Gran Duque Miguel Alexandrovich

Natasha y Misha con George



Natasha con sus dos hijos

fotos de George






En verda cuando George creció, la verda que si se parecía a Misha.

¡Que buenas las fotografía¡. ¡Felicidades a Nayda, a Mafer y a todos¡. Algunas de esas fotografías las conozco pero otras no.

Sé que el Gran Duque Miguel Alexandrovich era muy aficionado a la fotografía, como le pasaba a su hermano Nicolás, y que durante su estancia en Gatchina y su amistad con los Wulfert llegó a coleccionar doce albunes de fotos, y parece que ustedes los tienen todos. ¡Que bien¡, espero que sigan ilustrando el foro.

Prosigo con el relato, espero que les resulte interesante.

Quedamos en que Natasha acabó con su matrimonio con Serguei Mamontov y se casó con el oficial Vladimir Wulfert, teniente del ejercito imperial, mucho más apuesto y más dicharachero que su marido. Como su apellido indica era de ascendencia alemana, como muchos otro rusos, algunos de ellos eminentes en la vida rusa, tan solo hay que recordar al conde Serguei Whitte, al barón Frederiks, este último primer ministro de la Corte Imperial, o la baronesa Buxhoeveden, ultima dama de honor que tuvo la emperatriz Alejandra, todos ellos de ascendencia alemana.
Despues de su nuevo matrimonio lo más razonables era que los Wulfert se fueran de Moscú, aunque los divorcios no eran nada raro en la Rusia de la época, tanto Natasha como su nuevo marido tenían que vérselas con sus respectivas familias, a las que no les hizo gracia ni el divorcio ni la boda.

Como era oficial del ejercito y poseía una cierta fortuna, no muy alta pero si a tener en cuenta, Vladimir Wulfert, que siempre tuvo pretensiones, consiguió destino en el Regimiento de los Coraceros Azules, con sede en Gatchina, uno de los Regimientos elitistas del ejercito ruso. El Regimiento de los Coraceros Azules fue fundado por Pedro el Grande en 1704 y su nombre oficial era "
Regimiento de Coraceros de Guardia de la vida de Su Majestad la Zarina"
. Su uniforme de gala era de color azul con casco de metal y plumas. Y se les conocía por los Coraceros Azules para diferenciarlos del "
Regimiento de Coraceros de Guardia de la vida de Su Majestad el Zar"
, con sede en San Petesburgo, y cuyo uniforme de gala era de color amarillo, por lo que también eran conocidos como los Coraceros Amarillos.

Para mayor alegría de Natasha la vida de los oficiales del Regimiento de los Coraceros Azules era esplendida y brillante, y rara era la semana en que no hubiese una fiesta o una invitación en Gatchina. Al parecer al principio a Natasha le costó ser aceptada por aquella sociedad debido a su divorcio y posterior matrimonio, pero su encanto, y su elegancia, aparte de saber estar en su sitio al lado de su marido, le fueron abriendo poco a poco terreno en una sociedad que gustaba mucho de las formas y las apariencias. Todo empezó a cambiar a partir del primer encuentro entre Miguel y Natasha aquella tarde en el picadero del Regimiento, Miguel no podía quitarse de la cabeza a aquella mujer con la que volvió a coincidir en el mayor acontecimiento social de la temporada en Gatchina, el baile de invierno que se celebraba en la Sala de la Asamblea del Regimiento. Al que acudió el Gran Duque Miguel acompañado por el General Bernov, el comandante de los Coraceros. Indudablemente en un acontecimiento así el hecho de hablar con el Gran Duque y el General era un privilegio al que todos aspiraban asi que todos se sorprendieron cuando vieron al Gran Duque dirigirse al lugar donde estaban los Wulfert y lo vieron charlando animadamente con ellos y se sorprendieron mucho más cuando lo vieron bailando la Mazurca con Natasha. Obviamente el resto de las mujeres de los oficiales parecian sonreir con candidez, ¡que detalle por parte del Gran Duque¡, rebajarse a bailar con la mujer de un teniente, pero ya se sabe que la envidia es malisima y no estaban dispuestas a perdonarle a aquella advenediza recién llegada que consiguiese la simpatía del Gran Duque Miguel nada más entrar en Gatchina. Seguramente le harían el vacío. O mejor dicho seguramente se lo haria el mismo Gran Duque en cuanto se enterase del curriculum de Natasha, el resto de la sociedad tan solo habría de seguir el ejemplo de Misha.

Todas las respetables damas de Gatchina tuvieron que morderse los labios y aguantarse la rabia, en cuanto comprobaron las atenciones que Miguel dirigia a los Wulfert desde el día del baile de invierno, pues desde aquel dia Miguel solía visitar la casa de los Wulfert con asiduidad y a su vez con asiduidad solía invitarlos al Palacio. No tuvieron más remedio que tragarse su orgullo y su envidia y seguir frecuentando a los Wulfert, ¿quien no invitaba a Natasha y a Vladimir, los intimos del Gran Duque?. Eran imprescindibles en cualquier reunión puesto que ello tambien significaba la posibilidad deque Miguel les acompañase. Asi pasaron las semanas y los meses. Indudablemente este giro en la vida social de los Wulfert provocaba enormes rumores maliciosos, pero eran rumores sin base ni fundamento, ya que cada vez que Miguel aparecia con los Wulfert o bien iba a su casa, eran invitados a palacio o salian de excursión siempre era acompañados por distintas personas que podían dar fe de que las relaciones de Misha con Vladimir y Natasha no pasaban de ser unas relaciones amistosas y amigables. De buenos amigos.

Las excursiones al campo en el coche de Miguel eran frecuentes y de esta epoca es la fotografía que aparece en una de las primeras páginas de este foro donde se ve a Natasha junto con Miguel sentados en un prado tomando te y con la Gran Duquesa Olga y Nicolai Kulikovski detrás. Seguramente el fotografo sería Vladimir Wulfert.

