TIARAS (II)
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kanon1977
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Re: TIARAS (II)
La piedra de marzo es la aquamarina . . .
glorisabel- Su Alteza Imperial
- Mensajes : 8253
Fecha de inscripción : 07/06/2008
Localización : San Juan, Puerto Rico
Re: TIARAS (II)
Cuando regalamos una joya, podemos estar aprovechando su significado para decir algo. Vamos a ver los significados que se le atribuyen a muchas piedras preciosas:
1. Turquesa. Amistad.
2. Malaquita. Suerte en la vida.
3. Topacio. Prosperidad. También otros indican que infidelidad.
4. Granate. Amor y constancia.
5. Amatista. Sinceridad.
6. Rubí. Pasión.
7. Aguamarina. Esperanza.
8. Zafiro. Amistad fiel y duradera.
9. Diamante. El amor eterno. Amor para siempre.
10. Crisolita. Cimenta las grandes pasiones.
11. Esmeralda. Amor, felicidad y fidelidad.
12. Ágata. Larga vida.
14. Coral. Carrera de éxito.
15. Coralina. Felicidad sin límites.
16. Lapislázuli. Fidelidad para siempre.
Pero, no solo las piedras tienen un significado propio. Dicen, que cada mes del año tiene su propia piedra. Y aquí se lo indicamos:
1. Enero. Granate.
2. Febrero. Amatista.
3. Marzo. Rubí.
4. Abril. Zafiro/Diamante.
5. Mayo. Esmeralda.
6. Junio. Ágata/Coral.
7. Julio. Coralina.
8. Agosto. Lapislázuli.
9. Septiembre. Crisolita.
10. Octubre. Aguamarina.
11. Noviembre. Topacio.
12. Diciembre. Turquesa/Malaquita.
A mis queridas amigas Ferragut Vera Laura, Glorisabel, Lady Andromeda, para que busqueís los aderezos que llevareís a la boda les dejo unos cuantos obsequios.
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1. Turquesa. Amistad.
2. Malaquita. Suerte en la vida.
3. Topacio. Prosperidad. También otros indican que infidelidad.
4. Granate. Amor y constancia.
5. Amatista. Sinceridad.
6. Rubí. Pasión.
7. Aguamarina. Esperanza.
8. Zafiro. Amistad fiel y duradera.
9. Diamante. El amor eterno. Amor para siempre.
10. Crisolita. Cimenta las grandes pasiones.
11. Esmeralda. Amor, felicidad y fidelidad.
12. Ágata. Larga vida.
14. Coral. Carrera de éxito.
15. Coralina. Felicidad sin límites.
16. Lapislázuli. Fidelidad para siempre.
Pero, no solo las piedras tienen un significado propio. Dicen, que cada mes del año tiene su propia piedra. Y aquí se lo indicamos:
1. Enero. Granate.
2. Febrero. Amatista.
3. Marzo. Rubí.
4. Abril. Zafiro/Diamante.
5. Mayo. Esmeralda.
6. Junio. Ágata/Coral.
7. Julio. Coralina.
8. Agosto. Lapislázuli.
9. Septiembre. Crisolita.
10. Octubre. Aguamarina.
11. Noviembre. Topacio.
12. Diciembre. Turquesa/Malaquita.
A mis queridas amigas Ferragut Vera Laura, Glorisabel, Lady Andromeda, para que busqueís los aderezos que llevareís a la boda les dejo unos cuantos obsequios.
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kanon1977- Su Alteza Real
- Mensajes : 1313
Fecha de inscripción : 08/03/2008
Localización : El Salvador
Re: TIARAS (II)
Buscando por ahí encontre unas nuevas imagenes de Mary luciendo la tiara regalo de la reina Margarita y el príncipe Henrick, la cual ha modificado y le ha añadido perlas, yo creo que se ve mucho mejor, hoy esa tiara es mucho mas bella, espero que les guste.
Además he encontrado una tiara noruega que a mi en particular me encanta por los emblemas, vemos como la Reina Sonia luce una de las cruces como prendedor.
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A continuación les dejo un enlace para que vean las imagenes del último banquete en dinamarca, donde se pudo apreciar la modificación de la tiara de Mary, y a su vez el juego de turquesas de la Reina, y está portando una diadema nada ostentosa, pero muy elegante, desgraciadamente no se pueden copiar las imagenes para ponerselas, si alguien pude colgarlas le agradecere mucho, fuertes saludos.
Además he encontrado una tiara noruega que a mi en particular me encanta por los emblemas, vemos como la Reina Sonia luce una de las cruces como prendedor.
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A continuación les dejo un enlace para que vean las imagenes del último banquete en dinamarca, donde se pudo apreciar la modificación de la tiara de Mary, y a su vez el juego de turquesas de la Reina, y está portando una diadema nada ostentosa, pero muy elegante, desgraciadamente no se pueden copiar las imagenes para ponerselas, si alguien pude colgarlas le agradecere mucho, fuertes saludos.
kanon1977- Su Alteza Real
- Mensajes : 1313
Fecha de inscripción : 08/03/2008
Localización : El Salvador
Re: TIARAS (II)
kanon1977 escribió:Buscando por ahí encontre unas nuevas imagenes de Mary luciendo la tiara regalo de la reina Margarita y el príncipe Henrick, la cual ha modificado y le ha añadido perlas, yo creo que se ve mucho mejor, hoy esa tiara es mucho mas bella, espero que les guste.
Además he encontrado una tiara noruega que a mi en particular me encanta por los emblemas, vemos como la Reina Sonia luce una de las cruces como prendedor.
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A continuación les dejo un enlace para que vean las imagenes del último banquete en dinamarca, donde se pudo apreciar la modificación de la tiara de Mary, y a su vez el juego de turquesas de la Reina, y está portando una diadema nada ostentosa, pero muy elegante, desgraciadamente no se pueden copiar las imagenes para ponerselas, si alguien pude colgarlas le agradecere mucho, fuertes saludos.
Lord Kanon gracias por las fotos. La tiara de cruces es hermosa!, tiene idea cuál ha sido su diseñador?
