La otra Eulalia de Borbón
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La otra Eulalia de Borbón
Interesante historia la que publicaba el diario LA RAZON el pasado 16 de noviembre. ¿Qué os parece?:
http://www.iec.cat/recull/fitxers/08/11/16/000EHGYX.pdf
La otra Eulalia de Borbón
EN 1883, UNA NIÑA ABANDONADA en un hospicio fue bautizada como Eulalia de Borbón. Los historiadores creen que podría ser nieta de Isabel II
16 Noviembre 08 - 0:16 - Ernesto Villar
En una fría mañana de febrero, poco antes de que den las diez, Don Juan Manuel Panadero Jiménez toca con vehemencia a la puerta del Juzgado del pequeño pueblo jienense de Alcaudete. La explicación a tanta urgencia está agazapada entre sus brazos: una recién nacida a la que protege «envuelta en un pedazo de algodón azul, pañal de lienzo de algodón, armilla de indiana clara, gorro blanco y un pañuelo de estambre a cuadros de colores», los mismos ropajes con los que ha sido recogida apenas unos minutos antes de la inclusa del pueblo, el hogar donde se deja a los niños abandonados. Otra expósita, por tanto. Quizás no es la primera, ni será la última, de aquel año 1883. Su destino, como el de tantos otros, será el de arrastrar por el mundo el apellido Expósito. O, si es más afortunada, el más piadoso de Cruz. O el de Baena, el nombre del vecino pueblo con el que ya se ha bautizado a más de uno y a más de dos.
Pero no será así esta vez. Con la parsimonia que acostumbra, trazo exquisito y cuidada letra, el juez de Alcaudete, Don Serafín Hernández Romero, se dispone ya a inscribir al bebé en el registro. Veamos, de nombre... E-u-l-a-l-i-a. De acuerdo. ¿Y el apellido? ... B-o-r-b-ó-n.
Bautizada al día siguiente
Borbón. Eulalia de Borbón. Cuando, más de 120 años después, el oficial del Juzgado de Alcaudete Sergio Burgos encontró una partida de nacimiento con este nombre, y en su propio pueblo, se extrañó;
una niña abandonada en un torno a quien la máxima autoridad judicial, un secretario, dos testigos y el responsable de la casa-cuna consienten en inscribir nada menos que con el apellido del Rey Alfonso XII. Y no sólo eso. A continuación, ese mismo 13 de febrero, la niña es bautizada en la Iglesia Mayor Parroquial de Santa María de Alcaudete por el presbítero Don Manuel Ocaña, en presencia de un padrino y dos testigos. «Bauticé solemnemente a una niña que dicen fue entregada en la Casa de Veneficiencia (sic) de esta Villa, como a las nueve de la mañana de hoy, a la que puse por nombre Eulalia y por apellido Borbón», escribió en la partida de nacimiento.
¿Quién era esa pequeña? Parece poco probable que la ocurrencia de bautizarla de esa guisa no fuera más que una broma de mal gusto de un juez socarrón y un cura burlón. Mucho menos que se trate de un error. ¿Quién, entonces, osa inscribir como una Borbón a una expósita si no es con el beneplácito de la «autoridad competente»? Y, sobre todo, ¿quién fue aquella Eulalia que alguien dejó a buen recaudo en un retirado pueblo de Jaén?
Primera pista. De nombre Eulalia y de apellido De Borbón. Así se llamaba también la menor de los cinco hijos de Isabel II, conocida como la «Infanta rebelde» y que ha pasado a la Historia por ser algo así como el verso suelto de la Dinastía. En su currículum acumuló motivos sobrados para merecer semejante distinción: defendió la emancipación de la mujer (hace más de un siglo, no lo olvidemos), apoyó la causa de la revolución cubana, desafió a su sobrino Alfonso XIII con una biografía que escandalizó a las cancillerías europeas y se convirtió en la primera Infanta que solicitó formalmente –y logró– el divorcio de un marido infiel y despechado al que, por cierto, ella correspondió con una buena dosis de cuernos.
