegante, y no digamos la reina maria jose de italia o la pobre zarina, aqui se nos ha comido mucho el coco con su belleza y elegancia, pero el mismo balansó dice que no dejaba de ser lo que vulgarmente se entiende por "
mona"
.

Disculpame Peluzon pero como "
sobre gustos y colores no han escrito los autores"
te voy a contradecir.

En mi humilde opinion, la Reina Victoria Eugenia era muy superior a las parientas Inglesas que mencionas y siempre tuvo mucho porte y elegancia. La pobre Zarina creo que nunca fue bonita y la Reina Maria de Rumania era muy extravagante. Patricia Connaught era muy guapa pero tenia muchas cejas que no le favorecian el rostro y no se por que nunca se las arreglo. En cuanto a la Queen Mary, cierto que tenia muy buen porte pero era un caballazo;
ella es la que le trajo a la familia real Britanica la expresion de sonrisa de caballo de Jorge VI, Isabel II e hijos;
eso lo lei en una revista britanica y me dio mucha risa pero concorde plenamente.

En conclusion, respeto tus gustos pero me quedo mil veces con nuestra Reina Ena, sufrida y buena.

ah, si, sufrida un rato largo, y buena, no, buenisima, aunque una incomprendida en este país nuestro (le gustaba leer, odiaba las corridas de toros...)

Marie Lawson,

Es verdad, la reina Mary tiene un tipo que lo repite la actual reina Isabel de Inglaterra, su tía la princesa real casada con un Harewood), su hija Ana, y su nieta Zara Phillips (aunque no tanto los ojos). Otro tanto pasa con Lady Sarah Armstrong Jones.

Hace mucho tiempo lo hice notar, ya no recuerdo si en los foros de ¡Hola! o en alguno de acá

juan escribió:Estaría bien crear un tema dedicado a la Reina Victoria Eugenia, según Balansó la más bella de todas las soberanas que ha tenido España.
Para ello, ruego la participación con fotos y opiniones de todos los usuarios del foro.

Rara vez opino de la belleza de las reinas ya que a fin de cuentas son personas con virtudes y defectos... si es por belleza, entonces las reinas debieran salir de los concursos de belleza.... pero esta vez daré una opinión. A pesar de que no existe testimonio gráfico seguro, todo apunta a que Isabel de Portugal, casada con Carlos I (V) de España y madre de Felipe II, ha sido la más bonita.

:-) exacto , el famoso retrato pictorico que tiziano hizo de la emperatriz isabel de alemania y reina de españa en el siglo dieciseis es el culmen de la belleza, cuando murio uno de los caballeros de la corte de españa ,el duque de gandia renuncio a su posicion terrenal para que ninguna "
señora "
se le pudiera morir y se hizo religioso, hoy es san francisco de borja.

la reina victoria eugenia de españa era junto con la princesa alicia de inglaterra (fallecida en 1981) y con la princesa isabel de hesse y del rhin ,las mas bonitas de las nietas de la reina victoria de inglaterra.

para mi gusto ,la reina maria de inglaterra (viuda del rey jorge V de inglaterra) era majestuosa e incluso un poco altiva , pero me parece antipatica, sobre la reina maria de rumania , a mi me encanta su pasion por las fotos teatrales y las joyas, pasado de moda para estos tiempos pero muy moderno para 1914.

no olvidemos que en 1914 el 75% de la poblacion española era completamente analfabeta y la reina victoria eugenia leia en una corte muy poco culta como era la de madrid.
trajo modas europeas para las damas de la alta sociedad como fue el traje de baño en santander y san sebastian, es cierto que le apasionaban las joyas, pero es algo logico en las mujeres de esa epoca , hoy las mujeres estan mas interesadas en estudiar una carrera universitaria,es otra epoca muy distinta.

la reina maria jose de italia era bellisima ,quizas por sus genes de la familia real de baviera, pues su abuelo materno era el principe carlos teodoro de baviera (hermano de sisi).

de todos modos, la belleza es subjetiva.

Juan, muy de acuerdo, por lo menos el retrato es una maravilla, y además era una persona muy buena, fue ella quién dió cariño a los hijos del rey Francisco I de Francia que su marido detenía en condiciones muy crudeles, y fue ella quién pidió a su marido que les liberará.

