Nobleza Española

una pregunta: siendo Rafael Duque de Feria, corresponde que mande una invitación donde su madre es la que invita?
Es como la invitación de cualquier boda a la que he ido, con el agregado del título debajo del nombre...
Pregunto porque no tengo ni idea de los usos en este tipo de caso.

Muchísimas gracias Pepón, para todos sus posts que son interesantísimos y documentadísimos (perdón para tantos superlativos...) y particularmente para su mensaje del 9 sobre la genealogía de la futura duquesa de Feria.
Me permité enviarla al webmaster de Royauté News, que no participa al foro porque solo lee el español, no lo escribe, pero viene de vez en cuando.

Ignacio Figueroa y Mendieta, VI Marques de Villamejor
Padre del I Duque de las Torres y del I Conde de Romanones



He encontrado en internet este interesantísimo trabajo sobre el VI Marqués de Villamejor





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EL MARQUÉS DE VILLAMEJOR



Al comienzo del Paseo de la Castellana, en el número 3, cercano a la Plaza de Colón, en Madrid, se conserva, afortunadamente casi indemne por azares de la historia, uno de los pocos palacetes que supervivieron a los estragos de la piqueta demoledora de las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo que convirtió en ruines escombros a la mayor parte de estos magníficos edificios sobre cuyos solares se alzaron luego las sedes de grandes bancos, hoteles y compañías construidos con arreglo a las técnicas y estilos más vanguardistas.



En mi anterior condición de “inquilino”, como funcionario público del extinguido Ministerio de Administraciones Públicas, alojado en este edificio desde 1986 a 2009 he tenido ocasión de conocer y divulgar en publicaciones oficiales1 y hasta en este mismo “blog”, la historia del edificio, conocido como palacio de Villamejor que incluye una etapa aristocrática como residencia de los marqueses de Villamejor primero y de don Carlos de Borbón y familia, después, y una etapa oficial, gracias la cual se salvó de la destrucción, como sede de la presidencia del Consejo de Ministros desde 1914 a 1977 y luego ministerial hasta la actualidad en que lo ocupa el Ministerio de Política Territorial.

Quisiera ahora trazar un breve biografía de quién ordenó la construcción de este edificio y fue su primer morador, don Ignacio de Figueroa y Mendieta, marqués de Villamejor, completando las informaciones que sobre su persona figuran en las publicaciones citadas con algunos nuevos datos obtenidos del manejo de fuentes y lecturas diversas.


Nació este lustre prócer en la localidad de Llerena (Badajoz) el 22 de abril de 1808, siendo sus padres don Luis de Figueroa y Casaus y doña María Luisa Mendieta. Desde muy pequeño dio pruebas de firme voluntad y de una actividad prodigiosa que mantendrá casi hasta la hora de su muerte, a la avanzada edad, para aquel entonces y aún ahora, de 91 años.


De su padre heredó una cuantiosa fortuna, que, según el testimonio devoto de su hijo, el conde Romanones, no era tanta y si “una industria en marcha, bien organizada”. La base de esta industria era la comercialización y transformación de mineral de plomo de las minas Arrayanes de Linares y de las Alpujarras, trasportadas desde los puertos de Málaga y Almería hasta Marsella donde la Casa Figueroa tenía su centro de negocios.


Según Guillermo Gortázar principal investigador de la familia Figueroa, Luis Figueroa y Casaus, descendiente de la pequeña hidalguía extremeña y antiguo oficial de dragones de la Reina y del ejército napoleónico, emigró a Francia con la retirada de este ejército y, al igual que otros muchos afrancesados, se estableció en Marsella, donde había vivido un pariente suyo. Después de algunas tentativas comerciales de muy dudoso éxito con varios productos, formó una sociedad, con uno, o, probablemente, dos socios. Las operaciones de Figueroa se desarrollaron inicialmente en dos zonas distintas: las Alpujarras y la sierra de Gador, extendiéndose luego a Linares y La Carolina mediante contratos con la Hacienda Pública para el alquiler de fábricas y la compra y entrega de mineral. El comportamiento de Figueroa, nos dice este autor, era claramente especulativo y se basaba en la captación de capitales, la negociación con el Estado, con apoyo de personajes influyentes, prácticas extralegales y viajes múltiples a la Península. Por eso dice Chastaragnet4 que Figueroa era un negociante capitalista mucho mas que un industrial del siglo XIX. Posteriormente Figueroa buscó beneficios no estrictamente comerciales alquilando fundiciones al Estado, comprando a particulares y vendiendo en la costa española (Málaga, Adra o Almería), pero su centro de negocios era el puerto francés de Marsella, el centro más importante del comercio internacional del plomo, donde Figueroa era uno de sus ciudadanos más opulentos y donde el tráfico del mineral, impulsado por la aparición de una nueva zona productiva en Cartagena, dio lugar al nacimiento de una fuerte actividad industrial y a la constitución por Figueroa de una sociedad colectiva –Figueroa y Cía- para “la fabricación y el negocio de plomos” en una fábrica sita en el barrio del Rouet.


Involucrado en la empresa paterna, el joven Ignacio comenzó a trabajar en Adra (Almería), se trasladó luego a Cartagena y de allí a Marsella, donde continuó la labor de su padre, muerto en 1853, con la apertura de una nueva fábrica en el sitio llamado “Les Goudes” hasta que la evolución de los mercados y el deseo de acercarse a las zonas productoras en busca de ganancias de producción o de contactos directos con los nuevos centros importadores, hizo que, ya casado, trasladara su residencia a Madrid en 1860, aunque manteniendo todavía una actividad industrial en aquella ciudad.


Don Ignacio debió ser en su juventud un buen mozo, “de elevada estatura, muy proporcionado, seco y ágil”. Cuando nació su cuarto hijo, Álvaro tenía mas de cincuenta años, no obstante lo cual se conservaba aún “en la plenitud de su vigor hasta el punto de preguntarse el conde al verle, “como sería cuando tuviera veinte”. Únicamente tuvo problemas de sordera, que “fue causa de su frecuente mal humor y de llevar una vida muy reconcentrada”5 problemas debieron acrecentarsele en su vejez, tal como muestra la fotografia que acompaña a este texto tomada en sus últimos años donde aparece con el aire ausente de las personas que sufren aislamiento por sus defectos auditivos.


De la juventud de don Ignacio se cuentan muchas anécdotas reveladoras de su ímpetu y fuerte carácter. En cierta ocasión se embarcó en Almería en un buque de vela, y como arreciara el viento a poco de abandonar el puerto, dio orden al capitán de echar un bote al agua para volver a Almería, a lo que se negó el capitán, respondiendo que abordo él era la única autoridad y que no le obedecería. Ni corto ni perezoso, don Ignacio se desnudó, se arrojó al mar y nadando consiguió llegar a puerto.


Nunca tuvo miedo a la muerte. Cuenta el conde de Romanones que “cuando el cólera asolaba a Europa el año de 1835, acudió a París para recoger el último suspiro de su madre, víctima de la terrible epidemia. Acompañó su cadáver hasta el cementerio, y como en la casa de mi abuela la mejor cama era la dejada vacía por la muerte, mi padre, con toda tranquilidad, se acostó en ella, y en sueño profundo, pasó la noche”.


De su temeridad y desprecio al peligro dan cuenta otros muchos lances. Cuentan las crónicas sociales que acudió en ocho o diez ocasiones al llamado terreno del honor y que en un mismo día, en tiempos de la Regencia de María Cristina, sostuvo tres duelos, sin contar el que tuvo lugar en Adra en que las condiciones eran a caballo y con escopeta. No cabe duda que don Ignacio era todo un carácter.


Gran aficionado a los caballos, era famosa su cuadra, en la finca de El Negralejo, a las orillas del rio Jarama y cercana a Madrid (hoy convertida la finca en palacio de bodas). "





El Negralejo. Madrid

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Notable tirador de armas, diestro “sportman”, ejercicios a los que se dedicaba con verdadero entusiamo tuvo también una faceta más oculta de literato y artista. Hablaba y escribía con fluidez francés, idioma que dominaba tan bien como el propio e inglés -traducía a Shakespeare-, componía versos “primorosos”, sobre todo en francés y era dibujante y pintor más que aficionado, dedicando a estos menesteres artísticos el escaso tiempo que le permitían sus negocios.

