Reina Victoria Eugenia de España

Claroscuros de Victoria Eugenia, una reina sólo amada por el pueblo
EFE
La escritora catalana Mercedes Salisachs ha puesto al descubierto con "
Goodbye, España"
los claroscuros que existieron en la vida de Victoria Eugenia, una reina consorte "
muy inteligente y bella, amada por el pueblo pero no por la nobleza, a la que no le interesaba"
.

Salichachs, ganadora con "
Goodbye, España"
(Mr Ediciones) de la novena edición del Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio, aseguró hoy que escribió la novela "
con gran ilusión"
, al considerar que Victoria Eugenia fue una persona "
importantísima a la que nadie ha hecho demasiado caso"
.

Durante la presentación del libro, la escritora, de 93 años, agradeció la presencia en el acto del presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, y de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

Según Mercedes Salisachs, a la nobleza nunca le interesó Victoria Eugenia, reina consorte por su matrimonio con el rey Alfonso XIII, porque -dijo- era "
demasiado guapa, inteligente, culta y femenina, todo ello con un gran dominio de sí misma"
.

Destacó las dificultades que ha tenido a la hora de recabar información sobre Victoria Eugenia, abuela paterna del actual monarca español Juan Carlos I, al no disfrutar de total libertad de movimientos debido a su avanzada edad, a pesar de lo cual -dijo- "
he conseguido datos que nadie tiene"
.

Aunque la autora pensó que era un libro destinado a ser guardado en un cajón, su hijo lo presentó sin decirle nada y firmado con un seudónimo al Premio de Novela Histórica de MR Ediciones y Caja Castilla La Mancha, aunque ella estaba convencida de que "
no me lo iban a dar"
.

"
La editorial me dijo que había buenas vibraciones para que me dieran el premio pero no me prometieron nada y yo no quería que lo hicieran;
no quería que me dieran un premio por ser yo"
, aseguró la escritora, quien precisó que de haber sido así "
no lo hubiera aceptado"
.

Soledad Puértolas, presidenta del jurado del Premio, aseguró que los miembros del mismo al leer la novela, firmada con seudónimo, se preguntaban quién podría conocer tanto de la vida de la reina Victoria Eugenia, y precisó que al saber de su autoría pensaron que sólo podía haber sido Carmen Salisachs.

La novela arranca con la llegada provisional de Victoria Eugenia a España en febrero de 1968, tras 37 años de exilio, para ejercer de madrina en el bautizo de su bisnieto, Felipe de Borbón, hijo de los actuales monarcas, Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia.

En la misma, según Puértolas, su autora -que este fin de semana firmará ejemplares en la Feria del Libro- intercala las referencias al pasado con el presente, así como momentos cruciales como la salida de los Reyes al exilio en una España "
convulsa"
y el periodo del franquismo, "
en el que tampoco se sentía cómoda"
.

El libro, descrito por Martín Molina, de Caja Castilla La Mancha, como un libro "
intimista y tierno"
en el que se habla de una reina "
pero sobre todo de una mujer"
, pone al descubierto el enamoramiento de Victoria Eugenia por su esposo, su desengaño posterior ante sus "
constantes infidelidades"
, y el "
dolor"
y profundo desvelo por las enfermedades de sus hijos.

Salisachs retrata en "
Goodbye España"
a una mujer que no dudó en convertirse al catolicismo para poder contraer matrimonio con Alfonso XIII, que sufrió su primer revés con el atentado del anarquista Mateo Morral el día de su boda, que fue acusada de espía durante la Segunda Guerra Mundial y que acabó sus días en abril de 1969 en su cama de Lausana, dos meses después de su viaje a España.

INICIO DEL PRIMER CAPÍTULO:

Día primero: Miércoles, 7 de febrero de 1968

Grace me recomienda que me abrigue. Febrero es un mes traicionero. Pero en la Costa Azul siempre amanece alboreando soles y mares encalmados. En España el clima es imprevisible. Incluso algo tan poco importante como lo atmosférico es desordenado. Allí todo se rige por lo inesperado: lo que parece ambiguo cobra importancia, y lo que siempre fue importante puede ser absorbido por el desagüe del olvido. Incluso el transcurrir del tiempo es precario.
Treinta y siete años son muchos años para que mi regreso al país donde fui reina no constituya un hecho sin relieve.
-En realidad, únicamente soy algo parecido a una pieza de ajedrez que aspira a ser la madrina de un niño acaso destinado a convertirse en rey.
Grace sonríe:
-A veces hay que ayudar al destino -me dice-. Si no lo hacemos cabe el peligro de que se desmadre.
Grace además de inteligente goza de un gran sentido del humor. Todavía recuerda, al modo de un resbalón algo grotesco, los desaires de todas las realezas europeas cuando fueron invitadas a su boda con el príncipe Rainiero:
-Sólo tú y el rey Faruk os dignasteis asistir a la ceremonia de nuestro matrimonio -señala bromeando-. Las alturas no admitían que un príncipe de sangre real se rebajara a casarse con una plebeya que para colmo de males era actriz.
De hecho fue aquella circunstancia lo que propició una amistad entrañable entre los Grimaldi y yo. Incluso me convirtieron en la madrina del príncipe Alberto.
Nuestra comunicación se refuerza año tras año cuando, al arrimo del invierno, busco en la Costa Azul el sol que se ensombreció para mí al salir de España.
Mi actual retorno al país que perdí hace ya treinta y siete años supone una incógnita. Los años errantes durante mi ausencia pueden haber acumulado infinidad de resortes imprevisibles: tal vez mi viaje sea una gozosa novedad, o quizá se limite a ser un vacío desalentador, o acaso un vergonzoso rechazo. Resulta difícil desentrañar los futuros que se gestaron en pasados huraños.
Franco acepta mi presencia en Madrid sin su apoyo oficial. Sus condiciones han sido tajantes: mi viaje a España no tendrá relieves políticos. Es decir: no es la reina Victoria Eugenia la que vuelve a su país de adopción, sino la bisabuela y futura madrina de mi bisnieto y la mujer del rey destronado, perdido ya en el jeroglífico que un dictador ha impuesto plagado de interrogantes sin respuestas.
De hecho nada es realmente concreto en el viaje que se ha planteado.
-Cuando el General lanza una opinión, resulta muy difícil saber si se trata de un simple juicio o de una orden camuflada de consulta -le digo a Grace-. Todo cuanto Franco programa relacionado con la realeza resulta vago. Pero hay que arriesgarse.
La presencia de Grace en las cámaras particulares que se me adjudican cuando me instalo en el palacio del príncipe Pierre de Montecarlo es siempre un soplo de aire fresco que aligera y ventila mis momentos adversos.
Son las diez de la mañana. Grace ha venido para despedirse de mí:
-Me hubiera gustado acompañarte hasta el aeropuerto de Niza -se excusa-. Pero la comida oficial que se celebra hoy en el palacio no me permite moverme de Mónaco.
Nuestro adiós se ciñe a un abrazo amistoso:
-Que haya suerte -me dice.
Quisiera contestarle pero la emoción me lo impide. Sólo carraspeo y estampo un beso en su mejilla. De hecho la suerte está ya echada. Es irreversible. La suerte y lo que llamamos azar no es un factor espontáneo: siempre va condicionado a un cúmulo de circunstancias que, andando el tiempo, mueven a su aire la balanza del presente. Todo depende de los aciertos o torpezas que van trazando nuestro camino hacia el futuro.
Pero el viaje que se programó para el futuro es ya un presente. Un «ahora» inquieto que sólo consigo sosegar un poco al contemplar el mar calmo y sonriente que baña la ciudad de Montecarlo.
-Dicen que en España hace frío -comenta Grace nuevamente.
-No te preocupes: iré bien abrigada.
Además, el frío invernal no me asusta. El único frío que consigue inquietarme es el que pueda causar mi llegada: la posibilidad de afrontar un regreso desvaído, un sopor ovillado en silencios.
También me preocupa que el «sí» volandero y partidista de Franco vaya ligado a la indiferencia de los españoles.
Afortunadamente, el séquito que me acompaña en el viaje, aunque algo escaso, es entrañable. Para distraer mis temores se hartan de mencionar los grandes cambios que ha experimentado el país que un día ya muy lejano adopté como mío. En la época de mi boda, en Madrid los tranvías circulaban con vapor, los automóviles sólo eran propiedad de algunos privilegiados, la calefacción era una utopía y el alumbrado callejero se nutría de farolas que cubrían chorros de gas encendidos. Pese a ser la capital de España, sólo existía un hotel donde poder alojarse con cierta dignidad. Lo recuerdo muy bien. Se hallaba situado en la Puerta del Sol y se denominaba hotel París.
Mientras me explican la transformación que ha experimentado la ciudad castellana, mi mente se adentra en un revoltijo de recuerdos que se atropellan unos a otros. Vivir es eso: entrar continuamente en un tiempo que se evapora enseguida. Un lapso de pruebas que sólo pueden constantemente certificarnos la levedad del «siempre». Nada permanece donde imaginamos envuelto en estabilidad.
De repente surge lo inesperado, lo que pese al progreso se ve arrollado por la decadencia. Todo se transforma: los mosaicos anímicos se desprenden, las armonías se ensombrecen, los horizontes se estrechan y las garantías se rebelan.
Ni siquiera las amistades más sólidas alcanzan la firmeza de lo indestructible. Continúan intactas hasta que la inclemencia de los años se empeña en devorarlas. Luego es como si jamás hubieran existido. Todo se queda en recuerdos difuminados.
No cabe duda, el progreso es ciego y voluble. En cuanto uno se descuida, se convierte en pasado. Además, cuando se encabrita es capaz de arrollar lo bueno y lo malo.
Recuerdo ahora mi amistad con Bee. Nunca quise tanto a una amiga de la infancia como la quise a ella. Éramos primas: su padre y mi madre eran hermanos. No obstante, su rango era superior al mío. Yo sólo era «alteza» y ella era «alteza real». La diferencia consistía en que el matrimonio de mis padres era morganático y en cambio el de los padres de Bee no desmerecía del rango que ostentaba la severa y estricta mirada de nuestra abuela la reina Victoria.
En ocasiones, cuando éramos niñas, Bee solía bromear sobre aquella diferencia. «Tú difícilmente podrás llegar a ser reina», decía. «Los herederos y los reyes exigen igualdades soberanas».
Bee era muy lista. Dibujaba muy bien y, andando el tiempo, cuando ella ya estaba casada con Ali de Orleans, realizó un boceto coloreado algo sarcástico que me situaba en lo alto de un trono, mientras ella me hacía la reverencia. ¿Se acordaba entonces de lo que me decía siendo niñas? El dibujo coloreado parecía una caricatura. Una especie de broma que acaso trascendiera la decepción que se llevó al comprobar que Alfonso, lejos de fijarse en ella, me eligió a mí como esposa. (...)