A la muerte de su esposa Isabel (1539), el emperador Carlos no disponía de ningún retrato fidedigno de su esposa, por lo que solicitó a Tiziano que le hiciera este.Tiziano pintó en un primer momento a Isabel tal y como era, es decir, con la nariz un tanto aguileña. Presentó el cuadro en la corte en 1545. El emperador solicitó al artista que la retocara, tal y como había hecho en ocasiones anteriores con el prognatismo en diversos retratos de Carlos. Tiziano se trasladó a Augsburgo en 1548 para retocar la nariz.

Buen punto Perlery... entonces Ena lleva las de ganar aún

En el retrato de Tiziano Isabel de Portugal se la observa con rasgos muy finos y delicados... bueno por algo puse que no existía testimonio gráfico seguro... pero como sabía la anécdota del Duque de Gandía y de su belleza, que tal vez no era tal, sino que se vió magnificada por su bondad, entonces queda la idea de una belleza perfecta.

Alfonso XIII quiso asegurarse, no obstante, sobre si podía producirse algún peligro contra su Familia. El conde de Romanones, ministro de Estado, contestó con gran vehemencia que no había riesgo alguno. Pero después los otros ministros del Gobierno reprocharon a Romanones su ligereza en ofrecer unas seguridades que no existían: consideraban peligrosísimo que la Reina y sus hijos se quedaran unos días en Madrid. Entonces Romanones volvió ante Don Alfonso para decirle que era necesario que toda la Familia Real emprendiera rápidamente el viaje también.
El Rey encargó a Romanones que diera cuenta a la Reina de la necesidad de emprender el viaje sin dilación alguna. Así lo hizo el ministro de Estado ante Doña Victoria, pero ésta dijo: “Es imposible que ni mis hijos ni yo emprendamos el viaje esta noche”. Romanones advirtió a la Reina el peligro que podían correr si pasaban la noche en Palacio. Y Doña Victoria expuso sus razones de cubrir una serie de necesidades antes de la partida. Tras reflexionar sobre los distintos medios de locomoción que podían emplearse para trasladar a su Familia hasta Francia, Alfonso XIII optó por el tren, dado el delicado estado de salud del Príncipe de Asturias, que estaba en cama;
un desplazamiento largo en coche podría haberle sido fatal. Y se acordó realizar el viaje al día siguiente. La Reina dijo: “Nadie se meterá con nosotros, pues ¿qué iban a hacer con una familia sola y desgraciada?”.
El obstáculo era el Rey, contra quien se dirigían las acusaciones, y al que se pedía que abandonara España rápidamente, antes de la caída del sol. Alfonso XIII se marchó al atardecer del 14, muy confiado de que el pueblo madrileño respetaría a los miembros de su Familia durante la última noche que iban a pasar en España, hasta la mañana del 15.
También guardaba una esperanza ilusionada: que los españoles autorizaran a la Familia Real seguir residiendo en su casa de Palacio. Creía que sólo a él no lo querían, pero sí a la Reina y a los Infantes. Alfonso XIII no deseaba imponerles a ellos el duro sacrificio del destierro, con todo lo que ello conllevaba de renuncias económicas, de comenzar una nueva vida, de abandonar amigos, lazos sociales y carreras prometedoras. Sus hijos en el exilio lo tendrían muy difícil: ¿cómo seguir tratando la hemofilia del mayor y el menor, quiénes los iban a querer? ¿Qué pasaría con el segundo, sordomudo? ¿Cómo apartar a Juan de su carrera ilusionada de marino? ¿quiénes iban a querer casarse con ellos, sobre todo con las dos Infantas, venidas a menos, exiliadas, pobres, humilladas y posibles transmisoras de la terrible hemofilia?
Pero a las nueve de la noche del 14, minutos después de salir el Rey hacia Cartagena, las fuerzas de seguridad y de la Guardia Civil —que no permitieron hasta entonces que la gente entrara en la Plaza de Oriente— se retiraron. Entonces la manifestación se desbordó hasta llegar a las paredes de Palacio. El griterío era espantoso. Se proferían insultos soeces e injurias repugnantes conta el Rey y toda su Familia.