Era también músico nada vulgar. Se cuenta de él que había bajado en Adra una rapidísima cuesta al galope de su caballo con las riendas sueltas y tocando el violín. Esta anécdota la relata también el conde, quizás magnificándola, al escribir que “teniendo veinticinco años cruzaba la Alpujarra en una sola jornada;
iba de Adra a Granada, jinete en un pura sangre y tan seguro y tranquilo, que durante ella, y para romper la monotonía de la marcha, no dejaba de tocar un violín, yendo a galope y subiendo y bajando riscos”.


En 1852, ya cuarentón, unió a su condición de hombre de negocios la de aristócrata al casar con doña Ana de Torres y Romo, vizcondesa de Iruesta, condesa de Tovar e hija huérfana del marqués de de Villamejor, veinticuatro años más joven que él pues había nacido en 1832. La casa de Torres había recibido distinciones durante la Guerra de Sucesión y, aunque su fortuna había menguado desde entonces, todavía poseía un vasto patrimonio inmobiliario en la provincia de Guadalajara, capital donde el padre de la marquesa había sido alcalde en tiempos de Fernando VII. Su padrastro y tutor, el abogado José Domingo de Udaeta, era un destacado progresista alcarreño, comprador de bienes desamortizados de la Iglesia, diputado en 1840, gobernador civil de la provincia tras el estallido de la revolución de septiembre, senador desde 1871 y diputado de nuevo en la Asamblea republicana. “a través de él - escribe Moreno Luzón- se insertaron ideas avanzadas en el tronco moderado de los Villamejor”6. La unión entre la antigua aristocracia y la pujante burguesía era muy propia de la época isabelina, donde los grupos ascendentes de la sociedad -comerciantes, industriales inversores, nuevos propietarios agrarios, profesionales y políticos- matrimoniaban con la vieja aristocracia rentista, frecuentemente dañada en su patrimonio pero que conservaba íntacto su valor social.

No obstante, preciso es decir que don Ignacio era hombre poco propicio a a los títulos y honores. Titulus tumuli (cosas solo para la inscripción en la tumba), solía decir cuando le hablaban de pergaminos. Según recuerda su hijo, el Conde, “Del marquesado de Villamejor no hacía gran caso, y solo firmaba con su nombre y apellidos, suprimiendo, para ahorrar tiempo, la partícula “de” usada por todos sus parientes. En el hombre, solo estimaba cuanto se obtiene por el propio esfuerzo;
su lema era ¡y como no!, latino: labor omnia vincit. Cuando nos veía acudir a los rezos, no siendo muy aficionado a estos, decía : “Yo también rezo, porque laborare est orare”7. En cuanto a los honores, nunca pidió ni obtuvo gracia, distinción o consideración de ninguna clase, “habiendo única y espontánemamente recibido del Emperador Napoleón III la cruz de oficial de la Legión de Honor por la parte que tuvo en el tratado para la supresión del derecho diferencial de bandera en 1867”.8

El matrimonio Figueroa-Torres tendrá cinco hijos: María Francisca, Condesa consorte de Almodóvar;
José, Vizconde de Irueste;
Gonzalo, duque de las Torres y marqués de Villamejor, que llegó a ser alcalde de Madrid;
Alvaro, el más famoso, conde de Romanones, presidente del Consejo de Ministros en varias ocasiones y Rodrigo, duque de Tovar. Además de estos tuvo don Ignacio dos hijos naturales reconocidos por Sentencia del Tribunal Supremo.

En Madrid, a su regreso de Marsella, la familia Villamejor habitó la que fue vieja mansión del Cardenal Cisneros, en la plaza de la Villa, junto al edificio del Ayuntamiento y el de la Real Sociedad Matritense de Amigos del País, un sólido palacio renacentista que estaba dividido en viviendas de alquiler y que habitaban algunas de las mas distinguidas familias del periodo o isabelino, como las de los generales Narváez y Zabala. Los marqueses de Villamejor ocupaban el piso bajo.


Integrado completamente en la sociedad aristocrática, el marques de Villamejor era muy conocido en la Corte y Villa como habilísimo hombre de negocios, que llevaba directamente sin dar muestras de abatimiento o cansancio. Su hijo, el Conde, con quien debía llevarse solo regular, recuerda que “Trabajaba a toda hora, excepto las de la noche;
gran madrugador, par él constituía grave falta permanecer en el lecho pasadas las ocho. ¿Cuántas veces decía “Yo divido a los hombres en dos clases: los que se levantan temprano y cuantos se levantan tarde”. Por ello en su sepultura dejó encargado poner este epitafio “Hic quiescit qui nunca quievit” “Aquí descansa quien nunca descansó”.


Alternó el marqués los negocios urbanos con los industriales. En el Paseo de Atocha edificó una nueva barriada que hermoseó y realzó la importancia creciente de la zona, a la vez que mantenía la propiedad de varias fábricas metalúrgicas en Linares y Barcelona y especialmente la de Santa Lucía en Cartagena, para desplatar plomos, fábrica histórica por haber sido ocupada por los cantonales que fabricaron con aquel metal monedas federales.


Otra anécdota, también en Cartagena, la cuenta el Conde de Romanones de esta manera: “Por aquellos años, haciendo, como de costumbre, su viaje mensual a Cartagena para llevar los fondos necesarios al movimiento de su industria, pues entonces no era posible hacer desde Madrid giros de consideración, los llevaba en monedasde plata metidas en talegas, y estas en cajas de madera. Cerca del a estación de Calaspaarra fue detenido el convoy por la partida carlista de Lozano.


Los viajeros fueron despojados de cuanto llevaban, y cuando mi padre creía irremisiblemente perdidos sus veinte mil duros, la Providencia dispuso que no fuese Lozano un desconocido para él. Años antes, en el balneario de Fortuna, habían trabado amistad inspirada en una mutua simpatía.

Al reconocerle Lozano le dijo: “No tenga cuidado por su dinero;
pues, aunque con no poco trabajo, lo he salvado de las garras de mi gente. Ta habían olfateado una buena presa”.


Poco tiempo después fue copada con su jefe la partida, y Lozano condenado a muerte. Cuando se hallaba en capilla, mi padre fue a visitarle y gestionó cuanto pudo el indulto, aunque sin conseguirlo”.


Otra “hazaña” de su extraordinario padre, cuenta todavía en su memorias, el conde de Romanones y es la siguiente: “En otro de sus viajes, por la misma ruta, una enorme nevada, en pleno enero, detuvo el tren durante dos dias. Mi padre, no conformándose, como los demás viajeros, con permanecer en el vagón, puso el pie, no en la tierra, sino en la nieve, y sobre ella avanzó hasta llegar a la casa de un guardabarrera. Cuando alcanzó esta, no sabía donde tenía las piernas, y sobre todo el estómago. Se encontro alli con los trabajadores que habíann acudido para limpiar la vía, reunidos alrededor de una enorme marmita llena de hirviente sopa. Alguno hubo de reconocerle, y alargándole una cuchara, le invitó a tomar parte en el festín. No se resistió mi padre al ruego, y como tenía un gaznate de enorme resistencia para el calor, mientras los demás apenas si podían tragr una poca, é lse tomo buena parte del suculento bodrio. A consecuencia del frío cayó gravemente enfermo al legar a Cartagena, y por casualidad salvó la vida”.


Otra faceta de la actividad del marqués fue la de hombre público. Fue diputado a Cortes por primera vez en la Legislatura de 1864, por la provincia de Guadalajara, con la que estaría vinculado a partir de su matrimonio y sucesivamente en 1865. Al año siguiente fue nombrado senador vitalicio por primera vez. Diputado por Puentedeume en 1872, fue nombrado senador vitalicio, por segunda vez en 1877. En el Senado se guarda su expediente personal que incluye, para quien quiera consultarlo con tiempo y paciencia, información sobre sus bienes y rentas en este tiempo.