La hipótesis más plausible
La Infanta Doña Eulalia nació en 1864, 19 años antes de que unos desconocidos dejaran a buen recaudo en la inclusa de Alcaudete a una niña con ese nombre. ¿Se trata, por tanto, de una hija ilegítima de la díscola Infanta y, por tanto, nieta de Isabel II? Saberlo a ciencia cierta es, por el momento, imposible. Pero hay quien cree que hay motivos sobrados para no descartarlo. El descubridor de la partida de nacimiento sostiene que ésta es la explicación más plausible a un misterio difícil de entender. La misma sospecha tiene el historiador José María Zavala, autor de «La infanta republicana: Eulalia de Borbón, la oveja negra de la Dinastía» (Plaza y Janés), la biografía más completa de la hija de Isabel II, que va ya por la segunda edición. Zavala aporta tres ingredientes que, al menos, invitan a no recelar de esta teoría: un historial de amantes especialmente revuelto aquellos años, un puñado de cartas comprometedoras y el nombre en clave de una misteriosa joven a la que, dos décadas después, Doña Leonor cuida con mimo en París.
Vayamos por partes. Segunda pista: nueve meses antes de aquel 13 de febrero de 1883, la Infanta Eulalia saborea aún sus éxitos en la Feria de Abril de Sevilla, de la que era asidua. ¿Ocurrió algo aquellos días? De su activa vida sentimental da cuenta una reveladora carta que había permanecido oculta hasta que Zavala la encontró rebuscando en el Archivo de Palacio. Para entenderla hay que tener en cuenta dos elementos. Uno es su fecha, 27 de julio de 1883, cinco meses después del nacimiento de la misteriosa Eulalia de Alcaudete. El otro, sus protagonistas, tan enrevesados como la propia vida de la hija menor de la Reina. Un breve «dramatis personae» ayudará a entenderlo. El autor de la misiva es Alfonso XII y la destinataria, Doña Paz, ambos hermanos de Eulalia. «Antonio» es Antonio de Orleáns, el primo de la «Infanta rebelde» y el marido que le impusieron tres años después, del que se divorciará tras 14 años de infidelidades mutuas. «Steffi», por último, es el archiduque Carlos Esteban, hermano de María Cristina, segunda esposa del Rey.
«En cuanto a la conveniencia de haber roto con Antonio –expone Alfonso XII–, yo no creo que ningún hombre se pueda ofender porque se le diga, desde el primer día, que no;
pero creo que ninguna mujer tiene el derecho de consentir a un hombre, engañarlo durante más de un año y luego de golpe y porrazo darle calabazas. Eso es sencillamente lo que Eulalia ha hecho,con Steffi, primero, y luego con Antonio, y cosa muy extraña es que dos veces seguidas, con dos muchachos buenos y agradables, se haya equivocado hasta el punto de creer que podía ser feliz con ellos y luego convencerse de lo contrario».
Y eso no es todo. En la misma epístola Alfonso XII habla de un tercer actor en este drama sentimental: el «otro», el «portugués», el futuro Rey Carlos de Portugal y verdadero amor de Eulalia, con quien la joven se habría casado de no pesarle tanto la responsabilidad de convertirse en Reina. Escribe Alfonso XII a su hermana Paz: «El hecho era no soltar a Antonio, sino cuando el otro hubiera dicho algo, y no que ahora no hay Antonio y está en lo posible que el portugués venga comprometido con otra o no le guste Eulalia y se quede ésta sin nadie y ya sabes que no es tan cómoda de tener mucho tiempo soltera;
pues no es tan segura de carácter como tú o Isabel».
