Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
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Filippos
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FERRAGUT VERA LAURA
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
Una reina madrileña
Doña María de las Mercedes de Orleans "
de Alfonso XII su dulcísima esposa"
tal y como reza la lápida instalada en la Catedral, situada bajo el altar de la Patrona, en el testero de poniente, donde el Marqués de Cubas proyectó su monumento funerario encima de la capilla, para ella reservada en la cripta, desestimado a la finalización del templo para dar paso al santuario de la Santísima Virgen de la Almudena, a cuyos pies descansa para siempre esta hija predilecta de Madrid.
La popular Reina Mercedes, con su historia entre cuento y tragedia, llegó al mundo un día de San Juan, 24 de junio de 1860, en el Palacio Real de Madrid. Hija de una Infanta de España, única hermana de Isabel II y un hijo del Rey de Francia, el Duque de Montpesiér, mal visto por la Corte por conspirar en más de una ocasión contra su cuñada la Reina, pretendiendo para sí mismo el trono de España.
La quinta hija de los Duques de Montpesiér, María de las Mercedes, fue bautizada al día siguiente de su nacimiento, dentro de un gran ritual digno de una Infanta, en la capilla de Palacio. El 18 de julio del mismo año, con apenas un mes desde su nacimiento, sale por primera vez de su real residencia, para, siguiente una tradición que llega hasta nuestros días, visitar y ser presentada a la Patrona de la Corte, Nuestra Señora de Atocha.
Su infancia la pasa junto a sus padres y hermanos en Sevilla, viajando a la Corte de Madrid en vacaciones, hasta que el exilio de la Familia Real la lleva a pasar primero a Lisboa y después a París, donde recibe la comunión, a los doce años, hasta su vuelta a Madrid, tras la restauración de la monarquía, instalándose nuevamente en el Palacio Real.
La mala relación entre su padre y su tía la Reina Isabel II lleva a la familia a regresar al Palacio de San Telmo de Sevilla, donde llevará con ella el secreto de un amor que surgió en las pasadas Navidades, en París: se trata de su primo Alfonso.
Cartas de amor que van y vienen, mientras en la sombra la Reina Isabel, cuyos recelos hacia el Duque de Montpesier le convertirán en una dura oposición al matrimonio de los dos reales enamorados, cuya historia de amor casi imposible había cautivado por entero al pueblo de Madrid.
Pese a todo, el rey Alfonso XII consiguió los permisos oportunos para casarse con su amada prima, cuyo matrimonio se celebró un 23 de enero de 1878 en la Real Basílica de Atocha, entre grandes muestras de júbilo por parte de los madrileños.
La nueva Reina de España, única hasta el momento que nació y murió en Madrid, atendía sus deberes de soberana y acogió entusiasmada la idea de un gran templo para cobijar a su querida Patrona, que también contó con las simpatías de su suegra la Reina Isabel, quien donó para ella parte de sus joyas. La Reina Mercedes cedió para tal fin los terrenos adyacentes a la Plaza de la Armería, así desde su ventana podría cada día divisar la silueta del templo.
La Reina quería tener cerca de la Almudena, pero la Virgen quiso que esa cercanía fuese mayor, dejando su Madrid para partir al cielo a los dieciocho años de edad, un 27 de junio de 1878, siendo enterrada entre grandes muestras de dolor por parte del pueblo en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial, hasta la culminación de la Catedral de Madrid, donde quiso el Rey Alfonso XII descansara eternamente. Ese ángel que está en el cielo, como a ella se refirió el día de bendición de la primera piedra y donde se encuentra definitivamente desde el 8 de noviembre de 2000, Año Santo Jubilar.
La Reina María de las Mercedes era hija de la Infanta María Fernanda de Borbón y Borbón, hija a su vez del Rey Fernando VII y su cuarta esposa la Reina María Cristina.
Al morir sin descendencia, la Reina María de las Mercedes no podía descansar en el Panteón Real de El Escorial, quedando en una capilla al lado del Evangelio hasta su traslado a la Catedral, por decisión de su marido que creyó, con ello, que la tendría más cerca.
La bendición de la primera piedra fue el 4 de abril de 1883 por el Cardenal don Ignacio Moreno, con la presencia del Rey Alfonso XII y su segunda esposa María Cristina.
http://www.archimadrid.es/catedral/reina/default.htm
Doña María de las Mercedes de Orleans "
de Alfonso XII su dulcísima esposa"
tal y como reza la lápida instalada en la Catedral, situada bajo el altar de la Patrona, en el testero de poniente, donde el Marqués de Cubas proyectó su monumento funerario encima de la capilla, para ella reservada en la cripta, desestimado a la finalización del templo para dar paso al santuario de la Santísima Virgen de la Almudena, a cuyos pies descansa para siempre esta hija predilecta de Madrid.
La popular Reina Mercedes, con su historia entre cuento y tragedia, llegó al mundo un día de San Juan, 24 de junio de 1860, en el Palacio Real de Madrid. Hija de una Infanta de España, única hermana de Isabel II y un hijo del Rey de Francia, el Duque de Montpesiér, mal visto por la Corte por conspirar en más de una ocasión contra su cuñada la Reina, pretendiendo para sí mismo el trono de España.
La quinta hija de los Duques de Montpesiér, María de las Mercedes, fue bautizada al día siguiente de su nacimiento, dentro de un gran ritual digno de una Infanta, en la capilla de Palacio. El 18 de julio del mismo año, con apenas un mes desde su nacimiento, sale por primera vez de su real residencia, para, siguiente una tradición que llega hasta nuestros días, visitar y ser presentada a la Patrona de la Corte, Nuestra Señora de Atocha.
Su infancia la pasa junto a sus padres y hermanos en Sevilla, viajando a la Corte de Madrid en vacaciones, hasta que el exilio de la Familia Real la lleva a pasar primero a Lisboa y después a París, donde recibe la comunión, a los doce años, hasta su vuelta a Madrid, tras la restauración de la monarquía, instalándose nuevamente en el Palacio Real.
La mala relación entre su padre y su tía la Reina Isabel II lleva a la familia a regresar al Palacio de San Telmo de Sevilla, donde llevará con ella el secreto de un amor que surgió en las pasadas Navidades, en París: se trata de su primo Alfonso.
Cartas de amor que van y vienen, mientras en la sombra la Reina Isabel, cuyos recelos hacia el Duque de Montpesier le convertirán en una dura oposición al matrimonio de los dos reales enamorados, cuya historia de amor casi imposible había cautivado por entero al pueblo de Madrid.
Pese a todo, el rey Alfonso XII consiguió los permisos oportunos para casarse con su amada prima, cuyo matrimonio se celebró un 23 de enero de 1878 en la Real Basílica de Atocha, entre grandes muestras de júbilo por parte de los madrileños.
La nueva Reina de España, única hasta el momento que nació y murió en Madrid, atendía sus deberes de soberana y acogió entusiasmada la idea de un gran templo para cobijar a su querida Patrona, que también contó con las simpatías de su suegra la Reina Isabel, quien donó para ella parte de sus joyas. La Reina Mercedes cedió para tal fin los terrenos adyacentes a la Plaza de la Armería, así desde su ventana podría cada día divisar la silueta del templo.
La Reina quería tener cerca de la Almudena, pero la Virgen quiso que esa cercanía fuese mayor, dejando su Madrid para partir al cielo a los dieciocho años de edad, un 27 de junio de 1878, siendo enterrada entre grandes muestras de dolor por parte del pueblo en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial, hasta la culminación de la Catedral de Madrid, donde quiso el Rey Alfonso XII descansara eternamente. Ese ángel que está en el cielo, como a ella se refirió el día de bendición de la primera piedra y donde se encuentra definitivamente desde el 8 de noviembre de 2000, Año Santo Jubilar.
La Reina María de las Mercedes era hija de la Infanta María Fernanda de Borbón y Borbón, hija a su vez del Rey Fernando VII y su cuarta esposa la Reina María Cristina.
Al morir sin descendencia, la Reina María de las Mercedes no podía descansar en el Panteón Real de El Escorial, quedando en una capilla al lado del Evangelio hasta su traslado a la Catedral, por decisión de su marido que creyó, con ello, que la tendría más cerca.
La bendición de la primera piedra fue el 4 de abril de 1883 por el Cardenal don Ignacio Moreno, con la presencia del Rey Alfonso XII y su segunda esposa María Cristina.
http://www.archimadrid.es/catedral/reina/default.htm
Última edición por el Dom Dic 12, 2010 11:29 pm, editado 1 vez
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
Estampas de Sevilla
FUENTE:
http://www.galeon.com/juliodominguez/2007/album2.html
Curiosa y poca conocida vista del Palacio de San Telmo desde los jardines interiores.-
PALACIO DE SAN TELMO
Las garitas con los soldados en la puerta principal
Entonces residencia de Duques de Montpensier, cuando en Sevilla había una segunda corte y
donde vivia nuestra llorada Maria de las Mercedes
FUENTE:
http://www.galeon.com/juliodominguez/2007/album2.html
Curiosa y poca conocida vista del Palacio de San Telmo desde los jardines interiores.-
PALACIO DE SAN TELMO
Las garitas con los soldados en la puerta principal
Entonces residencia de Duques de Montpensier, cuando en Sevilla había una segunda corte y
donde vivia nuestra llorada Maria de las Mercedes
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
El testero de poniente, o si entramos por la puerta de la Almudena nos queda, una vez que llegamos frente al altar mayor, a nuestra derecha.
FERRAGUT VERA LAURA- Administrador
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
Breve historia del Palacio de San Telmo de Sevilla
____El Palacio de San Telmo está situado en Sevilla, junto al río Guadalquivir. Hoy es sede de la Presidencia del Gobierno de la Junta de Andalucía, pero originariamente el edificio se construyó como escuela náutica para la Marina, de ahí su denominación, pues San Telmo es el patrón de los marineros. Su construcción se debe a Leonardo de Figueroa y se extendió desde finales del siglo XVII hasta las primeras décadas del XVIII. Sin embargo su máximo esplendor lo alcanzó a mediados del siglo XIX, cuando se convirtió en residencia de los duques de Montpensier. El terreno anexo al palacio abarcaba gran parte de lo que hoy es el parque de María Luisa, y tenía su propio embarcadero para comunicarse con el río Guadalquivir.
___Antonio de Orleans, duque de Montpensier, aspiró a la corona de España intentando un matrimonio con Isabel II, pero finalmente casó con su hermana, la infanta María Luisa Fernanda, renunciando a cualquier pretensión. Los Montpensier se establecieron en Sevilla, en el Palacio de San Telmo, donde llegaron a constituir una minicorte, realizando viajes oficiales a diferentes puntos de España, al estilo de la realeza (como los realizados a Málaga o Covadonga), o apoyando a diferentes artistas, entre los que destacaron, además de pintores, un cierto número de practicantes de ese nuevo arte, casi mágico, que se llamaba Fotografía. El Duque se convirtió en un gran aficionado, no faltando en su biblioteca álbumes repletos de vistas de Masson, Clifford y otros. A finales de siglo, muerto ya su esposo, la infanta María Luisa cedió a la ciudad de Sevilla una gran parte del terreno anexo al palacio, espacio en el que se construyó el parque y jardín que lleva su nombre.
___El palacio está considerado como uno de los más bellos ejemplos del barroco sevillano. Su portada, churrigueresca, se compone de tres cuerpos, el de abajo a base de columnas toscanas con fustes ornamentados, que sirven para sustentar el segundo cuerpo, con balcón balaustrado y representaciones escultóricas sobre temas náuticos. En el tercer cuerpo están las figuras de San Telmo, patrón de los navegantes, y a sus lados las de San Fernando y San Hermenegildo. La planta es rectangular, con dos plantas más ático, torreones en las esquinas, y un patio o claustro cuadrado en el centro. En el interior destaca la escalera imperial, el salón de columnas, decorado con pinturas de Rafael Tegeo, y una iglesia o capilla, con decoración barroca y pinturas murales de Domingo Martínez. Al instalarse los Montpensier, a mediados del siglo XIX, el palacio sufrió importantes reformas, entre ellas la de la fachada septentrional, en la que se dispusieron una serie de esculturas de tamaño natural representando a sevillanos ilustres, obra del escultor romántico Antonio Susillo.
-VIDEO RECOMENDADO CON LA CANCIÓN SEVILLA DE PAREJA OBREGÓN
SEVILLA-LA INFANTA MARIA LUISA duquesa de Montpensier CEDIO A LA CIUDAD UNA GRAN PARTE DEL TERRENO ANEXO AL PALACIO ESPACIO EN EL QUE SE CONSTRUYÓ EL JARDIN DE MARIA LUISA
____El Palacio de San Telmo está situado en Sevilla, junto al río Guadalquivir. Hoy es sede de la Presidencia del Gobierno de la Junta de Andalucía, pero originariamente el edificio se construyó como escuela náutica para la Marina, de ahí su denominación, pues San Telmo es el patrón de los marineros. Su construcción se debe a Leonardo de Figueroa y se extendió desde finales del siglo XVII hasta las primeras décadas del XVIII. Sin embargo su máximo esplendor lo alcanzó a mediados del siglo XIX, cuando se convirtió en residencia de los duques de Montpensier. El terreno anexo al palacio abarcaba gran parte de lo que hoy es el parque de María Luisa, y tenía su propio embarcadero para comunicarse con el río Guadalquivir.
___Antonio de Orleans, duque de Montpensier, aspiró a la corona de España intentando un matrimonio con Isabel II, pero finalmente casó con su hermana, la infanta María Luisa Fernanda, renunciando a cualquier pretensión. Los Montpensier se establecieron en Sevilla, en el Palacio de San Telmo, donde llegaron a constituir una minicorte, realizando viajes oficiales a diferentes puntos de España, al estilo de la realeza (como los realizados a Málaga o Covadonga), o apoyando a diferentes artistas, entre los que destacaron, además de pintores, un cierto número de practicantes de ese nuevo arte, casi mágico, que se llamaba Fotografía. El Duque se convirtió en un gran aficionado, no faltando en su biblioteca álbumes repletos de vistas de Masson, Clifford y otros. A finales de siglo, muerto ya su esposo, la infanta María Luisa cedió a la ciudad de Sevilla una gran parte del terreno anexo al palacio, espacio en el que se construyó el parque y jardín que lleva su nombre.
___El palacio está considerado como uno de los más bellos ejemplos del barroco sevillano. Su portada, churrigueresca, se compone de tres cuerpos, el de abajo a base de columnas toscanas con fustes ornamentados, que sirven para sustentar el segundo cuerpo, con balcón balaustrado y representaciones escultóricas sobre temas náuticos. En el tercer cuerpo están las figuras de San Telmo, patrón de los navegantes, y a sus lados las de San Fernando y San Hermenegildo. La planta es rectangular, con dos plantas más ático, torreones en las esquinas, y un patio o claustro cuadrado en el centro. En el interior destaca la escalera imperial, el salón de columnas, decorado con pinturas de Rafael Tegeo, y una iglesia o capilla, con decoración barroca y pinturas murales de Domingo Martínez. Al instalarse los Montpensier, a mediados del siglo XIX, el palacio sufrió importantes reformas, entre ellas la de la fachada septentrional, en la que se dispusieron una serie de esculturas de tamaño natural representando a sevillanos ilustres, obra del escultor romántico Antonio Susillo.
-VIDEO RECOMENDADO CON LA CANCIÓN SEVILLA DE PAREJA OBREGÓN
SEVILLA-LA INFANTA MARIA LUISA duquesa de Montpensier CEDIO A LA CIUDAD UNA GRAN PARTE DEL TERRENO ANEXO AL PALACIO ESPACIO EN EL QUE SE CONSTRUYÓ EL JARDIN DE MARIA LUISA
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
LA ENEMISTAD ENTRE ISABEL II Y ANTONIO DE ORLEANS, DUQUE DE MONTPENSIER
El rey consorte, Francisco de Asís, tenía un hermano menor llamado Enrique María, que ostentaba el título de Duque de Sevilla. Su tío Fernando VII lo había elevado al infantazgo. Era el reverso de la medalla de su hermano mayor, Francisco. Se le ha descrito como alegre, calavera, poco dado a los libros, inconstante, y veleidoso. En 1847 anunció su intención de contraer matrimonio con Elena de Castellví y Shelly, una atractiva aristócrata valenciana. El gobierno de turno le aconsejó a Isabel II que no diera su consentimiento a este matrimonio "
desigual"
. Enrique no hizo caso, y en mayo de 1847 se casó con su amada en Roma. La reina le respondió, prohibiéndole la entrada a España.
Enrique, enrabietado, publicó un documento en el cual se manifestaba como defensor de la República. La reina le retiró el infantazgo, el tratamiento de Alteza Real, y hasta el título de duque. Enrique pronto se arrepintió de sus acciones, pidió perdón a la reina, y que se le devolvieran sus títulos. En septiembre de 1868, cayó la monarquía española, pero ya Isabel II le había reintegrado a Enrique el título de Duque de Sevilla y el infantazgo, por consideración a su marido, Francisco de Asís.
La hermana menor de Isabel II, Luisa Fernanda, había contraído matrimonio en 1846 con el príncipe Antonio de Orleans, duque de Montpensier (hijo del rey Luis Felipe de los franceses). Montpensier era un ambicioso, que se pasó la vida intrigando para apoderarse del trono de su cuñada. Cuando derrocaron a la soberana, tuvo la desfachatez de acercarse a los militares que la habían destronado, para ofrecerse él mismo para cubrir el puesto. Esto enfureció a don Enrique, que desde niño detestaba a Montpensier.
El 7 de marzo de 1870, Enrique publicó en el diario "
La Epoca"
un artículo en el que insultaba a Montpensier. Este último lo retó a un duelo a pistola. El 12 de marzo se llevó a cabo el duelo, y Montpensier mató a Enrique de Borbón de un tiro en la cabeza. Isabel, horrorizada, no quiso saber más de Montpensier, y por eso se rehusó a asistir a la boda de su hijo Alfonso con Mercedes (hija de Montpensier), a pesar de que reconocía que era una muchacha de grandes virtudes.
Todos comentaban que parecía que a Antonio de Montpensier le había caído una maldición del cielo tras la muerte de Enrique de Borbón. De los nueve hijos que le había dado la infanta Luisa Fernanda, todos morían uno tras otro, hasta que al final, solamente quedaron dos: La mayor, María Isabel, y su homónimo Antonio. A este último lo casaron con la infanta Eulalia, hermana de Alfonso XII, y fue un matrimonio desdichado por demás.
El rey consorte, Francisco de Asís, tenía un hermano menor llamado Enrique María, que ostentaba el título de Duque de Sevilla. Su tío Fernando VII lo había elevado al infantazgo. Era el reverso de la medalla de su hermano mayor, Francisco. Se le ha descrito como alegre, calavera, poco dado a los libros, inconstante, y veleidoso. En 1847 anunció su intención de contraer matrimonio con Elena de Castellví y Shelly, una atractiva aristócrata valenciana. El gobierno de turno le aconsejó a Isabel II que no diera su consentimiento a este matrimonio "
desigual"
. Enrique no hizo caso, y en mayo de 1847 se casó con su amada en Roma. La reina le respondió, prohibiéndole la entrada a España.
Enrique, enrabietado, publicó un documento en el cual se manifestaba como defensor de la República. La reina le retiró el infantazgo, el tratamiento de Alteza Real, y hasta el título de duque. Enrique pronto se arrepintió de sus acciones, pidió perdón a la reina, y que se le devolvieran sus títulos. En septiembre de 1868, cayó la monarquía española, pero ya Isabel II le había reintegrado a Enrique el título de Duque de Sevilla y el infantazgo, por consideración a su marido, Francisco de Asís.