Constantemente por la Calle de Bailén, ante el Palacio, pasaban coches llenos, adornados con banderas rojas y de la República. Sus ocupantes no cesaban de dar vivas a ésta y de proferir otros gritos, la mayoría obscenos. También desfilaban muchísimos grupos de jóvenes con carteles y banderas. Los tranvías pasaban atestados, algunos con la gente encima de ellos. Para evitar que la multitud entrara en Palacio, un escuadrón de Húsares de Pavía —veinticinco— se situó en la explanada que hay frente a la Puerta del Príncipe, la de la Plaza de Oriente. Unos minutos más tarde se cerró esa puerta.
La Reina y los Infantes pasaron a las habitaciones del Príncipe de Asturias —situadas en el piso bajo de la fachada Norte, frente a las Reales Caballerizas— para cenar con él. Desde allí el bruto griterío se percibía intensamente. El Príncipe de Asturias, postrado en cama con fuertes dolores, se sentía un estorbo desgraciado, un lastre. Sufría, sin poder hacer nada, oyendo los gritos amenazadores. Deseaba morirse. Por las celosías de una contraventana miró la Reina al exterior con sus ojos tan azules, angustiados: rompió a llorar. Sus hijos la consolaron. “¡Yo creí que había hecho el bien!” —exclamaba sollozando Doña Victoria Eugenia. La masa parecía querer estrujar el Palacio. Escuchando ese rugido transcurrió la cena, entre lágrimas, y la preocupación por el viaje del Rey y por el Infante Don Juan, que estaba en Cádiz y del que nada se había podido saber todavía. Después, los equipajes. La Reina y las Infantas subieron a las habitaciones superiores. A las diez y media de la noche pidieron a la Farmacia una botella de agua de azahar, para calmar algo los nervios.
En la Plaza de Oriente y en la Calle de Bailén la marea humana avanzaba, cada vez más crecida y amenazadora. Los veinticinco Húsares de Pavía fueron desapareciendo poco a poco entre la multitud. La guardia exterior del Palacio tuvo que refugiarse en las garitas. Millares de puños se levantaban en actitud hostil. Los gritos eran continuos. La Reina y las Infantas vieron que un camión daba marcha atrás para derribar la Puerta del Príncipe. Fue un momento de angustia en que parecía inminente el asalto. Ese camión no pudo llegar, impedido por la misma gente que se estrujaba.
De la inundación humana brotaba un estrépito inquietante. Frente a ella, la fachada blanca, sin defensa de la mansión real. La Guardia Civil había sido rebasada. Incluso en los árboles había hombres que se subieron a gritar con gestos amenazantes. Sólo se contaba con unos cincuenta guardas, entre Húsares de Pavía y Alabarderos, que es todo lo que cabría oponer al torrente revolucionario. Llegaba el momento temido. Poco a poco, los guardias quedaron ahogados en la marea. Unos hombres comenzaron a trepar por la fachada del Palacio y llegaron a los balcones. ¿Eran las avanzadas de un asalto que comenzaba, entre el griterío que parecía hacer saltar los tímpanos? Afortunadamente no: los hombres que trepaban por los resaltes de los sillares maniobraban con calma. En el balcón principal colocaron una de tantas banderas rojas que enarbolaban los manifestantes. Después descendieron entre el alboroto volcánico de las gargantas roncas.
Entre tanto, dentro del Palacio se pensaba qué hacer si la gente rompía las puertas y ventanas. Los escuadrones de Húsares que aguardaban en la explanada de Caballerizas, ante la fachada Norte de Palacio, se dirigieron a la Plaza de Oriente: fueron subiendo la rampa que comunica con ella. En cuanto aparecieron los caballos, el gentío abrió paso. El capitán de Húsares dio cinco minutos a los que habían trepado para que quitaran la bandera y la bajaran. Un muchacho con brazalete rojo entró en Palacio y pidió al comandante general que ordenase la retirada de los guardias de la Puerta del Príncipe: él respondía de que no pasaría nada. Se retiraron los guardias.
En el interior de Palacio telefonearon al Ministerio de la Gobernación, en la Puerta del Sol, donde actuaba Miguel Maura como ministro. Este ordenó que las contraventana de Palacio tenían que cerrarse, pues no debía verse luz alguna en ninguna parte del edificio. Pero casi todas las contraventanas ya estaban cerradas desde hacía varias horas, por precaución. Y Maura prometió enviar unas fuerzas. Llegaron las fuerzas: eran sólo unos individuos civiles en cuyo brazo izquierdo llevaban una faja roja. Se colocaron ante la fachada de Palacio, en fila;