La misteriosa «Jacques»
¿Tiene alguno de estos apuestos seductores relación con toda esta historia? De ser cierta esta hipótesis, quizás sí. «En esa época Eulalia llevaba una vida bastante disipada –explica José María Zavala–. Su gran amor era Carlos de Portugal, había roto con el archiduque Carlos Esteban y después con Antonio». La hipotética paternidad de este último, a su juicio, parece poco probable. La de un cuarto «actor» desconocido es una mera especulación. Pero en lo que respecta al futuro Rey de Portugal, el misterio se mantiene vivo, una vez más, gracias a un puñado de cartas –llenas de piropos, confidencias y declaraciones de amor– que se siguieron escribiendo durante toda su vida Eulalia y Carlos, hasta que en 1908 el monarca murió en un atentado.
«Gracias por cuidar de ella»
Según testimonia el biógrafo de Eulalia, en alguna de estas misivas ambos hablan de una niña, a la que llaman simplemente «Jacques», que vive con la Infanta en París, y por la que se interesa con avidez Carlos. «Muchas gracias por ocuparte de ella», le escribe. ¿Por qué lo hace? ¿Quién es esa desconocida? «No sabemos qué fue de esa Eulalia de Alcaudete –concluye Zavala–. Probablemente cambió de nombre. Pero teniendo en cuenta que a esa niña se le pierde la pista, puede ser que termine en París. Desde luego, ese ‘Jacques’ es un nombre un poco raro». ¿Será posible que sea la misma niña que una fría mañana de febrero encontró Don Juan Manuel Panadero Jiménez, «envuelta en un pedazo de algodón azul», en una casa-cuna de un pueblo de Jaén?
Ya no aparece en su enlace: http://www.larazon.es/noticia/la-otra-eulalia-de-borbon
http://www.iec.cat/recull/fitxers/08/11/16/000EHGYX.pdf
La otra Eulalia de Borbón
EN 1883, UNA NIÑA ABANDONADA en un hospicio fue bautizada como Eulalia de Borbón. Los historiadores creen que podría ser nieta de Isabel II
16 Noviembre 08 - 0:16 - Ernesto Villar
En una fría mañana de febrero, poco antes de que den las diez, Don Juan Manuel Panadero Jiménez toca con vehemencia a la puerta del Juzgado del pequeño pueblo jienense de Alcaudete. La explicación a tanta urgencia está agazapada entre sus brazos: una recién nacida a la que protege «envuelta en un pedazo de algodón azul, pañal de lienzo de algodón, armilla de indiana clara, gorro blanco y un pañuelo de estambre a cuadros de colores», los mismos ropajes con los que ha sido recogida apenas unos minutos antes de la inclusa del pueblo, el hogar donde se deja a los niños abandonados. Otra expósita, por tanto. Quizás no es la primera, ni será la última, de aquel año 1883. Su destino, como el de tantos otros, será el de arrastrar por el mundo el apellido Expósito. O, si es más afortunada, el más piadoso de Cruz. O el de Baena, el nombre del vecino pueblo con el que ya se ha bautizado a más de uno y a más de dos.
Pero no será así esta vez. Con la parsimonia que acostumbra, trazo exquisito y cuidada letra, el juez de Alcaudete, Don Serafín Hernández Romero, se dispone ya a inscribir al bebé en el registro. Veamos, de nombre... E-u-l-a-l-i-a. De acuerdo. ¿Y el apellido? ... B-o-r-b-ó-n.
Bautizada al día siguiente
Borbón. Eulalia de Borbón. Cuando, más de 120 años después, el oficial del Juzgado de Alcaudete Sergio Burgos encontró una partida de nacimiento con este nombre, y en su propio pueblo, se extrañó;
una niña abandonada en un torno a quien la máxima autoridad judicial, un secretario, dos testigos y el responsable de la casa-cuna consienten en inscribir nada menos que con el apellido del Rey Alfonso XII. Y no sólo eso. A continuación, ese mismo 13 de febrero, la niña es bautizada en la Iglesia Mayor Parroquial de Santa María de Alcaudete por el presbítero Don Manuel Ocaña, en presencia de un padrino y dos testigos. «Bauticé solemnemente a una niña que dicen fue entregada en la Casa de Veneficiencia (sic) de esta Villa, como a las nueve de la mañana de hoy, a la que puse por nombre Eulalia y por apellido Borbón», escribió en la partida de nacimiento.