¿Y que pensaba el matrimonio Wulfert?. Seguramente Natasha debió sentirse alagada desde el primer momento por las atenciones de Miguel y Wulfert, un recién llegado a Gatchina debió de sentirse importante por las atenciones que recibía su familia y la envidia y los celos que despertaba. Indudablemente pensaría que el favoritismo de Misha conllevaria tarde o temprano un rapido ascenso en su carrera y como podía comprobar que la amistad con el Gran Duque no pasaban de ser una relaciones de cordial amistad y puesto que su mujer nunca se veia a solas con el y por tanto de nada podia quejarse, se dejó llevar por las circunstancias a la espera del fruto. ¿Que más daba si las lenguas envidiosas murmuraban a sus espaldas que era un manso cornudo?, ¿acaso el no sabia que no era cierto?, ¿acaso alguien podía acusar con el dedo a su esposa de serle infiel?.

Y tenía razón las relaciones entre Miguel y Natasha eran por aquel tiempo tan solo amistosas, pero era precisamente eso lo más peligroso, Miguel estaba fascinado por ella y no estaba dispuesto a dejarla marchar nunca. Ella, enamorada ya, no podía estar sin el.

Lo siento, tengo que dejar el foro, ¡el deber me llama¡. No sé si les gusta el trabajo que estoy haciendo, espero que si. Les animo a que sigan poniendo fotografias de Misha y de Natasha. Un saludo a todos.

Me encanta tu trabajo Melogar y también el de Nayda y Ekaterina. Cuantos aportes en este foro. Felicitaciones a los tres.

Ekaterina escribió:Me han recomendado mucho ese libro. Me dicen : "
cuando lo lees te enamoras mucho mas de la persona que fue Misha"

La verda que si es un buen libro.

melogar escribió:Lo siento, tengo que dejar el foro, ¡el deber me llama¡. No sé si les gusta el trabajo que estoy haciendo, espero que si. Les animo a que sigan poniendo fotografias de Misha y de Natasha. Un saludo a todos.

Te segumos Melogar, te seguimos. Estoy a la espera de la continuación de tu relato...

Todavía tengo pendiente el tema de Natasha...


Un saludo.

Hola a todos. Parece que el foro ha estado animado ultimamente, ¡me parece estupendo¡.

Gracias por todas esas felicitaciones y animos que siempre ayudan a proseguir el trabajo sobre la vida del Gran Duque Miguel. Por cierto, y puesto que a salido a relucir en estos días, a todos aquellos que tengan la oportunidad de conseguir el mágnifico libro "
Miguel y Natasha"
, de Rosemary y Donald Cranford les animo a hacerlo. Es un libro estupendo y muy bien documentado. Aunque es muy dificil conseguirlo, porque la edición que se hizo fue muy limitada y se imprimieron pocos ejemplares, como era de esperar, ya que que al tratar sobre la vida de personajes poco relevantes en la historia como es el Gran Duque Miguel Alexandrovich y su esposa Natasha, que tan solo nos pueden interesar a unos pocos "
gourmets"
de la historia, la edición debio de ser limitada y ya no se encuentra un ejemplar.

Os confieso que es uno de los libros que utilizo para sacar los datos que expongo en el foro, aunque por supuesto no es el unico que utilizo, claro está. Continuo con la historia.

¡Pobre Vladimir Wulfert¡, lo unico que había conseguido consintiendo las amistosas relaciones de Miguel y Natasha era ser el hazmerreir de toda Gatchina, Regimiento de Coraceros Azules incluido por supuesto, donde no había dejado de ser un triste teniente. Como era de esperar contra más reverdecía y se exaltaban las platónicas relaciones entre Miguel y Natasha, más se enfriaban las relaciones entre Vladimir y su esposa. Las discusiones entre los cónyugues Wulfert eran cada vez más tórridas, lo cual aumentaban más la comidilla de la sociedad de Gatchina que asistia divertida al espectaculo, expectante por ver el desenlace de un asunto que ya amenazaba con llegar a oidos de la imperial familia de Miguel. Así las cosas Natasha exigió de su esposo permiso para viajar al extranjero con su hija, cosa a la que este accedió considerando que Miguel se quedaría en Rusia y que de esa manera al menos acallarían por un tiempo las bocas más viperinas.

¡Que equivocado estaba¡. Una vez en el extranjero, Natasha siguió escribiendose con Misha y decidieron tomar una decisión obvia, es decir preparlo todo para enterrar un matrimonio definitivamente muerto y por supuesto molesto para los dos. Naturalmente la unica forma de hacerlo era comprando el consentimiento de Wulfert, para ello Miguel le pidió ayuda al barón Frederikcs, ministro de la Corte, aunque claro está que en ese caso habría de tener mucha mano izquierda, porque todavía era recordado su affaire con Dina y el asunto podría hacerse muy espinoso de resolver. El barón, increiblemente, decide ayudarlo y prometer buscar una posible solución al conflicto. Mientras tanto, Wulfert, harto de sentirse un cero a la izquierda, comenzó a dar señales de que no iba a dejar pasar el asunto sin más y empezó a aparecer como un ofendido marido, llegando hasta el punto de retar a Miguel a un duelo por su honor ofendido. Naturalmente Miguel no hizo caso a las amenazas de Wulfert pero, inevitablemente, estalló definitivamente el escándalo, teniendo que intervenir el emperador que, sin querer conocer la historia en profundidad, zanjó la cuestión desterrando a su hermano a la provincia de Orel, como comandante del aburrido regimiento de caballero de los Húsares de Chernigov. Mientras tanto el barón Fredericks comunicó a Misha que podía conseguir para Wulfert el puesto de edecán del general príncipe Odoevski-Maslo, en Moscú. El puesto de edecán del general era un magnífico destino que alejaría a Wulfert de Gatchina y, mientras este se lo pensaba, Miguel decidió visitar a su madre en Dinamarca donde, como era de esperar, se vio discretamente con Natasha. El lugar del encuentro fuel el lujoso hotel D´Anglaterre, de la capital danesa. Naturalmente Natasha ocupó la suite más lujosa del hotel, que para eso pagaba Misha, y el enamorado galan entraba discretamente por la parte de atrás después de soltar una buena propina al portero. Fueron ocho días de encuentros donde afianzaron su relación definitivamente.