La hermana menor de Isabel II, Luisa Fernanda, había contraído matrimonio en 1846 con el príncipe Antonio de Orleans, duque de Montpensier (hijo del rey Luis Felipe de los franceses). Montpensier era un ambicioso, que se pasó la vida intrigando para apoderarse del trono de su cuñada. Cuando derrocaron a la soberana, tuvo la desfachatez de acercarse a los militares que la habían destronado, para ofrecerse él mismo para cubrir el puesto. Esto enfureció a don Enrique, que desde niño detestaba a Montpensier.
El 7 de marzo de 1870, Enrique publicó en el diario "
La Epoca"
un artículo en el que insultaba a Montpensier. Este último lo retó a un duelo a pistola. El 12 de marzo se llevó a cabo el duelo, y Montpensier mató a Enrique de Borbón de un tiro en la cabeza. Isabel, horrorizada, no quiso saber más de Montpensier, y por eso se rehusó a asistir a la boda de su hijo Alfonso con Mercedes (hija de Montpensier), a pesar de que reconocía que era una muchacha de grandes virtudes.
Todos comentaban que parecía que a Antonio de Montpensier le había caído una maldición del cielo tras la muerte de Enrique de Borbón. De los nueve hijos que le había dado la infanta Luisa Fernanda, todos morían uno tras otro, hasta que al final, solamente quedaron dos: La mayor, María Isabel, y su homónimo Antonio. A este último lo casaron con la infanta Eulalia, hermana de Alfonso XII, y fue un matrimonio desdichado por demás.
glorisabel- Su Alteza Imperial
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
HISTORIAS DE ESPAÑA
ESPAÑA DE DUELO POR LA REINA MERCEDES
COPLA
Una dalia cuidaba Sevilla
en el parque de los Monpensier…
O, quizá, os suene más por el estribillo:
María de las Mercedes
no te vayas de Sevilla
que el nardo trocar te puede
la color de tus mejillas
Esta copla la popularizó, años después de haberse inventado, la más grande, la Shakira de su tiempo: Celia Gámez. Y España entera la cantó, porque aquella canción era mucho más que una canción. Era la expresión del dolor de un país por una tragedia prematura, la muerte de María de las Mercedes de Orleáns, reina de España, a la tierna edad de 18 años. La historia de María de las Mercedes, de su boda por amor con el rey Alfonso y su muerte casi inmediata, es conmovedora, como conmovedoras fueron las tonadas que se compusieron para glosar su tragedia. No puede ser más amarga la letra de la también famosísima canción ¿Dónde vas, Alfonso XII?, donde se cantaba:
Los caballos de Palacio
ya no quieren pasear;
porque se ha muerto Mercedes
y luto quieren llevar.
La muerte de María de las Mercedes llenó de dolor a toda España. Aunque, obviamente, hubo personas, muy allegadas a la finada, que sentirían dicho dolor con mayor intensidad. Entre ellas estaba su padre, Antonio de Orleáns, duque de Montpensier. Sin duda sufrió la muerte de la hija;
pero también, seguro, sufrió por más cosas. Al fin y al cabo, la boda de María de las Mercedes había supuesto para Antonio de Orleáns una especie de pedrea: consiguió ser suegro de un reY, ya que no consiguió lo que realmente quería, que era ser, él mismo, rey de España.
El duque de Montpensier nació en 1824 en Francia, que es donde debe nacer un Orleáns que de ello se precie. Era el quinto hijo de Luis Felipe de Orleáns-Borbón y María Amelia de las Dos Sicilias. Quiere ello decir que estaba en el mismo meollo de una de las grandes casas nobles de Francia, que entonces era aún una monarquía. Más aún: en 1830, siendo pues Antonio un niño, su padre, Luis Felipe, se alzó, con mañas un poco arteras, al trono de Francia, con lo que los Orleáns pasaron a ser príncipes. Resulta fácil adivinar que si Antonio tenía veleidades de poder, su situación le FASTIDIARIA bastante, pues estaba inmerso en una familia real, pero ocupaba un lugar, el quinto, que no movía, precisamente, al optimismo.
Luis Felipe era, desde muchos puntos de vista, un rey a la antigua;
razón por la cual los franceses no tardarían nada más que unos años en saltar el trono por los aires. Una de las tendencias medievales de aquel Orleáns era esa costumbre tan en boga hace siglos entre reyes y nobles de casar a los hijos por razones políticas. Y, cada vez que un Orleáns, familia francesa, oteaba el horizonte en busca de oportunidades, no podía sino en fijarse en sus primos, los también franceses de origen borbones, que reinaban en España. Tenía la reina borbona de España, Isabel II, una hermana, María Luisa Fernanda de Borbón;
y a por ella que se fue el taimado Orleáns, buscando, a todas luces, una carambola.
La tal carambola: todo el mundo en Europa se hacía lenguas sobre el marido de la reina Isabel, el infante Don Francisco de Asís. A veces he leído que si decían que era impotente, otras que si estaba en el armario;
lo cierto es que mucha gente estaba convencida de que el matrimonio isabelino jamás engendraría heredero pues para ello hacen falta ciertos acoplamientos que, por fas o por nefas, no se producían en la regia pareja. Así las cosas, de no haber descendencia directa, la línea sucesoria debería desviarse, alcanzando a la hermana: María Luisa. Y, si ella estaba casada con un Orleáns…
Aquel matrimonio fue, en otras palabras, una OPA hostil dinástica. Así lo entendieron los ingleses, por ejemplo, los cuales, temiendo un excesivo poder de Francia en el continente, partieron peras con España tras la boda de la reina Isabel.
Del matrimonio Montpensier-Borbón se dicen muchas cosas, entre ellas que, para estar forrados, eran tirando a cutres. Los sevillanos, sus convecinos, que históricamente han sido dados a reinventar el nombre de hombres y cosas y, por ello, al portero ruso del Sevilla Dasaev le llamaban Rafaé, y a la coalición abertzale Euskal Herritarrok llamaban La Escalerita Rock, bautizaron al duque Mesié Combián (Monsieur Combien), porque siempre estaba preguntando el precio de todo.
Otra cosa que se dice de marido y de mujer es que ambos ANSIABAN ser rey y reina.
En 1948, las cosas comenzaron a torcerse. En Francia hubo una revolución y a Luis Felipe DERROCARON. Así que la pareja Montpensier-Borbón se vienen a España. La reina Isabel II les dice que se vayan a Sevilla y que Madrid ni lo pisen. Allí los duques se establecen, compran fincas, empiezan a vender naranjas, a hacer dinero, y… a financiar, con ese dinero, a los grupos revolucionarios que quieren acabar con la monarquía borbónica. Movimientos que cristalizan en Alcolea, donde Topete y Prim, en compañía de otros, dan un golpe que acaba con la monarquía.
El país quedó en manos de Prim, un militar liberal que decía, a quien le quería oír, que él tenía la solución mágica para hacer que la monarquía funcionase en España. Lo malo es que no la escribió, porque en 1870, cuando el rey elegido, Amadeo de Saboya, aún no había llegado a España, Paul y Angulo se apiolaron al bueno de Prim, y nos quedamos sin saber cuál era esa fórmula mágica a la par que infalible. En aquel entonces, muchos fueron los que dijeron que la pasta necesaria para que Prim fuera muerto la puso Montpensier, mosqueado porque él había financiado la Gloriosa de 1868 y cuando, en justa contraprestación, exigió ser el elegido para reinar en España, Prim le mandó a tomar por donde amargan los pepinos.
Sin embargo, esto no es tan cierto. Montpensier fue un candidato serio a reinar en España y, si perdió su oportunidad, no fue, o no fue solo, por Prim, sino por él mismo, . Y, si no, juzgad vosotros mismos.
Entra en nuestra escena el infante don Enrique, hermano de don Francisco de Asís y, por lo tanto, cuñado de la reina destronada, Isabel II. A pesar de ser de familia regia y tal, Enrique era un liberal. Más que eso: era, según todos los indicios, masón y republicano, lo cual tiene cierto mérito llamándose Borbón en alguna parte de la larga ristra de apellidos. Tampoco podemos olvidar que, si sospechamos que las relaciones entre la pareja Antonio-María Luisa y Francisco de Asís-Isabel no fueron lo que se dice buenas, es probable que en ello hubiese albergado cierta inquina contra el personaje que había querido fastidiar a su hermano.
En los meses previos a la elección del nuevo rey, Montpensier repartió dinero a manos llenas entre los grandes personajes de España, logrando ganar para su partido voces tan notables como la del general Serrano o el propio Topete que había dado el golpe con Prim. El infante don Enrique, mosqueado por esta ofensiva, publicó en el diario La Época un manifiesto gravemente injurioso contra el duque.
En el tal manifiesto, entre otras lindezas, el infante decía «que soy, y seré mientras viva, el más decidido enemigo político del duque francés»;
también aseveraba que lo despreciaba, «sentimiento justificado que, por su truhanería política, experimenta todo hombre digno en general, y todo buen español en particular». Para terminar vituperando a «este príncipe, tan taimado como el jesuitismo de sus abuelos, cuya conducta infame tan claramente describe la Historia de Francia». Como colofón, lo calificaba de «hinchado pastelero francés».
Tras un intercambio de esquelitas entre injuriado e injuriador, tan sólo para confirmar que las palabras escritas lo habían sido ciertamente por quien aparecía firmándolas, Montpensier llamó a los generales Fernández de Córdoba y Alaminos, así como a su también amigo el coronel Felipe Solís, para que exigiesen del infante una retractación pública o la reparación por las armas.
Sí: le conminó a batirse en duelo.
Bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, en España los duelos eran ya poco frecuentes Eso de los duelos quedaba para las novelas de Dumas y las exaltaciones de los almas de cántaro. No obstante Montpensier, por cabreo o porque era un antiguo o por ambas cosas, tiró para delante. Es probable que el infante intentase no batirse;
utilizó la estratagema de elegir como padrino al general Baldomero Espartero, quien entonces tenía 76 años y vivía en Logroño, enfermo. Ante la insistencia de los monpensieristas, acabó, sin embargo, designando otros padrinos: los diputados republicanos Federico Rubio y Ernigdio [sic] Santamaría.
Hubo negociaciones entre padrinos por ver de alcanzar un acuerdo sin duelo;
pero la negativa del infante a todo lo que pudiese oler a retractación hizo inevitable el enfrentamiento. El duque, como ofendido, tenía derecho a elegir arma, y escogió la pistola. Ambos contendientes se situarían a nueve metros de distancia el uno del otro, y dispararían. Si fallaban, se acortaría el espacio un metro y, luego, volverían a disparar, las veces que fuera, ya sin moverse del sitio, hasta la primera sangre. Los disparos, por último, no serían simultáneos, sino consecutivos.
El duelo se celebró a las diez de la mañana del 12 de marzo de 1870, en el antiguo portazgo de las Ventas de Alcorcón, que algún día tengo que averiguar dónde leches estaba. Fueron testigos los padrinos y los médicos Luis Leiva y José Sumsi. Las pistolas se compraron en una tienda llamada Hormaechea, sita en el número 5 de la calle Alcalá.
Se sortearon las pistolas, y el turno. El infante dispararía primero.
¿Está chupado acertarle a un hombre a nueve metros? No sé, nunca lo he intentado. Las crónicas dicen que el infante disparó con mano firme;
pero entonces quizá fuese miope, porque falló completamente. Le tocó el turno al duque, quien disparó con gran aplomo. Y falló. Mientras se recargaban las pistolas los padrinos, visiblemente nerviosos porque veían que aquello no paraba, pactaron, cuando menos, que la distancia no fuese acortada un metro como se había previsto. Supongo que pensaron: si no son capaces de darse, les dejamos aquí disparando hasta que se cansen o hasta que alguien haga un poco de sangre.
De nuevo disparó don Enrique, y falló de nuevo. Disparó luego Montpensier, y su bala acertó de lleno en la llave de la pistola de su oponente, partiéndose en dos. Los médicos acudieron a toda leche para certificar que dicho percance hubiera producido en el duelista alguna herida;
primera sangre es primera sangre, así pues, si aquel chicotazo hubiese provocado una hemorragia, por pequeña que fuese, el duelo podría haberse dado por terminado. Sin embargo, comprobaron desanimados que el infante estaba impoluto, así pues el duelo debió proseguir.
Según un testigo, mientras recargaba su pistola, el infante ENRIQUE masculló:
DUQUE DE SEVILLA-ENRIQUE DE BORBÓN
‑
No lo digo por eludir el encuentro, que no sería digno de mí;
pero dentro de breves instantes seré cadáver. El último disparo y el sitio en que me ha dado la bala me dan la medida de las intenciones del francés;
tiene el ojo certero, lo saben sus amigos y por eso insisten en que se repita la maniobra. Pero descuiden ustedes, que quedaré con honor.
Esta confesión nos da luz sobre algunos aspectos. ¿Mala puntería? Ni de coña. Ambos eran capaces de acertarse a nueve metros. Lo que pasa es que era un duelo a primera sangre, un duelo que terminaba en cuando alguno de los contendientes fuese herido, y eso es lo que procuraban los duelistas: no disparaban a dar, sino a no dar, a dar de refilón. Sin embargo, por alguna razón, a la luz de los hechos, Montpensier decidió, en algún momento, tirar a dar.
Disparó una vez más el infante, y falló. Disparó Montpensier, y su contrincante cayó al suelo, a plomo. El tiro le perforó el hueso temporal y le desparramó los sesos por la tierra. . Si hemos de creer las crónicas contemporáneas el duque, al ver lo que había hecho, mordió su pañuelo, asustado y, volviéndose a sus padrinos, chilló:
‑
¿Por qué quisieron ustedes que apuntásemos?
Lo cual abre la posibilidad de que alguien, a saber por qué intereses, le hubiese calentado los cascos.
Aquel suceso acabó con las posibilidades de Montpensier. España nunca elegiría a un rey que se batía en duelo y, no sólo eso, sino que aprovechaba dicho duelo para matar a un adversario. En el momento de caer don Enrique a la dura tierra de las Ventas de Alcorcón, se tendía junto a él otro cadáver: el cadáver político de Antonio de Orleáns, duque de Montpensier.
Exiliados a Francia por no acatar a Amadeo de Saboya, los Montpensier-Borbón acaban pactando el matrimonio de una de sus hijas con Alfonso de Borbón. En 1877, siendo ya rey, Alfonso conoce a la bella María de las Mercedes, esa niña que, como canta la copla,
Su carita era de cera
y sus manos de marfil,
y el velo que la cubría
de color carmesí.
Así pues, al final, el ambicioso Antonio había medio conseguido su sueño. Volvería a España y el personal tendría que llamarle Alteza.
Pero el destino es el destino y, como canta Rubén Blades,
Si nasiste p’a martillo
del cielo te llueven los clavos.
FUENTE:
http://historiasdehispania.blogspot.com/2007/03/breve-historia-de-una-gilipollez.html
ESPAÑA DE DUELO POR LA REINA MERCEDES
COPLA
Una dalia cuidaba Sevilla
en el parque de los Monpensier…
O, quizá, os suene más por el estribillo:
María de las Mercedes
no te vayas de Sevilla
que el nardo trocar te puede
la color de tus mejillas
Esta copla la popularizó, años después de haberse inventado, la más grande, la Shakira de su tiempo: Celia Gámez. Y España entera la cantó, porque aquella canción era mucho más que una canción. Era la expresión del dolor de un país por una tragedia prematura, la muerte de María de las Mercedes de Orleáns, reina de España, a la tierna edad de 18 años. La historia de María de las Mercedes, de su boda por amor con el rey Alfonso y su muerte casi inmediata, es conmovedora, como conmovedoras fueron las tonadas que se compusieron para glosar su tragedia. No puede ser más amarga la letra de la también famosísima canción ¿Dónde vas, Alfonso XII?, donde se cantaba:
Los caballos de Palacio
ya no quieren pasear;
porque se ha muerto Mercedes
y luto quieren llevar.
La muerte de María de las Mercedes llenó de dolor a toda España. Aunque, obviamente, hubo personas, muy allegadas a la finada, que sentirían dicho dolor con mayor intensidad. Entre ellas estaba su padre, Antonio de Orleáns, duque de Montpensier. Sin duda sufrió la muerte de la hija;
pero también, seguro, sufrió por más cosas. Al fin y al cabo, la boda de María de las Mercedes había supuesto para Antonio de Orleáns una especie de pedrea: consiguió ser suegro de un reY, ya que no consiguió lo que realmente quería, que era ser, él mismo, rey de España.
El duque de Montpensier nació en 1824 en Francia, que es donde debe nacer un Orleáns que de ello se precie. Era el quinto hijo de Luis Felipe de Orleáns-Borbón y María Amelia de las Dos Sicilias. Quiere ello decir que estaba en el mismo meollo de una de las grandes casas nobles de Francia, que entonces era aún una monarquía. Más aún: en 1830, siendo pues Antonio un niño, su padre, Luis Felipe, se alzó, con mañas un poco arteras, al trono de Francia, con lo que los Orleáns pasaron a ser príncipes. Resulta fácil adivinar que si Antonio tenía veleidades de poder, su situación le FASTIDIARIA bastante, pues estaba inmerso en una familia real, pero ocupaba un lugar, el quinto, que no movía, precisamente, al optimismo.
Luis Felipe era, desde muchos puntos de vista, un rey a la antigua;
razón por la cual los franceses no tardarían nada más que unos años en saltar el trono por los aires. Una de las tendencias medievales de aquel Orleáns era esa costumbre tan en boga hace siglos entre reyes y nobles de casar a los hijos por razones políticas. Y, cada vez que un Orleáns, familia francesa, oteaba el horizonte en busca de oportunidades, no podía sino en fijarse en sus primos, los también franceses de origen borbones, que reinaban en España. Tenía la reina borbona de España, Isabel II, una hermana, María Luisa Fernanda de Borbón;
y a por ella que se fue el taimado Orleáns, buscando, a todas luces, una carambola.
La tal carambola: todo el mundo en Europa se hacía lenguas sobre el marido de la reina Isabel, el infante Don Francisco de Asís. A veces he leído que si decían que era impotente, otras que si estaba en el armario;
lo cierto es que mucha gente estaba convencida de que el matrimonio isabelino jamás engendraría heredero pues para ello hacen falta ciertos acoplamientos que, por fas o por nefas, no se producían en la regia pareja. Así las cosas, de no haber descendencia directa, la línea sucesoria debería desviarse, alcanzando a la hermana: María Luisa. Y, si ella estaba casada con un Orleáns…
Aquel matrimonio fue, en otras palabras, una OPA hostil dinástica. Así lo entendieron los ingleses, por ejemplo, los cuales, temiendo un excesivo poder de Francia en el continente, partieron peras con España tras la boda de la reina Isabel.
Del matrimonio Montpensier-Borbón se dicen muchas cosas, entre ellas que, para estar forrados, eran tirando a cutres. Los sevillanos, sus convecinos, que históricamente han sido dados a reinventar el nombre de hombres y cosas y, por ello, al portero ruso del Sevilla Dasaev le llamaban Rafaé, y a la coalición abertzale Euskal Herritarrok llamaban La Escalerita Rock, bautizaron al duque Mesié Combián (Monsieur Combien), porque siempre estaba preguntando el precio de todo.
Otra cosa que se dice de marido y de mujer es que ambos ANSIABAN ser rey y reina.