Lady Luisita- Su Alteza Serenísima
- Mensajes : 132
Fecha de inscripción : 08/07/2010
Re: TIARAS (II)
[img]
Esta es la base de la tiara de cruces, la cual ha sido utilizada por su hija Martha Luisa y por la propia Reina Sonia.
[/img]
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Esta tiara es conocida como malteser tiara, y le pertenecio a la Reina Maud, quien fuera nieta de la Reina Víctoria de Inglaterra.
Y esta tiara tiene dos versiones una solo como bandeu y otra como tiara completa acompañada de las cruces.[/img]
Esta es la base de la tiara de cruces, la cual ha sido utilizada por su hija Martha Luisa y por la propia Reina Sonia.
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Esta tiara es conocida como malteser tiara, y le pertenecio a la Reina Maud, quien fuera nieta de la Reina Víctoria de Inglaterra.
Y esta tiara tiene dos versiones una solo como bandeu y otra como tiara completa acompañada de las cruces.[/img]
kanon1977- Su Alteza Real
- Mensajes : 1313
Fecha de inscripción : 08/03/2008
Localización : El Salvador
Re: TIARAS (II)
La tiara entonces puede usarse de dos maneras. Yo jamás me hubiera dado cuenta.
Gracias por la información Lord Kanon.
Gracias por la información Lord Kanon.
Lady Luisita- Su Alteza Serenísima
- Mensajes : 132
Fecha de inscripción : 08/07/2010
Re: TIARAS (II)
Acá les dejo una información sobre ciertas joyas de los Rothschild, las cuales me imagino que harán las delicias de alguna de las damas de esta gran corte.
A propósito, dichas joyas no quedarían mal si las adquiriera la familia real Española, sería una delicia ver a la Reina Sofia luciendo tan hermosa tiara;
así como el conjunto entero.
Pertenecieron a una heredera del imperio Rothschild: tres joyas únicas alcanzan los dos millones de euros en una subasta
Una tiara, un brazalete y un broche que fueron de la condesa de Rosebery, una de las mujeres más ricas de Inglaterra en el s. XIX
¿Quiere lucir una de las tiaras más espectaculares y lujosas de la historia de la joyería? ¿Tiene preparada su cartera? El afortunado comprador de esta pieza sí la tenía y bien llena, ya que pagó la nada despreciable cantidad de 1.161.250 libras (más de un millón trescientos mil euros) por ella en la subasta organizada por la casa Christie’s de Londres. Se trata de la tiara de perlas y diamantes Rosebery, que se ofrecía con un broche y brazalete del mismo material y estilo, que completaban el conjunto. Por estos dos, que se han subastado en un lote diferente, se han pagado 577.250 libras (casi 650.000 euros). Las piezas pertenecían a Hannah, condesa de Rosebery, nacida de Rothschild, una de las mujeres más ricas de Inglaterra en el s. XIX, y fueron creadas al gusto victoriano, con perlas naturales y grupos de diamantes.
Hannah era la única hija de Mayer Amschel de Rothschild y su mujer Juliana, nieta de Nathan Mayer Rothschild fundador de NM Rothschild &
Sons, la rama inglesa del imperio bancario de los Rothschild. Cuando murió su padre en 1874, se convirtió a sus 23 años en la mujer más rica de Inglaterra heredando importantes propiedades, una fortuna millonaria y una colección de arte y joyas que dejaba sin aliento a quien la contemplaba. Lo mismo que le pasó al atractivo Archibald, el 5º conde de Rosebery, en 1878, cuando se casó con ella a quien definía como “muy sencilla y natural, lista, cariñosa y tímida”. “Nunca he conocido un carácter tan bello” escribió el enamorado aristócrata. Fue entonces cuando habría sido adquirido el conjunto de joyas.
En palabras del director de Christie’s, Keith Penton: “La tiara, el brazalete y el broche estaban en el centro de la vasta colección de magníficas joyas de Lady Rosebery, que rivalizaba con las de las coronas europeas de entonces. Son unas raras muestras del esplendor aristocrático del s. XIX, ya que muchas de estas piezas antiguas han sido vendidas de forma anónima, reformadas o se han roto”. Joyas de valor histórico que harán las delicias ahora de un adinerado coleccionista anónimo.
A propósito, dichas joyas no quedarían mal si las adquiriera la familia real Española, sería una delicia ver a la Reina Sofia luciendo tan hermosa tiara;
así como el conjunto entero.
Pertenecieron a una heredera del imperio Rothschild: tres joyas únicas alcanzan los dos millones de euros en una subasta
Una tiara, un brazalete y un broche que fueron de la condesa de Rosebery, una de las mujeres más ricas de Inglaterra en el s. XIX
¿Quiere lucir una de las tiaras más espectaculares y lujosas de la historia de la joyería? ¿Tiene preparada su cartera? El afortunado comprador de esta pieza sí la tenía y bien llena, ya que pagó la nada despreciable cantidad de 1.161.250 libras (más de un millón trescientos mil euros) por ella en la subasta organizada por la casa Christie’s de Londres. Se trata de la tiara de perlas y diamantes Rosebery, que se ofrecía con un broche y brazalete del mismo material y estilo, que completaban el conjunto. Por estos dos, que se han subastado en un lote diferente, se han pagado 577.250 libras (casi 650.000 euros). Las piezas pertenecían a Hannah, condesa de Rosebery, nacida de Rothschild, una de las mujeres más ricas de Inglaterra en el s. XIX, y fueron creadas al gusto victoriano, con perlas naturales y grupos de diamantes.
Hannah era la única hija de Mayer Amschel de Rothschild y su mujer Juliana, nieta de Nathan Mayer Rothschild fundador de NM Rothschild &
Sons, la rama inglesa del imperio bancario de los Rothschild. Cuando murió su padre en 1874, se convirtió a sus 23 años en la mujer más rica de Inglaterra heredando importantes propiedades, una fortuna millonaria y una colección de arte y joyas que dejaba sin aliento a quien la contemplaba. Lo mismo que le pasó al atractivo Archibald, el 5º conde de Rosebery, en 1878, cuando se casó con ella a quien definía como “muy sencilla y natural, lista, cariñosa y tímida”. “Nunca he conocido un carácter tan bello” escribió el enamorado aristócrata. Fue entonces cuando habría sido adquirido el conjunto de joyas.