No había marcha atrás, Miguel regresó a Rusia, a su regimiento de Husares de Chernigov y Natasha quedó en el extranjero a la espera de acontecimientos. Wulfert, que como consecuencia de haber osado retar a Miguel es expulsado de los Coraceros Azules, acepta el puesto de edecán del Principe Odoevski-Maslo y se traslada a Moscú. Mientras tanto Miguel habla con su hermano sobre todo este asunto y Nicolás entiende el asunto desde la optica de que su hermano tan solo se ha encaprichado de una mujer casada y la ha convertido en su amante. Entiende que en este caso la situación es distinta que en el caso de Dina ya que Natasha era una mujer casada, con un divorcio a cuestas y una hija en el mundo y por tanto sus circunstancias personales eran distintas al caso de Dina...¿que Miguel quería tener una querida?, pues bien que la tuviese, no iba a ser el primer Gran Duque en tenerla... siempre y cuando reuniese las condiciones que reunía Natasha, es decir, un numero suficiente de agravantes para hacer imposible un matrimonio entre ella y un Gran Duque...y si Natasha no tenía inconveniente alguno en arrastrar su buen nombre a cambio de los favores de Misha, ¡pues muy bien¡, ¡ella sabrá hacer sus cuentas¡. Lo unico que le pidió a Misha era discreción y corrección en su "
aventura"
, haciendole prometer que no se vería con ella en público y que no se verían ni en San Petesburgo, la capital, ni en Orel, donde residía su Regimiento. Cosa que aceptó Misha como un mal menor.

De esa manera Natasha regresó a Rusia, debiendolo hacerlo a Moscú, donde residia su marido ya que seguía siendo una mujer casada, aunque obtuvo un permiso provisional para vivir alejada de su marido.

Mientras tanto Miguel había alquilado una casa en Moscú, en el número 2 de la calle Petesburgo, donde pasó a residir Natasha y a donde el Gran Duque iba a verla cuando regresaba de Orel. Fue en esta fecha cuando Natasha se quedó embarazada.

La situación se ponia cada vez más tirante, ya que si el niño nacía antes de que Natasha se divorciase de Wulfert, el recien nacido llevaría el apellido Wulfert, cosa que ni Natasha ni Misha estaban dispuestos a permitir. Por ello Natasha planteó definitivamente el divorcio de su marido ante el Consistorio Eclesiástico de Moscú el 19 de febrero de 1910, cuando ya estaba con cuatro meses de embarazo. Mientras tanto Miguel se rebajó de nuevo ante su hermano Nicolás y le rogó que se le concediese el divorcio a Natasha y a Wulfert con la promesa de que no se casaría con ella y que su insistencia en el divorcio se debía tan solo al hecho de que no quería que su hijo se apellidase Wulfert.

Lo siento me tengo que marchar.

Vuelvo de nuevo, siento que el otro día tuviese que marcharme tan precipitadamente. Prosigo

Desde el momento en que Misha supo que Natasha estaba embarazada hizo todo lo posible para acelerar el divorcio con Vladimir Wulfert, ya que no estaba dispuesto a permitir, bajo ningún concepto, que su hijo llevase el apellido Wulfert, además cabía la posibilidad de que Wulfert, resentido aún, no se conformase con el puesto de edecán del príncipe Odoevski-Maslo y quisiera vengarse de alguna manera, tal vez haciendo prevalecer sus derechos de esposo y arrebatándole a Natasha su hijo, cosa a la que tenía derecho puesto que oficialmente era el padre. Ante esas amenazantes posibilidades Miguel se movilizó todo lo que pudo, es decir, habló con su hermano Nicolás del caso y le suplicó que acelerase lo más posible el divorcio civil de Natasha y Wulfert. Para tranquilizar al emperador, todavía resentido con Miguel por el caso de Dina, le prometió que jamás se casaría con Natasha. Mientras tanto Natasha presentó el planteamiento definitivo de divorcio eclesiástico (en la Iglesia Ortodoxa un divorcio es relativamente fácil de conseguir) ante el Consistorio Eclesiástico de Moscú el 19 de febrero de 1910, estando ya en el cuarto mes de embarazo. Los meses que restaban para el alumbramiento fueron difíciles y depresivos, ya que todo el asunto iba con una lentitud exasperante, Natasha y Miguel creían, con razón, que todo se estaba ralentizando de forma consciente para irritarlos lo más posible. Por fin nació el hijo de Miguel y Natasha, en Moscú, el 24 de julio de 1910. Lo llamaron Jorge en recuerdo del desaparecido hermano de Miguel, el Gran Duque Jorge Alexandrovich.

El jueves 22 de septiembre de 1910 Jorge fue bautizado en la parroquia de San Basilio de Cesarea. Desgraciadamente en la partida de bautismo del recién nacido constaba como Jorge Wulfert, ya que aun no habían acabado los trámites de divorcio de Natasha. Miguel volvió a hacer presión, volvió de nuevo a suplicar a su hermano y a intentar remover todos los obstáculos. Entre ellos el muro que constituía el mismo Vladimir Wulfert, que accedió a no hacer valer sus derechos oficiales como padre ni a poner trabas al divorcio a cambio de la cuantiosa cantidad de doscientos mil rublos, generosa suma que Miguel pagó sin rechistar. Al cabo de varios meses el divorcio acabó completamente y el espaldarazo final vino con un decreto firmado por Nicolás II que reconocía al noble hereditario Jorge Migailovich Brasov. Un nuevo apellido ruso, tomado del nombre de la finca de Miguel, que indicaba a las claras, aunque sin decirlo abiertamente, que el niño no podría llevar jamás el apellido Romanov. Jorge era un hijo bastardo con el que se creaba un nuevo linaje. La partida de bautismo fue cambiada de inmediato y, para alegría de sus padres, Jorge ya no se apellidó oficialmente Wulfert. Tras el divorcio Natasha fue autorizada a su vez a utilizar el apellido Brasov, como Jorge, por lo que desde aquel día fue para todos Natasha Brasov.

Fueron las dos únicas personas en el mundo que se apellidaron así.

Pero las dificultades continuaron, había que enfrentarse al mundo, tanto a la familia de Natasha, a la que costó aceptar la situación, como a la familia de Miguel, que transigía con la relación de Misha considerándola tan solo una caprichosa e irritante aventura de Miguel y despreciando tanto a Natasha como a su pequeño bastardo imperial. El resto de la sociedad, siguiendo las pautas de la Corte, la miraban con desprecio y por encima del hombro, además se daba el caso de que Natasha tenía prohibido residir en Orel, donde radicaba el regimiento de Húsares del que Miguel era comandante, por lo que tan solo podían verse en Moscú una o dos veces al mes cuando Misha estaba de permiso;
el resto del tiempo Natasha debía permanecer sola, visitada tan solo por sus hermanas Olga y Vera o por alguna fiel amistad. Esa situación incomoda cambió cuando Natasha fue autorizada a residir en Brasov la imponente finca de Miguel, cerca de Orel, donde la pareja pudo disfrutar de un mayor acercamiento y una mayor tranquilidad, pudiendo recibir visitas de amistades de forma distendida y que de otra manera hubiera sido bastante improbable.