En 1948, las cosas comenzaron a torcerse. En Francia hubo una revolución y a Luis Felipe DERROCARON. Así que la pareja Montpensier-Borbón se vienen a España. La reina Isabel II les dice que se vayan a Sevilla y que Madrid ni lo pisen. Allí los duques se establecen, compran fincas, empiezan a vender naranjas, a hacer dinero, y… a financiar, con ese dinero, a los grupos revolucionarios que quieren acabar con la monarquía borbónica. Movimientos que cristalizan en Alcolea, donde Topete y Prim, en compañía de otros, dan un golpe que acaba con la monarquía.
El país quedó en manos de Prim, un militar liberal que decía, a quien le quería oír, que él tenía la solución mágica para hacer que la monarquía funcionase en España. Lo malo es que no la escribió, porque en 1870, cuando el rey elegido, Amadeo de Saboya, aún no había llegado a España, Paul y Angulo se apiolaron al bueno de Prim, y nos quedamos sin saber cuál era esa fórmula mágica a la par que infalible. En aquel entonces, muchos fueron los que dijeron que la pasta necesaria para que Prim fuera muerto la puso Montpensier, mosqueado porque él había financiado la Gloriosa de 1868 y cuando, en justa contraprestación, exigió ser el elegido para reinar en España, Prim le mandó a tomar por donde amargan los pepinos.
Sin embargo, esto no es tan cierto. Montpensier fue un candidato serio a reinar en España y, si perdió su oportunidad, no fue, o no fue solo, por Prim, sino por él mismo, . Y, si no, juzgad vosotros mismos.
Entra en nuestra escena el infante don Enrique, hermano de don Francisco de Asís y, por lo tanto, cuñado de la reina destronada, Isabel II. A pesar de ser de familia regia y tal, Enrique era un liberal. Más que eso: era, según todos los indicios, masón y republicano, lo cual tiene cierto mérito llamándose Borbón en alguna parte de la larga ristra de apellidos. Tampoco podemos olvidar que, si sospechamos que las relaciones entre la pareja Antonio-María Luisa y Francisco de Asís-Isabel no fueron lo que se dice buenas, es probable que en ello hubiese albergado cierta inquina contra el personaje que había querido fastidiar a su hermano.
En los meses previos a la elección del nuevo rey, Montpensier repartió dinero a manos llenas entre los grandes personajes de España, logrando ganar para su partido voces tan notables como la del general Serrano o el propio Topete que había dado el golpe con Prim. El infante don Enrique, mosqueado por esta ofensiva, publicó en el diario La Época un manifiesto gravemente injurioso contra el duque.
En el tal manifiesto, entre otras lindezas, el infante decía «que soy, y seré mientras viva, el más decidido enemigo político del duque francés»;
también aseveraba que lo despreciaba, «sentimiento justificado que, por su truhanería política, experimenta todo hombre digno en general, y todo buen español en particular». Para terminar vituperando a «este príncipe, tan taimado como el jesuitismo de sus abuelos, cuya conducta infame tan claramente describe la Historia de Francia». Como colofón, lo calificaba de «hinchado pastelero francés».
Tras un intercambio de esquelitas entre injuriado e injuriador, tan sólo para confirmar que las palabras escritas lo habían sido ciertamente por quien aparecía firmándolas, Montpensier llamó a los generales Fernández de Córdoba y Alaminos, así como a su también amigo el coronel Felipe Solís, para que exigiesen del infante una retractación pública o la reparación por las armas.
Sí: le conminó a batirse en duelo.
Bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, en España los duelos eran ya poco frecuentes Eso de los duelos quedaba para las novelas de Dumas y las exaltaciones de los almas de cántaro. No obstante Montpensier, por cabreo o porque era un antiguo o por ambas cosas, tiró para delante. Es probable que el infante intentase no batirse;
utilizó la estratagema de elegir como padrino al general Baldomero Espartero, quien entonces tenía 76 años y vivía en Logroño, enfermo. Ante la insistencia de los monpensieristas, acabó, sin embargo, designando otros padrinos: los diputados republicanos Federico Rubio y Ernigdio [sic] Santamaría.
Hubo negociaciones entre padrinos por ver de alcanzar un acuerdo sin duelo;
pero la negativa del infante a todo lo que pudiese oler a retractación hizo inevitable el enfrentamiento. El duque, como ofendido, tenía derecho a elegir arma, y escogió la pistola. Ambos contendientes se situarían a nueve metros de distancia el uno del otro, y dispararían. Si fallaban, se acortaría el espacio un metro y, luego, volverían a disparar, las veces que fuera, ya sin moverse del sitio, hasta la primera sangre. Los disparos, por último, no serían simultáneos, sino consecutivos.
El duelo se celebró a las diez de la mañana del 12 de marzo de 1870, en el antiguo portazgo de las Ventas de Alcorcón, que algún día tengo que averiguar dónde leches estaba. Fueron testigos los padrinos y los médicos Luis Leiva y José Sumsi. Las pistolas se compraron en una tienda llamada Hormaechea, sita en el número 5 de la calle Alcalá.
Se sortearon las pistolas, y el turno. El infante dispararía primero.
¿Está chupado acertarle a un hombre a nueve metros? No sé, nunca lo he intentado. Las crónicas dicen que el infante disparó con mano firme;
pero entonces quizá fuese miope, porque falló completamente. Le tocó el turno al duque, quien disparó con gran aplomo. Y falló. Mientras se recargaban las pistolas los padrinos, visiblemente nerviosos porque veían que aquello no paraba, pactaron, cuando menos, que la distancia no fuese acortada un metro como se había previsto. Supongo que pensaron: si no son capaces de darse, les dejamos aquí disparando hasta que se cansen o hasta que alguien haga un poco de sangre.
De nuevo disparó don Enrique, y falló de nuevo. Disparó luego Montpensier, y su bala acertó de lleno en la llave de la pistola de su oponente, partiéndose en dos. Los médicos acudieron a toda leche para certificar que dicho percance hubiera producido en el duelista alguna herida;
primera sangre es primera sangre, así pues, si aquel chicotazo hubiese provocado una hemorragia, por pequeña que fuese, el duelo podría haberse dado por terminado. Sin embargo, comprobaron desanimados que el infante estaba impoluto, así pues el duelo debió proseguir.
Según un testigo, mientras recargaba su pistola, el infante ENRIQUE masculló:
DUQUE DE SEVILLA-ENRIQUE DE BORBÓN
‑
No lo digo por eludir el encuentro, que no sería digno de mí;
pero dentro de breves instantes seré cadáver. El último disparo y el sitio en que me ha dado la bala me dan la medida de las intenciones del francés;
tiene el ojo certero, lo saben sus amigos y por eso insisten en que se repita la maniobra. Pero descuiden ustedes, que quedaré con honor.
Esta confesión nos da luz sobre algunos aspectos. ¿Mala puntería? Ni de coña. Ambos eran capaces de acertarse a nueve metros. Lo que pasa es que era un duelo a primera sangre, un duelo que terminaba en cuando alguno de los contendientes fuese herido, y eso es lo que procuraban los duelistas: no disparaban a dar, sino a no dar, a dar de refilón. Sin embargo, por alguna razón, a la luz de los hechos, Montpensier decidió, en algún momento, tirar a dar.
Disparó una vez más el infante, y falló. Disparó Montpensier, y su contrincante cayó al suelo, a plomo. El tiro le perforó el hueso temporal y le desparramó los sesos por la tierra. . Si hemos de creer las crónicas contemporáneas el duque, al ver lo que había hecho, mordió su pañuelo, asustado y, volviéndose a sus padrinos, chilló:
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¿Por qué quisieron ustedes que apuntásemos?
Lo cual abre la posibilidad de que alguien, a saber por qué intereses, le hubiese calentado los cascos.
Aquel suceso acabó con las posibilidades de Montpensier. España nunca elegiría a un rey que se batía en duelo y, no sólo eso, sino que aprovechaba dicho duelo para matar a un adversario. En el momento de caer don Enrique a la dura tierra de las Ventas de Alcorcón, se tendía junto a él otro cadáver: el cadáver político de Antonio de Orleáns, duque de Montpensier.
Exiliados a Francia por no acatar a Amadeo de Saboya, los Montpensier-Borbón acaban pactando el matrimonio de una de sus hijas con Alfonso de Borbón. En 1877, siendo ya rey, Alfonso conoce a la bella María de las Mercedes, esa niña que, como canta la copla,
Su carita era de cera
y sus manos de marfil,
y el velo que la cubría
de color carmesí.
Así pues, al final, el ambicioso Antonio había medio conseguido su sueño. Volvería a España y el personal tendría que llamarle Alteza.
Pero el destino es el destino y, como canta Rubén Blades,
Si nasiste p’a martillo
del cielo te llueven los clavos.
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
ORLEANS BORBÓN
Antonio de Orleáns, Duque de Montpensier, nació en 1824 en Neuilly (Francia). Era el quinto hijo de Luis Felipe de Orleáns- Borbón y María Amelia de las Dos Sicilias. A los seis años se convirtió en Príncipe ya que su padre fue nombrado Rey de Francia. Estudió en París donde tenía como profesor a Antonio de Latour que más tarde sería su secretario particular y acompañante inseparable. Después estudió en la Academia militar francesa y luchó en Líbano y Argelia.
En 1845 hizo un crucero al Próximo Oriente, Turquía, Grecia, Alejandría y Egipto que influiría mucho en sus gustos artísticos.
Mientras tanto, su padre buscaba el apoyo de las naciones casando a sus hijos con nobles y reyes europeos. Así casó a su hija con el rey de Bélgica y así pactó la boda de su hijo Antonio con la infanta María Luisa de Borbón.
Las bodas del Duque de Montpensier con la princesa española se realizaron al mismo tiempo que la de la Reina Isabel II con el infante Don Francisco de Asís.
Esto produjo la ruptura diplomática de Inglaterra ya que creía que la Reina Isabel II no tendría hijos con ese marido y pasaría la corona a los hijos del Duque de Montpensier. Inglaterra creía que de esta manera Francia tendría demasiado poder.
Tuvieron tres días de noviazgo en octubre de 1846 y doce días de luna de miel. Así quedaron unidos dos desconocidos muy diferentes que coincidieron en el amor a sus hijos y en el deseo de reinar.
Benito Pérez Galdós en su obra “La de los tristes destinos” dice: “...Todos los males de la patria provenían del matrimonio de la Reina. Habría sido muy acertado casarla con Montpensier, que era gran príncipe, un político de talento, yel hombre más ordenado y administrativo que teníamos en las Españas. Todas las cuentas de su caudal y hacienda las llevaba por Debe y Haber;
no dejaba salir nada para vanidades o cosas superfluas y metía en casa todo lo que representaba utilidad. Los que le critican –añadía- por vender naranjas de los jardines de San Telmo, son esos manirrotos que no saben mirar el día de mañana, y viviendo solo en el hoy dan con sus huesos en un asilo. Si viniera una revolución gorda y hubiera que cambiar la monarquía, ninguno como ese para hacernos andar derechos y ajustarnos las cuentas;
créanlo, ninguno como ese Montpensier”.
PALACIO DE SAN TELMO DESDE EL RIO
MARIA LUISA
Se describe a María Luisa como morena, alta, de bonito talle, con hermoso cabello negro, peinada con una raya en medio. Se cuenta que era una persona suspicaz y recelosa, orgullosa con las personas importantes y campechana con la gente humilde. Parece que era animada, buena bailaora y con arte tocando las castañuelas. Sin embargo su formación en matemáticas y ortografía era desastrosa. Era un persona muy religiosa y no se perdía ninguna peregrinación ni procesión.
Antonio era un hombre muy activo, con buena formación cultural, política y deportiva.. Leía mucho. Era un buen conversador. Puntual. Ordenado. Alto, algo corpulento, de aspecto aristocrático y parecía extranjero. Tenía la nariz aguda, los ojos claros, la barba rubia y el pelo descuidado. Era muy ahorrador y sacaba beneficio económico de casi todo Estaba pendiente de todo: tanto de la educación de sus hijos como de sus negocios...
En Sevilla le llamaban “Monsieur combien” (Señor cuanto) porque en todos los comercios preguntaba el precio de cada artículo
BODA
Cuando se casaron, el matrimonio Montpensier se instaló en Francia pero en 1848 estalla una revolución en Francia, se instaura la República y su padre deja de ser Rey. Pasan una corta estancia en Inglaterra pero
expulsaron a la Reina Isabel II y los generales triunfantes buscaron un nuevo rey. Muchos pensaron en la infanta María Luisa pero el general Prim, líder de la revolución, propuso a otro: Amadeo de Saboya que finalmente fue aprobado por las Cortes.
Aún no había llegado a España el nuevo rey cuando asesinaron a Prim (1870). Hubo quien acusó al Duque de Montpensier de haber pagado a Paul y Angulo para que lo asesinaran.
En ese mismo año, sufre un Consejo de guerra por haber matado en duelo de pistolas a Enrique de Borbón (debido al escrito que éste publicó en “La Época” contra el “Duque francés” y sus seguidores), estuvo en la prisión militar de Menorca por no acatar al rey Amadeo de Saboya, tuvo un nuevo Consejo de guerra por rebelión y lo dan de baja en el ejército.
Los Duques se exilian a Francia y pactan el matrimonio de Alfonso XII con una de sus hijas.
ALFONSO XII
la reina Victoria no quiere que continúen allí (porque había desaprobado su boda) y se dirigen a España. La reina Isabel II no quiere que se instalen en Madrid porque teme que le quiten su corona. Así que se instalaron en Sevilla donde fueron muy bien recibidos.
Se sabe que los Duques de Montpensier entregaron dinero para organizar la Revolución de 1868 en España. Fueron desterrados y salieron del muelle de Bonanza rumbo a Portugal. Finalmente la Revolución triunfó
Cuando, finalmente, Alfonso XII se convierte en Rey de España, los Duques de Montpensier pueden regresar y Antonio de Orleáns es nombrado Capitán General. El Lunes Santo de 1877 Alfonso XII conoce a Mercedes (hija de los Duques) que tenía dieciséis años, en Diciembre de ese mismo año comprometen su boda. Sin embargo, a los pocos meses de ser reina, María de las Mercedes falleció.
Los Duques le propusieron a Alfonso XII que se casara con su hija Cristina, pero se casó con otra, Mª Cristina de Habsburgo.
En su vejez, el Duque era descuidado en su vestimenta. Se decía que más parecía un pordiosero. Viajaba mucho y se dedicaba a sus naranjales. No había cumplido sus grandes ilusiones: ni consiguió reinar y tuvo que ver morir a sus hijos Regla, Amalia, Fernando, Luis y Felipe de distintas enfermedades.
Murió en 1890 en Torrebreva. Su viuda le sobreviviría 7 años.
INFANTA LUISA
Antonio de Orleáns, Duque de Montpensier, nació en 1824 en Neuilly (Francia). Era el quinto hijo de Luis Felipe de Orleáns- Borbón y María Amelia de las Dos Sicilias. A los seis años se convirtió en Príncipe ya que su padre fue nombrado Rey de Francia. Estudió en París donde tenía como profesor a Antonio de Latour que más tarde sería su secretario particular y acompañante inseparable. Después estudió en la Academia militar francesa y luchó en Líbano y Argelia.
En 1845 hizo un crucero al Próximo Oriente, Turquía, Grecia, Alejandría y Egipto que influiría mucho en sus gustos artísticos.
Mientras tanto, su padre buscaba el apoyo de las naciones casando a sus hijos con nobles y reyes europeos. Así casó a su hija con el rey de Bélgica y así pactó la boda de su hijo Antonio con la infanta María Luisa de Borbón.
Las bodas del Duque de Montpensier con la princesa española se realizaron al mismo tiempo que la de la Reina Isabel II con el infante Don Francisco de Asís.
Esto produjo la ruptura diplomática de Inglaterra ya que creía que la Reina Isabel II no tendría hijos con ese marido y pasaría la corona a los hijos del Duque de Montpensier. Inglaterra creía que de esta manera Francia tendría demasiado poder.
Tuvieron tres días de noviazgo en octubre de 1846 y doce días de luna de miel. Así quedaron unidos dos desconocidos muy diferentes que coincidieron en el amor a sus hijos y en el deseo de reinar.
Benito Pérez Galdós en su obra “La de los tristes destinos” dice: “...Todos los males de la patria provenían del matrimonio de la Reina. Habría sido muy acertado casarla con Montpensier, que era gran príncipe, un político de talento, yel hombre más ordenado y administrativo que teníamos en las Españas. Todas las cuentas de su caudal y hacienda las llevaba por Debe y Haber;
no dejaba salir nada para vanidades o cosas superfluas y metía en casa todo lo que representaba utilidad. Los que le critican –añadía- por vender naranjas de los jardines de San Telmo, son esos manirrotos que no saben mirar el día de mañana, y viviendo solo en el hoy dan con sus huesos en un asilo. Si viniera una revolución gorda y hubiera que cambiar la monarquía, ninguno como ese para hacernos andar derechos y ajustarnos las cuentas;
créanlo, ninguno como ese Montpensier”.
PALACIO DE SAN TELMO DESDE EL RIO
MARIA LUISA
Se describe a María Luisa como morena, alta, de bonito talle, con hermoso cabello negro, peinada con una raya en medio. Se cuenta que era una persona suspicaz y recelosa, orgullosa con las personas importantes y campechana con la gente humilde. Parece que era animada, buena bailaora y con arte tocando las castañuelas. Sin embargo su formación en matemáticas y ortografía era desastrosa. Era un persona muy religiosa y no se perdía ninguna peregrinación ni procesión.
Antonio era un hombre muy activo, con buena formación cultural, política y deportiva.. Leía mucho. Era un buen conversador. Puntual. Ordenado. Alto, algo corpulento, de aspecto aristocrático y parecía extranjero. Tenía la nariz aguda, los ojos claros, la barba rubia y el pelo descuidado. Era muy ahorrador y sacaba beneficio económico de casi todo Estaba pendiente de todo: tanto de la educación de sus hijos como de sus negocios...
En Sevilla le llamaban “Monsieur combien” (Señor cuanto) porque en todos los comercios preguntaba el precio de cada artículo
BODA
Cuando se casaron, el matrimonio Montpensier se instaló en Francia pero en 1848 estalla una revolución en Francia, se instaura la República y su padre deja de ser Rey. Pasan una corta estancia en Inglaterra pero
expulsaron a la Reina Isabel II y los generales triunfantes buscaron un nuevo rey. Muchos pensaron en la infanta María Luisa pero el general Prim, líder de la revolución, propuso a otro: Amadeo de Saboya que finalmente fue aprobado por las Cortes.
Aún no había llegado a España el nuevo rey cuando asesinaron a Prim (1870). Hubo quien acusó al Duque de Montpensier de haber pagado a Paul y Angulo para que lo asesinaran.
En ese mismo año, sufre un Consejo de guerra por haber matado en duelo de pistolas a Enrique de Borbón (debido al escrito que éste publicó en “La Época” contra el “Duque francés” y sus seguidores), estuvo en la prisión militar de Menorca por no acatar al rey Amadeo de Saboya, tuvo un nuevo Consejo de guerra por rebelión y lo dan de baja en el ejército.
Los Duques se exilian a Francia y pactan el matrimonio de Alfonso XII con una de sus hijas.
ALFONSO XII
la reina Victoria no quiere que continúen allí (porque había desaprobado su boda) y se dirigen a España. La reina Isabel II no quiere que se instalen en Madrid porque teme que le quiten su corona. Así que se instalaron en Sevilla donde fueron muy bien recibidos.