En palabras del director de Christie’s, Keith Penton: “La tiara, el brazalete y el broche estaban en el centro de la vasta colección de magníficas joyas de Lady Rosebery, que rivalizaba con las de las coronas europeas de entonces. Son unas raras muestras del esplendor aristocrático del s. XIX, ya que muchas de estas piezas antiguas han sido vendidas de forma anónima, reformadas o se han roto”. Joyas de valor histórico que harán las delicias ahora de un adinerado coleccionista anónimo.
kanon1977- Su Alteza Real
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Fecha de inscripción : 08/03/2008
Localización : El Salvador
Re: TIARAS (II)
Dos coronas, dos consortes
En el ámbito de la joyería de la realeza existen dos piezas excepcionales, las coronas de Eugenia, Emperatriz de los Franceses y de Fabiola, Reina de los Belgas, que concitan un extraño emparejamiento. De una parte, pertenecieron a dos españolas, nacidas en la aristocracia pero ajenas al círculo de las familias reales, que llegaron a sentarse por derecho de cónyuge en dos tronos de Europa. Por otro lado, ambas coronas tuvieron un acusado parecido formal, ya que la de Eugenia, en su montaje de 1858, seguía un diseño heráldico mezclando elementos de las coronas ducal y marquesal, al igual que ocurría con uno de los montajes que aún en hoy puede adoptar la corona de la Reina Fabiola.
LAS ESMERALDAS DE LA EMPERATRIZ EUGENIA
Como es sabido, la granadina Eugenia de Guzmán Kirkpatrick Palafox y Portocarrero, condesa de Teba (1826-1920), era descendiente de nobles linajes españoles y llegaría a ser, por su matrimonio con Napoleón III en 1853, soberana de los franceses. Lógicamente, además de tener a su disposición las joyas de la Corona de Francia, Eugenia recibió numerosas alhajas a lo largo de su reinado, unas como regalos personales, otras por adquisiciones privadas o por herencia familiar. En 1870, cuando se derrumba el Segundo Imperio a raíz de la derrota de Sedán, la emperatriz gozaba de un fabuloso tesoro con que aparecía resplandeciente en las ceremonias oficiales y así la vemos en múltiples retratos.
[img]https://2img.net/r/ihimizer/img171/1322/coronae.jpg
Gran amiga de la reina Victoria de Gran Bretaña, Eugenia pensó casar a su hijo Luis Napoleón con la menor de las hijas de la soberana inglesa, la princesa Beatriz, más adelante Princesa de Battenberg por su matrimonio con el Príncipe Enrique. A pesar de que este proyecto se frustró por la prematura muerte del Príncipe Imperial, Eugenia guardó siempre un especial cariño a esta rama de la familia real británica y, especialmente, a la hija de la Princesa Beatriz, “Ena”, quien llegaría a ser reina de España. Eugenia se tomó gran interés en el destino de la bella Princesa de Battenberg, maniobrando activamente para hacer culminar en boda el noviazgo de Ena con Alfonso XIII.
Según Gerard Noel, cuando murió en 1920 la que fuera soberana de los franceses, su sobrino, el duque de Alba, se presentó ante la reina de España portando un estuche que contenía un bonito abanico. Doña Victoria Eugenia, como es bien sabido, era amante de las buenas joyas, pero debía de estar sobrada de abanicos, y no pareció quedar excesivamente satisfecha con la visión del legado imperial. Ante la insinuación del duque de que observase con más profundidad el estuche, la reina descubrió bajo el abanico un impresionante lote de esmeraldas colombianas que Eugenia de Montijo había recibido de Napoleón III y que lució en una impresionante corona realizada en 1858 por el joyero Fontennay.
[img]https://2img.net/r/ihimizer/img714/6276/eugenie1.jpg
Esta diadema tenía forma, entonces, de corona heráldica, entre ducal y marquesal, con la particularidad de presentar sólo siete florones en los cuales podía lucir zafiros o esmeraldas, o sustituirlos por perlas en forma de pera. Hay varias fotografías de Eugenia luciendo esta joya, de frente y de perfil, así como la miniatura, original de Pommeyrac, en la que también la muestra, en este caso engastada de zafiros.
Esta corona de Fontenney no debe ser confundida con la que realizó el también joyero Lemonnier y que hoy se conserva en el Louvre. Cuando cayó la monarquía bonapartista en 1870, ambas diademas fueron objeto de una larga discusión entre las autoridades de la Tercera República Francesa y la emperatriz quien, finalmente, recuperó la diadema de Fontenney. Aunque no hay noticia de que la usase durante su larguísimo exilio. Probablemente la haya desmontado, conservando las siete esmeraldas colombianas que legaría a la reina de España a su fallecimiento.
Ena de Battenberg hizo varias combinaciones con estas piedras. En un primer montaje, efectuado inmediatamente después de recibir las esmeraldas por la joyería madrileña Sanz, se lucían en un collar corto de gusto clásico, engastadas en un marco de roleos rococó de brillantes. Curiosamente, en este collar ya aparecen nueve esmeraldas, dos más de las siete que adornaban la diadema de la emperatriz Eugenia.
Una década después, la esposa de Alfonso XIII adaptó las gemas a la moda, imperante en aquellas fechas, de los largos collares en sautoir, para lo cual encargó a a Casa Cartier un nuevo montaje. Esta creación incluiría, además, una fabulosa cruz, tallada en una gran esmeralda de 45,02 kilates y cuatro centímetros de longitud. Curiosamente, esta cruz también está vinculada a la familia real española. Había sido propiedad de Isabel II y Francisco de Asís, de quienes la adquirió la emperatriz Eugenia para legarla años después a la Princesa Beatriz de Battenberg (madre de Ena).