Todo cambio en el otoño de 1911 cuando el emperador decidió que su hermano Miguel debía volver a la vida pública y fue nombrado comandante del Regimiento de Caballería de los Chevalier Gardes, con sede en San Petesburgo. Es probable que Nicolás supusiese que Natasha permanecería en Brasov, donde sabía que estaba tan a gusto, antes de volver a exponerse a las críticas públicas, pero Natasha se mudó a San Petesburgo con Miguel, cosa que la sociedad y la corte de la capital recibieron con franca hostilidad. Además a Miguel se le informó de que en la capital tendría prohibido convivir con Natasha y residir en el palacio Anischkov, debiendo residir en un apartamento para oficiales del Regimiento, cosa a la que accedió Miguel sin rechistar. Natasha y sus hijos se mudaron a una lujosa casa de veintiocho habitaciones donde Miguel iba a visitarla a diario. Todo el mundo les volvió la espalda y les hizo el vacío, lo cual resultaba bastante desagradable para los dos, especialmente para Natasha, por lo que decidieron mudarse a la cercana y más tranquila Gatchina, allí compraron una villa en la calle Nikolaevskaya donde se mudaron definitivamente. La vida en Gatchina, aunque tan incomoda como la vida en San Petesburgo, resultó menos asfixiante, ya que era una ciudad pequeña donde se podía vivir relativamente más tranquilo, aunque siempre soportando los desprecios y los desplantes de la gente, en especial de los oficiales del Regimiento de los Coraceros Azules y de sus esposas que les volvieron la espalda desde el principio. Tanto ella como Miguel estaban cansados de esconderse y de agachar la cabeza. Si la sociedad rusa los despreciaban tan abiertamente ellos despreciarían a la sociedad rusa. Decidieron irse al extranjero donde no se sentirían tan despreciados, o sea decidieron desafiar a todos, casarse y decir adiós a aquel mundo.

A principios de otoño de 1912, Nicolás concedió a su hermano permiso para viajar con Natasha al extranjero, con la condición de que fuese debidamente discreto;
para ello le autorizó a utilizar un “titulo de incógnito”, cosa bastante usual entre la realeza de la época que solía utilizar un “titulo de incógnito” para viajar al extranjero sin dar a conocer su identidad de forma oficial;
de esa manera se evitaban engorrosas situaciones de protocolo con las autoridades de las distintas ciudades y los viajeros podían residir cómodamente, como un particular. (Alfonso XII de España, por ejemplo, para viajar de incógnito utilizaba el título de marqués de Montserrat, su hijo Alfonso XIII el de duque de Toledo, la reina Amalia de Portugal utilizaba el de marquesa de Vila-Visosa y la emperatriz Sissi, cuando fue asesinada, se hallaba en Suiza con el nombre de condesa Honember). Como era de esperar, Miguel utilizó el título de conde Brasov.

Tanto Miguel como Natasha sabían que estarían fuertemente vigilados por la Ojrana de modo que planificaron todo desde el principio. En primer lugar, sabiendo que pasarían una muy larga temporada en el extranjero, adelantaron la salida de Tata y el pequeño Jorge para estar más tranquilos y Miguel ingreso una gran cantidad de dinero en la cuenta de un banco suizo, después se planeó cuidadosamente como burlar a los sabuesos de la Ojrana, para que se pudiese alcanzar el objetivo fijado lo más cómodamente posible. Desde el principio se dejaron ver por todos con el objetivo de que la policía se relajase, primero viajaron hasta Berlín y después hasta la tranquila ciudad de Bad Kissingen, hospedandse en un elegante balneario donde permanecieron varios días, siempre vigilados por una ya aburrida Ojrana;
a los pocos días, y sin previo aviso, el equipaje del Gran Duque y de Natasha, junto con los niños y la servidumbre, tomaron el tren rumbo a Cannes pillando desprevenidos a sus guardianes que se apresuraron a seguirlos. Mientras tanto Miguel y Natasha viajaban en coche en dirección a Viena donde Aleksei Matveet, el marido de Olga, la hermana de Natasha, llevaba meses preparando la boda, se eligió Viena porque allí residían una gran cantidad de serbios ortodoxos, súbditos del emperador Francisco José, y por tanto donde existía, entre otras, la pequeña parroquia ortodoxa de San Sawa, cuyo párroco, el padre Misitsch, ciudadano austro-hungaro y por tanto sin nada que temer de Nicolás II, facilitó todos los tramites necesarios y los casó sin hacer demasiadas preguntas, a cambio de una buena cantidad de dinero por supuesto. Era el martes 16 de octubre de 1912.

Por fin eran marido y mujer de forma oficial. Ahora había que decírselo a Nicolás II. Dos semanas después de la boda Miguel se decidió a escribir a su familia, primero lo hizo a su madre, la emperatriz María, a quien supongo que casi le daría un síncope, después lo hizo a su hermano el Zar, en esta ultima carta cometió la torpeza de utilizar la enfermedad de Alexis como una de las razones de su acción, parte de la carta es la siguiente:

“Querido Nicolás, sé que mi carta te causará mucha pena y te pido de antemano, como hermano tuyo, que me escuches y comprendas. Lamento angustiarte aún más cuanto estás tan preocupado por la enfermedad de Alexis, pero fue precisamente esta circunstancia y la idea deque podría ser separado de Natalie Sergeyevna Brasova, lo que me apremió a casarme con ella. Hace ya cinco años que la amo y no puedo decir que por mi parte fue una mera distracción. Al contrario, con cada año me he sentido más profundamente atraído por ella y la idea de quedar privado de ella y de nuestro hijo era simplemente insoportable...”.