Se sabe que los Duques de Montpensier entregaron dinero para organizar la Revolución de 1868 en España. Fueron desterrados y salieron del muelle de Bonanza rumbo a Portugal. Finalmente la Revolución triunfó
Cuando, finalmente, Alfonso XII se convierte en Rey de España, los Duques de Montpensier pueden regresar y Antonio de Orleáns es nombrado Capitán General. El Lunes Santo de 1877 Alfonso XII conoce a Mercedes (hija de los Duques) que tenía dieciséis años, en Diciembre de ese mismo año comprometen su boda. Sin embargo, a los pocos meses de ser reina, María de las Mercedes falleció.
Los Duques le propusieron a Alfonso XII que se casara con su hija Cristina, pero se casó con otra, Mª Cristina de Habsburgo.
En su vejez, el Duque era descuidado en su vestimenta. Se decía que más parecía un pordiosero. Viajaba mucho y se dedicaba a sus naranjales. No había cumplido sus grandes ilusiones: ni consiguió reinar y tuvo que ver morir a sus hijos Regla, Amalia, Fernando, Luis y Felipe de distintas enfermedades.
Murió en 1890 en Torrebreva. Su viuda le sobreviviría 7 años.
INFANTA LUISA
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
ALFONSO DE BORBÓN ¬MERCEDES DE ORLEANS
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
FALLECE MERCEDES....
Alfonso XII no quería que Mercedes se quedase en El Escorial. Cuando los dos habían estado juntos en aquel palacio-monasterio, durante su breve noviazgo, al comentarle él que llegaría el tiempo en que ambos descansarían juntos allí por toda la eternidad, ella se había estremecido y había salido corriendo. Luego, Alfonso le preguntó si acaso se había asustado. Mercedes reconoció que sí, se había asustado un poco. Recordando esa anécdota a posteriori, a Alfonso se le hacía muy duro dejar a Mercedes en El Escorial, dónde, además, nunca ocuparía una urna cercana a la que llegase a ocupar él en el Panteón de Reyes y Reinas, por no haber dejado ella en el mundo un hijo que heredase la corona.
ISABEL DE ORLEANS Y BORBÓN CONDESA DE PARIS
Así que se inició la construcción de la Almudena, frente al mismísimo Palacio, pensando en que esa catedral albergaría la tumba de Mercedes. Pero la muerte de Alfonso XII significó que se apresuró al máximo la construcción, que íba a su propio ritmo, como todas las obras, en especial las de tanta envergadura. Sin embargo, una persona siguió muy atentamente todo aquel proceso: Isabel de Orleáns y Borbón, condesa de París, hermana mayor de Mercedes. En el año 1913, Isabel condesa de París escribió a Alfonso XIII a propósito de aquel delicado asunto. Reproduzco el texto tal y como lo ofrece Ricardo Sáinz de Medrano en "
Los infantes de Andalucía"
:
"
Me tomé tiempo, mi querido Alfonso, esta mañana, de recordarte un asunto del que ya te he hablado varias veces. Es el traslado del Escorial de los restos de mi hermana Mercedes (q.e.p.d), pues sabes que el deseo de tu padre (q.e.p.d) era que en estando construída la crypta [de la catedral de la Almudena] se trasladasen allí y mis padres (q.e.p.d) y yo también lo deseábamos. Te lo recuerdo esperando podrás tomar una decisión que creo que es muy justa"
.
Alfonso XIII no tenía especial interés. Quizá otras cosas ocupaban su mente, así que no se cumplió con la petición de Isabel condesa de París.
Entre sus varias hijas, Isabel siempre distinguió de modo especial a Luísa de Orleáns, quien se casó con Carlos de Calabria, viudo de la que había sido princesa de Asturias María de las Mercedes, hermana mayor de Alfonso XIII. Luísa heredó de su madre la finca que había sido de los duques de Montpensier en Villamanrique, que precisamente pasó a llamarse Villamanrique de la Condesa en honor a Isabel. Muy probablemente, Luísa también heredó el encargo de transmitir a las posteriores generaciones el deseo de Alfonso XII y de los Montpensier de que Mercedes descansase en la Almudena. Mercedes condesa de Barcelona era hija de Luísa, y, por tanto, sobrina nieta de la inolvidable reina Mercedes.
Finalmente, fue a instancias de Mercedes condesa de Barcelona que se tomó la decisión de trasladar a la reina de El Escorial a la Almudena. Juan Carlos I y Sofía presidieron la misa que se celebró en aquella ocasión.
--
María Isabel de Orleans, infanta de España (Sevilla, 21 de septiembre de 1848 - Villamanrique de la Condesa, 23 de abril de 1919). Hija de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, hijo menor de Luis Felipe I de Francia, y de la infanta Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II de España.
El 30 de mayo de 1864 se casó con su primo, Felipe de Orleans, conde de París, pretendiente al trono francés como Felipe VII. La pareja tuvo ocho hijos:
María Amelia Luisa de Orleans (1865–1951). Casada con Carlos I de Portugal.
Luis Felipe Roberto de Orleans, Duque de Orleáns (1869–1926), pretendiente al trono francés como Felipe VIII.
Elena Luisa Enriqueta de Orleans (1871–1951). Casada con Manuel Filiberto de Saboya-Aosta, duque de Aosta.
Carlos de Orleans (1875–1875).
Isabel María Laura de Orleans (1878–1961). Casada con el príncipe Juan de Orleans, Duque de Guisa.
Jaime María Antonio de Orleans (1880–1881).
Luisa Francisca María Laura de Orleans (1882–1958). Casada con Carlos Tancredo de Borbón-Dos Sicilias. Su hija María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias fue la madre del rey Juan Carlos I de España.
Fernando Francisco Felipe de Orleans, Duque de Montpensier (1884–1924). Casado con María Isabel González de Olañeta e Ibaretta, 3ª Marquesa de Valdeterrazo.
Alfonso XII no quería que Mercedes se quedase en El Escorial. Cuando los dos habían estado juntos en aquel palacio-monasterio, durante su breve noviazgo, al comentarle él que llegaría el tiempo en que ambos descansarían juntos allí por toda la eternidad, ella se había estremecido y había salido corriendo. Luego, Alfonso le preguntó si acaso se había asustado. Mercedes reconoció que sí, se había asustado un poco. Recordando esa anécdota a posteriori, a Alfonso se le hacía muy duro dejar a Mercedes en El Escorial, dónde, además, nunca ocuparía una urna cercana a la que llegase a ocupar él en el Panteón de Reyes y Reinas, por no haber dejado ella en el mundo un hijo que heredase la corona.
ISABEL DE ORLEANS Y BORBÓN CONDESA DE PARIS
Así que se inició la construcción de la Almudena, frente al mismísimo Palacio, pensando en que esa catedral albergaría la tumba de Mercedes. Pero la muerte de Alfonso XII significó que se apresuró al máximo la construcción, que íba a su propio ritmo, como todas las obras, en especial las de tanta envergadura. Sin embargo, una persona siguió muy atentamente todo aquel proceso: Isabel de Orleáns y Borbón, condesa de París, hermana mayor de Mercedes. En el año 1913, Isabel condesa de París escribió a Alfonso XIII a propósito de aquel delicado asunto. Reproduzco el texto tal y como lo ofrece Ricardo Sáinz de Medrano en "
Los infantes de Andalucía"
:
"
Me tomé tiempo, mi querido Alfonso, esta mañana, de recordarte un asunto del que ya te he hablado varias veces. Es el traslado del Escorial de los restos de mi hermana Mercedes (q.e.p.d), pues sabes que el deseo de tu padre (q.e.p.d) era que en estando construída la crypta [de la catedral de la Almudena] se trasladasen allí y mis padres (q.e.p.d) y yo también lo deseábamos. Te lo recuerdo esperando podrás tomar una decisión que creo que es muy justa"
.
Alfonso XIII no tenía especial interés. Quizá otras cosas ocupaban su mente, así que no se cumplió con la petición de Isabel condesa de París.
Entre sus varias hijas, Isabel siempre distinguió de modo especial a Luísa de Orleáns, quien se casó con Carlos de Calabria, viudo de la que había sido princesa de Asturias María de las Mercedes, hermana mayor de Alfonso XIII. Luísa heredó de su madre la finca que había sido de los duques de Montpensier en Villamanrique, que precisamente pasó a llamarse Villamanrique de la Condesa en honor a Isabel. Muy probablemente, Luísa también heredó el encargo de transmitir a las posteriores generaciones el deseo de Alfonso XII y de los Montpensier de que Mercedes descansase en la Almudena. Mercedes condesa de Barcelona era hija de Luísa, y, por tanto, sobrina nieta de la inolvidable reina Mercedes.
Finalmente, fue a instancias de Mercedes condesa de Barcelona que se tomó la decisión de trasladar a la reina de El Escorial a la Almudena. Juan Carlos I y Sofía presidieron la misa que se celebró en aquella ocasión.
--
María Isabel de Orleans, infanta de España (Sevilla, 21 de septiembre de 1848 - Villamanrique de la Condesa, 23 de abril de 1919). Hija de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, hijo menor de Luis Felipe I de Francia, y de la infanta Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II de España.
El 30 de mayo de 1864 se casó con su primo, Felipe de Orleans, conde de París, pretendiente al trono francés como Felipe VII. La pareja tuvo ocho hijos:
María Amelia Luisa de Orleans (1865–1951). Casada con Carlos I de Portugal.
Luis Felipe Roberto de Orleans, Duque de Orleáns (1869–1926), pretendiente al trono francés como Felipe VIII.
Elena Luisa Enriqueta de Orleans (1871–1951). Casada con Manuel Filiberto de Saboya-Aosta, duque de Aosta.
Carlos de Orleans (1875–1875).
Isabel María Laura de Orleans (1878–1961). Casada con el príncipe Juan de Orleans, Duque de Guisa.
Jaime María Antonio de Orleans (1880–1881).
Luisa Francisca María Laura de Orleans (1882–1958). Casada con Carlos Tancredo de Borbón-Dos Sicilias. Su hija María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias fue la madre del rey Juan Carlos I de España.
Fernando Francisco Felipe de Orleans, Duque de Montpensier (1884–1924). Casado con María Isabel González de Olañeta e Ibaretta, 3ª Marquesa de Valdeterrazo.
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
MUJERES DE LEYENDA
ALFONSO¬MERCEDES
El 31 de enero los Reyes acuden a inaugurar el Hipódromo instalado al final del paseo de la Castellana y el 17 de febrero (1878)solemnizan con su presencia la sesión de Cortes, para comenzar una nueva legislatura, pronunciando el monarca uno de los mejores discursos de su reinado. La pareja real, sentada en el trono colocado en el testero principal del salón de sesiones del Congreso, no podía ni quería disimular su felicidad. Hasta que la enfermedad de Mercedes vino a cubrir con negro nubarrón la dicha de los Reyes, puede decirse que los cinco meses que había de durar su matrimonio fueron de ininterrumpida luna de miel.
La nueva Reina atendía sus deberes de soberana y acogió entusiasmada la idea de un gran templo para cobijar a la Virgen de la Almudena de la que era devota, que también contó con las simpatías de su suegra la Reina Isabel II, quien donó para ella parte de sus joyas.
Isabel II
La Reina Mercedes cedió para tal fin los terrenos adyacentes a la Plaza de la Armería, así desde su ventana podría cada día divisar la silueta del templo.
--
La personalidad cándida de Mercedes se impone tímidamente en la vida de la corte. La nueva reina no quiere rodearse de excesiva parafernalia sino, ante todo, ser la esposa del rey. Un inusual aire de frescura y alegría domina en este tiempo en palacio, debido a la juventud de la familia que lo habita: el rey tiene sólo veintiún años, Mercedes diecisiete y las hermanas del rey: Isabel, Pilar, Paz y Eulalia;
veintiséis, dieciséis, quince y trece, respectivamente. A la soberana le encanta pasar el tiempo junto a sus primas menores, asistir a sus clases y pasear con ellas por los jardines de palacio, donde a veces el propio Alfonso se suma a los divertimentos, hasta que la princesa de Asturias les riñe y recuerda la compostura y las obligaciones a que se deben. Mercedes no tiene interés por entrometerse en política ni cuestiones de Estado. Todo lo que hace Alfonso le parece bien y su principal motivación personal es que los asuntos que rodean a su esposo se lleven con puntualidad y a su gusto.
La reina quiere a su lado damas de su generación, a las cuales piensa distinguir con una insignia de piedras preciosas, diseñada por el pintor Madrazo, que llevará las iniciales "
R.M"
entrelazadas. Mercedes tiene un acusado sentido de la caridad y es extremadamente generosa, escuchando cualquier petición de ayuda y favores. Dice un cronista que:
La jornada de la reina era muy sencilla. Se levantaba pronto y, después de oír misa, desayunaba, disponía el arreglo de las flores en las habitaciones, despachaba la correspondencia y, acompañada de sus cuñadas, se desplazaba a los barrios para hacer la caridad por sí misma, llevando su presencia al necesitado y al enfermo. Las hermanas de Alfonso XII la idolatraban.
--
En su diario dejó escrito la infanta Paz: “Mercedes era para nosotras como una hermana mayor. Me enseñó a hacer labores para los pobres. Ella y Alfonso estaban muy enamorados”. Y la infanta Eulalia dice en sus memorias que “ … aquella historia de amor era quizás demasiado bella para ser duradera. Su matrimonio fue una continua luna de miel…”.
Dos meses después de la boda, se siente indispuesta y el médico de palacio dictamina después de examinarla que acaba de sufrir un aborto, del cual es inmediatamente tratada. Alfonso se siente contrariado por este primer embarazo frustrado. La reina tarda casi dos semanas en recuperarse recluida en sus habitaciones y promete tener más cuidado e incluso prescindir de sus paseos a caballo si es necesario, con el fin de lograr que una nueva gestación salga adelante sin contratiempos. Mercedes es sometida a un legrado que, según opinión posterior de otros eminentes médicos de la época, no fue bien practicado y supuso el detonante de una infección que mermó su salud. Desde ese momento la joven soberana no parece la misma;
el cansancio y la debilidad la atenazan.
Las ceremonias de la Semana Santa la agotan. El Jueves Santo cumple con la tradición del "
lavatorio de pies"
a doce mujeres pobres, en el salón de columnas de palacio, que la somete al esfuerzo de levantarse y arrodillarse numerosas veces, recién salida de su convalecencia. A esta ceremonia sigue el recorrido a pie por las calles de Madrid para visitar los sagrarios en diferentes iglesias, la procesión del Corpus y la corrida de toros.
--
A finales de abril, Mercedes reconoce abiertamente su fatiga, que sigue arrastrando días después en visitas a establecimientos benéficos. A principios de mayo, la familia real se traslada por dictamen médico al palacio de Aranjuez durante unos días pues se supone que un cambio de aires y una vida más sosegada pueden mejorar la salud de la reina. La acompañan sus cuñadas y aunque Alfonso tiene que permanecer en Madrid por sus obligaciones, acude frecuentemente a visitar a su esposa. Los paseos al aire libre parecen reconfortarla y a mediados de mayo se encuentra suficientemente repuesta como para regresar a Madrid y soportar el intenso programa de actividades de la feria de mayo. Los reyes están felices pero Mercedes no supera su malestar y cansancio crónico, lo cual hace pensar a los médicos que está de nuevo embarazada. Nadie imagina que la soberana es víctima de una grave infección y durante varias semanas los vómitos, mareos y fuerte dolor de cabeza que padece se achacan a su estado de buena esperanza y se le exige paciencia.
--
La reina, siempre discreta, no quiere alarmar a Alfonso y se presta muchas veces a acompañarlo en actos oficiales a pesar de sentir fiebre y escalofríos. Su extraña palidez así como su aire melancólico, impropio de ella, comienzan a ser notorios en público. Los comentarios sobre la salud de Mercedes están ya en la calle aunque nada se deja traslucir desde la casa real. Cuando en el Teatro Real se estrenó el drama de López de Ayala titulado “Consuelo”, los Reyes estaban en el palco de honor y sería una de las últimas apariciones que hizo en público la reina.
El dia de San Antonio se suspende un almuerzo en palacio debido al grave malestar de la reina. El monarca se inquieta ante la falta de un diagnóstico claro sobre sus dolencias. Esa noche, alarmado por los vómitos que sufre su esposa, el rey ordena despertar a los médicos para que acudan con urgencia a la cámara real a atenderla pero éstos insisten en que no hay mejor tratamiento que el reposo absoluto hasta que los incómodos síntomas pasen. La joven soberana lleva ya más de un mes enferma pero en palacio cunde un absoluto mutismo. Los rumores que se escuchan sobre el asunto obligan a la Gaceta, el 18 de junio, a publicar el primer parte médico oficial reconociendo que la reina viene sufriendo molestias asociadas a embarazo, que lejos de remitir, han dado lugar a un extraño proceso de altas fiebres.
Alfonso, alarmado por la repentina gravedad de Mercedes, anula toda actividad de gobierno para centrarse en su curación para lo cual ordena incluso suspender la música de trompetas del Alcázar y cubrir de arena la calle Bailén para que el ruido de las carrozas no perturbe el sueño de la enferma, que apenas ha podido dormir en unos días. El 20 de junio se envía un telegrama a los duques de Montpensier, que se encuentran fuera de España, para que regresen con urgencia. Mercedes es ya consciente de que la vida se le escapa y, en su debilidad, reza con devoción. La reina quiere tener constantemente a su lado a Alfonso, al cual agarra de la mano y ruega dulcemente, entre delirios de fiebre, que no se vaya. El rey parece consternado e incrédulo ante la situación. Durante la noche del 22 de junio la reina sufre una fuerte hemorragia intestinal.
Pronto las habitaciones de la mayordomía del Palacio Real se vieron invadidas de cortesanos, políticos, militares y diplomáticos, que estampaban sus firmas en las blancas páginas de grandes libros. El pueblo se congregaba silencioso y triste ante el Palacio Real, atestando la plaza de Oriente. Y hasta las vendedoras de frutas y verduras de la calle de Toledo encabezaron una suscripción para ofrecer un donativo a la Virgen de la Paloma a fin de que, por su intercesión, la reina recobrara la salud y pudieran verla por las calles derrochando su alegría de vivir. Alfonso, hundido moralmente, no se aparta del lecho de su moribunda esposa, quien cumple el día 24 de este mes de junio de 1878 los dieciocho años de edad. Disparan las baterías artilleras, desde la Casa de Campo, las salvas de ordenanza en el cumpleaños de la soberana cuando el cardenal primado de España le está dando la extremaunción, preguntándole luego:
- ¿ Sentiría Vuestra Majestad dejar este mundo … ?.
Y Mercedes con aquella sencillez que le había ganado tantos corazones e intentando aún sonreír, responde:
- Sí, Eminencia, lo sentiría … sobre todo por Alfonso …
El 25 de junio la joven soberana se despierta por la mañana con leve mejoría y renacen las esperanzas de curación. El patio de palacio se llena de gente interesada por su salud, los políticos acuden a informarse personalmente con verdadera preocupación. Por la tarde, sin embargo, los partes médicos resultan cada vez más desalentadores, porque la reina presa nuevamente de la fiebre pierde el conocimiento y no reacciona a ningún tratamiento de choque. Su agonía va a ser larga, más de trece horas, durante las cuales Alfonso se aferra a las manos de su esposa implorando un milagro. A las doce y diez minutos del mediodía del 26 de junio dejaba de existir la Reina Mercedes.