Volvieron así a reunirse estas singulares esmeraldas de la española emperatriz de los franceses y de la reina Isabel II de España en propiedad de otra reina de España, Doña Victoria Eugenia. Con las esmeraldas de la Emperatriz y la cruz, Cartier entregó el 31 de marzo de 1931, pocos días antes de proclamarse la Segunda República, uno de los collares más fastuosos realizados por aquellos años y que se completaba con un par de pendientes a juego, por lo que Victoria Eugenia añadió varias esmeraldas, aunque de calidad claramente inferior a las colombianas originales. El gran fotógrafo Alfonso captó la imagen de la reina adornada con las alhajas en su nueva apariencia, retrato ejecutado en uno de los salones del Palacio Real de Madrid.
Ya en el exilio, Doña Victoria Eugenia vendió la esmeralda tallada en forma de cruz a Cartier quien, tras incluirla en 1937 en un nuevo collar, similar al que hizo en 1931 para la soberana, la vende a Madame Antenor Patiño, de quien la heredó su hija, Isabel Goldsmith.
Años después, quizás al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el resto de las esmeraldas fueron objeto de un nuevo montaje, que luce en una espléndida fotografía hasta ahora inédita, datada en 1949, cedida por la joyería Sanz, y con el que la soberana aparecerá retratada, esta vez en colores, en un reportaje publicado en el semanario norteamericano Life, en 1958. En esta ocasión, las piedras originales fueron montadas, nuevamente por la Casa Cartier, de la siguiente manera: una de las esmeraldas (de 16 quilates) se engarzó en una sortija, con dos brillantes en forma de gota y otros seis brillantes tallados en baguette;
otra de las esmeraldas (de 18 quilates) en un broche, con cuatro grandes brillantes y ochenta pequeños. Finalmente, el collar ostentaba siete esmeraldas, seguramente las originales de la Emperatriz Eugenia, que sumaban 124 quilates, más cincuenta brillantes y otros 112 más pequeños. A este conjunto añadía Victoria Eugenia la diadema de brillantes de Cartier, cuyas perlas sustituía por esmeraldas cuadradas a juego con este aderezo, y que podrían proceder de alguna de las pulseras que luce en la fotografía de 1949.
En 1961, con objeto de conseguir liquidez económica para afrontar los gastos que se avecinaban con motivo de la próxima celebración de la boda de su nieto, el Príncipe de Asturias, Doña Victoria Eugenia puso en venta el collar, el anillo y el broche antes descritos. Fue comprado por la Casa Cartier y luego adquirido inmediatamente por Reza Pahlavi, Emperador del Irán. Esta joya, como tantas otras, pasó a formar parte del Tesoro Nacional iraní y quedó en Teherán al caer la monarquía de los Pahlavi en 1979, no teniéndose noticia de que haya sido enajenado por las autoridades islámicas de aquella república.
LA CORONA DE LA REINA FABIOLA
Fabiola Mora y Aragón es la esposa –hoy viuda- de Balduino, Rey de los Belgas. Hija del IV marqués de Casa Riera y conde pontificio de Mora, don Gonzalo Mora y Fernández, casó con el soberano belga el 15 de diciembre de 1960. Fabiola pertenecía a la aristocracia madrileña y su figura discreta generaba, en los medios que la trataban, una simpatía que se extendió a toda la sociedad española en cuanto se hizo pública la noticia de su compromiso. El monarca belga era un hombre que despertaba igualmente sentimientos benevolentes, aureolado de un cierto misticismo por rumores que veían en él una vocación al estado religioso.
Cuando se supo que doña Fabiola compartiría el trono con el rey Balduino se prodigaron los homenajes a su persona, muchos ellos en forma de regalos. Sin duda uno de más valiosos que recibió fue una joya de empaque auténticamente regio, que se le presentó en forma de corona marquesal, cuya posesión era ciertamente frecuente entre las casas tituladas de la época, aunque en su mayoría eran de factura decimonónica.
La pieza también puede lucirse como collar y como diadema, contando para ello con las monturas correspondientes. Como era el regalo de la nación española, le fue entregado por la esposa del entonces Jefe del Estado, doña Carmen Polo de Franco, quien se personó en el Palacio de la calle Zurbano y, ante una multitud de periodistas gráficos, entregó la corona en uno de los estuches a la futura reina de los Belgas. Sobre el escritorio rococó situado tras las dos damas quedaba un segundo estuche con la montura que permitía lucir la joya como diadema. Fabiola la escogería como tocado, en su forma de corona, para el baile que se celebró en el Palacio Real de Bruselas la noche anterior a la boda, gala en la que se dieron cita gran número de reyes y príncipes de la vieja Europa.
Aunque toda la prensa se hizo eco de la noticia, ninguna información trascendió del origen del presente. No se sabía la identidad del fabricante ni la identidad de sus anteriores propietarios, caso de que no se hubiese elaborado ex profeso para la ocasión. Años después, el periodista Jaime Peñafiel reveló que este regalo había sido adquirido por el Estado español de una familia titulada que había tenido depositada la corona durante muchos años en un convento para servir de ornato a una imagen de la Virgen. Esta circunstancia había dado oportunidad a las religiosas que custodiaban la joya de ir substituyendo las piedras preciosas que le daban color por vidrios sin ningún valor económico, vendiendo tales gemas para hacer frente a las sucesivas necesidades del convento. Así, los dos juegos de esmeraldas y rubíes, que se podían colocar en los florones de la tiara alternando sus diferentes tonalidades o combinándose como se estimase adecuado en cada ocasión, sirvieron a lo largo de los años para aliviar las penurias de la comunidad y, cuando los joyeros de la Corte belga examinaron la alhaja, quedaron impresionados ante la chocante situación que se detectaba. Según se dice, el Estado español adquirió presuroso un lote completo de esmeraldas y rubíes para renovar la ornamentación falsificada.
Fabiola lleva la corona con aguamarinas en su visita oficial a Brasil en 1965.
La reina de los Belgas usando la corona con rubíes en la visita de Estado de la reina de Inglaterra a Bélgica en 1966.