creo que me compraré este libro

Desde luego, merece mucho más la pena que la "
porquería"
que publicó la oportunista "
pseudo-biógrafa"
de Pilar Eyre.

Me interesa mucho la figura de Victoria Eugenia y he hecho mia una de sus frases: "
ríete y el mundo reirá contigo;
llora, y llorarás sola"
. Y ella sabía mucho de llorar, la pobre. El libro de Pilar Eyre no me ha gustado, es una novelucha. Tengo ganas de leer el otro, espero que aporte bastante más sobre la reina.

Aqui les dejo fotos de la Reina montando a la amazona.

¡Qué lindas!
Muchas gracias, La_Raceli.

Concordo, Glorisabel.

Aqui dejo este aporte, me encanta los cuadros de Ena hecho por Lazlo, por cierto Don Alfonzo por muy rey que fuese no le llegaba a los tobillos a la Ena, más parece en la foto de arriba del sello un muchacho al servicio de la reina.Es que siempre le he visto más como un niño delante de ella.

Aquí dejo este montaje espero que les guste.

Me encanta como la reina usaba su cabello recogido d eesa forma...uuf no lo puedo evitar por eso la puse.

si victoriana coincido contigo es un hermoso peinado

La Reina, acompañada por el Príncipe de Asturias, ha presidido esta tarde en el auditorio de la Fundación Albéniz de Madrid un concierto en homenaje de la reina Victoria Eugenia, con motivo del 40 aniversario de su fallecimiento, organizado por la Fundación Hispano Británica.

A su llegada a la sede, en la plaza de la Ópera de Madrid, ha sido recibida por el presidente de la Fundación organizadora, el embajador Felipe de la Morena, el jefe de la diplomacia británica en Madrid, Giles Paxman, el director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes, y la directora de la Fundación Albéniz, Paloma O'Shea.

Han asistido también al concierto la Infanta Margarita- acompañada por su esposo, Carlos Zurita- que ostenta la presidencia de honor de la Fundación Hispano-Británica, creada en 1980 para promover actividades que fomenten las relaciones y el acercamiento entre ambas naciones.