La emperatriz María, la madre de Miguel estaba totalmente abatida, como demuestra la carta que le escribió a su hijo el Zar Nicolás II y de la que redacto el primer párrafo;


“Mi querido y dulce Nicolás, debo hablarte de un nuevo golpe cruel y terrible. Acabo de recibir una carta de Misha en la que me informa sobre su boda. No puedo creerlo y apenas entiendo lo que estoy escribiendo, es tan inefablemente espantoso en todo sentido y me ha destruido por completo. Sólo te pido que siga siendo un secreto, para que no haya otro escándalo. Hubo otros matrimonios secretos sobre los que todos fingían no saber nada...”

Nicolás estaba indignado con su hermano y su indignación se refleja perfectamente en la carta con la que contestó a su madre, parte de ella dice así:

“Querida madre, iba a escribirte sobre esta nueva desgracia que ha recaído sobre nuestra familia, pero ya habías recibido la estremecedora noticia. Adjunto la carta que recibí en el tren al dirigirme aquí. Léela para verlo con tus propios ojos. ¿Puede realmente, después de lo que ha escrito, permanecer en el servicio y al mando de tu caballería?...

¡Ay¡, todo ha terminado entre él y yo, porque él ha faltado a su palabra. ¿Cuántas veces me dijo, sin que yo se lo preguntara, que me daba su palabra de que nunca se casaría con ella?. ¡Y yo que le creía¡...”.

No se hubo de esperar mucho para saber que había decidido Nicolás. Un decreto imperial no solo lo condenó al destierro, salvo que regresase a Rusia solo y divorciado, sino que congeló todos sus activos en Rusia y sometió sus bienes a una tutoría, cosa reservada tan solo a los menores de edad o a los locos. Era una disposición tan injusta que hasta a los más recalcitrantes les pareció demasiado fuerte la medida decidida por el Zar por el hecho de que Miguel se hubiese casado. Sobre todo después de que la familia imperial hubiese consentido hipócritamente durante tanto tiempo las relaciones entre Miguel y Natasha sin haber puesto muchas cortapisas porque se daba el caso de que Natasha era una mujer casada y tan solo podía ser su mantenida. La verdad es que todo este asunto se asemejaba mucho a una novela del conde Tolstoy.

Aunque preocupado por la ruptura con su familia, especialmente por el pesar que sabía le había dado a su madre, Miguel no lamentaba mucho la decisión que había tomado. Si el destierro era un castigo también era una libertad. Ahora, libre de la presión de la familia imperial y de la sociedad rusa, Miguel y Natasha podían vivir una autentica vida de pareja sin esconderse de nadie y eso era sencillamente delicioso. Podían recibir visitas y al mismo tiempo eran recibidos por todos sin hallar ningún tipo de cortapisas. Vivian una vida fastuosa, visitando casi todas las capitales de Europa. Miguel obsequiaba constantemente a Natasha, sobre todo con magnificas joyas, cuya colección con el tiempo valdría una fortuna. Para el primer cumpleaños de Natasha en el extranjero Miguel le regaló un Rolls Royce, lo cual lo dice todo de la abultada cuenta bancaria del Gran Duque. Por estas fechas Miguel contrató a un nuevo secretario, un ruso de ascendencia inglesa llamado Nicolás Johnson, bajo y regordete, que sabía tres idiomas y que con el tiempo fue uno de sus mejores amigos. No se podía suponer el Gran Duque Miguel que aquel fiel hombre lo acompañaría hasta el final y sería enterrado con el en la misma tumba en medio de un bosque de Siberia.

Sin embargo con el paso del tiempo le disgustaba cada vez más estar separado de su familia y ser consciente del dolor que había producido. Especialmente estaba preocupado por su madre y le dolía enormemente la indiferencia de su querida hermana Olga, la compañera de su infancia, por eso a mediados de 1913 hizo algunas tentativas de acercamiento. La primera que le abrió los brazos fue su hermana Xenia, que dio los primeros pasos para empezar a cerrar las heridas con la familia. Hablo con su madre, que se hallaba en Londres en compañía de su hermana la reina viuda Alejandra, sobre Misha y la emperatriz se echó a llorar desconsolada. Xenia comprendió que estaba deseando volver a verlo y lo arregló todo. Miguel llegó a Londres el 11 de Julio para ver a su madre. Con Natasha, por supuesto.

De esa manera Natasha vio por vez primera a su suegra, la emperatriz viuda María, el encuentro fue en Marlborough House, donde residía acompañando a su hermana la reina Alejandra, al parecer el encuentro entre las dos mujeres fue muy tenso y, según testigos, la emperatriz le dijo a Natasha cosas muy desagradables, aunque ésta, aleccionada ya, guardó silencio y supo aguantar el tirón con entereza refrenándose el orgullo.

La consecuencia más inmediata de la visita a la emperatriz viuda en Londres fue la decisión que tomaron de residir permanentemente en Inglaterra, país en el que Miguel se sentía muy cómodo y con el que sentía fuertemente vinculado, al fin y al cabo el rey de Inglaterra era su primo y la reina viuda Alejandra su tía. Fijaron su residencia en Knebworth House un magnífico palacio, en plena campiña a 30 kilómetros de Londres, y propiedad del conde de Lytton, al que se lo alquilaron por 63000 libras anuales. Una nimiedad si consideramos que la propiedad incluía magníficos jardines y un verdadero ejercito de lacayos, criadas y jardineros a su servicio.

1913 fue la época más feliz en la vida de Miguel y Natasha, a pesar de una cierta reticencia al principio por parte de la sociedad inglesa, suscitada sobre todo por la condesa Torby, esposa morganática del exiliado Gran Duque Miguel Mihailovich, celosa porque la esposa de otro Gran Duque pudiese brillar en la sociedad londinense. No obstante si en un principio hubo reticencias sociales estas se disiparon rápidamente y pronto tuvieron una intensa vida social. Fue una etapa maravillosa pero todo acabó con el asesinato del Archiduque Fernando y de su esposa Sofía Chotek en Sarajevo. Había estallado la guerra y Miguel se apresuró a telegrafiar a su hermano solicitando regresar al ejercito. Nicolás, teniendo en cuenta la situación de guerra, dejó a un lado las heridas familiares y envió su aprobación. Miguel y Natasha regresaron a Rusia.