Se dijo que la Reina Fabiola no volvió a usar la joya después de aquel fastuoso baile de la noche del 14 de diciembre de 1960, pero hay testimonios gráficos que demuestran lo contrario. La soberana belga escogió esta alhaja, como corona, para lucirla en sendas visitas oficiales, junto a la Reina de Inglaterra y a la Emperatriz del Irán, famosas ambas por sus soberbios aderezos. También la escogió para su estancia en Viena y, como diadema, se vio en Dinamarca, en Marruecos, en el Vaticano durante una visita al Papa Pablo VI, y en varias recepciones en Bruselas, junto al Mariscal Tito o los Grandes Duques de Luxemburgo.
Fabiola usando la corona estilo diadema con aguamarinas con un aderezo de aguamarinas brasileñas y diamantes.
Como collar, a guisa de ejemplo, brilló en el Palacio Real de Madrid cuando, en 1978, los monarcas belgas devolvieron a Don Juan Carlos y Doña Sofía su anterior visita de Estado a Bruselas. Para terminar, como diadema, Fabiola también la ha utilizado en un sinfín de oportunidades, como en su visita a la entonces República Federal alemana, en la que aparecieron las aguamarinas que le había regalado el Rey Balduino para, junto a las esmeraldas y los rubíes, combinar piedras de diferentes colores en pieza tan versátil. Ya viuda de Balduino, la diadema ha vuelto a brillar recientemente, con motivo de la visita de los Reyes de Suecia a Bélgica.
[img]https://2img.net/r/ihimizer/img34/406/fabiolacollar.jpg
La familia española que la tuvo en su propiedad antes de la Reina de los Belgas fue la Casa Ducal de Medinaceli, a la cual se la adquirió el Estado por indicación de Doña Carmen Polo, cuya amistad con tan egregio linaje era conocida en la época del enlace del Rey Balduino. Un retrato que Dubufe pintó de la duquesa Ángela, fechable en torno a la Navidad de 1859, conservado en el Hospital Tavera, de Toledo, nos muestra esta corona, ornada de rubíes.
Carmen Martínez Bordiú, nieta primogénita de la que después sería Señora de Meirás, cuenta en sus memorias cómo recibió, en su lecho de enferma, la visita de su abuela que portaba, como extraño juguete, la corona que se iba a regalar a Fabiola Mora. Textualmente narra: Quizá el acontecimiento que, por una serie de motivos, se me quedó más grabado en mi infancia y comienzo de la adolescencia fue la boda de Balduino y Fabiola. No olvidaré que días antes de que se casaran mi abuela entró en el dormitorio…, se sentó en mi cama y abrió una caja en la que estaba la corona que el Estado español le iba a regalar a Fabiola. Me quedé deslumbrada, porque era grande, llena de brillantes y esmeraldas. Era la primera vez que veía una joya así, tan importante.
María Manuela Kirkpatrick, condesa de Montijo, persiguió con ahínco, y consiguió que su hija Eugenia ciñese una corona imperial. La emperatriz tuvo poder e influencia, que simbolizaban las joyas como la que hemos estudiado detenidamente, pero todo se volatilizó por los avatares de la Historia. Fabiola de Mora, a diferencia de la condesa de Teba, nunca abrigó ningún interés en ocupar puestos destacados ni en ceñir ninguna corona real y fueron argumentos muy ajenos a las pompas cortesanas los que la llevaron a subir al trono belga junto a Balduino I.
Ninguna de las dos dejó descendencia biológica, pero sus trabajos han tenido muy diferente destino: mientras que el Segundo Imperio napoleónico hoy no es más que un recuerdo en la historia de Europa, la monarquía belga, tras violentas sacudidas, parece estabilizada y puede encarar su futuro en la Unión Europea confiadamente, ante la perspectiva de ver en los próximos decenios a los futuros Reyes, Felipe y Matilde, sobre la senda que trazaron, desde los años 60, sus tíos Balduino y Fabiola.
Las esmeraldas que Napoleón III regalara a Eugenia, efímeramente lucidas en la corte de Madrid por Doña Victoria Eugenia, adornaron durante unos años a la Emperatriz Farah, y hoy han quedado semiescondidas en la Banca Nacional de Teherán, con poca utilidad más que la que tenían en las minas colombianas originarias. Por el contrario, la corona que España regaló a Fabiola sigue haciendo sus funciones representativas en la corte de la brumosa Bélgica.
En el ámbito de la joyería de la realeza existen dos piezas excepcionales, las coronas de Eugenia, Emperatriz de los Franceses y de Fabiola, Reina de los Belgas, que concitan un extraño emparejamiento. De una parte, pertenecieron a dos españolas, nacidas en la aristocracia pero ajenas al círculo de las familias reales, que llegaron a sentarse por derecho de cónyuge en dos tronos de Europa. Por otro lado, ambas coronas tuvieron un acusado parecido formal, ya que la de Eugenia, en su montaje de 1858, seguía un diseño heráldico mezclando elementos de las coronas ducal y marquesal, al igual que ocurría con uno de los montajes que aún en hoy puede adoptar la corona de la Reina Fabiola.
LAS ESMERALDAS DE LA EMPERATRIZ EUGENIA
Como es sabido, la granadina Eugenia de Guzmán Kirkpatrick Palafox y Portocarrero, condesa de Teba (1826-1920), era descendiente de nobles linajes españoles y llegaría a ser, por su matrimonio con Napoleón III en 1853, soberana de los franceses. Lógicamente, además de tener a su disposición las joyas de la Corona de Francia, Eugenia recibió numerosas alhajas a lo largo de su reinado, unas como regalos personales, otras por adquisiciones privadas o por herencia familiar. En 1870, cuando se derrumba el Segundo Imperio a raíz de la derrota de Sedán, la emperatriz gozaba de un fabuloso tesoro con que aparecía resplandeciente en las ceremonias oficiales y así la vemos en múltiples retratos.
[img]https://2img.net/r/ihimizer/img171/1322/coronae.jpg
Gran amiga de la reina Victoria de Gran Bretaña, Eugenia pensó casar a su hijo Luis Napoleón con la menor de las hijas de la soberana inglesa, la princesa Beatriz, más adelante Princesa de Battenberg por su matrimonio con el Príncipe Enrique. A pesar de que este proyecto se frustró por la prematura muerte del Príncipe Imperial, Eugenia guardó siempre un especial cariño a esta rama de la familia real británica y, especialmente, a la hija de la Princesa Beatriz, “Ena”, quien llegaría a ser reina de España. Eugenia se tomó gran interés en el destino de la bella Princesa de Battenberg, maniobrando activamente para hacer culminar en boda el noviazgo de Ena con Alfonso XIII.