En su calidad de diputado (seis veces) y senador (dos) tuvo ocasiones sobradas de llamar la atención de los cuerpos colegisladores con multitud de discursos, preguntas e interpelaciones. Según el juicio de sus contemporáneos, aun sisn pretensiones de orador, su oratoria era “natural, siempre sencilla y harto clara” en sus discursos. Las principales cuestiones sobre las que el marqués intervino con “independencia y energía” fueron la de Saida, en la que defendió a los españoles de Orán y Cartagena, la del último presupuesto de Guerra, en la que examinando la mala alimentación del soldado en los cuarteles y la poca paga a los oficiales subalternos, pronosticaba un mes antes de lo de Badajoz que la tropa así ociosa y descontenta constituía un peligro evidente;
la del contrato escandaloso del azogue de las minas de Almadén, y finalmente, las tres interpelaciones que iniciaron la rebaja de las tarifas de ferrocariles para viajeros, obligando al Gobierno a decretarlas” 10. Esta labor parlamentaria, aunque fuera también en defensa de sus propios intereses, resulta más meritoria si se considera la sordera del marqués, a la que antes hacíamos referencia pues, como apreciaron quienes lo vieron “se necesita gran energía y resolución para lanzarse como lo hace a sostener luchas parlamentarias con tan marcada y expuesta desventaja”.

Cuando murió repentinamente el 11 de marzo de 1899, “a consecuencia de una embolia del corazón, la prensa nacional le dedicó extensas necrológicas, alabando “la muestra de energia física y el espíritu que dio este ilustre anciano hasta el último momento de su vida” y manifestando el sentimiento por la pérdida de tan ilustre personalidad “que tan estimada era, por su clara inteligencia y por sus poderosos esfuerzos para fomentar la producción, en los altos círculos sociales y políticos”.


Manuel Martínez Bargueño
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El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó este miércoles dos órdenes por las que se manda expedir la Real Carta de Sucesión en los títulos de Marqués de Castelldosríus, con Grandeza de España, y de Barón de Santa Pau a favor de Ágatha Ruiz de la Prada y de Sentmenat, conocida como diseñadora de moda.
El Ministerio de Justicia revoca así sendas órdenes de 2005 por las que se mandó expedir ambos títulos a favor de Santiago de Sentmenat y de Urruela.

La paridad en el orden de sucesión de títulos nobiliarios llegó a España en 2005, con una ley que acababa con la primacía del varón sobre la mujer.

Este principio fue refrendado posteriormente por una sentencia del Tribunal Supremo, que reconocía el derecho al título de todas las primogénitas que hayan reclamado sus derechos incluso antes de la aprobación de la citada ley.

Estupendo mensaje andromeda, toda una primicia.

Mi mas sincera enhorabuena.



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Un saludo para todos y buén verano


P.D glorisabel eres genial

Pepón , muy interesante la biografía del Marqués de Villamejor , gran hombre.
He leido algo sobre su hijo el Conde de Romanones y no lo describen de la talla moral de su padre a pesar de que fué ministro en muchas ocasiones y carteras diferentes, todo lo contrario pues lo tildan de caso más típico de cacique.
saludos

Gracias Pepón.

Filippos, yo veo correcta la invitación. Los que invitan son los padres, no los novios. Lo de poner el título de Rafael es optativo, pero ya sabes que esta gente no pierde opotunidad de aclarar quienes son.


Si Glori, ahora Agatha con título nobiliario. No olvidemos que estuvo invitada a las bodas reales. Que sea un espanto vistiendo y diseñando, no quita que sea aristócrata.

pepon escribió:

Ignacio Figueroa y Mendieta, VI Marques de Villamejor
Padre del I Duque de las Torres y del I Conde de Romanones



He encontrado en internet este interesantísimo trabajo sobre el VI Marqués de Villamejor





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EL MARQUÉS DE VILLAMEJOR



Al comienzo del Paseo de la Castellana, en el número 3, cercano a la Plaza de Colón, en Madrid, se conserva, afortunadamente casi indemne por azares de la historia, uno de los pocos palacetes que supervivieron a los estragos de la piqueta demoledora de las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo que convirtió en ruines escombros a la mayor parte de estos magníficos edificios sobre cuyos solares se alzaron luego las sedes de grandes bancos, hoteles y compañías construidos con arreglo a las técnicas y estilos más vanguardistas.



En mi anterior condición de “inquilino”, como funcionario público del extinguido Ministerio de Administraciones Públicas, alojado en este edificio desde 1986 a 2009 he tenido ocasión de conocer y divulgar en publicaciones oficiales1 y hasta en este mismo “blog”, la historia del edificio, conocido como palacio de Villamejor que incluye una etapa aristocrática como residencia de los marqueses de Villamejor primero y de don Carlos de Borbón y familia, después, y una etapa oficial, gracias la cual se salvó de la destrucción, como sede de la presidencia del Consejo de Ministros desde 1914 a 1977 y luego ministerial hasta la actualidad en que lo ocupa el Ministerio de Política Territorial.

Quisiera ahora trazar un breve biografía de quién ordenó la construcción de este edificio y fue su primer morador, don Ignacio de Figueroa y Mendieta, marqués de Villamejor, completando las informaciones que sobre su persona figuran en las publicaciones citadas con algunos nuevos datos obtenidos del manejo de fuentes y lecturas diversas.


Nació este lustre prócer en la localidad de Llerena (Badajoz) el 22 de abril de 1808, siendo sus padres don Luis de Figueroa y Casaus y doña María Luisa Mendieta. Desde muy pequeño dio pruebas de firme voluntad y de una actividad prodigiosa que mantendrá casi hasta la hora de su muerte, a la avanzada edad, para aquel entonces y aún ahora, de 91 años.


De su padre heredó una cuantiosa fortuna, que, según el testimonio devoto de su hijo, el conde Romanones, no era tanta y si “una industria en marcha, bien organizada”. La base de esta industria era la comercialización y transformación de mineral de plomo de las minas Arrayanes de Linares y de las Alpujarras, trasportadas desde los puertos de Málaga y Almería hasta Marsella donde la Casa Figueroa tenía su centro de negocios.


Según Guillermo Gortázar principal investigador de la familia Figueroa, Luis Figueroa y Casaus, descendiente de la pequeña hidalguía extremeña y antiguo oficial de dragones de la Reina y del ejército napoleónico, emigró a Francia con la retirada de este ejército y, al igual que otros muchos afrancesados, se estableció en Marsella, donde había vivido un pariente suyo. Después de algunas tentativas comerciales de muy dudoso éxito con varios productos, formó una sociedad, con uno, o, probablemente, dos socios. Las operaciones de Figueroa se desarrollaron inicialmente en dos zonas distintas: las Alpujarras y la sierra de Gador, extendiéndose luego a Linares y La Carolina mediante contratos con la Hacienda Pública para el alquiler de fábricas y la compra y entrega de mineral. El comportamiento de Figueroa, nos dice este autor, era claramente especulativo y se basaba en la captación de capitales, la negociación con el Estado, con apoyo de personajes influyentes, prácticas extralegales y viajes múltiples a la Península. Por eso dice Chastaragnet4 que Figueroa era un negociante capitalista mucho mas que un industrial del siglo XIX. Posteriormente Figueroa buscó beneficios no estrictamente comerciales alquilando fundiciones al Estado, comprando a particulares y vendiendo en la costa española (Málaga, Adra o Almería), pero su centro de negocios era el puerto francés de Marsella, el centro más importante del comercio internacional del plomo, donde Figueroa era uno de sus ciudadanos más opulentos y donde el tráfico del mineral, impulsado por la aparición de una nueva zona productiva en Cartagena, dio lugar al nacimiento de una fuerte actividad industrial y a la constitución por Figueroa de una sociedad colectiva –Figueroa y Cía- para “la fabricación y el negocio de plomos” en una fábrica sita en el barrio del Rouet.