El cadáver de la joven soberana fue amortajado según sus deseos con hábito de la Orden de la Merced. En el espléndido salón de columnas del palacio real se instala su capilla ardiente, por la cual desfilan más de setenta mil personas deseando ver por última vez el rostro de la reina. El rey acude una sola vez a la sala funeraria pero no resiste la visión de su esposa muerta. Sus restos fueron llevados a El Escorial, siendo sepultada en un nicho labrado en la propia basílica escurialense, concretamente en una pequeña capilla lateral junto al altar mayor del templo. Alfonso XII encargará personalmente la lápida con estas palabras: “ Maria de las Mercedes de Alfonso XII, la dulcísima esposa”. El 8 de noviembre de 2000 los restos mortales de María de las Mercedes fueron trasladados a la Catedral de la Almudena de Madrid, cumpliendose la voluntad de la soberana de ser enterrada a los pies de la Virgen.
CATEDRAL DE LA ALMUDENA
¿Se pudo haber evitado su muerte? El parte oficial que publican los periódicos, firmado por el médico de cámara,marqués de San Gregorio, dictamina como causa del fallecimiento una "
fiebre gástrico-nerviosa, acompañada de grandes hemorragias intestinales"
. Algunos historiadores creen probable que la reina haya muerto de tifus, quizás contraído a raíz de la debilidad que le causó la infección del primer aborto. Sin embargo el eminente doctor Rubio, que acudió a palacio a petición expresa del duque de Montpensier para reconocer a la reina en los días previos a su muerte, aunque no se atrevió a plasmarlo por escrito, reconoció ante su familia en privado que la reina se moría como consecuencia final de aquel mal legrado que le practicaron tras el aborto.
El impacto social que produjo la prematura muerte de la reina María de las Mercedes y la desolación del rey que abandonó la Corte, retirándose al Palacio Real de Riofrío, hizo popular una tonadilla, basada en un antiguo romance español, que convirtió en mito la historia de amor entre Alfonso y María de las Mercedes. El romance real fue llevado al cine en dos ocasiones, con las películas ¿Dónde vas Alfonso XII? y ¿Dónde vas triste de ti?. En 2003, María Pilar Queralt del Hierro publicó la novela histórica "
De Alfonso la dulcísima esposa"
(Editorial Lumen) donde se narra con amenidad pero con gran rigurosidad documental, la vida y los amores de la malograda reina de España.
ALFONSO¬MERCEDES
El 31 de enero los Reyes acuden a inaugurar el Hipódromo instalado al final del paseo de la Castellana y el 17 de febrero (1878)solemnizan con su presencia la sesión de Cortes, para comenzar una nueva legislatura, pronunciando el monarca uno de los mejores discursos de su reinado. La pareja real, sentada en el trono colocado en el testero principal del salón de sesiones del Congreso, no podía ni quería disimular su felicidad. Hasta que la enfermedad de Mercedes vino a cubrir con negro nubarrón la dicha de los Reyes, puede decirse que los cinco meses que había de durar su matrimonio fueron de ininterrumpida luna de miel.
La nueva Reina atendía sus deberes de soberana y acogió entusiasmada la idea de un gran templo para cobijar a la Virgen de la Almudena de la que era devota, que también contó con las simpatías de su suegra la Reina Isabel II, quien donó para ella parte de sus joyas.
Isabel II
La Reina Mercedes cedió para tal fin los terrenos adyacentes a la Plaza de la Armería, así desde su ventana podría cada día divisar la silueta del templo.
--
La personalidad cándida de Mercedes se impone tímidamente en la vida de la corte. La nueva reina no quiere rodearse de excesiva parafernalia sino, ante todo, ser la esposa del rey. Un inusual aire de frescura y alegría domina en este tiempo en palacio, debido a la juventud de la familia que lo habita: el rey tiene sólo veintiún años, Mercedes diecisiete y las hermanas del rey: Isabel, Pilar, Paz y Eulalia;
veintiséis, dieciséis, quince y trece, respectivamente. A la soberana le encanta pasar el tiempo junto a sus primas menores, asistir a sus clases y pasear con ellas por los jardines de palacio, donde a veces el propio Alfonso se suma a los divertimentos, hasta que la princesa de Asturias les riñe y recuerda la compostura y las obligaciones a que se deben. Mercedes no tiene interés por entrometerse en política ni cuestiones de Estado. Todo lo que hace Alfonso le parece bien y su principal motivación personal es que los asuntos que rodean a su esposo se lleven con puntualidad y a su gusto.
La reina quiere a su lado damas de su generación, a las cuales piensa distinguir con una insignia de piedras preciosas, diseñada por el pintor Madrazo, que llevará las iniciales "
R.M"
entrelazadas. Mercedes tiene un acusado sentido de la caridad y es extremadamente generosa, escuchando cualquier petición de ayuda y favores. Dice un cronista que:
La jornada de la reina era muy sencilla. Se levantaba pronto y, después de oír misa, desayunaba, disponía el arreglo de las flores en las habitaciones, despachaba la correspondencia y, acompañada de sus cuñadas, se desplazaba a los barrios para hacer la caridad por sí misma, llevando su presencia al necesitado y al enfermo. Las hermanas de Alfonso XII la idolatraban.
--
En su diario dejó escrito la infanta Paz: “Mercedes era para nosotras como una hermana mayor. Me enseñó a hacer labores para los pobres. Ella y Alfonso estaban muy enamorados”. Y la infanta Eulalia dice en sus memorias que “ … aquella historia de amor era quizás demasiado bella para ser duradera. Su matrimonio fue una continua luna de miel…”.
Dos meses después de la boda, se siente indispuesta y el médico de palacio dictamina después de examinarla que acaba de sufrir un aborto, del cual es inmediatamente tratada. Alfonso se siente contrariado por este primer embarazo frustrado. La reina tarda casi dos semanas en recuperarse recluida en sus habitaciones y promete tener más cuidado e incluso prescindir de sus paseos a caballo si es necesario, con el fin de lograr que una nueva gestación salga adelante sin contratiempos. Mercedes es sometida a un legrado que, según opinión posterior de otros eminentes médicos de la época, no fue bien practicado y supuso el detonante de una infección que mermó su salud. Desde ese momento la joven soberana no parece la misma;
el cansancio y la debilidad la atenazan.
Las ceremonias de la Semana Santa la agotan. El Jueves Santo cumple con la tradición del "
lavatorio de pies"
a doce mujeres pobres, en el salón de columnas de palacio, que la somete al esfuerzo de levantarse y arrodillarse numerosas veces, recién salida de su convalecencia. A esta ceremonia sigue el recorrido a pie por las calles de Madrid para visitar los sagrarios en diferentes iglesias, la procesión del Corpus y la corrida de toros.
--
A finales de abril, Mercedes reconoce abiertamente su fatiga, que sigue arrastrando días después en visitas a establecimientos benéficos. A principios de mayo, la familia real se traslada por dictamen médico al palacio de Aranjuez durante unos días pues se supone que un cambio de aires y una vida más sosegada pueden mejorar la salud de la reina. La acompañan sus cuñadas y aunque Alfonso tiene que permanecer en Madrid por sus obligaciones, acude frecuentemente a visitar a su esposa. Los paseos al aire libre parecen reconfortarla y a mediados de mayo se encuentra suficientemente repuesta como para regresar a Madrid y soportar el intenso programa de actividades de la feria de mayo. Los reyes están felices pero Mercedes no supera su malestar y cansancio crónico, lo cual hace pensar a los médicos que está de nuevo embarazada. Nadie imagina que la soberana es víctima de una grave infección y durante varias semanas los vómitos, mareos y fuerte dolor de cabeza que padece se achacan a su estado de buena esperanza y se le exige paciencia.
--
La reina, siempre discreta, no quiere alarmar a Alfonso y se presta muchas veces a acompañarlo en actos oficiales a pesar de sentir fiebre y escalofríos. Su extraña palidez así como su aire melancólico, impropio de ella, comienzan a ser notorios en público. Los comentarios sobre la salud de Mercedes están ya en la calle aunque nada se deja traslucir desde la casa real. Cuando en el Teatro Real se estrenó el drama de López de Ayala titulado “Consuelo”, los Reyes estaban en el palco de honor y sería una de las últimas apariciones que hizo en público la reina.
El dia de San Antonio se suspende un almuerzo en palacio debido al grave malestar de la reina. El monarca se inquieta ante la falta de un diagnóstico claro sobre sus dolencias. Esa noche, alarmado por los vómitos que sufre su esposa, el rey ordena despertar a los médicos para que acudan con urgencia a la cámara real a atenderla pero éstos insisten en que no hay mejor tratamiento que el reposo absoluto hasta que los incómodos síntomas pasen. La joven soberana lleva ya más de un mes enferma pero en palacio cunde un absoluto mutismo. Los rumores que se escuchan sobre el asunto obligan a la Gaceta, el 18 de junio, a publicar el primer parte médico oficial reconociendo que la reina viene sufriendo molestias asociadas a embarazo, que lejos de remitir, han dado lugar a un extraño proceso de altas fiebres.
Alfonso, alarmado por la repentina gravedad de Mercedes, anula toda actividad de gobierno para centrarse en su curación para lo cual ordena incluso suspender la música de trompetas del Alcázar y cubrir de arena la calle Bailén para que el ruido de las carrozas no perturbe el sueño de la enferma, que apenas ha podido dormir en unos días. El 20 de junio se envía un telegrama a los duques de Montpensier, que se encuentran fuera de España, para que regresen con urgencia. Mercedes es ya consciente de que la vida se le escapa y, en su debilidad, reza con devoción. La reina quiere tener constantemente a su lado a Alfonso, al cual agarra de la mano y ruega dulcemente, entre delirios de fiebre, que no se vaya. El rey parece consternado e incrédulo ante la situación. Durante la noche del 22 de junio la reina sufre una fuerte hemorragia intestinal.
Pronto las habitaciones de la mayordomía del Palacio Real se vieron invadidas de cortesanos, políticos, militares y diplomáticos, que estampaban sus firmas en las blancas páginas de grandes libros. El pueblo se congregaba silencioso y triste ante el Palacio Real, atestando la plaza de Oriente. Y hasta las vendedoras de frutas y verduras de la calle de Toledo encabezaron una suscripción para ofrecer un donativo a la Virgen de la Paloma a fin de que, por su intercesión, la reina recobrara la salud y pudieran verla por las calles derrochando su alegría de vivir. Alfonso, hundido moralmente, no se aparta del lecho de su moribunda esposa, quien cumple el día 24 de este mes de junio de 1878 los dieciocho años de edad. Disparan las baterías artilleras, desde la Casa de Campo, las salvas de ordenanza en el cumpleaños de la soberana cuando el cardenal primado de España le está dando la extremaunción, preguntándole luego:
- ¿ Sentiría Vuestra Majestad dejar este mundo … ?.
Y Mercedes con aquella sencillez que le había ganado tantos corazones e intentando aún sonreír, responde:
- Sí, Eminencia, lo sentiría … sobre todo por Alfonso …
El 25 de junio la joven soberana se despierta por la mañana con leve mejoría y renacen las esperanzas de curación. El patio de palacio se llena de gente interesada por su salud, los políticos acuden a informarse personalmente con verdadera preocupación. Por la tarde, sin embargo, los partes médicos resultan cada vez más desalentadores, porque la reina presa nuevamente de la fiebre pierde el conocimiento y no reacciona a ningún tratamiento de choque. Su agonía va a ser larga, más de trece horas, durante las cuales Alfonso se aferra a las manos de su esposa implorando un milagro. A las doce y diez minutos del mediodía del 26 de junio dejaba de existir la Reina Mercedes.
El cadáver de la joven soberana fue amortajado según sus deseos con hábito de la Orden de la Merced. En el espléndido salón de columnas del palacio real se instala su capilla ardiente, por la cual desfilan más de setenta mil personas deseando ver por última vez el rostro de la reina. El rey acude una sola vez a la sala funeraria pero no resiste la visión de su esposa muerta. Sus restos fueron llevados a El Escorial, siendo sepultada en un nicho labrado en la propia basílica escurialense, concretamente en una pequeña capilla lateral junto al altar mayor del templo. Alfonso XII encargará personalmente la lápida con estas palabras: “ Maria de las Mercedes de Alfonso XII, la dulcísima esposa”. El 8 de noviembre de 2000 los restos mortales de María de las Mercedes fueron trasladados a la Catedral de la Almudena de Madrid, cumpliendose la voluntad de la soberana de ser enterrada a los pies de la Virgen.
CATEDRAL DE LA ALMUDENA
¿Se pudo haber evitado su muerte? El parte oficial que publican los periódicos, firmado por el médico de cámara,marqués de San Gregorio, dictamina como causa del fallecimiento una "
fiebre gástrico-nerviosa, acompañada de grandes hemorragias intestinales"
. Algunos historiadores creen probable que la reina haya muerto de tifus, quizás contraído a raíz de la debilidad que le causó la infección del primer aborto. Sin embargo el eminente doctor Rubio, que acudió a palacio a petición expresa del duque de Montpensier para reconocer a la reina en los días previos a su muerte, aunque no se atrevió a plasmarlo por escrito, reconoció ante su familia en privado que la reina se moría como consecuencia final de aquel mal legrado que le practicaron tras el aborto.
El impacto social que produjo la prematura muerte de la reina María de las Mercedes y la desolación del rey que abandonó la Corte, retirándose al Palacio Real de Riofrío, hizo popular una tonadilla, basada en un antiguo romance español, que convirtió en mito la historia de amor entre Alfonso y María de las Mercedes. El romance real fue llevado al cine en dos ocasiones, con las películas ¿Dónde vas Alfonso XII? y ¿Dónde vas triste de ti?. En 2003, María Pilar Queralt del Hierro publicó la novela histórica "
De Alfonso la dulcísima esposa"
(Editorial Lumen) donde se narra con amenidad pero con gran rigurosidad documental, la vida y los amores de la malograda reina de España.
Última edición por el Lun Dic 13, 2010 9:43 pm, editado 1 vez
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
REY ALFONSO XII
Retrato de Alfonso XII
Autor Antonio Herrera MontalvAn
Los dos conflictos principales en los que se vio involucrado tuvieron que ver con el poder ascendente de la Alemania de Bismarck. En 1883 don Alfonso aceptó del emperador Guillermo I la invitación para presenciar unas maniobras militares en Hamburgo, ocasión en la que le dispensó importantes honores;
la visita provocó un fuerte rechazo en Francia, que se expresó agriamente al paso del rey por aquel país. En 1885, en cambio, el conflicto fue con Alemania, que disputaba a España las islas Carolinas;
el enfrentamiento se evitó por medios diplomáticos, recurriendo al arbitraje del papa León XIII.
En cuanto a los asuntos internos, don Alfonso se comportó como un rey constitucional, ejerciendo prudentemente su prerrogativa de nombrar primer ministro: hasta 1881 confió en los conservadores, manteniéndose Cánovas en el poder salvo en dos breves intervalos en los que mandaron Jovellar (1875) y Martínez Campos (1879);
luego pasó el poder a los liberales de Sagasta, sustituido en 1883 por Posada Herrera;
y en 1884 devolvió el gobierno a Cánovas.
Alfonso murió de tuberculosis con sólo 27 años, haciendo temer por la continuidad de la dinastía. Su primera mujer, María de las Mercedes de Orléans, había muerto el mismo año de su boda, en 1878. De un segundo matrimonio con María Cristina de Habsburgo-Lorena (1879) habían nacido dos princesas que contaban cinco y tres años;
y la reina quedaba embarazada al morir su esposo. La incertidumbre se disipó con el nacimiento, en 1886, de un heredero varón, hijo póstumo de don Alfonso. Durante la minoría de edad de este príncipe -el futuro Alfonso XIII- ejercería la regencia su madre, María Cristina, apoyada por el pacto político entre los partidos del régimen.
Retrato de Alfonso XII
Autor Antonio Herrera MontalvAn
Los dos conflictos principales en los que se vio involucrado tuvieron que ver con el poder ascendente de la Alemania de Bismarck. En 1883 don Alfonso aceptó del emperador Guillermo I la invitación para presenciar unas maniobras militares en Hamburgo, ocasión en la que le dispensó importantes honores;
la visita provocó un fuerte rechazo en Francia, que se expresó agriamente al paso del rey por aquel país. En 1885, en cambio, el conflicto fue con Alemania, que disputaba a España las islas Carolinas;
el enfrentamiento se evitó por medios diplomáticos, recurriendo al arbitraje del papa León XIII.
En cuanto a los asuntos internos, don Alfonso se comportó como un rey constitucional, ejerciendo prudentemente su prerrogativa de nombrar primer ministro: hasta 1881 confió en los conservadores, manteniéndose Cánovas en el poder salvo en dos breves intervalos en los que mandaron Jovellar (1875) y Martínez Campos (1879);
luego pasó el poder a los liberales de Sagasta, sustituido en 1883 por Posada Herrera;
y en 1884 devolvió el gobierno a Cánovas.
Alfonso murió de tuberculosis con sólo 27 años, haciendo temer por la continuidad de la dinastía. Su primera mujer, María de las Mercedes de Orléans, había muerto el mismo año de su boda, en 1878. De un segundo matrimonio con María Cristina de Habsburgo-Lorena (1879) habían nacido dos princesas que contaban cinco y tres años;
y la reina quedaba embarazada al morir su esposo. La incertidumbre se disipó con el nacimiento, en 1886, de un heredero varón, hijo póstumo de don Alfonso. Durante la minoría de edad de este príncipe -el futuro Alfonso XIII- ejercería la regencia su madre, María Cristina, apoyada por el pacto político entre los partidos del régimen.
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
1875
Alfonso XII llegó a Barcelona en enero de 1875 y tres días después a Madrid
ENTRADA DE ALFONSO XII EN MADRID
--
MONUMENTO ALFONSO XII EN EL RETIRO MADRILEÑO
Alfonso XII llegó a Barcelona en enero de 1875 y tres días después a Madrid
ENTRADA DE ALFONSO XII EN MADRID
--
MONUMENTO ALFONSO XII EN EL RETIRO MADRILEÑO
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
ISABEL II MADRE DE ALFONSO
ALFONSO XII
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letizia princesa astur- Su Alteza Real
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letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
NUMISMÁTICA CONTEMPORÁNEA
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fuente.madridayer
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letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
Cuando era niña, me llevaron a ver la película
"
¿Dónde vas, Alfonso XII?"
, y quedé fascinada.
"
¿Dónde vas, Alfonso XII?"
, y quedé fascinada.
glorisabel- Su Alteza Imperial
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
glorisabelglorisabel escribió:Cuando era niña, me llevaron a ver la película
"
¿Dónde vas, Alfonso XII?"
, y quedé fascinada.
Es preciosa la pelicula y una historia romántica REAL.
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
-EMISORA ONDA CERO RADIO
-DIA DE LA BODA DE LOS PRINCIPES DE ASTURIAS --RECUERDO A MERCEDES Y ALFONSO XII POR SER UNA BODA POR AMOR Y SER ELLA ESPAÑOLA
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CANCION ¿DONDE VAS ALFONSO XII?
IMÁGENES DE SEVILLA
-DIA DE LA BODA DE LOS PRINCIPES DE ASTURIAS --RECUERDO A MERCEDES Y ALFONSO XII POR SER UNA BODA POR AMOR Y SER ELLA ESPAÑOLA
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CANCION ¿DONDE VAS ALFONSO XII?
IMÁGENES DE SEVILLA
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letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
FRAGMENTOS DE LA PELÍCULA "
¿DONDE VAS ALFONSO XII?"
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¿DONDE VAS ALFONSO XII?"
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letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
No quiero estropearle la película a nadie, pero me parece espantosa. Comparen esto con Juana la Loca, interpretada por Pilar López de Ayala o El Rey Pasmao....Entiendo que hablamos de épocas diferentes y que era otra manera de hacer cine, y la verdad es que con la falta de medios que tenían pues tampoco estaban tan mal. No están mal para la nostalgia, pero me recuerdan a esas de Marisol, que me dan repelús o las de Sissi....