Según Gerard Noel, cuando murió en 1920 la que fuera soberana de los franceses, su sobrino, el duque de Alba, se presentó ante la reina de España portando un estuche que contenía un bonito abanico. Doña Victoria Eugenia, como es bien sabido, era amante de las buenas joyas, pero debía de estar sobrada de abanicos, y no pareció quedar excesivamente satisfecha con la visión del legado imperial. Ante la insinuación del duque de que observase con más profundidad el estuche, la reina descubrió bajo el abanico un impresionante lote de esmeraldas colombianas que Eugenia de Montijo había recibido de Napoleón III y que lució en una impresionante corona realizada en 1858 por el joyero Fontennay.
[img]https://2img.net/r/ihimizer/img714/6276/eugenie1.jpg
Esta diadema tenía forma, entonces, de corona heráldica, entre ducal y marquesal, con la particularidad de presentar sólo siete florones en los cuales podía lucir zafiros o esmeraldas, o sustituirlos por perlas en forma de pera. Hay varias fotografías de Eugenia luciendo esta joya, de frente y de perfil, así como la miniatura, original de Pommeyrac, en la que también la muestra, en este caso engastada de zafiros.
Esta corona de Fontenney no debe ser confundida con la que realizó el también joyero Lemonnier y que hoy se conserva en el Louvre. Cuando cayó la monarquía bonapartista en 1870, ambas diademas fueron objeto de una larga discusión entre las autoridades de la Tercera República Francesa y la emperatriz quien, finalmente, recuperó la diadema de Fontenney. Aunque no hay noticia de que la usase durante su larguísimo exilio. Probablemente la haya desmontado, conservando las siete esmeraldas colombianas que legaría a la reina de España a su fallecimiento.
Ena de Battenberg hizo varias combinaciones con estas piedras. En un primer montaje, efectuado inmediatamente después de recibir las esmeraldas por la joyería madrileña Sanz, se lucían en un collar corto de gusto clásico, engastadas en un marco de roleos rococó de brillantes. Curiosamente, en este collar ya aparecen nueve esmeraldas, dos más de las siete que adornaban la diadema de la emperatriz Eugenia.
Una década después, la esposa de Alfonso XIII adaptó las gemas a la moda, imperante en aquellas fechas, de los largos collares en sautoir, para lo cual encargó a a Casa Cartier un nuevo montaje. Esta creación incluiría, además, una fabulosa cruz, tallada en una gran esmeralda de 45,02 kilates y cuatro centímetros de longitud. Curiosamente, esta cruz también está vinculada a la familia real española. Había sido propiedad de Isabel II y Francisco de Asís, de quienes la adquirió la emperatriz Eugenia para legarla años después a la Princesa Beatriz de Battenberg (madre de Ena).
Volvieron así a reunirse estas singulares esmeraldas de la española emperatriz de los franceses y de la reina Isabel II de España en propiedad de otra reina de España, Doña Victoria Eugenia. Con las esmeraldas de la Emperatriz y la cruz, Cartier entregó el 31 de marzo de 1931, pocos días antes de proclamarse la Segunda República, uno de los collares más fastuosos realizados por aquellos años y que se completaba con un par de pendientes a juego, por lo que Victoria Eugenia añadió varias esmeraldas, aunque de calidad claramente inferior a las colombianas originales. El gran fotógrafo Alfonso captó la imagen de la reina adornada con las alhajas en su nueva apariencia, retrato ejecutado en uno de los salones del Palacio Real de Madrid.
Ya en el exilio, Doña Victoria Eugenia vendió la esmeralda tallada en forma de cruz a Cartier quien, tras incluirla en 1937 en un nuevo collar, similar al que hizo en 1931 para la soberana, la vende a Madame Antenor Patiño, de quien la heredó su hija, Isabel Goldsmith.
Años después, quizás al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el resto de las esmeraldas fueron objeto de un nuevo montaje, que luce en una espléndida fotografía hasta ahora inédita, datada en 1949, cedida por la joyería Sanz, y con el que la soberana aparecerá retratada, esta vez en colores, en un reportaje publicado en el semanario norteamericano Life, en 1958. En esta ocasión, las piedras originales fueron montadas, nuevamente por la Casa Cartier, de la siguiente manera: una de las esmeraldas (de 16 quilates) se engarzó en una sortija, con dos brillantes en forma de gota y otros seis brillantes tallados en baguette;
otra de las esmeraldas (de 18 quilates) en un broche, con cuatro grandes brillantes y ochenta pequeños. Finalmente, el collar ostentaba siete esmeraldas, seguramente las originales de la Emperatriz Eugenia, que sumaban 124 quilates, más cincuenta brillantes y otros 112 más pequeños. A este conjunto añadía Victoria Eugenia la diadema de brillantes de Cartier, cuyas perlas sustituía por esmeraldas cuadradas a juego con este aderezo, y que podrían proceder de alguna de las pulseras que luce en la fotografía de 1949.
En 1961, con objeto de conseguir liquidez económica para afrontar los gastos que se avecinaban con motivo de la próxima celebración de la boda de su nieto, el Príncipe de Asturias, Doña Victoria Eugenia puso en venta el collar, el anillo y el broche antes descritos. Fue comprado por la Casa Cartier y luego adquirido inmediatamente por Reza Pahlavi, Emperador del Irán. Esta joya, como tantas otras, pasó a formar parte del Tesoro Nacional iraní y quedó en Teherán al caer la monarquía de los Pahlavi en 1979, no teniéndose noticia de que haya sido enajenado por las autoridades islámicas de aquella república.