Involucrado en la empresa paterna, el joven Ignacio comenzó a trabajar en Adra (Almería), se trasladó luego a Cartagena y de allí a Marsella, donde continuó la labor de su padre, muerto en 1853, con la apertura de una nueva fábrica en el sitio llamado “Les Goudes” hasta que la evolución de los mercados y el deseo de acercarse a las zonas productoras en busca de ganancias de producción o de contactos directos con los nuevos centros importadores, hizo que, ya casado, trasladara su residencia a Madrid en 1860, aunque manteniendo todavía una actividad industrial en aquella ciudad.


Don Ignacio debió ser en su juventud un buen mozo, “de elevada estatura, muy proporcionado, seco y ágil”. Cuando nació su cuarto hijo, Álvaro tenía mas de cincuenta años, no obstante lo cual se conservaba aún “en la plenitud de su vigor hasta el punto de preguntarse el conde al verle, “como sería cuando tuviera veinte”. Únicamente tuvo problemas de sordera, que “fue causa de su frecuente mal humor y de llevar una vida muy reconcentrada”5 problemas debieron acrecentarsele en su vejez, tal como muestra la fotografia que acompaña a este texto tomada en sus últimos años donde aparece con el aire ausente de las personas que sufren aislamiento por sus defectos auditivos.


De la juventud de don Ignacio se cuentan muchas anécdotas reveladoras de su ímpetu y fuerte carácter. En cierta ocasión se embarcó en Almería en un buque de vela, y como arreciara el viento a poco de abandonar el puerto, dio orden al capitán de echar un bote al agua para volver a Almería, a lo que se negó el capitán, respondiendo que abordo él era la única autoridad y que no le obedecería. Ni corto ni perezoso, don Ignacio se desnudó, se arrojó al mar y nadando consiguió llegar a puerto.


Nunca tuvo miedo a la muerte. Cuenta el conde de Romanones que “cuando el cólera asolaba a Europa el año de 1835, acudió a París para recoger el último suspiro de su madre, víctima de la terrible epidemia. Acompañó su cadáver hasta el cementerio, y como en la casa de mi abuela la mejor cama era la dejada vacía por la muerte, mi padre, con toda tranquilidad, se acostó en ella, y en sueño profundo, pasó la noche”.


De su temeridad y desprecio al peligro dan cuenta otros muchos lances. Cuentan las crónicas sociales que acudió en ocho o diez ocasiones al llamado terreno del honor y que en un mismo día, en tiempos de la Regencia de María Cristina, sostuvo tres duelos, sin contar el que tuvo lugar en Adra en que las condiciones eran a caballo y con escopeta. No cabe duda que don Ignacio era todo un carácter.


Gran aficionado a los caballos, era famosa su cuadra, en la finca de El Negralejo, a las orillas del rio Jarama y cercana a Madrid (hoy convertida la finca en palacio de bodas). "





El Negralejo. Madrid

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Notable tirador de armas, diestro “sportman”, ejercicios a los que se dedicaba con verdadero entusiamo tuvo también una faceta más oculta de literato y artista. Hablaba y escribía con fluidez francés, idioma que dominaba tan bien como el propio e inglés -traducía a Shakespeare-, componía versos “primorosos”, sobre todo en francés y era dibujante y pintor más que aficionado, dedicando a estos menesteres artísticos el escaso tiempo que le permitían sus negocios.

Era también músico nada vulgar. Se cuenta de él que había bajado en Adra una rapidísima cuesta al galope de su caballo con las riendas sueltas y tocando el violín. Esta anécdota la relata también el conde, quizás magnificándola, al escribir que “teniendo veinticinco años cruzaba la Alpujarra en una sola jornada;
iba de Adra a Granada, jinete en un pura sangre y tan seguro y tranquilo, que durante ella, y para romper la monotonía de la marcha, no dejaba de tocar un violín, yendo a galope y subiendo y bajando riscos”.


En 1852, ya cuarentón, unió a su condición de hombre de negocios la de aristócrata al casar con doña Ana de Torres y Romo, vizcondesa de Iruesta, condesa de Tovar e hija huérfana del marqués de de Villamejor, veinticuatro años más joven que él pues había nacido en 1832. La casa de Torres había recibido distinciones durante la Guerra de Sucesión y, aunque su fortuna había menguado desde entonces, todavía poseía un vasto patrimonio inmobiliario en la provincia de Guadalajara, capital donde el padre de la marquesa había sido alcalde en tiempos de Fernando VII. Su padrastro y tutor, el abogado José Domingo de Udaeta, era un destacado progresista alcarreño, comprador de bienes desamortizados de la Iglesia, diputado en 1840, gobernador civil de la provincia tras el estallido de la revolución de septiembre, senador desde 1871 y diputado de nuevo en la Asamblea republicana. “a través de él - escribe Moreno Luzón- se insertaron ideas avanzadas en el tronco moderado de los Villamejor”6. La unión entre la antigua aristocracia y la pujante burguesía era muy propia de la época isabelina, donde los grupos ascendentes de la sociedad -comerciantes, industriales inversores, nuevos propietarios agrarios, profesionales y políticos- matrimoniaban con la vieja aristocracia rentista, frecuentemente dañada en su patrimonio pero que conservaba íntacto su valor social.

No obstante, preciso es decir que don Ignacio era hombre poco propicio a a los títulos y honores. Titulus tumuli (cosas solo para la inscripción en la tumba), solía decir cuando le hablaban de pergaminos. Según recuerda su hijo, el Conde, “Del marquesado de Villamejor no hacía gran caso, y solo firmaba con su nombre y apellidos, suprimiendo, para ahorrar tiempo, la partícula “de” usada por todos sus parientes. En el hombre, solo estimaba cuanto se obtiene por el propio esfuerzo;
su lema era ¡y como no!, latino: labor omnia vincit. Cuando nos veía acudir a los rezos, no siendo muy aficionado a estos, decía : “Yo también rezo, porque laborare est orare”7. En cuanto a los honores, nunca pidió ni obtuvo gracia, distinción o consideración de ninguna clase, “habiendo única y espontánemamente recibido del Emperador Napoleón III la cruz de oficial de la Legión de Honor por la parte que tuvo en el tratado para la supresión del derecho diferencial de bandera en 1867”.8

El matrimonio Figueroa-Torres tendrá cinco hijos: María Francisca, Condesa consorte de Almodóvar;
José, Vizconde de Irueste;
Gonzalo, duque de las Torres y marqués de Villamejor, que llegó a ser alcalde de Madrid;
Alvaro, el más famoso, conde de Romanones, presidente del Consejo de Ministros en varias ocasiones y Rodrigo, duque de Tovar. Además de estos tuvo don Ignacio dos hijos naturales reconocidos por Sentencia del Tribunal Supremo.

En Madrid, a su regreso de Marsella, la familia Villamejor habitó la que fue vieja mansión del Cardenal Cisneros, en la plaza de la Villa, junto al edificio del Ayuntamiento y el de la Real Sociedad Matritense de Amigos del País, un sólido palacio renacentista que estaba dividido en viviendas de alquiler y que habitaban algunas de las mas distinguidas familias del periodo o isabelino, como las de los generales Narváez y Zabala. Los marqueses de Villamejor ocupaban el piso bajo.


Integrado completamente en la sociedad aristocrática, el marques de Villamejor era muy conocido en la Corte y Villa como habilísimo hombre de negocios, que llevaba directamente sin dar muestras de abatimiento o cansancio. Su hijo, el Conde, con quien debía llevarse solo regular, recuerda que “Trabajaba a toda hora, excepto las de la noche;
gran madrugador, par él constituía grave falta permanecer en el lecho pasadas las ocho. ¿Cuántas veces decía “Yo divido a los hombres en dos clases: los que se levantan temprano y cuantos se levantan tarde”. Por ello en su sepultura dejó encargado poner este epitafio “Hic quiescit qui nunca quievit” “Aquí descansa quien nunca descansó”.