El Grupo Mendelssohn de BP de la Escuela Superior de Música Reina Sofía ha interpretado "
El amor brujo"
de Manuel de Falla, y obras de Franz Schubert.

Entre las actividades que organiza la Fundación Hispano Británica figura la cátedra hispano británica del doctorado "
Reina Victoria Eugenia"
, en la Universidad Complutense de Madrid, así como la convocatoria de conferencias, encuentros o presentaciones de libros.

La reina Vitoria Eugenia fue la esposa de Alfonso XIII, abuelos de Don Juan Carlos, nació en el Castillo de Balmoral (Escocia) en 1887 y falleció en Lausana (Suiza), en 1969.

Homenaje en el 40 aniversario de su fallecimiento.

Toda la majestuosidad de una Reina:







Su retrato mas español. Realizado por Sorolla. Magnífico.

... toda una Señora Reina. Ahora estoy echándole un vistazo a la novela de Eyre Ena... Pero esta mujer no era solamente una bella estatua, un mero adorno de la Corte sino que tenía un fino sentido moral y político: ya le dijo a Don Alfonso XIII que no hiciera el menor caso a Miguel Primo de Rivera...

El manto y la corona que la Reina lleva en su última foto aún los podemos ver en el tesoro de Nuestra Señora de Atocha, Patrona de la Corte (no de la Villa, esa es la Almudena) de Madrid, que aún lo luce en grandes ocasiones.
Era muy común que las reinas de España donaran a imágenes procesionales sus ropas, así la Virgen de Guadalupe de Cáceres tiene un vestido de la Infanta Isabel Clara Eugenia, y en Sevilla, su Patrona la Virgen de los Reyes tiene vestidos bordados en Oro de la Reina Isabel II, así como la Virgen de la Merced, el traje de novia de la Reina titular y Condesa de Barcelona Doña María de las Mercedes de Borbón.

Bueno, él actuaba como un Borbón y como actuaban los reyes en esa época ( no lo disculpo por ello) y ella actuaba como lo que era: Una Reina de los pies a la cabeza.

Ena y Alfonso en el Vaticano.

Juana, la Reina lleva mantilla, pero se ve que en aquella época no se llevaba con peineta. Ella la lleva con tiara.

glorisabel escribió:Esa primera foto de la Reina sentada, con esa tiara tan hermosa, es realmente bella. ¡Y pensar que el zorro de Alfonso XIII (feo y ordinario a más no poder - lo siento, Doña Juana) se la pasaba corriendo detrás de otras mujeres! :smt017 :smt017 :smt017

Todos los Reyes de España han sido unos pichas bravas, mira mi marido, teniendome a mi tan guapísima y se iba detrás de las fulanas que encontraba, o Carlos V con lo linda que era mi nuera, o Alfonso XII.......
En fin, para tanta dotación fálica (en la andan bastante bien) necesitan deshaogo.
Yo no los disculpo, son cosas del oficio....

Lo prometido es deuda. Dejo la imagen del cuadro expuesto en la joyería Presmanes de Santander en el que se ve a S.M. La Reina Victoria Eugenia de España saliendo de comprar en dicho establecimiento. Algo al parecer habitual en ella, tanto en Santander como en San Sebastian (Munoa), pués gustaba de ver las piezas que adquiría con calma y tranquilidad.

¿Alguien sabe dónde están los uniformes de Alfonso XIII que estuvieron almacenados en un pueblo de Zaragoza y que en los años 80 se llevaron a Madrid? Era un gran número de uniformes.

Foto de la Reina Victoria Eugenia en Londres:

http://members3.boardhost.com/Oranjes/msg/1273722584.html

Han publicado un nuevo libro sobre S.M. Alfonso XIII titulado "
El patrimonio de los Borbones"
de José María Zavala. Autor de una quincena de libros, entre los que sobresale su trilogía sobre la Guerra Civil prologada por el hispanista Stanley G. Payne (Los Horrores de la Guerra Civil, En Busca de Andreu Nin y Los gánsters de la Guerra Civil), La infanta republicana y La maldición de los Borbones, todos ellos publicados por Plaza y Janés con notable éxito. También ha publicado El Borbón non grato, la única biografía del duque de Cádiz, y Don Jaime, el trágico Borbón, con La Esfera de los Libros, a los que se suma ahora El Borbón de cristal, la primera biografía del príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battenberg, prologada por Luis María Anson.