Una vez en Rusia Miguel y Natasha se instalaron en su casa de Gatchina y Miguel se presentó a su hermano que lo recibió con frialdad, pero aunque fue ascendido a general de división el puesto que recibió Miguel sorprendió a todos, pues se le asignó el mando de una nueva división que se constituyó con jinetes musulmanes del Cáucaso, miembros de tribus que nunca habían servido en el ejercito y que parecía dar a entender que aun no se le perdonaba por su comportamiento. Se denominaba oficialmente “División de Caballería Nativa del Cáucaso”, y abarcaba seis regimientos, cada uno con el nombre de la tribu o lugar de procedencia. Sería una de las mejores unidades de combates del ejercito ruso y pronto fue conocida por “la División Salvaje”, uno de sus oficiales era un joven aristócrata, el príncipe Putyatin, que pronto gozo de la amistad de Miguel. Como sabía que a Natasha la rechazarían en San Petesburgo, rogó a su mujer, Olga, que frecuentase a Natasha y si en principio la princesa Olga Putyatina mostró una cierta reticencia, luego tras tratar a Natasha se convirtió en una de sus más cercanas amigas.

Con Miguel en el frente y de nuevo sola en Gatchina, Natasha intentó organizar su vida lo mejor que pudo. Una de sus primeras acciones fue organizar, como tantas damas de su época, un hospital en Gatchina que albergaba a treinta heridos y otro en San Petesburgo que albergaba a cien. La sociedad seguía siendo reticente con ella pero el hecho de tener a su esposo en el frente, la amistad con la princesa Olga Putyatina y sus frecuentes salidas a San Petesburgo aliviaron en algo la situación.

1915 fue un año de reconocimientos para Miguel y Natasha. Por aquella época Misha empezó a hacerse celebre por el valor que demostraba al frente de su División Salvaje, que empezó a ser legendaria, sobre todo fue célebre la heroica defensa en el frente de los Cárpatos, por todo ello Miguel recibió la Orden de San Jorge, la orden militar más prestigiosa del imperio ruso. Nicolás II quiso también demostrar que seguía apreciando a su hermano a pesar de su matrimonio y mediante un Ucase imperial, de fecha 26 de marzo de 1915, concedió al pequeño Jorge el título de conde Brasov, aunque curiosamente Nicolás II no levantó la tutoría sobre sus bienes. ¡Que contradicción¡, era un héroe de guerra condecorado con la Orden de San Jorge, reconocía la legitimidad del hijo de Miguel otorgándole un título de conde pero seguía siendo un menor de edad para administrar sus bienes. Indudablemente el odio a Natasha persistía.

El reconocimiento a su valor, unido al hecho de que buena parte de la sociedad seguía opinando que el castigo dado a Miguel por su matrimonio había sido injusto y unido al hecho de que su mujer fuese una autentica rusa en clara diferencia con Alejandra, alemana como el enemigo, empezaron a hacer que en sociedad cada vez se viese con más simpatía al matrimonio de Miguel y Natasha y que por tanto esta fuese más aceptada por todos. Sobre todo fue aceptada en ciertos círculos intelectuales y políticos que se encontraban en clara oposición con las opiniones de la Corte, entre sus nuevas amistades se encontraba el conde Dimitri Kapnist, uno de los miembros del partido octubrista, favorecedores de una monarquía constitucional, idea esta defendida abiertamente por Natasha. Por aquella época empezaron a frecuentar la compañía de Natasha varios Grandes Duques, especialmente el Gran Duque Dimitri, lo que conllevó incluso unos ciertos celos por parte de Miguel.

La guerra se recrudecía de forma alarmante y Rusia empezaba a resentirse de sus estragos, a lo cual se añadía las enormes deficiencias que presentaba el ejercito ruso y la creciente inestabilidad política, todo ello se acrecentó aún más cuando Nicolás II, auspiciado por su esposa, despidió al torpe ministro de la Guerra y sustituyó al Gran Duque Nicolás Nikolaievich al mando del frente de la guerra por una persona con una preparación nula en el arte de la estrategia militar: el mismo;
pero lo pero fue que dejó como regente de Rusia a Alejandra Feodorvna, a una esposa histérica dominada por el siniestro Rasputín.

La cuenta atrás para el acto final de la tragedia había comenzado. Y la cuenta atrás para el reconocimiento de Miguel como emperador de Rusia también.

Te sigo Melogar, te sigo...

Todavía tengo pendiente datos biográficos de Natasha, así que espero que continues y termines tu relato, para empezar a postear.

Gracias por el tiempo que dedicas al tema y al Foro.


Un saludo.

Gracias a ti Rosydany, por abrir el foro, por seguir el relato y por los ánimos.

Queda poco para acabarlo.

En 1916 Miguel regresa a Gatchina enfermo de difteria, por lo que es revelado del mando por su hermano Nicolás quien además, por fin, le levanta la tutoría sobre sus bienes. Una vez en Gatchina, tan cerca de la capital, es testigo de cómo se están complicando la situación política y social. Ante ese estado de cosas intenta hablar con su cuñada la emperatriz, totalmente dominada ya por el fatídico Rasputín, pero no consigue nada positivo, al contrario lo único que consigue con su entrevista es levantar aún más la animadversión de una Zarina cada vez más paranoica. A los pocos días Alejandra Feodorovna tuvo la oportunidad de plasmar su animosidad contra Misha y Natasha cuando una importante revista de sociedad de Petrogrado (porque ya San Petesburgo era Petrogrado) decidió realizar una exposición consagrada al Gran Duque Miguel y a Natasha junto con una reluciente descripción de sus tareas hospitalarias. Cuando la noticia de la exposición llegó a Tsarskoe Seló, Alejandra no titubeó en ordenar al príncipe Obolenski, gobernador del palacio imperial, que la clausurase de inmediato. Fue un auténtico bofetón publico para Miguel y Natasha.