se cogieron las manos y gritaron: “¡Cinco metros atrás!” La multitud, semejante a un mar, se transmitió la consigna;
empezó a recular lentamente comprimiéndose. A los pocos minutos el espacio marcado quedó libre. Los guardias cívicos se soltaron las manos.
En esa su última noche en España, la Reina y las Infantas pasaron una prueba acerba para su entereza y su bondad. No fueron respetadas esas horas de amargura y angustia, y toda la Familia Real ya no esperaba sino la luz del nuevo día para abandonar la que había sido su morada. La Reina y las Infantas intentaron dormir en una misma habitación. Tenían angustia, inquietud por no saber noticias del Rey. Doña Victoria Eugenia rogó que en cuanto se supiera algo del Monarca se le comunicara.
A las cuatro y media de la mañana se recibieron noticias telefónicas que alentaron a la Familia Real: el Rey había llegado sano y salvo a Cartagena, lo cual produjo un gran alivio en el ánimo de la Reina y de la entera Familia Real. A las cinco de la mañana, una de las damas de Doña Victoria le dijo que había llegado un amigo del Rey, que tenía absoluta necesidad de hablarle. Ese señor, Joaquín Santos Suárez, entró a la presencia de la Reina y le dijo: “Señora: estamos en revolución. Es imposible que Vuestra Majestad y sus hijos vayan a la Estación del Norte. Deben salir por la puerta incógnita y desde allí a la carretera en coche para tomar el tren en El Escorial. Si no lo hacen así correrán peligro sus vidas. Las calles de Madrid, en plena revolución, están llenas de gente que espera la llegada a la Estación del Norte de sus héroes”.
Entonces la Reina, a última hora, rectificó su primer proyecto de salir de Madrid por la vecina Estación del Norte, que siempre utilizó la Real Familia en sus desplazamientos ferroviarios;
decidió tomar el tren en El Escorial. También se desistió del proyecto que consistía en que el enfermo Príncipe de Asturias fuera llevado por la mañana temprano a la Estación del Norte para ser instalado allí en el coche real y así marchar, después, a reunirse con el resto de sus familiares en El Escorial.
Al amanecer el 15 de abril llegó otra vez la gente a gritar. Varios vendedores de periódicos republicanos pregonaban su producto con feas alusiones al Rey. A la misma hora, en el Salón de Tapices, cuyos dos balcones dan a la Plaza de Oriente, se celebró una misa a la que asistió la Familia Real y las personas que permanecieron en vela. Ofició un capellán, ayudado por el Infante Don Gonzalo, que hacía de monaguillo. El silencio permitía escuchar las voces y los insultos de fuera. Coches y camiones, con banderas y carteles, pasaban ante Palacio sin cesar, llenos de hombres y mujeres dando gritos. La Reina y los Infantes seguían aterrorizados, pensando en lo que le había ocurrido a la Familia Imperial Rusa. La Infanta Beatriz, con gesto de horror, volvía de vez en cuando la cabeza, con mirada anhelante, hacia su balcón más próximo, por donde a través de la contraventana cerrada se filtraban los gritos injuriosos que había encendido un odio incomprensible.
Finalizada la misa, la Reina y los Infantes retornaron presurosos a sus aposentos, desayunaron y acabaron de arreglar sus equipajes. Querían obsequiar con diversos objetos —personales, regalos que les habían hecho—, como recuerdo de gratitud por las horas desgraciadas que pasaron juntos, a las personas que los acompañaban, pero éstas no lo permitieron.
Luego comenzó la despedida: uno a uno, todos cumplimentaron a la Reina y a los Infantes. También al enfermo Príncipe de Asturias, sentado en su cama. A las ocho y media, por la Calle de Bailén el gentío pretendía circular subido en el techo de los tranvías, pero los afiliados a la Guardia Cívica pidieron que bajaran.