Alternó el marqués los negocios urbanos con los industriales. En el Paseo de Atocha edificó una nueva barriada que hermoseó y realzó la importancia creciente de la zona, a la vez que mantenía la propiedad de varias fábricas metalúrgicas en Linares y Barcelona y especialmente la de Santa Lucía en Cartagena, para desplatar plomos, fábrica histórica por haber sido ocupada por los cantonales que fabricaron con aquel metal monedas federales.


Otra anécdota, también en Cartagena, la cuenta el Conde de Romanones de esta manera: “Por aquellos años, haciendo, como de costumbre, su viaje mensual a Cartagena para llevar los fondos necesarios al movimiento de su industria, pues entonces no era posible hacer desde Madrid giros de consideración, los llevaba en monedasde plata metidas en talegas, y estas en cajas de madera. Cerca del a estación de Calaspaarra fue detenido el convoy por la partida carlista de Lozano.


Los viajeros fueron despojados de cuanto llevaban, y cuando mi padre creía irremisiblemente perdidos sus veinte mil duros, la Providencia dispuso que no fuese Lozano un desconocido para él. Años antes, en el balneario de Fortuna, habían trabado amistad inspirada en una mutua simpatía.

Al reconocerle Lozano le dijo: “No tenga cuidado por su dinero;
pues, aunque con no poco trabajo, lo he salvado de las garras de mi gente. Ta habían olfateado una buena presa”.


Poco tiempo después fue copada con su jefe la partida, y Lozano condenado a muerte. Cuando se hallaba en capilla, mi padre fue a visitarle y gestionó cuanto pudo el indulto, aunque sin conseguirlo”.


Otra “hazaña” de su extraordinario padre, cuenta todavía en su memorias, el conde de Romanones y es la siguiente: “En otro de sus viajes, por la misma ruta, una enorme nevada, en pleno enero, detuvo el tren durante dos dias. Mi padre, no conformándose, como los demás viajeros, con permanecer en el vagón, puso el pie, no en la tierra, sino en la nieve, y sobre ella avanzó hasta llegar a la casa de un guardabarrera. Cuando alcanzó esta, no sabía donde tenía las piernas, y sobre todo el estómago. Se encontro alli con los trabajadores que habíann acudido para limpiar la vía, reunidos alrededor de una enorme marmita llena de hirviente sopa. Alguno hubo de reconocerle, y alargándole una cuchara, le invitó a tomar parte en el festín. No se resistió mi padre al ruego, y como tenía un gaznate de enorme resistencia para el calor, mientras los demás apenas si podían tragr una poca, é lse tomo buena parte del suculento bodrio. A consecuencia del frío cayó gravemente enfermo al legar a Cartagena, y por casualidad salvó la vida”.


Otra faceta de la actividad del marqués fue la de hombre público. Fue diputado a Cortes por primera vez en la Legislatura de 1864, por la provincia de Guadalajara, con la que estaría vinculado a partir de su matrimonio y sucesivamente en 1865. Al año siguiente fue nombrado senador vitalicio por primera vez. Diputado por Puentedeume en 1872, fue nombrado senador vitalicio, por segunda vez en 1877. En el Senado se guarda su expediente personal que incluye, para quien quiera consultarlo con tiempo y paciencia, información sobre sus bienes y rentas en este tiempo.

En su calidad de diputado (seis veces) y senador (dos) tuvo ocasiones sobradas de llamar la atención de los cuerpos colegisladores con multitud de discursos, preguntas e interpelaciones. Según el juicio de sus contemporáneos, aun sisn pretensiones de orador, su oratoria era “natural, siempre sencilla y harto clara” en sus discursos. Las principales cuestiones sobre las que el marqués intervino con “independencia y energía” fueron la de Saida, en la que defendió a los españoles de Orán y Cartagena, la del último presupuesto de Guerra, en la que examinando la mala alimentación del soldado en los cuarteles y la poca paga a los oficiales subalternos, pronosticaba un mes antes de lo de Badajoz que la tropa así ociosa y descontenta constituía un peligro evidente;
la del contrato escandaloso del azogue de las minas de Almadén, y finalmente, las tres interpelaciones que iniciaron la rebaja de las tarifas de ferrocariles para viajeros, obligando al Gobierno a decretarlas” 10. Esta labor parlamentaria, aunque fuera también en defensa de sus propios intereses, resulta más meritoria si se considera la sordera del marqués, a la que antes hacíamos referencia pues, como apreciaron quienes lo vieron “se necesita gran energía y resolución para lanzarse como lo hace a sostener luchas parlamentarias con tan marcada y expuesta desventaja”.

Cuando murió repentinamente el 11 de marzo de 1899, “a consecuencia de una embolia del corazón, la prensa nacional le dedicó extensas necrológicas, alabando “la muestra de energia física y el espíritu que dio este ilustre anciano hasta el último momento de su vida” y manifestando el sentimiento por la pérdida de tan ilustre personalidad “que tan estimada era, por su clara inteligencia y por sus poderosos esfuerzos para fomentar la producción, en los altos círculos sociales y políticos”.


Manuel Martínez Bargueño
"

Bravo por este artículo, Pepón, sobre todo me encanto el primer párrafo. No sabes que pena siento siempre que camino por la Castellana pensando en lo que un día fue, me acordaré de ti cuando vuelva a ver el palacete.

En cuanto al título en el invitación de la boda del Duque de Feria, es lo normal. Aquí y en cualquier país los nobles siempre adjuntan sus títulos en las invitaciones de bodas. Es además lo correcto.

Helena escribió:En cuanto al título en el invitación de la boda del Duque de Feria, es lo normal. Aquí y en cualquier país los nobles siempre adjuntan sus títulos en las invitaciones de bodas. Es además lo correcto.

Puede ser lo correcto, pero a mí siempre me chirría lo de poner los titulitos.

mi pregunta era, precisamente, porque al heredar el título Rafael Medina pasaría a ser el "
jefe"
de su casa, no? Por lo que su madre no invitaría a la boda sino él mismo.
Supongo que todo eso habrá caído en desuso, y la boda se armará como en cualquier familia.

andromeda escribió:

Helena escribió:En cuanto al título en el invitación de la boda del Duque de Feria, es lo normal. Aquí y en cualquier país los nobles siempre adjuntan sus títulos en las invitaciones de bodas. Es además lo correcto.

Puede ser lo correcto, pero a mí siempre me chirría lo de poner los titulitos.

Andro, te chirria lo de poner los titulos? Por qué? Los han heredado y están en su legítimo derecho de ponerlos, como el de cualquiera a poner sus apellidos.
¿Tendrían que ocultarlo porque es algo que no todos tenemos y en nombre del igualitarismo de pacotilla deberían hacerlo? A mi me chirriaria que lo ocultaran como una vergüenza. En España es donde mas los ocultan, no asi en Inglaterra, aquí es casi un desafío ponerlos, dicen ellos. Y me encantan los desafíos.

Fillipos, aunque un duque sea el jefe de su casa, a la muerte del padre, siempre invitaba la duquesa viuda en nombre de su hijo. En este caso es la duquesa divorciada, pero digamos que es la "
reina madre"
, para entendernos.
Si estuviera el padre vivo, aun divorciados, sería en nombre de ambos.

Los títulos generalmente se han otorgado a alguna persona que ha destacado y por eso el Rey le han reconocido dicho mérito.
Imagino que los titulados sentirán un orgullo especial por sus antepasado merecedores de dicho título.
Yo creo que es muy de recibo y lógico hacer notar el título sobre todo en actos de sociedad y por su puesto en este caso que es una boda.
Saludos

Por supuesto, sería como pedirles que se avergonzaran de su familia. Y así como nadie tiene porque avergonzarse de sus orígenes pobres o plebeyos, sería una contradicción pedirle a los nobles que obviaran los suyos.

Seguro que nuestra querida Andro entenderá nuestros puntos de vista, es una de las participantes más abiertas al diálogo que pisan los foros de realeza.