LA CORONA DE LA REINA FABIOLA
Fabiola Mora y Aragón es la esposa –hoy viuda- de Balduino, Rey de los Belgas. Hija del IV marqués de Casa Riera y conde pontificio de Mora, don Gonzalo Mora y Fernández, casó con el soberano belga el 15 de diciembre de 1960. Fabiola pertenecía a la aristocracia madrileña y su figura discreta generaba, en los medios que la trataban, una simpatía que se extendió a toda la sociedad española en cuanto se hizo pública la noticia de su compromiso. El monarca belga era un hombre que despertaba igualmente sentimientos benevolentes, aureolado de un cierto misticismo por rumores que veían en él una vocación al estado religioso.
Cuando se supo que doña Fabiola compartiría el trono con el rey Balduino se prodigaron los homenajes a su persona, muchos ellos en forma de regalos. Sin duda uno de más valiosos que recibió fue una joya de empaque auténticamente regio, que se le presentó en forma de corona marquesal, cuya posesión era ciertamente frecuente entre las casas tituladas de la época, aunque en su mayoría eran de factura decimonónica.
La pieza también puede lucirse como collar y como diadema, contando para ello con las monturas correspondientes. Como era el regalo de la nación española, le fue entregado por la esposa del entonces Jefe del Estado, doña Carmen Polo de Franco, quien se personó en el Palacio de la calle Zurbano y, ante una multitud de periodistas gráficos, entregó la corona en uno de los estuches a la futura reina de los Belgas. Sobre el escritorio rococó situado tras las dos damas quedaba un segundo estuche con la montura que permitía lucir la joya como diadema. Fabiola la escogería como tocado, en su forma de corona, para el baile que se celebró en el Palacio Real de Bruselas la noche anterior a la boda, gala en la que se dieron cita gran número de reyes y príncipes de la vieja Europa.
Aunque toda la prensa se hizo eco de la noticia, ninguna información trascendió del origen del presente. No se sabía la identidad del fabricante ni la identidad de sus anteriores propietarios, caso de que no se hubiese elaborado ex profeso para la ocasión. Años después, el periodista Jaime Peñafiel reveló que este regalo había sido adquirido por el Estado español de una familia titulada que había tenido depositada la corona durante muchos años en un convento para servir de ornato a una imagen de la Virgen. Esta circunstancia había dado oportunidad a las religiosas que custodiaban la joya de ir substituyendo las piedras preciosas que le daban color por vidrios sin ningún valor económico, vendiendo tales gemas para hacer frente a las sucesivas necesidades del convento. Así, los dos juegos de esmeraldas y rubíes, que se podían colocar en los florones de la tiara alternando sus diferentes tonalidades o combinándose como se estimase adecuado en cada ocasión, sirvieron a lo largo de los años para aliviar las penurias de la comunidad y, cuando los joyeros de la Corte belga examinaron la alhaja, quedaron impresionados ante la chocante situación que se detectaba. Según se dice, el Estado español adquirió presuroso un lote completo de esmeraldas y rubíes para renovar la ornamentación falsificada.
Fabiola lleva la corona con aguamarinas en su visita oficial a Brasil en 1965.
La reina de los Belgas usando la corona con rubíes en la visita de Estado de la reina de Inglaterra a Bélgica en 1966.
Se dijo que la Reina Fabiola no volvió a usar la joya después de aquel fastuoso baile de la noche del 14 de diciembre de 1960, pero hay testimonios gráficos que demuestran lo contrario. La soberana belga escogió esta alhaja, como corona, para lucirla en sendas visitas oficiales, junto a la Reina de Inglaterra y a la Emperatriz del Irán, famosas ambas por sus soberbios aderezos. También la escogió para su estancia en Viena y, como diadema, se vio en Dinamarca, en Marruecos, en el Vaticano durante una visita al Papa Pablo VI, y en varias recepciones en Bruselas, junto al Mariscal Tito o los Grandes Duques de Luxemburgo.
Fabiola usando la corona estilo diadema con aguamarinas con un aderezo de aguamarinas brasileñas y diamantes.
Como collar, a guisa de ejemplo, brilló en el Palacio Real de Madrid cuando, en 1978, los monarcas belgas devolvieron a Don Juan Carlos y Doña Sofía su anterior visita de Estado a Bruselas. Para terminar, como diadema, Fabiola también la ha utilizado en un sinfín de oportunidades, como en su visita a la entonces República Federal alemana, en la que aparecieron las aguamarinas que le había regalado el Rey Balduino para, junto a las esmeraldas y los rubíes, combinar piedras de diferentes colores en pieza tan versátil. Ya viuda de Balduino, la diadema ha vuelto a brillar recientemente, con motivo de la visita de los Reyes de Suecia a Bélgica.
[img]https://2img.net/r/ihimizer/img34/406/fabiolacollar.jpg
La familia española que la tuvo en su propiedad antes de la Reina de los Belgas fue la Casa Ducal de Medinaceli, a la cual se la adquirió el Estado por indicación de Doña Carmen Polo, cuya amistad con tan egregio linaje era conocida en la época del enlace del Rey Balduino. Un retrato que Dubufe pintó de la duquesa Ángela, fechable en torno a la Navidad de 1859, conservado en el Hospital Tavera, de Toledo, nos muestra esta corona, ornada de rubíes.
Carmen Martínez Bordiú, nieta primogénita de la que después sería Señora de Meirás, cuenta en sus memorias cómo recibió, en su lecho de enferma, la visita de su abuela que portaba, como extraño juguete, la corona que se iba a regalar a Fabiola Mora. Textualmente narra: Quizá el acontecimiento que, por una serie de motivos, se me quedó más grabado en mi infancia y comienzo de la adolescencia fue la boda de Balduino y Fabiola. No olvidaré que días antes de que se casaran mi abuela entró en el dormitorio…, se sentó en mi cama y abrió una caja en la que estaba la corona que el Estado español le iba a regalar a Fabiola. Me quedé deslumbrada, porque era grande, llena de brillantes y esmeraldas. Era la primera vez que veía una joya así, tan importante.