Está considerado por la crítica como uno de los mejores especialistas en los Borbones y en la guerra civil española, temas sobre los que imparte conferencias en prestigiosos foros de España y el extranjero. Su obra ha sido elogiada por Paul Preston, Hugh Thomas, Luis María Anson, Juan Balansó y Carmelo López-Arias Montenegro, entre otros.



El autor nos ofrece por primera vez el sumario judicial que involucró en su día al rey Alfonso XIII y a destacados miembros de su camarilla, como el duque de Alba y el marqués de Villabrágima, en delitos de estafa, falsedad, asociación ilícita o malversación.
Escrito como una novela pero con el rigor de un tratado, Zavala da un largo paseo también al lector por las inversiones de S.M. Alfonso XIII en la industria cinematográfica, revelando que el conde de Romanones llevaba a su señor películas pornográficas escondidas en una maleta, cuya producción encargaba éste a su vez a la Royal Films de Barcelona.
Los vicios inconfesables del monarca salen por fin a relucir en estas páginas.
Igual que la herencia y el cuaderno particional de Alfonso XIII, nunca antes publicados. Zavala acaba con el mito del “rey pobre” exiliado, pues demuestra con documentos que el monarca llegó a manejar una fortuna familiar de casi 70 millones de pesetas de la época, equivalentes hoy a más de 144 millones de euros.
Comprobaremos que S.A.R. don Juan de Borbón resultó ser, de lejos, el mayor beneficiado por la herencia, cuyos bienes inmobiliarios liquidó, veremos cómo, a la muerte de Franco.
Y descubriremos detalles insólitos de las tres mayores pasiones borbónicas: la caza, los automóviles y los yates.
Con razón, añade Payne en su prólogo: “Este libro no es meramente un buen ejemplo de investigación compleja, pormenorizada y a veces bastante difícil, sino es igualmente una importante contribución cívica”.

Lo que me lleva a colocar aquí este post es que si todo esto es cierto, ¿que necesidad tuvo S.M. la Reina Victoria Eugenia de vender en subasta sus joyas para poder vivir con "
decoro"
? Durante su exilio, las alhajas le solucionaron algunos problemas económicos. Forzada a vender algunas de ellas, pudo adquirir Villa Fontaine, su casa de Lausana (Suiza) y subvenir a sus necesidades. Por ejemplo, no le quedó más remedio que desprenderse de varios diamantes que formaban el collar de chatones que le había regalado S.M. Alfonso XIII, quien añadía en cada cumpleaños de su esposa dos piezas más. Cuando la reina marchó al exilio el collar tenía 83 chatones;
en la actualidad, el que heredó S.M. la Reina Doña Sofía, tiene 23.

En el año 1961,S.M. la reina Victoria Eugenia subastó en la sala Jürg Stucker, de Berna (Suiza), un collar, un anillo y un broche. El collar lo compró Cartier que se lo vendió al Sha de Persia, quien lo adquirió como regalo para su esposa Farah Diba. La emperatriz iraní lo lució en numerosas bodas reales, pero no pudo llevárselo consigo al partir para el destierro y hoy en día es una de las joyas semiescondidas en la Banca Nacional de Teherán, donde únicamente unos pocos las admiran de tarde en tarde.

Si tanto patrimonio tenían y tanto amor a las joyas tenía S.M. la Reina Victoria Eugenia, ¿cuales fueron los motivos que la llevaron a subastarlas?

Tengo las memorias autorizadas de la Infanta Beatriz en formato de pdf. El que desee leerlas se las envio gratuitamente a su dirección electrónica. Solamente me tienen que enviar un mensaje privado y ya.

Dux podrías hacerme el favor (si es posible) de conseguir un artículo que salió publicado el domingo en el suplemento Crónica de El Mundo. Se titula así:

HISTORIA
UN REY RICO, FRÍVOLO Y DERROCHADOR
EL EXILIO de Alfonso XIII no fue tan penoso como nos habían contado. En 1931, el Monarca salió de España con el equivalente a 48 millones de euros. Los gastó en safaris, casas... y 10 años después sólo le quedaban 18. El nuevo libro de José María Zavala, «El Patrimonio de los Borbones», desmonta el tópico del Rey viviendo de la caridad de los monárquicos.

Conseguido y enviado mediante MP.

Bueno para los amantes de este singular personaje de la realeza española he encontrado estas fotos de la reina Victoria Eugenia donde aparece en unas magníficas fotos arreglada para el baile de bodas de la Reina de Inglaterra con Felipe de Edimburgo