Ahora bien, una cosa es poner un título nobiliario en una invitación de boda, pasaporte, tarjeta de presentación, documento oficial y otra llegar por ahí diciendo sin que venga a cuento: "
Hola, soy duque (o princesa, condesa, abogado, arquictecto etc.) Eso sí que es cursi.

A mi tampoco me gusta Agatha como diseñadora, pero es Grande de España por herencia familiar y no es algo que se pueda cambiar si en x generación el noble en cuestión nos cae bien o mal, es bueno o malo. Era su hermano el que tenía el título, pero una vez que fue revocada la primogenitura del varón, le corresponde a ella. Es lo que hay. Si lo pedimos para los reyes, pues toca para toda la nobleza, pertenecen al mismo sistema, luego tiene lógica.

la Gran Familia de los Figueroa y enlazados

(parte claro, los mas conocidos)




Palacio de Villamejor. Madrid




José Ignacio de Figueroa y Mendieta
Marques consorte de Villamejor


Llerena 1808 -Madrid 1899

casado con Josefa de Torres y Romo, Marquesa de Villamejor


Siendo padres de

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-Francisca de Paula de Figueroa y Torres casada con Pedro Díez de Rivera y Muro, Conde de Almodóvar

padres de

Pedro Díez de Rivera y Figueroa, IV Marqués de Someruelos casado con María de los Dolores Guillamas y Caro, Condesa de Alcolea del Torote

María del Rosário Díez de Rivera y Figueroa

Inês Díez de Rivera y Figueroa casada con Miguel Osorio y Martos, Duque de Alburquerque

padres de



María del Carmen Osorio y Díez de Rivera, Marquesa de Arenales casada con Francisco Maestre y Salinas

Beltran Alfonso Osorio y Diez de Rivera, XX Duque de Alburquerque casado con María Teresa Bertran de Lis y Pidal y en 2º con María Cristina Malcampo y San Miguel, Duquesa de San Lorenzo de Valhermoso



los actuales Duques de Alburquerque, junto a sus hijos, y su sobrino (hermano del Conde de la Corzana) y su novia Ana Boyer y la hermana de esta Tamara Falcó

María Cristina Osorio y Díez de Rivera, Condesa de la Torre casada en 1920 con Juan Pedro Matossián y Diácono

María del Rosario Osorio y Díez de Rivera, Condesa de las Torres de Alcorrín casada en 1922 con José Márquez y Álvarez de Toledo, Marqués de Molina

padres de

Rafael Márquez y Osorio, Conde de las Torres de Alcorrín casado en 1949 con María del Pilar Gonzalez de Gregorio y Álvarez de Toledo, Duquesa de Fernandina





Boda del hijo del Marques de las Torrres de Alcorrin y de la Duquesa de Fernandina 2010


María Inés Bárbara Márquez y Osorio casada con su pariente Luis de Figueroa y Griffith, Conde de Quintanilla

Miguel Osorio y Díez de Rivera, Conde de la Corzana casado con Glória Nicolás Correa


Jaime Díez de Rivera y Figueroa casado con Blanca Escrivá de Romaní y Muguiro
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-Luis de Figueroa y Torres Sotomayor
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-José de Figueroa y Torres Sotomayor, vizconde de Irueste casado con Rosario Loring y Heredia
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-Gonzalo de Figueroa y Torres Sotomayor, I Duque de las Torres casado en 1861 con María Manuela O'Neill y Salamanca, padres de

Ana Maria de Figueroa y O'Neill, Marquesa del Norte casada en 1893 con Felipe Navarro y Morenés, Baron de Casa Davalillo

padres de

Ana Maria Navarro y Figueroa casada en 1923 con Miguel José Quijano y Agüero de la Colina, marqués de Sierra-Nevada

Gonzalo de Figueroa y O'Neill, Marqués de la Adrada

Laura de Figueroa y O' Neill casada con António de Satrústegui y Fernández


Laura de Satrústegui y Figueroa casada con Javier de Acha y Valle, padres de

Laura de Acha y Satrústegui


Laura Vecino y Acha junto al Duque de Feria

Marta de Acha y Satrústegui
María de Acha y Satrústegui
Ana de Acha y Satrústegui
Xavier de Acha y Satrústegui
Beatriz de Acha y Satrústegui

Gonzalo de Satrústegui y Figueroa casado con Maria Luz Spinelli Gaztambide

María Rosa de Satrústegui y Figueroa casada con Víctor Manuel Carrascal y Felgueroso

Pilar de Satrústegui y Figueroa casada con Miguel Angel Sobrino y Aldaz

António de Satrústegui y Figueroa

Jaime de Satrústegui y Figueroa casado con Pilar de Sotomayor y Basabe

Álvaro de Satrústegui y Figueroa casado con Cruz Maria Silvela y Mayo

Jaime de Figueroa y O'Neill, II Duque de las Torres casado con Ana María de Castro y Gámez

Santiago de Figueroa y O'Neill, Conde de Mejorada del Campo


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-Alvaro de Figueroa y Torres Sotomayor, I Conde de Romanones casado con Casilda Alonso-Martínez y Martín




I Conde de Romanones


Casilda de Figueroa y Alonso-Martínez casada con Rafael de Bustos y Ruíz de Arana, Duque de Pastrana



Boda de los Duques de Pastrana.


padres de

Casilda de Bustos y Figueroa, Marquesa de Campotéjar casada con José Finat y Escrivá de Romaní, Conde de Mayalde padres de



José Maria Finat y Bustos, Duque de Pastrana, Conde de Mayalde casado con Aline Riva de Luna



Condesa consorte de Mayalde juno a hija, nueras y nietas 2008

Fernando Finat y Bustos, Marqués de las Almenas casado con María Cecilia Walford Hawkins y Borbón, Duquesa de Ansola

María Teresa de Bustos y Figueroa, Duquesa de Andría casada con Luís Roca de Togores y Tordesillas, Marqués de Asprillas


Luis de Figueroa y Alonso-Martinez, II Conde de Romanones casado con María de la Concepción Pérez de Guzmán el Bueno y Salabert, Condesa de Quintanilla

en 2ª casado con Blanca de Borbón y de Léon

Hijos del Matrimonio I:

Isabel de Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno casada con José Mexía y Lesseps, Duque de Tamames

Luis de Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno casado con María Aline Griffith y Dexter




Actual Condesa viuda de Romanones junto a algunas de sus nietas.

Casilda de Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno casada con Fernando de Ussía y Gavaldá

Hijos del Matrimonio II:

Victoria Eugenia de Figueroa y Borbón casada con Juan José de Suelves y de Ponsich, Marqués de Tamarit.



Los Marqueses de Tamarit junto a sus hijas en la boda de su sobrina Blanca Matz de Irujo.


Blanca de Figueroa y Borbón casada con Jaime Martínez de Irujo y Artazcoz

Álvaro de Figueroa y Alonso-Martínez, Marqués de Villabragima casado con Ana Fernández de Liencres y de la Viesca



Boda de un hijo del Conde de Romanones


Carlos de Figueroa y Alonso-Martínez, Marqués de San Damián casado con María Mercedes de Castillejo y Wall


Eduardo de Figueroa y Alonso-Martínez, Conde de Yebes casado con Carmen Muñoz y Roca-Tallada

Agustín de Figueroa y Alonso-Martínez, III Marqués de Santo Floro casado con María de Gamboa y Moreno

Natalia de Figueroa y Gamboa casada con Rafael Martos Sánchez



Natalia Figueroa

Matilde de Figueroa y Gamboa casada con Tomás de Chávarri y del Rivero




Marta Chavarri

Agustín de Figueroa y Gamboa, Marqués de Santo Floro casado con Magdalena de Alcázar y Armada

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-Rodrigo de Figueroa y Torres Sotomayor, I Duque de Tovar casado con Emília de Bermejillo y Martínez-Negrete

Alfonso de Figueroa y Bermejillo de Torres casado con María de Valvanera de Melgar y Roxas
Rafael de Figueroa y Bermejillo de Torres casado con María de la Concepción de Melgar y Roxas

Helena escribió:Por supuesto, sería como pedirles que se avergonzaran de su familia. Y así como nadie tiene porque avergonzarse de sus orígenes pobres o plebeyos, sería una contradicción pedirle a los nobles que obviaran los suyos.