¿Quién era esa pequeña? Parece poco probable que la ocurrencia de bautizarla de esa guisa no fuera más que una broma de mal gusto de un juez socarrón y un cura burlón. Mucho menos que se trate de un error. ¿Quién, entonces, osa inscribir como una Borbón a una expósita si no es con el beneplácito de la «autoridad competente»? Y, sobre todo, ¿quién fue aquella Eulalia que alguien dejó a buen recaudo en un retirado pueblo de Jaén?
Primera pista. De nombre Eulalia y de apellido De Borbón. Así se llamaba también la menor de los cinco hijos de Isabel II, conocida como la «Infanta rebelde» y que ha pasado a la Historia por ser algo así como el verso suelto de la Dinastía. En su currículum acumuló motivos sobrados para merecer semejante distinción: defendió la emancipación de la mujer (hace más de un siglo, no lo olvidemos), apoyó la causa de la revolución cubana, desafió a su sobrino Alfonso XIII con una biografía que escandalizó a las cancillerías europeas y se convirtió en la primera Infanta que solicitó formalmente –y logró– el divorcio de un marido infiel y despechado al que, por cierto, ella correspondió con una buena dosis de cuernos.
La hipótesis más plausible
La Infanta Doña Eulalia nació en 1864, 19 años antes de que unos desconocidos dejaran a buen recaudo en la inclusa de Alcaudete a una niña con ese nombre. ¿Se trata, por tanto, de una hija ilegítima de la díscola Infanta y, por tanto, nieta de Isabel II? Saberlo a ciencia cierta es, por el momento, imposible. Pero hay quien cree que hay motivos sobrados para no descartarlo. El descubridor de la partida de nacimiento sostiene que ésta es la explicación más plausible a un misterio difícil de entender. La misma sospecha tiene el historiador José María Zavala, autor de «La infanta republicana: Eulalia de Borbón, la oveja negra de la Dinastía» (Plaza y Janés), la biografía más completa de la hija de Isabel II, que va ya por la segunda edición. Zavala aporta tres ingredientes que, al menos, invitan a no recelar de esta teoría: un historial de amantes especialmente revuelto aquellos años, un puñado de cartas comprometedoras y el nombre en clave de una misteriosa joven a la que, dos décadas después, Doña Leonor cuida con mimo en París.
Vayamos por partes. Segunda pista: nueve meses antes de aquel 13 de febrero de 1883, la Infanta Eulalia saborea aún sus éxitos en la Feria de Abril de Sevilla, de la que era asidua. ¿Ocurrió algo aquellos días? De su activa vida sentimental da cuenta una reveladora carta que había permanecido oculta hasta que Zavala la encontró rebuscando en el Archivo de Palacio. Para entenderla hay que tener en cuenta dos elementos. Uno es su fecha, 27 de julio de 1883, cinco meses después del nacimiento de la misteriosa Eulalia de Alcaudete. El otro, sus protagonistas, tan enrevesados como la propia vida de la hija menor de la Reina. Un breve «dramatis personae» ayudará a entenderlo. El autor de la misiva es Alfonso XII y la destinataria, Doña Paz, ambos hermanos de Eulalia. «Antonio» es Antonio de Orleáns, el primo de la «Infanta rebelde» y el marido que le impusieron tres años después, del que se divorciará tras 14 años de infidelidades mutuas. «Steffi», por último, es el archiduque Carlos Esteban, hermano de María Cristina, segunda esposa del Rey.