Misha no fue el único miembro de la familia imperial a quien Alejandra rechazó sin contemplaciones. Su suegra la emperatriz María, indignada e impotente huyó de la capital y de su neurótica nuera refugiándose en Kiev con su hija Olga. La Gran Duquesa Ella, hermana de la emperatriz, que también intentó hacerla entrar en razón, salió de palacio de malas maneras, ¡casi a empujones¡. Ya no había nada que se pudiera hacer. El país, en plena guerra, va a la deriva. Nicolás estaba dominado por su mujer y su mujer dominada por Rasputín, que ordena poner y quitar ministros a su antojo alegando ser voluntad divina. Se intentó frenar la situación asesinando a Rasputín pero ya era demasiado tarde. El ejercito y sus generales empiezan a hartarse y ya se habla abiertamente de la necesidad de un golpe de estado, de una “revolución desde arriba” que obligue al Zar a reconocer un gabinete competente y responsable ante una Duma electa. No se consiguió. En febrero de 1917 de forma totalmente inesperada estalla la revolución pero desde abajo y tropas acuarteladas en Petrogrado se levantan en armas y entran en la Duma. El gobierno es derrocado y se crea un gobierno provisional. En la Duma conviven revolucionarios y contra revolucionarios en una absurda ensalada política. Dentro de ese caos empieza a descollar Kerenski que cada vez se hace más dueño de la situación. Nicolás no parece darse cuenta de nada y en vez de transigir con el nuevo estado de cosas, ordena que Regimientos leales avancen a la capital y la reduzcan a la calma, al tiempo que sube al tren imperial e intenta llegar a Petrogrado. ¡Todo es ya inútil¡. Políticos leales, conociendo que buena parte del ejercito aún está con el Zar, así como sus generales, intentan salvar la situación de la única manera posible, presionando al emperador para que abdique en el Zarevich Alexis con el Gran Duque Miguel como regente. El nuevo gobierno provisional, artera y astutamente, también está por esa salida. Nicolás accede y entrega a dos delegados del gobierno provisional, Aleksander Guchkov, flamante ministro de la guerra tras la revolución de febrero y Vasili Shulgin, otro político del momento, el acta de abdicación. En un principio abdicó directamente en Alexis dejando como regente a su hermano Miguel, pero después considerando la enfermedad de su hijo, decidió abdicar directamente en su hermano.

Miguel ya era emperador de Rusia. Pero todavía no lo sabía.

La abdicación de Nicolás II tal y como estaba redactada tuvo un papel decisivo en el desarrollo inmediato de los acontecimientos, ya que arrebataba al gobierno provisional el hecho de la existencia de un niño-Zar que, indudablemente, podría ganar los corazones de los sentimentales y reverentes soldados campesinos que permanecían en los barracones de los cuarteles oscilando entre la lealtad y la rebelión. Por otro lado sabían que la abdicación de Nicolás II sería determinante para buena parte de los generales del ejercito imperial que exigirían la ejecución del acta de abdicación tal y como estuviese consignada. Por tanto, por ese lado, un niño-Zar conllevaría la creación de una regencia sostenida por el ejercito. Con una regencia títere y el ejercito de su parte el Gobierno Provisional pensaba poder dominar la situación y al mismo tiempo crear un cómodo puente hacia una república liberal, que al fin y al cabo era el objetivo a alcanzar por el Gobierno Provisional, partidario de una república casi en su totalidad. Pero con el acta de abdicación de Nicolás II aquella posibilidad era imposible. ¿Que hacer entonces?, había que buscar una solución de forma rápida ya que la capital estaba cada vez más dominada por el poderoso Soviet y el ejercito ruso se encontraba muy lejos.

De entrada se intentó que el acta de abdicación de Nicolás II no fuese conocida por el público ni por el ejercito ¡pero eso era imposible¡, pronto todo Petrogrado supo de la abdicación del Zar en su hermano así como que muchos de los generales del frente de guerra lo habían reconocido y aclamado como el nuevo Zar Miguel II, lo que significó enaltecer aún más los ánimos entre los amotinados que constituían el Soviet de la capital, poniendo aún más en peligro y más asustados de lo que estaban ya a los miembros del tambaleante Gobierno Provisional, que en ese momento no hubiese podido hacer frente a una insurrección organizada de los soldados amotinados en Petrogrado, (como tampoco pudo en el mes de octubre de ese año). Había, por tanto, que encontrar al Gran Duque Miguel y utilizarlo como más conviniese a los intereses del Gobierno Provisional, como si fuese un títere, ¿pero como?.

Dio la casualidad de que Miguel se encontraba en Petrogrado cuando estalló la revolución de febrero, y fue testigo directo de los acontecimientos. Esos tremendos sucesos impidieron que regresara a Gatchina con Natasha y se refugió, junto a su secretario Nicolás Johnson, y el cuñado de Natasha, el abogado Alexei Makveet, en la casa de los príncipes Putyatin, en la exclusiva calle Millonnaya, a la que fueron a buscarlo los miembros del Gobierno Provisional fuertemente custodiados, por temor a los revolucionarios. Fue entonces cuando Miguel se enteró de que era emperador. Esperaba verse como regente del Zarevich Alexis, era algo previsible, pero ¿Emperador de Rusia?. ¡No salía de su asombro¡.

Los miembros del gobierno provisional se pusieron de pie cuando Miguel entró en la sala donde lo esperaban. Intentaban ser corteses en la medida de lo posible, aunque desde el principio se dirigieron a Miguel no con el tratamiento de “Majestad”, sino con el de “Alteza”, lo que subrayaba el propósito de la reunión. Tras comunicar a Miguel su nueva condición imperial, el tema recurrente en la reunión fue el enorme peligro que corrían todos, incluido Misha, debido a las circunstancias del momento y el polvorín que significaba los soldados que constituían el Soviet de la capital. ¡El miedo al poder latente del Soviet de Petrogrado¡, miedo agudizado por el histriónico de Kerenski, que cargaba las tintas para precipitar los acontecimientos e intimidar a Miguel, ¿podría hacer mella el miedo en un hombre que en el frente había visto tan de cerca a la muerte y tenía la Orden de San Jorge y la de San Vladimir por su demostrado valor?. Pero había que resaltar lo extremo de la situación y como única salida posible la abdicación de las funciones de Miguel en el Gobierno Provisional de forma incondicional, lo cual lo legitimaría ante el ejercito y calmaría temporalmente las iras del Soviet.