FERRAGUT VERA LAURA- Administrador
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
PARQUE DE MARIA LUISA CUYO NOMBRE ESTÁ DEDICADO A LA INFANTA MARIA LUISA DE BORBON DUQUESA DE MONTPENSIER QUE DONÓ LOS TERRENOS A LA CUIDAD DE SEVILLA
ES HERMOSO COMO TODO EN SEVILLA
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--RESÚMEN HISTORIA ESPAÑA-- ÉPOCA REINADO DE ISABEL II MADRE DE ALFONSO XII--EXILIO-- ENFRENTAMIENTOS CON ANTONIO MONTPENSIER
ME PARECE MUY BUENO EL RESÚMEN DE ESTE VIDEO
ES HERMOSO COMO TODO EN SEVILLA
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--RESÚMEN HISTORIA ESPAÑA-- ÉPOCA REINADO DE ISABEL II MADRE DE ALFONSO XII--EXILIO-- ENFRENTAMIENTOS CON ANTONIO MONTPENSIER
ME PARECE MUY BUENO EL RESÚMEN DE ESTE VIDEO
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
Es otra época con otro medios materiales y el resultado final en cuanto a localizaciones,vestuario etc era a veces estupendo.FERRAGUT VERA LAURA escribió:No quiero estropearle la película a nadie, pero me parece espantosa. Comparen esto con Juana la Loca, interpretada por Pilar López de Ayala o El Rey Pasmao....Entiendo que hablamos de épocas diferentes y que era otra manera de hacer cine, y la verdad es que con la falta de medios que tenían pues tampoco estaban tan mal. No están mal para la nostalgia, pero me recuerdan a esas de Marisol, que me dan repelús o las de Sissi....
una peli se basa en La historia de los reyes Mercedes y Alfonso y otra en la de Sissi -- Elisabeth-- y su esposo y el argumento es diferente aunque el estilo puede ser parecido. Ambas por lo que tengo entendido eran "
odiadas por sus suegras"
De todos modos ES CUESTIÓN DE GUSTO UNA VEZ MÁS ;
) A algunos les irá mejor una pelicula y a otros de esta generación otra (estilo Juana la Loca)aunque a veces veo con mi madre alguna de su gusto y no me parecen tan malas
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
FAMILIA DE ALFONSO XII
Bautizada como María Isabel Luisa, era hija de Fernando VII y de su cuarta esposa, su sobrina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Isabel asumió el trono de España el 29 de septiembre de 1833 después de la muerte de su padre, cuando ella tenía menos de tres años de edad. Su nacimiento y posterior ascensión al trono provocó el inicio de un largo conflicto, pues su tío, Carlos María Isidro de Borbón, hasta entonces primero en la sucesión a la corona, no aceptó el que Isabel fuese nombrada primero Princesa de Asturias y luego Reina.
Así, a pesar del rumor, dicen algunos historiadores que posiblemente fundado en la maledicencia carlista, de la incapacidad para procrear del rey consorte don Francisco de Asís dada su homosexualidad, los hijos de la reina doña Isabel II fueron legalmente hijos de ambos esposos.
La prole que la reina trajo al mundo fue extensa, al menos para el concepto de familia de la actual sociedad del bienestar. Isabel II dio a luz doce hijos de los cuales solamente cinco alcanzaron la edad adulta:
Fernando de Borbón y Borbón (1850)
Isabel de Borbón y Borbón (1851–1931), condesa de Girgenti con Cayetano de Borbón-Dos Sicilias
María Cristina de Borbón y Borbón (1854)
Alfonso de Borbón, príncipe de Asturias (1857–1885), después rey Alfonso XII
María de la Concepción de Borbón y Borbón (1859–1861)
María del Pilar de Borbón y Borbón (1861–1879)
María de la Paz de Borbón y Borbón (1862–1946), casada con Luis Fernando de Baviera
Francisco de Asís de Borbón y Borbón (1863)
María Eulalia de Borbón y Borbón (1864–1958), duquesa de Galliera casada con Antonio de Orleans y Borbón
María Isabel de Borbón, la chata,
que vivió entre 1851 y 1931, infanta de España, fue en dos ocasiones princesa de Asturias. Casó con el príncipe don Cayetano de Borbón-Dos Sicilias, príncipe de Dos Sicilias, conde de Girgenti, infante de España por gracia de la reina Isabel. No tuvieron descendencia.
Fue una infanta muy querida en España por su bonhomía y su amor a los festejos taurinos y a las verbenas populares.
ALFONSO XII
--
María de la Paz de Borbón, infanta de España,
--
Maria Eulalia de Borbón infanta de España
Bautizada como María Isabel Luisa, era hija de Fernando VII y de su cuarta esposa, su sobrina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Isabel asumió el trono de España el 29 de septiembre de 1833 después de la muerte de su padre, cuando ella tenía menos de tres años de edad. Su nacimiento y posterior ascensión al trono provocó el inicio de un largo conflicto, pues su tío, Carlos María Isidro de Borbón, hasta entonces primero en la sucesión a la corona, no aceptó el que Isabel fuese nombrada primero Princesa de Asturias y luego Reina.
Así, a pesar del rumor, dicen algunos historiadores que posiblemente fundado en la maledicencia carlista, de la incapacidad para procrear del rey consorte don Francisco de Asís dada su homosexualidad, los hijos de la reina doña Isabel II fueron legalmente hijos de ambos esposos.
La prole que la reina trajo al mundo fue extensa, al menos para el concepto de familia de la actual sociedad del bienestar. Isabel II dio a luz doce hijos de los cuales solamente cinco alcanzaron la edad adulta:
Fernando de Borbón y Borbón (1850)
Isabel de Borbón y Borbón (1851–1931), condesa de Girgenti con Cayetano de Borbón-Dos Sicilias
María Cristina de Borbón y Borbón (1854)
Alfonso de Borbón, príncipe de Asturias (1857–1885), después rey Alfonso XII
María de la Concepción de Borbón y Borbón (1859–1861)
María del Pilar de Borbón y Borbón (1861–1879)
María de la Paz de Borbón y Borbón (1862–1946), casada con Luis Fernando de Baviera
Francisco de Asís de Borbón y Borbón (1863)
María Eulalia de Borbón y Borbón (1864–1958), duquesa de Galliera casada con Antonio de Orleans y Borbón
María Isabel de Borbón, la chata,
que vivió entre 1851 y 1931, infanta de España, fue en dos ocasiones princesa de Asturias. Casó con el príncipe don Cayetano de Borbón-Dos Sicilias, príncipe de Dos Sicilias, conde de Girgenti, infante de España por gracia de la reina Isabel. No tuvieron descendencia.
Fue una infanta muy querida en España por su bonhomía y su amor a los festejos taurinos y a las verbenas populares.
ALFONSO XII
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María de la Paz de Borbón, infanta de España,
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Maria Eulalia de Borbón infanta de España
Última edición por el Mar Dic 14, 2010 9:08 pm, editado 1 vez
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
No sé si seré yo la única, pero nunca he encontrado chata a La Chata.
Tenía la misma nariz de sus hermanas.
La Isabelona, grandona y gordota (y luego, con esas modas de la época),
opacaba totalmente al bajito y flaco de Francisco de Asís. Por eso, y por la
supuesta homosexualidad de su marido, andaba siempre liada con otros
hombres. Dicen que el padre biológico de Alfonso XII, un Guardia de Corps
de apellido Puigmoltó, era guapísimo. :smt049 :smt049 :smt049
Isabel también padeció toda su vida de una enfermedad en la piel - no sé
si era eczema o psoriasis - que hacía la misma rojiza y dura al tacto. :smt045 :smt045 :smt045
Tenía la misma nariz de sus hermanas.
La Isabelona, grandona y gordota (y luego, con esas modas de la época),
opacaba totalmente al bajito y flaco de Francisco de Asís. Por eso, y por la
supuesta homosexualidad de su marido, andaba siempre liada con otros
hombres. Dicen que el padre biológico de Alfonso XII, un Guardia de Corps
de apellido Puigmoltó, era guapísimo. :smt049 :smt049 :smt049
Isabel también padeció toda su vida de una enfermedad en la piel - no sé
si era eczema o psoriasis - que hacía la misma rojiza y dura al tacto. :smt045 :smt045 :smt045
glorisabel- Su Alteza Imperial
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
Laura querida: la película de Juana la Loca fue muy buena, pero las películas de
Alfonso XII y de Marisol (las cuales también me llevaban a ver de niña) correspondían
a otra época muy diferente de la actual. Recuerda, además, que en ese tiempo había
censura en España para TODO.
A ver, ¿quién de mi generación no recuerda a "
Marcelino, Pan y Vino"
? Yo lloré
hasta que casi se me secan los ojos. :smt022 :smt022 :smt022
Alfonso XII y de Marisol (las cuales también me llevaban a ver de niña) correspondían
a otra época muy diferente de la actual. Recuerda, además, que en ese tiempo había
censura en España para TODO.
A ver, ¿quién de mi generación no recuerda a "
Marcelino, Pan y Vino"
? Yo lloré
hasta que casi se me secan los ojos. :smt022 :smt022 :smt022
glorisabel- Su Alteza Imperial
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
glorisabel escribió:Laura querida: la película de Juana la Loca fue muy buena, pero las películas de
Alfonso XII y de Marisol (las cuales también me llevaban a ver de niña) correspondían
a otra época muy diferente de la actual. Recuerda, además, que en ese tiempo había
censura en España para TODO.
A ver, ¿quién de mi generación no recuerda a "
Marcelino, Pan y Vino"
? Yo lloré
hasta que casi se me secan los ojos. :smt022 :smt022 :smt022
LLevas razón ;
)
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
FAMILIA DE ALFONSO XII
Alfonso y sus hermanas
Isabel princesa de Asturias
Hay algo bastante irónico en el hecho de que Isabel princesa de Asturias haya quedado para la historia chica como la infanta llana, castiza y popular por antonomasia. En realidad, Isabel era una mujer consagrada en cuerpo y alma a mantener el prestigio de la dinastía Borbón. Dolorosamente consciente de que su madre, Isabel II, y el consorte de ésta, Francisco de Asís, habían "
enfangado"
por completo la imagen de la realeza, propiciando, en una época de por sí turbulenta, que saltase la chispa de la Revolución que les había echado del país con cajas destempladas, Isabel, tras la restauración en la persona de su querido hermano Alfonso, estaba decidida a que nunca jamás volviese a suceder algo similar. Muy imbuída del protocolo de corte, se mostraba exageradamente puntillosa porque se daba cuenta de que servía para proteger a la monarquía. Que se pusiese la mantilla y asistiese infatigable a las diversas romerías populares o a las corridas de toros no significa que no tuviese siempre presente que ella era una infanta de España, por tanto debía mantenerse por encima de todos. Practicaba lo que alguien denominó "
democracia de días de fiesta"
, pero nada más.
Sus exhortaciones a sus hermanas Pilar, Paz y Eulalia íban en la misma dirección. Las muchachas debían grabarse a fuego en la mente que, en su condición de hermanas jóvenes y solteras del rey, estaban constantemente en el punto de mira de la gente. No sólo no podían sacar los pies del tiesto, sino que era preciso que se abstuviesen de decir o hacer nada que pudiese malinterpretarse. Pilar y Paz se atenían a las estrictas pautas marcadas por Isabel, pero para Eulalia, un espíritu vivaz, se hacía muy duro ese estilo de vida.
Alfonso y sus hermanas
Isabel princesa de Asturias
Hay algo bastante irónico en el hecho de que Isabel princesa de Asturias haya quedado para la historia chica como la infanta llana, castiza y popular por antonomasia. En realidad, Isabel era una mujer consagrada en cuerpo y alma a mantener el prestigio de la dinastía Borbón. Dolorosamente consciente de que su madre, Isabel II, y el consorte de ésta, Francisco de Asís, habían "
enfangado"
por completo la imagen de la realeza, propiciando, en una época de por sí turbulenta, que saltase la chispa de la Revolución que les había echado del país con cajas destempladas, Isabel, tras la restauración en la persona de su querido hermano Alfonso, estaba decidida a que nunca jamás volviese a suceder algo similar. Muy imbuída del protocolo de corte, se mostraba exageradamente puntillosa porque se daba cuenta de que servía para proteger a la monarquía. Que se pusiese la mantilla y asistiese infatigable a las diversas romerías populares o a las corridas de toros no significa que no tuviese siempre presente que ella era una infanta de España, por tanto debía mantenerse por encima de todos. Practicaba lo que alguien denominó "
democracia de días de fiesta"
, pero nada más.
Sus exhortaciones a sus hermanas Pilar, Paz y Eulalia íban en la misma dirección. Las muchachas debían grabarse a fuego en la mente que, en su condición de hermanas jóvenes y solteras del rey, estaban constantemente en el punto de mira de la gente. No sólo no podían sacar los pies del tiesto, sino que era preciso que se abstuviesen de decir o hacer nada que pudiese malinterpretarse. Pilar y Paz se atenían a las estrictas pautas marcadas por Isabel, pero para Eulalia, un espíritu vivaz, se hacía muy duro ese estilo de vida.
Última edición por el Mar Ene 04, 2011 9:25 pm, editado 1 vez
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
ALFONSO XII
El duque de Sexto entrega al duque de Montpensier una carta autografa de D. Alfonso XII pidiendo la mano de la infanta Maria de las Mercedes en diciembre de 1877.
(La Ilustracion Española y Americana, 8 de enero de 1878)
FUENTE:
http://www.acciontv.com.ar/soca/ancho//fabian/aron3.htm
El Amigo del Rey
Por Maria Esther Vazquez
Fabian Gomez y Anchorena nacio en Santiago del Estero, inmensamente rico despilfarro su fortuna en excentricidades y una azarosa vida en Paris, Londres y Madrid. Caso con una cantante de opera mucho mayor que el. Engañado, se caso luego con una condesa española. Compañero de diversiones de Alfonso XII, murio pobre y anonimo en la misma Santiago del Estero
-¿Reconstruiste la vida en la corte de Alfonso XII?
Si. Alfonso XII es, por entonces, un jovenzuelo que vive con su madre, la reina Isabel II, una mujer muy particular en todo, desde la soriasis que padece desde niña hasta los amantes que se suceden y el amor que le tiene el pueblo, pese a haberla echado de España.
Ella vive entonces exiliada en Francia, en el Palacio de Castilla, adonde ha llevado sus mantones de Manila, sus cantantes... En fin, su corte, que es muy divertida, muy fin de siglo pasado. Es la epoca de los 'dandies'. Y la novedad que yo aporto para los españoles es que en ese grupo habia un argentino, este "
niño de oro"
que crece en educacion y deja de ser un rioplatense para convertirse en un hombre de mundo: se bate a duelo, se casa con una condesa, se convierte en un coleccionista... Y cuando Alfonso XII muere, a los veintiocho, tuberculoso, Fabian vuelve a la Argentina y se encuentra con un pais muy distinto al que habia dejado. En el libro hablo de la Revolucion del 90, de los grandes cambios, del Centenario.
-Es una epoca de personajes muy atractivos, como la Infanta Isabel, que visita Buenos Aires para el Centenario, gorda, grande, con sus sombreros llenos de plumas...
-Y tambien tiene una historia tragica: de jovencita la casan con un viejo que termina pegandose un tiro. Despues ella trata de poner orden en esa corte tan desquiciada y de educar a sus hermanas menores.
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DETALLES DE LA ÉPOCA-PERSONAJES IMPORTANTES-DUQUE DE SESTO "
EL OTRO PADRE"
DE ALFONSO XII
José Osorio y de Silva
(Madrid, 1825 - 1909) Aristócrata y político español. Hijo de Nicolás Osorio y Zayas y de Inés de Silva, hija de los marqueses de Santa Cruz, al morir su padre heredó, además de una cuantiosa fortuna, los títulos de Duque de Alburquerque, de Algete y de Sesto y los marquesados de los Balbases, de Leganés y Alcañices. Utilizó siempre el ducado de Sesto, y el marquesado de Alcañices iría unido a su nombre, de modo que en Madrid se le conocía como Pepe Alcañices. El duque tenía 28 años cuando fue nombrado alcalde de Madrid, ciudad de la que también fue Gobernador Civil. Su etapa al frente del consistorio madrileño fue pródiga en diferentes obras públicas.
Enamorado en secreto de Francisca de Guzmán y Portocarrero, duquesa de Alba, fue el responsable del intento de suicidio de la hermana de ésta, Eugenia, que luego sería emperatriz de Francia por su matrimonio con Luis Napoleón Bonaparte. Eugenia se enamoró del duque de Sesto y al saberse no correspondida intentó matarse con una cocción de fósforo.
LA ESPAÑOLA EUGENIA DE MONTIJO EMPERATRIZ DE FRANCIA
En 1868, ya cumplidos los cuarenta años, el duque se casó con Sofía Troubetzkoy, una princesa rusa viuda del duque de Morny y considerada una de las damas más bellas y elegantes de Europa.
Al llegar a España, la nueva duquesa de Sesto (que se decía que era hija secreta del zar de Rusia) deslumbró en la Corte madrileña, a la que puso al tanto de muchas novedades en materia de modas y de juegos de salón. La esposa de José Osorio fue además la introductora en España de un elemento decorativo que haría furor en las fiestas pascuales: el árbol de Navidad, tan popular en otros países europeos y que se vio por primera vez en Madrid en la Navidad de 1870 en la residencia de los duques.
Sofía Troubetzkoy-Duquesa de SESTO
Los duques de Sesto se implicaron hondamente en la Restauración alfonsina. Perteneciente a una familia de larga tradición monárquica, José Osorio sufragó una gran parte de los gastos que Isabel II y sus hijos tuvieron durante su etapa de exilio. Además, fue para el príncipe Alfonso una especie de tutor, supervisando su educación y su paso por distintos colegios europeos. Fue el duque de Sesto quien decidió que el príncipe Alfonso ingresase en el prestigioso colegio Theresianum de Viena, donde realizó sus estudios secundarios. Por su parte, el futuro Alfonso XII se encariñó enseguida con José Osorio, al que quiso como un padre y que fue durante toda la vida su mejor amigo y su consejero más cercano.
Fue el propio Alcañices quien, tras muchas conversaciones, convenció a la reina Isabel que era necesario que abdicase en su hijo Alfonso para restaurar en España la monarquía de los Borbones. Según las crónicas, un día Isabel II llamó a su hijo en presencia del duque de Sesto, para decirle: "
Alfonso, dale la mano a Pepe, que ha conseguido hacerte Rey."
José Osorio fue el primero en firmar como testigo el documento que daba fe de la abdicación de la reina en la persona del Príncipe de Asturias, iniciándose así el proceso de la restauración.
Desde el palacio de los duques de Sesto, situado en la madrileña calle de Alcalá, esquina a Cibeles y al Paseo del Prado, donde hoy se ubica el edificio del banco de España, se promovieron decenas de reuniones de los partidarios de Alfonso de Borbón. Aquella casa fue escenario de conspiraciones políticas del más alto nivel, pero también de reuniones de damas que, presididas por la propia duquesa de Sesto (quien llegó a ejercer como secretaria de Antonio Cánovas) luchaban para aislar socialmente al regente Amadeo de Saboya y a su esposa italiana.
Edificio del Banco de España
Ella y un grupo de aristócratas organizaban bailes y fiestas para mantener la moral de los partidarios de Alfonso, y fue Sofía Troubetzkoy quien puso de moda un alfiler con el emblema de la flor de lis que lucían las damas en sus vestidos y sus peinados como prueba de adhesión a la causa borbónica. Además, cada vez que pasaba la comitiva real por la calle de Alcalá, la duquesa ordenaba que se cerrasen de golpe todos los balcones de la casa, como muestra de desprecio al rey italiano.