María Manuela Kirkpatrick, condesa de Montijo, persiguió con ahínco, y consiguió que su hija Eugenia ciñese una corona imperial. La emperatriz tuvo poder e influencia, que simbolizaban las joyas como la que hemos estudiado detenidamente, pero todo se volatilizó por los avatares de la Historia. Fabiola de Mora, a diferencia de la condesa de Teba, nunca abrigó ningún interés en ocupar puestos destacados ni en ceñir ninguna corona real y fueron argumentos muy ajenos a las pompas cortesanas los que la llevaron a subir al trono belga junto a Balduino I.
Ninguna de las dos dejó descendencia biológica, pero sus trabajos han tenido muy diferente destino: mientras que el Segundo Imperio napoleónico hoy no es más que un recuerdo en la historia de Europa, la monarquía belga, tras violentas sacudidas, parece estabilizada y puede encarar su futuro en la Unión Europea confiadamente, ante la perspectiva de ver en los próximos decenios a los futuros Reyes, Felipe y Matilde, sobre la senda que trazaron, desde los años 60, sus tíos Balduino y Fabiola.
Las esmeraldas que Napoleón III regalara a Eugenia, efímeramente lucidas en la corte de Madrid por Doña Victoria Eugenia, adornaron durante unos años a la Emperatriz Farah, y hoy han quedado semiescondidas en la Banca Nacional de Teherán, con poca utilidad más que la que tenían en las minas colombianas originarias. Por el contrario, la corona que España regaló a Fabiola sigue haciendo sus funciones representativas en la corte de la brumosa Bélgica.
kanon1977- Su Alteza Real
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Re: TIARAS (II)
La modelo que luce las joyas de Hannbah un horror, con el clásico vestidito negro que no pega para ese conjunto y los cabellos lacios.
La nota siguiente sobre las esmeraldas de Eugenia está plagada de errores, esas piezas no pasaron al tesoro iraní.
La nota siguiente sobre las esmeraldas de Eugenia está plagada de errores, esas piezas no pasaron al tesoro iraní.
pablomilstein- Su Alteza Real
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Re: TIARAS (II)
Estimado Pablo,
probablemente te han hecho esta pregunta muchas veces.
Sin entrar en piezas concretas, ¿hay muchas joyas importantes en la casa real española que están en desuso?
probablemente te han hecho esta pregunta muchas veces.
Sin entrar en piezas concretas, ¿hay muchas joyas importantes en la casa real española que están en desuso?
Filippos- Su Alteza Imperial
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Re: TIARAS (II)
Pues.....no lo sé con exactitud
pablomilstein- Su Alteza Real
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Re: TIARAS (II)
pablomilstein escribió:
La nota siguiente sobre las esmeraldas de Eugenia está plagada de errores, esas piezas no pasaron al tesoro iraní.
Entonces sería fabuloso que nos ilustrases cual es el paradero de dichas Esmeraldas, ya que es la información que sobre las mismas se tiene.
kanon1977- Su Alteza Real
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Re: TIARAS (II)
Pues habría que preguntarselo a Harry Winston, que es quien realizó el collar de diamantes que lució siempre Farah, si las esmeraldas vendidas en 1961 las adquirió el ...., porque eso se rumorea pero que hay de cierto.
pablomilstein- Su Alteza Real
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Re: TIARAS (II)
¡Qué horrible manía tenían antes de enterrarse las tiaras prácticamente en la frente!
glorisabel- Su Alteza Imperial
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Re: TIARAS (II)
Los Medinaceli sacan a subasta su diadema de ¿Chaumet? en Sotheby's:
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Buena oportunidad para que el Rey comprase esta tiara y engrosar el joyero de tiaras, es hermosa, no cabe duda.[/img]
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Buena oportunidad para que el Rey comprase esta tiara y engrosar el joyero de tiaras, es hermosa, no cabe duda.[/img]
kanon1977- Su Alteza Real
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Fecha de inscripción : 08/03/2008
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Re: TIARAS (II)
Acá les dejo la tiara que lucio la Gran Duquesa María de Rusia, es una belleza de tiara, muy al estilo antiguo del Imperio, se me vino a la mente las bellas joyas Romanov.
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Es que es una belleza y los aretes de perlas también, me encanto verla tocada con tiara y con banda, fue espectacular, volver a ver a descendientes de la Familia Romanov.[/img]
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Es que es una belleza y los aretes de perlas también, me encanto verla tocada con tiara y con banda, fue espectacular, volver a ver a descendientes de la Familia Romanov.[/img]
kanon1977- Su Alteza Real
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Fecha de inscripción : 08/03/2008
Localización : El Salvador
Re: TIARAS (II)
Si es una buena copia.
pablomilstein- Su Alteza Real
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Fecha de inscripción : 24/07/2007
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Localización : cadiz
Re: TIARAS (II)
El príncipe Alberto II de Mónaco ha regalado a su esposa la Princesa Charlene el conjunto de tiara y collar Ocean de Van Cleef &
Arpels realizado en diamantes y zafiros. Dos fabulosas joyas que son mucho más que miles de priedras preciosas.
El savoir-faire de los joyeros franceses se refleja en cada centímetro de esta joya que representan el mar y el océano. El diseño de la base en oro blanco y el degradado de colores de los zafiros emulan las olas. Charlene de Mónaco escogió ella misma el nombre de esta joya, su regalo real de boda.
La Maison tiene el privilegio de ser joyero oficial del Principado desde el año 1956. Es un collar y es una diadema, una joya convertible. En las imágenes que os muestro podéis ver los bocetos realizados para después fabricar artesanalmente el collar.
Los zafiros azules representan la espuma del océano, el degradado se consigue con 359 zafiros de tres tonos distintos de azul. Su peso total es de 18 quilates.
Las demás piedras de la joya son 11 diamantes talla pera, calidad D.I.F., que representan las gotas del agua. La mayor de ellas pesa 4,01 quilates y los 10 diamantes restantes configuran los 44 quilates de peso.
En Mónaco se está organizando una exposición sobre la Boda Real en Mónaco .Abrirá sus puertas hoy día 9 de julio hasta finales de noviembre 2011. Será una oportunidad única de ver el collar-tiare Océan de Van Cleef &
Arpels, formará parte de la exposición.
Invitado- Invitado
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