En la citada entrevista para la revista “¡Hola!”, Doña María Cristina dijo: “Nosotros nos quedamos con la familia, con los de casa y algunos que vinieron a estar con nosotros. Fue tremendo. Durante la noche vimos cómo trepaban por la fachada de Palacio y ponían arriba la bandera roja. Y por las ventanas oíamos los gritos: ¡Muera el Rey, muera el Rey! ¡Queremos la cabeza de un hijo…! Era espantoso, sobre todo, ver a aquellas mujeres como locas. Pasamos miedo, porque pensábamos que podía pasar cualquier cosa. ¡No hacía tanto tiempo que habían asesinado a toda la Familia Imperial rusa, que eran primos hermanos de mamá! El pobre Alfonso, mi hermano, estaba muy mal, por que se había caído y estaba paralizado de medio cuerpo. Él vivía abajo, y debajo de sus ventanas oía gritar y pedir nuestras cabezas. El duque de Lécera pasó la noche con él. Muy temprano, las doncellas salieron hacia la Estación del Norte con el equipaje y las atacaron y casi no las dejaron llegar. Entonces llamaron a Palacio y dijeron: La Reina y los Infantes no pueden ir a la Estación, sería demasiado peligroso. Entonces decidieron que fuésemos en los coches hasta El Escorial. El momento de salir fue tremendo, con el pobre Alfonso, al que llevaban en brazos. Todo el mundo llorando, y nosotras, que dejábamos nuestra casa, donde habíamos vivido siempre y que creíamos no íbamos a ver más”.
A las nueve y cuarto de la mañana los Alabarderos estaban formados en la Galería que rodea el patio central. El oficial de guardia gritó conmovido: “¡Su Majestad la Reina!” Aparecieron llorando la Reina y las Infantas, junto con los Infantes Jaime y Gonzalo. La Reina y las Infantas, al ver a los Reales Guardias Alabarderos rindiendo honores, lloraron más copiosamente, y Doña Victoria balbuceó: “¡Mis fieles guardias!”.
Los Alabarderos dieron zaguanete de honor a la Real Familia por toda la Galería hasta el ascensor. Al disponerse a entrar en el ascensor, la Reina se despidió de los Alabarderos: “¡El último servicio que me hacéis…!” —dijo a la vez que estrechaba la mano del alabardero más próximo, añadiendo con la voz velada por la honda emoción: “Me despido de todos en ti”.
Tras bajar, a las nueve y media salieron por la puerta incógnita a la escalinata que comunica con el Campo del Moro. La mirada de Doña Victoria Eugenia se elevó nostálgica hacia las que habían sido sus habitaciones. Las Infantas bajaban los ojos. Estaban llorando. Todas ellas y los Infantes subieron a los automóviles para tomar la carretera de El Escorial.
Por el camino de la Familia Real hacia El Escorial se agregaron muchos coches. En Galapagar se hizo un alto porque era demasiado temprano, y el tren no partiría desde la Estación de El Escorial hasta las once. La Reina descendió de su automóvil, y todos hicieron lo mismo, menos el Príncipe de Asturias, que quedó en el suyo. Al lado de la carretera, sobre un montículo con hierba y flores silvestres, se sentó la Reina. Dijo entre lágrimas: “Este es el recuerdo que quiero llevar de mi España: su cielo azul y su sol”.
Ante ella fueron desfilando sus acompañantes. Hacían reverencias, besaban su mano y querían consolarla. Las Infantas no dejaban de llorar. Doña Beatriz dijo evocando a su hermano Juan, marino, del que apenas tenían noticias: “¡Pobre Juan! Con la ilusión que empezaba su carrera…” Después la Reina rogó a todos los acompañantes que se volvieran a Madrid: “¡Es mejor que se vuelvan, porque no sabemos en qué estado encontraremos la Estación! Quiero llegar sola a El Escorial. Así verán únicamente a una familia desgraciada, y no nos harán nada”. Como no hacían caso, la Reina insistió: “!No me sigan, por Dios! ¡No me sigan más que los que van a venir conmigo!” Así se hizo. El doctor Larrú se despidió del Príncipe de Asturias, quien le dijo: “Adiós, y perdóname que te haya dado tanto la lata”.
Obras de beneficencia
Las últimas palabras de la Reina antes de subir al automóvil fueron las que dirigió al estrechar las manos del citado doctor Larrú: “Doctor, que me cuiden, sobre todo, la Cruz Roja, que es la que le hace más falta”.

Conmovedor.

a reina Victoria Eugenia siempre fue una gran amante de las vacaciones estivales en el Palacio de la Magdalena de Santander. Allí, la soberana bajaba a la Playa del Sardinero para que sus hijos se bañaran. En la imagen aparece con sus pequeños Jaime, Juan, Gonzalo y Alfonso, con la princesa Esperanza de Borbón, hija del Infante don Carlos.