Mientras en España se trabajaba por la restauración, el futuro Alfonso XII continuaba su formación en el colegio Theresianum. De allí pasó a la academia militar de Sandhurst, en Inglaterra. En esta época la educación del príncipe fue completada con algunos viajes a diferentes capitales europeas. El duque de Sesto no sólo le visitaba durante el curso escolar, sino que en el período vacacional invitaba al joven príncipe a unirse a su familia en la casa veraniega que poseían en la localidad francesa de Deauville.
Muchos de los gastos del príncipe Alfonso corrían por cuenta de Alcañices, cuyo patrimonio iba viéndose cada vez más mermado. A pesar de todo, paradójicamente entre algunos alfonsinos hubo una reacción en contra de la amistad entre el marqués de Alcañices y el futuro rey, llegando a sugerir a Isabel II que limitase los contactos entre Alfonso y el duque de Sesto.
Por fortuna, José Osorio contó siempre con la confianza de Antonio Cánovas, que entendía que su influencia sobre Alfonso era muy beneficiosa y conocía además los grandes sacrificios económicos del marqués de Alcañices en favor de la causa alfonsina, e incluso los riesgos personales que éste asumió para apoyarla. En una ocasión en que Pepe Alcañices volvía de París con unos documentos comprometedores firmados por Isabel II, fue detenido en la estación, y pasó varias horas en el calabozo. El duque de Sesto pudo esconder los papeles en una valija y la autoridad no los encontró.
El largo camino hacia la restauración borbónica llegó a su fin en los últimos días de diciembre de 1874. A principios de ese mismo mes, los duques de Sesto habían ayudado a distribuir por todo Madrid un manifiesto firmado por el príncipe Alfonso, que era una auténtica declaración de intenciones de cara a su regreso a España. El día 13 de enero de 1875, el príncipe Alfonso, procedente de París, llegaba a Aranjuez. Allí el duque de Sesto dio la bienvenida al rey de España, y entró junto a él en Madrid entre las aclamaciones y vítores del pueblo madrileño, que saludaba el regreso del monarca y de la dinastía de los borbones.
Al término de la tercera guerra carlista, en febrero de 1876, y a la vuelta del frente, Alfonso XII se instaló en el Palacio Real. Pepe Alcañices asumió el cargo de mayordomo real y, más privadamente, de consejero. Fue Alcañices uno de los más firmes defensores de la boda del rey con su prima, María de las Mercedes de Orleans, a pesar de que su hijastra María de Morny (hija de Sofía Troubetzkoy) abrigaba ilusiones acerca del soberano, de quien se había enamorado siendo una adolescente. María acabó casándose con José Ramón Osorio y Heredia, sobrino de Pepe Alcañices y heredero de sus títulos al no haber tenido el marqués hijos propios.
El matrimonio del rey, celebrado con toda pompa, duró sólo cinco meses, pues María de las Mercedes murió de fiebre tifoideas.
PALACIO DE RIOFRÍO -SEGOVIA-RETIRO DEL REY TRAS LA MUERTE DE MERCEDES
El duque de Sesto, que vio al rey llorar destrozado la pérdida de su esposa, le animó a buscar consuelo en otros brazos y a divertirse con sus amigos en correrías nocturnas. Pero, al mismo tiempo, aconsejó al rey que volviera a casarse cuanto antes para asegurar la continuidad de la dinastía borbónica. Fue el propio José Osorio quien acompañó al rey a Arcachon para que conociese a María Cristina de Habsburgo, que se convertiría en la segunda esposa de Alfonso XII.
La reina detestó siempre al marqués de Alcañices por considerarle instigador de la vida social de su esposo, y en una ocasión llegó a abofetearle en público al ver que presentaba a Alfonso XII a una bella cantante de moda. María Cristina nunca tuvo en cuenta los innumerables sacrificios personales y económicos que hizo Alcañices en favor de su marido. Cuando ella llegó a España, el duque de Sesto estaba ya prácticamente arruinado, y de hecho en 1879 había tenido que poner a la venta su palacio de la calle de Alcalá. Tampoco agradeció a los Sesto que, en vísperas de su boda con Alfonso XII, la siempre elegante Sofía Troubetzkoy se trasladase a París para ayudarla a comprar su equipo de novia, pues la futura reina de España no tenía muy buen gusto.
LOS REYES PINTADOS POR SOROLLA
Alfonso XII murió de tisis el 25 de noviembre de 1885 a la edad de 28 años. Para el duque de Sesto, perder al rey fue como perder al hijo que nunca tuvo. Ya el día del funeral sabía José Alcañices que había sido cesado en su puesto de mayordomo real: muerto Alfonso XII, la reina viuda no quería verlo cerca. Sin embargo, la antipatía de María Cristina hacia Pepe Alcañices iría mucho más allá: un día, el duque de Sesto fue llamado a Palacio para explicar por qué desde las arcas reales se libraba a su nombre una cantidad de dinero.
REINA REGENTE MARIA CRISTINA DE HABSBURGO-"
DOÑA VIRTUDES "
CON SU HIJO ALFONSO XIII
En realidad, aquella suma (bastante modesta) la había destinado Alfonso XII a ir devolviendo, casi a cuentagotas, la fortuna que había ido adelantando en su favor el marqués de Alcañices. Sesto se indignó y se negó a dar explicaciones. Al día siguiente, su administrador personal llegó a Palacio para saldar la deuda... mediante la entrega a la Casa Real del ducado de Sesto, que era de todos sus títulos el que más significaba para Alcañices. Años después, María Cristina vendió las propiedades del ducado, que había sido concedido en 1623 a Enrique Spínola, marqués de los Balbases.
Aquel golpe asestado a traición alejó de la corte a los marqueses de Alcañices. Vivían a caballo entre Madrid y París, aunque viajaban también a otras ciudades europeas donde conservaban viejos amigos. Sofía Troubetzkoy murió a causa de una enfermedad respiratoria el 9 de agosto de 1896. El duque de Sesto le sobrevivirá todavía trece años. El 10 de diciembre de 1909 se celebraban en Madrid elecciones municipales, y Pepe Alcañices se empeñó en ir a votar, a pesar de que hacía mucho frío aquella mañana. Volvió resfriado y el médico le aconsejó guardar cama, pero a pesar de ello el catarro se convirtió en una neumonía que por su edad el duque no iba a poder superar.
Poco antes de morir, Pepe Alcañices llamó a su hombre de confianza y le pidió que, delante de él, quemase las cartas de tres mujeres con las que había mantenido una intensa correspondencia: Paca de Guzmán, duquesa de Alba, a la que había amado;
Eugenia de Guzmán, emperatriz de los franceses, que le había amado a él, y Sofía Troubetzkoy, duquesa de Sesto, que había sido su esposa. Murió el 30 de diciembre de 1909, y su entierro fue una notable demostración de duelo popular.
El duque de Sexto entrega al duque de Montpensier una carta autografa de D. Alfonso XII pidiendo la mano de la infanta Maria de las Mercedes en diciembre de 1877.
(La Ilustracion Española y Americana, 8 de enero de 1878)
FUENTE:
http://www.acciontv.com.ar/soca/ancho//fabian/aron3.htm
El Amigo del Rey
Por Maria Esther Vazquez
Fabian Gomez y Anchorena nacio en Santiago del Estero, inmensamente rico despilfarro su fortuna en excentricidades y una azarosa vida en Paris, Londres y Madrid. Caso con una cantante de opera mucho mayor que el. Engañado, se caso luego con una condesa española. Compañero de diversiones de Alfonso XII, murio pobre y anonimo en la misma Santiago del Estero
-¿Reconstruiste la vida en la corte de Alfonso XII?
Si. Alfonso XII es, por entonces, un jovenzuelo que vive con su madre, la reina Isabel II, una mujer muy particular en todo, desde la soriasis que padece desde niña hasta los amantes que se suceden y el amor que le tiene el pueblo, pese a haberla echado de España.
Ella vive entonces exiliada en Francia, en el Palacio de Castilla, adonde ha llevado sus mantones de Manila, sus cantantes... En fin, su corte, que es muy divertida, muy fin de siglo pasado. Es la epoca de los 'dandies'. Y la novedad que yo aporto para los españoles es que en ese grupo habia un argentino, este "
niño de oro"
que crece en educacion y deja de ser un rioplatense para convertirse en un hombre de mundo: se bate a duelo, se casa con una condesa, se convierte en un coleccionista... Y cuando Alfonso XII muere, a los veintiocho, tuberculoso, Fabian vuelve a la Argentina y se encuentra con un pais muy distinto al que habia dejado. En el libro hablo de la Revolucion del 90, de los grandes cambios, del Centenario.
-Es una epoca de personajes muy atractivos, como la Infanta Isabel, que visita Buenos Aires para el Centenario, gorda, grande, con sus sombreros llenos de plumas...
-Y tambien tiene una historia tragica: de jovencita la casan con un viejo que termina pegandose un tiro. Despues ella trata de poner orden en esa corte tan desquiciada y de educar a sus hermanas menores.
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DETALLES DE LA ÉPOCA-PERSONAJES IMPORTANTES-DUQUE DE SESTO "
EL OTRO PADRE"
DE ALFONSO XII
José Osorio y de Silva
(Madrid, 1825 - 1909) Aristócrata y político español. Hijo de Nicolás Osorio y Zayas y de Inés de Silva, hija de los marqueses de Santa Cruz, al morir su padre heredó, además de una cuantiosa fortuna, los títulos de Duque de Alburquerque, de Algete y de Sesto y los marquesados de los Balbases, de Leganés y Alcañices. Utilizó siempre el ducado de Sesto, y el marquesado de Alcañices iría unido a su nombre, de modo que en Madrid se le conocía como Pepe Alcañices. El duque tenía 28 años cuando fue nombrado alcalde de Madrid, ciudad de la que también fue Gobernador Civil. Su etapa al frente del consistorio madrileño fue pródiga en diferentes obras públicas.
Enamorado en secreto de Francisca de Guzmán y Portocarrero, duquesa de Alba, fue el responsable del intento de suicidio de la hermana de ésta, Eugenia, que luego sería emperatriz de Francia por su matrimonio con Luis Napoleón Bonaparte. Eugenia se enamoró del duque de Sesto y al saberse no correspondida intentó matarse con una cocción de fósforo.
LA ESPAÑOLA EUGENIA DE MONTIJO EMPERATRIZ DE FRANCIA
En 1868, ya cumplidos los cuarenta años, el duque se casó con Sofía Troubetzkoy, una princesa rusa viuda del duque de Morny y considerada una de las damas más bellas y elegantes de Europa.
Al llegar a España, la nueva duquesa de Sesto (que se decía que era hija secreta del zar de Rusia) deslumbró en la Corte madrileña, a la que puso al tanto de muchas novedades en materia de modas y de juegos de salón. La esposa de José Osorio fue además la introductora en España de un elemento decorativo que haría furor en las fiestas pascuales: el árbol de Navidad, tan popular en otros países europeos y que se vio por primera vez en Madrid en la Navidad de 1870 en la residencia de los duques.
Sofía Troubetzkoy-Duquesa de SESTO
Los duques de Sesto se implicaron hondamente en la Restauración alfonsina. Perteneciente a una familia de larga tradición monárquica, José Osorio sufragó una gran parte de los gastos que Isabel II y sus hijos tuvieron durante su etapa de exilio. Además, fue para el príncipe Alfonso una especie de tutor, supervisando su educación y su paso por distintos colegios europeos. Fue el duque de Sesto quien decidió que el príncipe Alfonso ingresase en el prestigioso colegio Theresianum de Viena, donde realizó sus estudios secundarios. Por su parte, el futuro Alfonso XII se encariñó enseguida con José Osorio, al que quiso como un padre y que fue durante toda la vida su mejor amigo y su consejero más cercano.
Fue el propio Alcañices quien, tras muchas conversaciones, convenció a la reina Isabel que era necesario que abdicase en su hijo Alfonso para restaurar en España la monarquía de los Borbones. Según las crónicas, un día Isabel II llamó a su hijo en presencia del duque de Sesto, para decirle: "
Alfonso, dale la mano a Pepe, que ha conseguido hacerte Rey."
José Osorio fue el primero en firmar como testigo el documento que daba fe de la abdicación de la reina en la persona del Príncipe de Asturias, iniciándose así el proceso de la restauración.
Desde el palacio de los duques de Sesto, situado en la madrileña calle de Alcalá, esquina a Cibeles y al Paseo del Prado, donde hoy se ubica el edificio del banco de España, se promovieron decenas de reuniones de los partidarios de Alfonso de Borbón. Aquella casa fue escenario de conspiraciones políticas del más alto nivel, pero también de reuniones de damas que, presididas por la propia duquesa de Sesto (quien llegó a ejercer como secretaria de Antonio Cánovas) luchaban para aislar socialmente al regente Amadeo de Saboya y a su esposa italiana.
Edificio del Banco de España
Ella y un grupo de aristócratas organizaban bailes y fiestas para mantener la moral de los partidarios de Alfonso, y fue Sofía Troubetzkoy quien puso de moda un alfiler con el emblema de la flor de lis que lucían las damas en sus vestidos y sus peinados como prueba de adhesión a la causa borbónica. Además, cada vez que pasaba la comitiva real por la calle de Alcalá, la duquesa ordenaba que se cerrasen de golpe todos los balcones de la casa, como muestra de desprecio al rey italiano.
Mientras en España se trabajaba por la restauración, el futuro Alfonso XII continuaba su formación en el colegio Theresianum. De allí pasó a la academia militar de Sandhurst, en Inglaterra. En esta época la educación del príncipe fue completada con algunos viajes a diferentes capitales europeas. El duque de Sesto no sólo le visitaba durante el curso escolar, sino que en el período vacacional invitaba al joven príncipe a unirse a su familia en la casa veraniega que poseían en la localidad francesa de Deauville.
Muchos de los gastos del príncipe Alfonso corrían por cuenta de Alcañices, cuyo patrimonio iba viéndose cada vez más mermado. A pesar de todo, paradójicamente entre algunos alfonsinos hubo una reacción en contra de la amistad entre el marqués de Alcañices y el futuro rey, llegando a sugerir a Isabel II que limitase los contactos entre Alfonso y el duque de Sesto.
Por fortuna, José Osorio contó siempre con la confianza de Antonio Cánovas, que entendía que su influencia sobre Alfonso era muy beneficiosa y conocía además los grandes sacrificios económicos del marqués de Alcañices en favor de la causa alfonsina, e incluso los riesgos personales que éste asumió para apoyarla. En una ocasión en que Pepe Alcañices volvía de París con unos documentos comprometedores firmados por Isabel II, fue detenido en la estación, y pasó varias horas en el calabozo. El duque de Sesto pudo esconder los papeles en una valija y la autoridad no los encontró.
El largo camino hacia la restauración borbónica llegó a su fin en los últimos días de diciembre de 1874. A principios de ese mismo mes, los duques de Sesto habían ayudado a distribuir por todo Madrid un manifiesto firmado por el príncipe Alfonso, que era una auténtica declaración de intenciones de cara a su regreso a España. El día 13 de enero de 1875, el príncipe Alfonso, procedente de París, llegaba a Aranjuez. Allí el duque de Sesto dio la bienvenida al rey de España, y entró junto a él en Madrid entre las aclamaciones y vítores del pueblo madrileño, que saludaba el regreso del monarca y de la dinastía de los borbones.
Al término de la tercera guerra carlista, en febrero de 1876, y a la vuelta del frente, Alfonso XII se instaló en el Palacio Real. Pepe Alcañices asumió el cargo de mayordomo real y, más privadamente, de consejero. Fue Alcañices uno de los más firmes defensores de la boda del rey con su prima, María de las Mercedes de Orleans, a pesar de que su hijastra María de Morny (hija de Sofía Troubetzkoy) abrigaba ilusiones acerca del soberano, de quien se había enamorado siendo una adolescente. María acabó casándose con José Ramón Osorio y Heredia, sobrino de Pepe Alcañices y heredero de sus títulos al no haber tenido el marqués hijos propios.
El matrimonio del rey, celebrado con toda pompa, duró sólo cinco meses, pues María de las Mercedes murió de fiebre tifoideas.
PALACIO DE RIOFRÍO -SEGOVIA-RETIRO DEL REY TRAS LA MUERTE DE MERCEDES
El duque de Sesto, que vio al rey llorar destrozado la pérdida de su esposa, le animó a buscar consuelo en otros brazos y a divertirse con sus amigos en correrías nocturnas. Pero, al mismo tiempo, aconsejó al rey que volviera a casarse cuanto antes para asegurar la continuidad de la dinastía borbónica. Fue el propio José Osorio quien acompañó al rey a Arcachon para que conociese a María Cristina de Habsburgo, que se convertiría en la segunda esposa de Alfonso XII.
La reina detestó siempre al marqués de Alcañices por considerarle instigador de la vida social de su esposo, y en una ocasión llegó a abofetearle en público al ver que presentaba a Alfonso XII a una bella cantante de moda. María Cristina nunca tuvo en cuenta los innumerables sacrificios personales y económicos que hizo Alcañices en favor de su marido. Cuando ella llegó a España, el duque de Sesto estaba ya prácticamente arruinado, y de hecho en 1879 había tenido que poner a la venta su palacio de la calle de Alcalá. Tampoco agradeció a los Sesto que, en vísperas de su boda con Alfonso XII, la siempre elegante Sofía Troubetzkoy se trasladase a París para ayudarla a comprar su equipo de novia, pues la futura reina de España no tenía muy buen gusto.
LOS REYES PINTADOS POR SOROLLA
Alfonso XII murió de tisis el 25 de noviembre de 1885 a la edad de 28 años. Para el duque de Sesto, perder al rey fue como perder al hijo que nunca tuvo. Ya el día del funeral sabía José Alcañices que había sido cesado en su puesto de mayordomo real: muerto Alfonso XII, la reina viuda no quería verlo cerca. Sin embargo, la antipatía de María Cristina hacia Pepe Alcañices iría mucho más allá: un día, el duque de Sesto fue llamado a Palacio para explicar por qué desde las arcas reales se libraba a su nombre una cantidad de dinero.
REINA REGENTE MARIA CRISTINA DE HABSBURGO-"
DOÑA VIRTUDES "
CON SU HIJO ALFONSO XIII
En realidad, aquella suma (bastante modesta) la había destinado Alfonso XII a ir devolviendo, casi a cuentagotas, la fortuna que había ido adelantando en su favor el marqués de Alcañices. Sesto se indignó y se negó a dar explicaciones. Al día siguiente, su administrador personal llegó a Palacio para saldar la deuda... mediante la entrega a la Casa Real del ducado de Sesto, que era de todos sus títulos el que más significaba para Alcañices. Años después, María Cristina vendió las propiedades del ducado, que había sido concedido en 1623 a Enrique Spínola, marqués de los Balbases.
Aquel golpe asestado a traición alejó de la corte a los marqueses de Alcañices. Vivían a caballo entre Madrid y París, aunque viajaban también a otras ciudades europeas donde conservaban viejos amigos. Sofía Troubetzkoy murió a causa de una enfermedad respiratoria el 9 de agosto de 1896. El duque de Sesto le sobrevivirá todavía trece años. El 10 de diciembre de 1909 se celebraban en Madrid elecciones municipales, y Pepe Alcañices se empeñó en ir a votar, a pesar de que hacía mucho frío aquella mañana. Volvió resfriado y el médico le aconsejó guardar cama, pero a pesar de ello el catarro se convirtió en una neumonía que por su edad el duque no iba a poder superar.