Seguro que nuestra querida Andro entenderá nuestros puntos de vista, es una de las participantes más abiertas al diálogo que pisan los foros de realeza.

Ahora bien, una cosa es poner un título nobiliario en una invitación de boda, pasaporte, tarjeta de presentación, documento oficial y otra llegar por ahí diciendo sin que venga a cuento: "
Hola, soy duque (o princesa, condesa, abogado, arquictecto etc.) Eso sí que es cursi.

Bueno, bueno,.......................... :-)
Claro que entiendo vuestro punto de vista y quizá a mí lo que más me molesta es lo que ha dicho Helena: el ir diciendo por ahí si se es duque, conde, doctor, etc.
Lo encuentro muy pretencioso y de personas que necesitan ponerse el título para reconfirmarse ellos mismos quienes son y que todos los demás se enteren.

Recuerdo perfectamente, hace bastantes años, que le pregunté a una clienta su nombre y me dijo: "
Soy la sra. del doctor nosequé"
. Me pareció lo más ridículo del mundo. Ella creía que así tenía más prestigio o clase y a mí me pareció una pobre imbécil (perdón por la expresión), por no decir su nombre e ignorarse a sí misma.
Me dieron ganas de decirle: "
No le he preguntado si está casada ni la profesión de su marido"
, cosa que por supuesto no hice, claro.

Si se usa el título en su debido momento, pues está bien.
Tenéis razón en que es lógico que Rafael lo haya puesto en su invitación de boda.

Pero ya sabéis que en esta querida España cualquier chiquilicuatre ostenta de su título y se cree el rey del mundo y con derecho a todo. Ahí es donde me chirrían los títulos.

(Aunque sigo pensando que yo no lo hubiese puesto en mi invitación de boda, jejejeejje)

opinando, creó que opinas así porque no has sido educada para ser Duquesa de Feria, si los títulos son una formalidad social, ¿como no los vas a usar para la boda?.

Es que por ley, Rafael Medina Abascal es el Duque de Feria, y su tratamiento y uso esta amparado por la ley.

Solo él es el Duque de Feria, en cuanto a descendiente de su familia y sucesor de este título de grandes personajes de la historia de España.

Que sirvieron al Rey a su patria, y fueron por ello recompensados.


Además su carta de sucesión esta tramitada por el Ministerio de Justicia y firmada por el Rey de España.

¿Como no va a usar su título? es algo que trasciende, quiera o nó formara parte de los libro de genealogía tanto él como su esposa, como figuraran sus descendientes.





La expugnación de Rheinfelden conmemora la liberación de esta ciudad suiza por las tropas españolas al mando de Gomes IV Suárez de Figueroa y Córdoba, Duque de Feria, en 1633.

Museo del Prado. Madrid

Gomes IV Suárez de Figueroa y Córdoba

En 1633, los tercios españoles comandados por Don Gómez Suárez de Figueroa, III Duque de Feria, tomaron la ciudad suiza de Rheinfelden, dentro del plan de abrir un corredor estratégico de comunicación entre los dominios españoles de Milán y los Países Bajos - según el cuadro de Vicente Carducho para el Salón de Reinos. El Duque de Feria luce la banda roja de general y bastón de mando en la mano izquierdaHijo de Lorenzo IV Suárez de Figueroa y Córdoba y de su tercera esposa Isabel de Mendoza, hija del Duque del Infantado, Gomes IV Suárez de Figueroa (1 de septiembre de 1587 - 1634), III Duque de Feria (1607-1634) y II Marqués de Villalba (1604-1634), nació en Guadalajara y su vida estuvo dedicada al servicio de la Monarquía, como era tradición en la Casa de Feria, siendo su primera misión diplomática una visita protocolaria al Papa Pablo V encomendada por el rey Felipe III.

Fue conocido como el Gran Duque de Feria por su faceta militar ligada a la Guerra de los Treinta Años y es considerado como uno de los últimos militares capaces de la Monarquía Hispánica. Tan buen político como militar, sus éxitos militares fueron efímeros pero considerados importantísimos en su momento para la Corona española. Hombre mordaz, no fácil de hacer callar, expresaba sus opiniones con brusquedad y rotundidad y tenía un concepto absolutista del poder.

Tuvo una amplia trayectoria política, pero alejada del centro del poder: Embajador extraordinario en Roma (1607) y Francia (1610), Virrey de Valencia (1616), Gobernador del Milanesado (1618), Virrey y Capitán General de Cataluña (1629), Gobernador y Virrey de Milán (1630). Miembro del Consejo de Guerra y Estado.


Casó a los veinte años con Francisca Cardona y Córdoba (1607) y posteriormente con Ana Fernández de Córdoba-Figueroa y Enríquez de Ribera (1625). Con ésta tuvo tres hijos: Baltasar, que fallece siendo aún niño de pecho, Lorenzo Gaspar Suárez de Figueroa y Córdoba (1629-1634), IV Duque de Feria (1634) y III Marqués de Villalba (1634), que muere a los cinco años de vida poco después de morir su padre, y María, IV Marquesa de Villalba, que muere en 1641. Además tuvo un hijo bastardo, Carlos, nacido en 1628. Enfermó en Strabert en diciembre de 1633 de una "
calentura maligna"
y murió el 13 de enero de 1634 en la ciudad de Monaco (nombre dado a Munich en aquella época), corte de Duque Elector de Baviera. Lo repentino de su enfermedad hizo correr el rumor de que había sido envenenado por orden del Conde-duque de Olivares, pero la realidad es que murió de tifus a igual que gran parte de su tropa.




Duque de Feria, Museo del Prado. Madrid


P.D.

A ver quién puede ir al Muso del Prado de Madrid y encontrarse con algunos de sus antepasados.

Patio del Palacio de los Duques de Feria

Zafra, Badajoz

Actualmente es un parador de Turismo.







P.D

me marcho unos días de España, pasarlo bién

Pepón que yo no digo que no use su título, faltaría más.

He dado mi opinión sobre el uso que hacen ciertas personas de su título.

Quizás si yo hubiese educada en su ambiente, pues también lo usaría. Pienso que también va en la forma de ser de cada uno.

El duque, al igual que tantos otros, están en todo su derecho de usarlo, que no digo que no, ..............pero mi forma de ser o pensar, es distinta, .............posiblemente por que no nací en ese ambiente.

Tú sabes muy bien que hay quien lleva con mucha discrección su título y otros que alardean donde y cuando menos deben.

Pepon sublimes tus dos ultimos mensajes. Es un placer leerte.Ya que mencionas ha Marta Chavarri, recordar que su hermana Maria esta casada con Javier Fitz James Stuard, de la casa Penaranda de Duero (Alba).

Uf acabo de ver,en mi mensaje anterior, mencionar a con h. Perdon por la falta.

Tú sabes muy bien que hay quien lleva con mucha discrección su título y otros que alardean donde y cuando menos deben.

Andro, te entiendo y sé en quién piensas. Estamos de acuerdo. Pero no olvides que una cosa es nacer con un título, status, etc. y otra muy distinta adquirirlo en circunstancias repentinas que nadie se explica a qué se debieron. Es decir, sabemos la supuesta causa, pero es inexplicable...

El protocolo admite que alguien diga: “Soy la princesa de Tal”. Lo que es cutre al máximo es decir: “Soy una princesa”.

En realidad los que presumen son los recién estrenados, aunque no todos, quizás quien menos deba porque no tiene ni que decirlo. Desgraciadamente todos lo sabemos.

Pepón, en cuanto pueda retratare el palacete, MI PALABRA EMPEÑADA, y si también si quieres fotos de otros palacios de Madrid en la actualidad, por ti haríamos lo que fuera en este foro porque te lo mereces como nadie.

Pues eso mismo Helena.