Durante la reunión Miguel permaneció sentado y habló poco, después de casi dos horas de discusión se levantó y manifestó que quería reflexionar en privado con sólo dos de los presentes. Luego tomaría una decisión. De los presentes, eligió al Príncipe Lvov, presidente del Gobierno Provisional, y a Rodzyanko, presidente de la Duma. Era la elección lógica ya que eran las dos figuras más destacadas de la reunión, pero fue una lástima porque eran, de los presentes, dos de los partidarios más acérrimos, juntos con Kerenski, de la abdicación de Miguel de forma incondicional. ¡Indudablemente Miguel tenía pocas opciones¡. Con las dos únicas personas que podía asesorarse era con su secretario Nicolás Johnson y con Alexei Matveev, quien sugirió tener delante las Leyes Fundamentales así como el acta de abdicación de Nicolás II. Hubo de ir a buscarse ambas cosas porque no se encontraban allí. Un confuso príncipe Lvov propuso ir a buscar a su propio experto en Leyes, Vladimir Nabokov, un abogado de cuarenta y siete años, (padre del que sería el famoso escritor de fama internacional de igual nombre que su padre y autor de la famosa novela “Lolita”), que, mandado llamar, acudió de a casa de los Putyatin con el primer tomo de las leyes imperiales. Mientras, también se fue a buscar el acta de abdicación del Zar.

Informado del asunto, aunque sin salir de su asombro por ello, Nabokov combino con Matveev que la Leyes fundamentales eran esenciales en este caso y solicitó el asesoramiento de un especialista en el asunto, sugiriendo la presencia del prestigioso jurista barón Nolde, que fue mandado buscar de inmediato. Nolde y Nabokov se retiraron a una habitación y allí empezaron a discutir como podría darse un viso de legalidad a todo aquel asunto, encontrándose con un problema legal tras otro, el primero era el hecho de que nada justificaba que Nicolás abdicara en nombre de su hijo, y las circunstancias políticas, indudablemente, no permitían cancelar esa medida. Por tanto aunque los hechos consumados establecían que Miguel era el Zar el hecho de que lo fuera era muy discutible, aunque desde luego necesario ya que Miguel, como Zar, era el único que podía dar la nuevo gobierno una legalidad que nadie más podía darle, pero solo podía hacer eso, darle legitimidad, ya que, con las Leyes Fundamentales en la mano, era completamente ilegal que Miguel abdicase sus funciones en nadie salvo en su inmediato sucesor (que era el Gran Duque Kirill), lo cual era impensable. ¿Entonces ¿en quien abdicar?, ¿en la Duma?, ¿en el Gobierno Provisional? ¡legalmente imposible¡.

Tras varias horas de discusión, se hubo de admitir que en las circunstancias presentes no se podía conciliar la ley con la necesidad política y al final se hizo una equilibrismo legal y se presentó ante Miguel, Nicolás Johnson y Matveev, un manifiesto del que se hubiera reído cualquier tribunal en Rusia, y en donde Miguel admitía que había recaído sobre el la responsabilidad del trono;
se contradecía al indicar que aceptaría el trono si lo ratificaba una Asamblea Constituyente, y al mismo tiempo manda a todos a obedecer al Gobierno Provisional al que reconoce poderes plenipotenciarios que no podía dar porque dejaba bien claro que no aceptaba el trono si no lo ratificaba una Asamblea. Por supuesto en ningún momento del manifiesto se le da el nombre de Emperador, en ningún momento habla de renuncia y por supuesto de abdicación. El manifiesto dice asi:

“Un gran peso ha recaído sobre mí por voluntad de mi hermano, quien me ha entregado el trono imperial de Rusia en una época de guerra y disturbios populares sin precedentes.

Inspirado como todo el pueblo por la idea de que lo más importante es el bienestar del país, he tomado la firme decisión de asumir el poder supremo sólo si tal es la voluntad de nuestro gran pueblo, cuyo derecho es establecer la forma de gobierno y las nuevas leyes básicas del estado ruso por sufragio universal a través de sus representantes en la Asamblea Constituyente.

Por tanto invocando la bendición de Dios, exhorto a todos los ciudadanos de Rusia a obedecer al Gobierno Provisional, que ha cobrado existencia por iniciativa de la Duma y está investido con poderes plenipotenciarios hasta que la Asamblea Constituyente, a ser convocada con la menor demora posible por sufragio universal y votación directa, igualitaria y secreta, exprese la voluntad del pueblo mediante su decisión sobre la forma de gobierno. Firmado Miguel”.

A partir de aquí se podría entrar en una discusión sobre la legalidad de Miguel como Zar así como sobre la legalidad de ese manifiesto, documento extraordinario creado en circunstancias extraordinarias. Creo que lo único que se quería conseguir con el manifiesto era un compás de espera donde se pudiese restaurar el orden y crear las condiciones necesarias para la elección de una asamblea formada por hombres como ellos los que formaban la Duma. Seguramente contaban con la esperanza de grandes victorias en el frente que levantasen el estado de animo, o quizás hasta con el final de la guerra que hiciese regresar al ejercito para asegurar el orden.

¿Fue Miguel Zar?. Yo pienso que si, porque, aunque no le correspondía ocupar el trono, hubo muchos que lo reconocieron como Emperador, (Nicolás II, que abdicó en el, buena parte del ejercito, el Gobierno Provisional, la Duma que aceptó el manifiesto) y porque dentro de ese reconocimiento hizo un acto, discutible eso sí, como soberano.

¿Qué opináis vosotros?

Mi querida Melogar:

Te sigo guapa, te sigo...

Ya lo he dicho pero lo repito: Miguel fue Tzar, pero no "
Imperial"
. El Imperio Ruso, como tal, ya no mexistía en ese momento. Me explico: Con un Gobierno provisional y la constitución de una Asamblea, dónde quedaba el poder de un emperador? Es muy confuso y controvertido, pero en el rigor, para mi, Miguel no fue el último Tzar Imperial de Rusia. Fue Tzar de Rusia, pero no de Rusia Imperial.


Un saludo.

Fabi:

Entiendo tu punto de vista, es más, cuando dices que no hay razón para ello, es lo mismo que quise explicar en lo anterior. El Imperio como tal, podía seguir existiendo físicamente, pero las leyes no fueron seguidas. El orden se rompió en algún lugar de la cuerda. Es más, es interesante que pongas en consideración que la abdicación de Nicky sobre su hermano Misha no era del todo legal. Lo correcto hubiera sido abdicar en favor de su hijo, pero ya todos sabían y conocían las circunstancias de Alexei. Es comprensible la decisión que tomó un padre para con su hijo.

No desconozco que Miguel fue el último ZAR de Rusia, simplemente no fue con todas las de rigor, bajo las leyes que "
todavía"
estaban en funcionamiento, en cuanto a la sucesión. Había un vacío legal, se lo puede llamar así, que dejaba puertas traseras abiertas para todo tipo de maniobras de cada lado, en ese momento.