«En cuanto a la conveniencia de haber roto con Antonio –expone Alfonso XII–, yo no creo que ningún hombre se pueda ofender porque se le diga, desde el primer día, que no;
pero creo que ninguna mujer tiene el derecho de consentir a un hombre, engañarlo durante más de un año y luego de golpe y porrazo darle calabazas. Eso es sencillamente lo que Eulalia ha hecho,con Steffi, primero, y luego con Antonio, y cosa muy extraña es que dos veces seguidas, con dos muchachos buenos y agradables, se haya equivocado hasta el punto de creer que podía ser feliz con ellos y luego convencerse de lo contrario».
Y eso no es todo. En la misma epístola Alfonso XII habla de un tercer actor en este drama sentimental: el «otro», el «portugués», el futuro Rey Carlos de Portugal y verdadero amor de Eulalia, con quien la joven se habría casado de no pesarle tanto la responsabilidad de convertirse en Reina. Escribe Alfonso XII a su hermana Paz: «El hecho era no soltar a Antonio, sino cuando el otro hubiera dicho algo, y no que ahora no hay Antonio y está en lo posible que el portugués venga comprometido con otra o no le guste Eulalia y se quede ésta sin nadie y ya sabes que no es tan cómoda de tener mucho tiempo soltera;
pues no es tan segura de carácter como tú o Isabel».
La misteriosa «Jacques»
¿Tiene alguno de estos apuestos seductores relación con toda esta historia? De ser cierta esta hipótesis, quizás sí. «En esa época Eulalia llevaba una vida bastante disipada –explica José María Zavala–. Su gran amor era Carlos de Portugal, había roto con el archiduque Carlos Esteban y después con Antonio». La hipotética paternidad de este último, a su juicio, parece poco probable. La de un cuarto «actor» desconocido es una mera especulación. Pero en lo que respecta al futuro Rey de Portugal, el misterio se mantiene vivo, una vez más, gracias a un puñado de cartas –llenas de piropos, confidencias y declaraciones de amor– que se siguieron escribiendo durante toda su vida Eulalia y Carlos, hasta que en 1908 el monarca murió en un atentado.
«Gracias por cuidar de ella»
Según testimonia el biógrafo de Eulalia, en alguna de estas misivas ambos hablan de una niña, a la que llaman simplemente «Jacques», que vive con la Infanta en París, y por la que se interesa con avidez Carlos. «Muchas gracias por ocuparte de ella», le escribe. ¿Por qué lo hace? ¿Quién es esa desconocida? «No sabemos qué fue de esa Eulalia de Alcaudete –concluye Zavala–. Probablemente cambió de nombre. Pero teniendo en cuenta que a esa niña se le pierde la pista, puede ser que termine en París. Desde luego, ese ‘Jacques’ es un nombre un poco raro». ¿Será posible que sea la misma niña que una fría mañana de febrero encontró Don Juan Manuel Panadero Jiménez, «envuelta en un pedazo de algodón azul», en una casa-cuna de un pueblo de Jaén?
Ya no aparece en su enlace: http://www.larazon.es/noticia/la-otra-eulalia-de-borbon
Hispanoaustriaco- Su Alteza Serenísima
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 07/04/2008
Localización : España
Re: La otra Eulalia de Borbón
El más extraño, podría ser la última frase : que haya sido removida la noticia.
No lo entiendo, porque, si se trata de una niña a quién la infanta Eulalia le hubiera dado a luz, la personalidad de la infanta Eulalia ya era bastante conocida para que ninguién se alarma de tal revelación.
No entiendo.
No lo entiendo, porque, si se trata de una niña a quién la infanta Eulalia le hubiera dado a luz, la personalidad de la infanta Eulalia ya era bastante conocida para que ninguién se alarma de tal revelación.
No entiendo.
Thrib- Su Alteza Imperial
- Mensajes : 3870
Fecha de inscripción : 31/08/2007
Localización : Francia
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