Esto es como quien nace "
con un buen pasar"
y quien lo consigue de repente.
Uno sabe llevarlo con discrección y el otro alardea de ello :-)

Ayer, Pablo me acompañó a sacar las fotos del palacete del Marqués de Villamejor, que son para Pepón.
Nos pareció interesantísimo ya que es uno de los pocos antiguos palacetes que quedan en pie en La Castellana.
En realidad, no se pueden retratar porque hoy son edificios gubernamentales, pero cuando le explicamos el motivo a los guardias de seguridad, fueron muy atentos y solo pidieron ver las fotos para que no apareciera ninguna matrícula de coche. Se las mostramos y nos despedimos dándole las gracias.

EL MARQUÉS DE VILLAMEJOR


Al comienzo del Paseo de la Castellana, en el número 3, cercano a la Plaza de Colón, en Madrid, se conserva, afortunadamente casi indemne por azares de la historia, uno de los pocos palacetes que supervivieron a los estragos de la piqueta demoledora de las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo que convirtió en ruines escombros a la mayor parte de estos magníficos edificios sobre cuyos solares se alzaron luego las sedes de grandes bancos, hoteles y compañías construidos con arreglo a las técnicas y estilos más vanguardistas.


En mi anterior condición de “inquilino”, como funcionario público del extinguido Ministerio de Administraciones Públicas, alojado en este edificio desde 1986 a 2009 he tenido ocasión de conocer y divulgar en publicaciones oficiales1 y hasta en este mismo “blog”, la historia del edificio, conocido como palacio de Villamejor que incluye una etapa aristocrática como residencia de los marqueses de Villamejor primero y de don Carlos de Borbón y familia, después, y una etapa oficial, gracias la cual se salvó de la destrucción, como sede de la presidencia del Consejo de Ministros desde 1914 a 1977 y luego ministerial hasta la actualidad en que lo ocupa el Ministerio de Política Territorial.

Buenas,
imagino que conoceis Street view de Google maps , es una aplicacion que hace que practicamente estes paseando por las ciudades, lo mismo de gran parte de España que de varios paises del mundo.
Entrad en google, maps y luego id ampliando el mapa de España por ejemplo y luego con la flecha del ratón arrastrad el muñequito de color naranja que aparece a la izquierda y soltadlo en la calle o carretera que querais ver.
Yo he puesto paseo de la castellana 3 Madrid y he estado viendo el Palacio de Villamejor perfectamente por todos los lados , solo me faltó entrar jejeje.
Saludos

La revista Vogue-Espana de agosto le dedicó un reportaje a la Condesa de Romanones por la venta de sus memorias tituladas El fin de una era. Aquí pueden ver las fotos del reportaje:
http://www.vogue.es/articulos/la-condesa-tiene-una-mision/8484

La revista Vanity Fair-Espana de agosto también le dedicó un reportaje. Ver foto aquí:
http://blog.revistavanityfair.es/wp-content/uploads/2010/07/024_vc_romanones3.jpg

Entrevista a Don Rafael de Aguilar Poyatos / Conde de Bobadilla:

´El Príncipe eligió a Letizia porque sabía que ella cumpliría con su papel institucional´

Fundador de la revista digital ´Numem´, defiende el papel de la monarquía por haber traído la estabilidad a España

Rafael de Aguilar Poyatos es hijo del Marqués de la Vega de Armijo, jefe de la noble Casa de Aguilar, una de las más antiguas de España ya que desciende de la antigua casa real de la Cerda, la primigenia de Castilla. Su título, Conde de Bobadilla, fue concedido por Carlos I y es uno de los más antiguos de Andalucía. Esta emparentado con las principales familias de la nobleza española y también con la mallorquina, donde tiene a muchos de sus amigos y seguidores. En un verano donde se ha cuestionado como nunca el comportamiento y la función de los Príncipes de Asturias, el creador de la revista digital Numen sale en su defensa para demostrar que entre los suyos cuentan y contarán con fidelidades absolutas, que los valoran y apoyan para el futuro.

­–¿Qué significa llevar un título nobiliario en el siglo XXI?
–Tener nobleza de sangre y ostentar un título nobiliario supone para mí una mayor autoexigencia. Cualquiera que ha tenido que representar a una persona o a una empresa en algún momento de su vida sabe la responsabilidad que eso implica. Nosotros representamos a nuestras familias siempre, de generación en generación, perpetuando la memoria de un hecho histórico o un servicio prestado al Rey y al Estado.

–¿No parece que hoy el Rey no presta demasiada atención a la nobleza titulada?
–No estoy de acuerdo con esta afirmación. El Rey sigue concediendo títulos nobiliarios para premiar servicios, y eso es porque sigue considerando que ennoblecer es una forma valida para distinguir y honrar a una persona y a sus descendientes. La nobleza debemos al Rey el que nos haya firmado las cartas de sucesión. Todos los que somos titulados es porque el Rey nos ha autorizado para ello. Es incomprensible que alguien pida su firma y después no le guarde fidelidad. Don Juan Carlos representa a España y a su historia, y uno de los pilares de la nobleza es guardarle fidelidad y aceptar sus decisiones.

–Pero algunos cuestionan su proceder, por ejemplo, que no tenga corte de nobles...
–La Constitución es muy clara y hay que acatarla. La Corona simboliza la continuidad y permanencia del Estado y ha tenido una gran importancia en la historia de España, creada a partir de conquistas y matrimonios de reyes. Me duele que la Corona tenga que sufrir provocaciones e insultos injustificados y se obvie casi siempre su contribución al bien común, que ha sido y es enorme. Los Reyes son hoy los principales embajadores de España, no es algo baladí, porque tiene una traducción en la política internacional importantísima. Al Rey le debemos además el haber capitaneado un Estado democrático. No es poco haber evitado convulsiones y haber proporcionado un periodo de estabilidad como nunca antes en la historia de nuestro país.

–¿Y el Príncipe? ¿Qué opina de su matrimonio con doña Letizia?
–Es un hombre que lleva toda la vida preparándose para suceder a su padre. No hay que esperar nada que no esté ya previsto. Es el príncipe heredero mas preparado de toda Europa. Los reyes se han ofrecido siempre, incluso en holocausto genético, en una política matrimonial que fuera beneficiosa para el Estado. Hoy, la política matrimonial no exige estos sacrificios porque la situación ha cambiado. Me parece bien que el Príncipe elija por amor a su mujer. La princesa Letizia lo esta haciendo bien, es discreta, sabe estar, y eso se ve porque en todos estos años no ha cometido grandes errores.

–Sin embargo este verano ha sido muy criticada…
–El Príncipe es un hombre con gran sentido de Estado y la eligió con sentido de responsabilidad, sabiendo perfectamente que sería capaz de cumplir con su papel institucional al margen de lo que significaba su matrimonio a nivel privado. Son personas, se aman, han querido formar una familia y no hay nadie que pueda criticar algo tan bonito que además supone un servicio al Estado. Se critican tonterías sin importancia que la realidad se encarga de desmentir continuamente. Lo están haciendo muy bien.

–¿Su revista digital Numen es un gran foro monárquico?¿Como nace?
–En el año 2002, mientras escuchaba un discurso que el Rey ofrecía ante la Diputación de la Grandeza de España y la que se impulsaba la entrada de toda la nobleza en la institución. Recalcó la idea de servicio que deben tener todos los nobles, así como su obligación de transmitir una serie de valores morales a las nuevas generaciones. Pensé que una buena forma de contribuir era fundar una revista que sirviera a estos objetivos. Es una revista de excelencia que potencia ese adjetivo a veces tan denostado. El éxito ha sido tal que exige mi dedicación a tiempo completo. Destacamos a todas aquellas personas, de la nobleza o no, que tienen un merito sustantivo, un merito de verdad. Y sí, nos aglutinamos en torno a la monarquía porque creemos en ella.

http://www.diariodemallorca.es/sociedad-cultura/2010/08/28/principe-eligio-letizia-sabia-cumpliria-papel-institucional/598541.html

http://www.numendigital.com/index.php