Poco antes de morir, Pepe Alcañices llamó a su hombre de confianza y le pidió que, delante de él, quemase las cartas de tres mujeres con las que había mantenido una intensa correspondencia: Paca de Guzmán, duquesa de Alba, a la que había amado;
Eugenia de Guzmán, emperatriz de los franceses, que le había amado a él, y Sofía Troubetzkoy, duquesa de Sesto, que había sido su esposa. Murió el 30 de diciembre de 1909, y su entierro fue una notable demostración de duelo popular.
Última edición por el Mar Dic 14, 2010 11:21 pm, editado 6 veces
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Localización : Gijón- Asturias-España
Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
Gloria estas películas me recuerdan a los sábados por la tarde de mi infancia.
Letizia, a mi padre le gustan más las películas de mi generación que las de la suya, con las películas de Marisol, a veces, en plan de broma, me dice: "
y pensar que yo pagaba para ver esto..."
Gloria con respecto a Marcelino Pan y Vino me has hecho pensar en Joselito y en otra anecdota que cuenta mi padre cuando de niño veraneaba en un pueblo de Santander que se llama Arredondo. En las verbenas del pueblo siempre ponían una canción de Joselito, se llamaba "
Campanera"
, pero era el único disco que tenían y lo ponían una y otra vez y la gente se lo pasaba en grande.
Con respecto a la censura mi madre la resume en una frase:
"
todo era pecado."
Letizia, a mi padre le gustan más las películas de mi generación que las de la suya, con las películas de Marisol, a veces, en plan de broma, me dice: "
y pensar que yo pagaba para ver esto..."
Gloria con respecto a Marcelino Pan y Vino me has hecho pensar en Joselito y en otra anecdota que cuenta mi padre cuando de niño veraneaba en un pueblo de Santander que se llama Arredondo. En las verbenas del pueblo siempre ponían una canción de Joselito, se llamaba "
Campanera"
, pero era el único disco que tenían y lo ponían una y otra vez y la gente se lo pasaba en grande.
Con respecto a la censura mi madre la resume en una frase:
"
todo era pecado."
FERRAGUT VERA LAURA- Administrador
- Mensajes : 5164
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
;FERRAGUT VERA LAURA escribió:.
Letizia, a mi padre le gustan más las películas de mi generación que las de la suya, con las películas de Marisol, a veces, en plan de broma, me dice: "
y pensar que yo pagaba para ver esto..."
"
)
Pues en mi casa hay variedad de gustos pero prefieren cada cual las de su época ;
)
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Fecha de inscripción : 15/11/2008
Localización : Gijón- Asturias-España
Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
--FAMILIA DE ALFONSO XII
LA CHATA
Fue princesa de Asturias en dos ocasiones, aunque nunca llegó al trono. A los tres años de su boda, su marido se suicidó. Aficionada a los toros y a las verbenas, se ganó la simpatía del pueblo. Era una excelente pianista. Tras la muerte de Alfonso XII, Cánovas la obligó a renunciar a la corona.
La Chata, la hermana de Alfonso XII a quien Rafael Duyos dedicó este poema:La chata en los toros
-¡Deprisa que no llegamos!
¡Quiero la mantilla blanca!
Que run-run por los salones
del palacio de Quintana,
Mayo y tarde de domingo.
En el piano una sonata.
Se le deshacen los dedos
Gordezuelos a la Infanta
-Maestro Saco del Valle,
tanto Bethoveen, me carga.
Os lo digo sin rodeos,
Chopin si me llega al alma;
Mientras me visto
Tocad este nocturno
¡Caramba! ¡Son las Cuatro menos cuarto!
¡No llegamos a la plaza!
-Las damas transmiten órdenes.
El coche a las cuatro.
Pasan las doncellas,
con el traje de su alteza
lila y grana con encajes de Bruselas,
apretando cuello y mangas,
y rematando la orilla manola
de la gran falda,
mientras la visten,
no cesa de hablar la señora Infanta,
-Dame el abanico verde
de Mercedes mi cuñada,
el que ella llevo a los toros
cuando era reina de España.
No, no quiero ese collar
ni esos pendientes, no, no, ¡nada!
Unos claveles prendidos en el pelo ¡Y a la plaza!
¡Vamos! ¡Deprisa! ¡Ligeras!
Que las cuadrillas no aguardan
Ah! Recuerda que Romanones
viene a merendar mañana
-¡Armas! ¡Armas a su alteza!
Grita el teniente de guardia
Flecha de seda y charol
Sale el landó de la Infanta,
Y a ritmo de pasodoble
Van la yeguas salazanas,
Llevando a Doña Isabel de Borbón
Casi en volandas,
-Princesa, Bailén, Mayor, Alcalá.
Dame el programa,
¡Ajá! ¡Hoy torea mi torero!
-¿Cuál es tu torero Juana?
-El mío es “El Gallo” Alteza.
-¡Uy! ¡”El Gallo”! ¡Quien lo pensara!
Torero gracioso pero
No te arriendo la ganancia,
Yo, de Vicente Pastor
Uy Qué raro…Antonio Maura
- Adiós, adiós… ¡Cuánta gente!
La reina se queda en casa
Pretextando una Jaqueca,
Los toros la asustan ¡Vaya!
Ya estamos, ¿Y mi abanico?
Junto al coche de la Infanta
La gente se arremolina
Buenas tardes, muchas gracias
Que tal Arbos, ¿a los toros?
No faltaré esta semana
Quiero asistir al estreno
Que anuncian de ese tal… ¿Falla?
Que hay Benlliure, hola Tamames
Con Dios Duque de Veragua
Ya, ya se que los toros que hoy se lidian
Son de tu casa
Abren paso como pueden
Los de la guardia montada
¡Quitasoles!, ¡abanicos!,
¡almohadillas!, ¡naranjadas!
¡Qué hay empresario! ¿contento?,
Vengo yo sola, más ancha…
Sí sí, que me brinden toros,
No, no, al contrario, me agrada…
Ya traía en previsión tres pitilleras de plata,
La infanta llega a su palco y al entrar
Toda la plaza puesta en pie se arremolina
Batiendo alegre las palmas,
Mientras la marcha de infantes
Resuena en las altas gradas,
Y el sol pone al rojo vivo
Las barreras encarnadas
En la andanada de sol con popular algazara
Lo morenos se alborotan y gritan ¡Viva la Chata!….
...........................................
sigue..
--
Efectivamente, la popularidad de la dos veces princesa de Asturias, cinco años hasta que nació Alfonso XII y unos meses hasta que nació Alfonso XIII, era enorme. Lo fue siempre y por muchas razones, pero acaso la más importante es que habiendo nacido en el Palacio Real acudía a los mismos sitios que el pueblo llano: romerías, procesiones, verbenas, saraos, meriendas y, por supuesto, a los toros.
Los madrileños la querían porque no se perdía una fiesta, porque presidió todas las organizaciones caritativas imaginables, porque vestía de forma llamativa y alegre, porque hablaba con cualquiera y porque, siendo de tan alta cuna, fue desgraciadísima en su vida particular. Esto siempre ha provocado la simpatía popular. Además tenía una cara fea y simpática, con la nricilla remangada, y eso le valió pronto el mote de La Chata que la infanta acabó apreciando. El «¡Viva La Chata!» que gritaban todos a su paso cuando iba a los toros, dadas las circunstancias políticas, era muy de agradecer.
Nació Isabel, princesa de Asturias, el 20 de diciembre de 1851, hija de la reina Castiza, Isabel II. Era su segundo alumbramiento pero el primero, un niño, nació muerto. Casi dos días duró el parto hasta que su padre oficial, el rey consorte Francisco de Asís, la presentó públicamente en la ritual bandeja de plata, junto al presidente del Consejo don Juan Bravo Murillo. Afortunadamente, el rey no montó el escándalo del alumbramiento anterior, buscando parecidos del muertecito con supuestos amantes de su majestad. En cambio, la infanta estuvo a punto de quedarse huérfana antes de salir a la calle, cuando su madre la llevaba a la Virgen de Atocha. A la salida de la capilla de Palacio, un cura loco, llamado Martín Merino, se abalanzó sobre la reina y la apuñaló. El gesto instintivo del brazo y las ballenas del corsé dejaron en herida leve un golpe que pudo ser mortal.
El regicida confeso fue juzgado, condenado y ejecutado rapidísimamente;
el gobierno mandó destruir los legajos del juicio y, como hubo luego no pocas conspiraciones organizadas por el cuñado de Isabel II, duque de Montpensier, se ha especulado mucho con la alta inspiración del magnicidio frustrado;
pero a diferencia del asesinato de Prim, de éste no se ha probado nada. Y ya es tarde.
Tres años después tuvo Isabel una hermanita, Cristina, que murió a los tres días. Y el 28 de noviembre de 1857 nació Alfonso, el futuro Alfonso XII, por ley Príncipe de Asturias y heredero del trono. Se supuso que la niña le tendría celos, pero la verdad es que desarrolló pronto una disposición maternal y protectora que les hizo inseparables de por vida. Juntos y solos pasaron varios años y luego se les unieron las infantas que sobrevivieron: Pilar, Paz y Eulalia. Murió la quinta infanta, María de la Concepción, a los dos años, y el noveno y último, Francisco de Asís, a los 20 días. Siempre hubo dos grupos: el de Isabel y Alfonso y el de las otras tres infantas, con la menor de las cuales, Eulalia, la más lista de todas, se levó La Chata siempre fatal.
Vivió encantada el matrimonio de su hermano con María de las Mercedes, la muerte súbita de ésta y luego la del rey, estando María Cristina en cinta. Era de nuevo heredera del trono, pero cánovas, para ahorrarse la pensión, se negó a nombrarla Princesa de Asturias. Se aguantó, qué remedio. La tragedia la acercó mucho a Crista y prodigó al recién nacido los mismos cuidados que antaño su padre. De segunda madre viuda, veía pasar los años.
Su mayor hazaña diplomática fue el viaje a Buenos Aires en el Centenario de la Independencia argentina, llevando la representación real. El periplo de Alfonso XII, una epopeya mundana de la época, contó con periódico a bordo que recogía las vicisitudes del empingorotado pasaje. En su biografía de La Chata, Francisco Azorín recuerda que, al pasar el Ecuador, su alteza dio permiso para cambiar el atuendo por pijamas de seda. En Buenos Aires, el gentío estuvo varias veces a punto de aplastarla. Un triunfo.
Pero su gran éxito político fue convertirse en parte del paiseje madrileño. Por eso al llegar la República a la Puerta del Sol no quería prescindir de tan ilustre vecina. Al saberse su muerte, en Las Ventas se guardó un minuto largo de silencio. En 1991, trajeron sus restos a España y la enterraron en La Granja, donde pasaba los veranos. Cerca siempre de Madrid.
LA CHATA
Fue princesa de Asturias en dos ocasiones, aunque nunca llegó al trono. A los tres años de su boda, su marido se suicidó. Aficionada a los toros y a las verbenas, se ganó la simpatía del pueblo. Era una excelente pianista. Tras la muerte de Alfonso XII, Cánovas la obligó a renunciar a la corona.
La Chata, la hermana de Alfonso XII a quien Rafael Duyos dedicó este poema:La chata en los toros
-¡Deprisa que no llegamos!
¡Quiero la mantilla blanca!
Que run-run por los salones
del palacio de Quintana,
Mayo y tarde de domingo.
En el piano una sonata.
Se le deshacen los dedos
Gordezuelos a la Infanta
-Maestro Saco del Valle,
tanto Bethoveen, me carga.
Os lo digo sin rodeos,
Chopin si me llega al alma;
Mientras me visto
Tocad este nocturno
¡Caramba! ¡Son las Cuatro menos cuarto!
¡No llegamos a la plaza!
-Las damas transmiten órdenes.
El coche a las cuatro.
Pasan las doncellas,
con el traje de su alteza
lila y grana con encajes de Bruselas,
apretando cuello y mangas,
y rematando la orilla manola
de la gran falda,
mientras la visten,
no cesa de hablar la señora Infanta,
-Dame el abanico verde
de Mercedes mi cuñada,
el que ella llevo a los toros
cuando era reina de España.
No, no quiero ese collar
ni esos pendientes, no, no, ¡nada!
Unos claveles prendidos en el pelo ¡Y a la plaza!
¡Vamos! ¡Deprisa! ¡Ligeras!
Que las cuadrillas no aguardan
Ah! Recuerda que Romanones
viene a merendar mañana
-¡Armas! ¡Armas a su alteza!
Grita el teniente de guardia
Flecha de seda y charol
Sale el landó de la Infanta,
Y a ritmo de pasodoble
Van la yeguas salazanas,
Llevando a Doña Isabel de Borbón
Casi en volandas,
-Princesa, Bailén, Mayor, Alcalá.
Dame el programa,
¡Ajá! ¡Hoy torea mi torero!
-¿Cuál es tu torero Juana?
-El mío es “El Gallo” Alteza.
-¡Uy! ¡”El Gallo”! ¡Quien lo pensara!
Torero gracioso pero
No te arriendo la ganancia,
Yo, de Vicente Pastor
Uy Qué raro…Antonio Maura
- Adiós, adiós… ¡Cuánta gente!
La reina se queda en casa
Pretextando una Jaqueca,
Los toros la asustan ¡Vaya!
Ya estamos, ¿Y mi abanico?
Junto al coche de la Infanta
La gente se arremolina
Buenas tardes, muchas gracias
Que tal Arbos, ¿a los toros?
No faltaré esta semana
Quiero asistir al estreno
Que anuncian de ese tal… ¿Falla?
Que hay Benlliure, hola Tamames
Con Dios Duque de Veragua
Ya, ya se que los toros que hoy se lidian
Son de tu casa
Abren paso como pueden
Los de la guardia montada
¡Quitasoles!, ¡abanicos!,
¡almohadillas!, ¡naranjadas!
¡Qué hay empresario! ¿contento?,
Vengo yo sola, más ancha…
Sí sí, que me brinden toros,
No, no, al contrario, me agrada…
Ya traía en previsión tres pitilleras de plata,
La infanta llega a su palco y al entrar
Toda la plaza puesta en pie se arremolina
Batiendo alegre las palmas,
Mientras la marcha de infantes
Resuena en las altas gradas,
Y el sol pone al rojo vivo
Las barreras encarnadas
En la andanada de sol con popular algazara
Lo morenos se alborotan y gritan ¡Viva la Chata!….
...........................................
sigue..
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Efectivamente, la popularidad de la dos veces princesa de Asturias, cinco años hasta que nació Alfonso XII y unos meses hasta que nació Alfonso XIII, era enorme. Lo fue siempre y por muchas razones, pero acaso la más importante es que habiendo nacido en el Palacio Real acudía a los mismos sitios que el pueblo llano: romerías, procesiones, verbenas, saraos, meriendas y, por supuesto, a los toros.
Los madrileños la querían porque no se perdía una fiesta, porque presidió todas las organizaciones caritativas imaginables, porque vestía de forma llamativa y alegre, porque hablaba con cualquiera y porque, siendo de tan alta cuna, fue desgraciadísima en su vida particular. Esto siempre ha provocado la simpatía popular. Además tenía una cara fea y simpática, con la nricilla remangada, y eso le valió pronto el mote de La Chata que la infanta acabó apreciando. El «¡Viva La Chata!» que gritaban todos a su paso cuando iba a los toros, dadas las circunstancias políticas, era muy de agradecer.
Nació Isabel, princesa de Asturias, el 20 de diciembre de 1851, hija de la reina Castiza, Isabel II. Era su segundo alumbramiento pero el primero, un niño, nació muerto. Casi dos días duró el parto hasta que su padre oficial, el rey consorte Francisco de Asís, la presentó públicamente en la ritual bandeja de plata, junto al presidente del Consejo don Juan Bravo Murillo. Afortunadamente, el rey no montó el escándalo del alumbramiento anterior, buscando parecidos del muertecito con supuestos amantes de su majestad. En cambio, la infanta estuvo a punto de quedarse huérfana antes de salir a la calle, cuando su madre la llevaba a la Virgen de Atocha. A la salida de la capilla de Palacio, un cura loco, llamado Martín Merino, se abalanzó sobre la reina y la apuñaló. El gesto instintivo del brazo y las ballenas del corsé dejaron en herida leve un golpe que pudo ser mortal.
El regicida confeso fue juzgado, condenado y ejecutado rapidísimamente;
el gobierno mandó destruir los legajos del juicio y, como hubo luego no pocas conspiraciones organizadas por el cuñado de Isabel II, duque de Montpensier, se ha especulado mucho con la alta inspiración del magnicidio frustrado;
pero a diferencia del asesinato de Prim, de éste no se ha probado nada. Y ya es tarde.
Tres años después tuvo Isabel una hermanita, Cristina, que murió a los tres días. Y el 28 de noviembre de 1857 nació Alfonso, el futuro Alfonso XII, por ley Príncipe de Asturias y heredero del trono. Se supuso que la niña le tendría celos, pero la verdad es que desarrolló pronto una disposición maternal y protectora que les hizo inseparables de por vida. Juntos y solos pasaron varios años y luego se les unieron las infantas que sobrevivieron: Pilar, Paz y Eulalia. Murió la quinta infanta, María de la Concepción, a los dos años, y el noveno y último, Francisco de Asís, a los 20 días. Siempre hubo dos grupos: el de Isabel y Alfonso y el de las otras tres infantas, con la menor de las cuales, Eulalia, la más lista de todas, se levó La Chata siempre fatal.
Vivió encantada el matrimonio de su hermano con María de las Mercedes, la muerte súbita de ésta y luego la del rey, estando María Cristina en cinta. Era de nuevo heredera del trono, pero cánovas, para ahorrarse la pensión, se negó a nombrarla Princesa de Asturias. Se aguantó, qué remedio. La tragedia la acercó mucho a Crista y prodigó al recién nacido los mismos cuidados que antaño su padre. De segunda madre viuda, veía pasar los años.
Su mayor hazaña diplomática fue el viaje a Buenos Aires en el Centenario de la Independencia argentina, llevando la representación real. El periplo de Alfonso XII, una epopeya mundana de la época, contó con periódico a bordo que recogía las vicisitudes del empingorotado pasaje. En su biografía de La Chata, Francisco Azorín recuerda que, al pasar el Ecuador, su alteza dio permiso para cambiar el atuendo por pijamas de seda. En Buenos Aires, el gentío estuvo varias veces a punto de aplastarla. Un triunfo.
Pero su gran éxito político fue convertirse en parte del paiseje madrileño. Por eso al llegar la República a la Puerta del Sol no quería prescindir de tan ilustre vecina. Al saberse su muerte, en Las Ventas se guardó un minuto largo de silencio. En 1991, trajeron sus restos a España y la enterraron en La Granja, donde pasaba los veranos. Cerca siempre de Madrid.
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
FAMILIA DE ALFONSO XII
Grabado de la reina Isabel II, Francisco de Asís de Borbón y la infanta Isabel de Borbón "
La Chata"
.
Isabel II con el príncipe Alfonso
Grabado de la reina Isabel II, Francisco de Asís de Borbón y la infanta Isabel de Borbón "
La Chata"
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Isabel II con el príncipe Alfonso
letizia princesa astur- Su Alteza Real
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Re: Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans y Borbón
FAMILIA DE ALFONSO XII
PEQUEÑA REINA iSABEL
EL PRINCIPE ALFONSO Y SUS HERMANAS LAS INFANTAS
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letizia princesa astur- Su Alteza Real
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