Jackie Kennedy-Onassis

La última emperatriz de Irán, Farah Diba (izquierda), Jackie Kennedy, el último Shah de Irán y el Presidente J.F. Kennedy (derecha).

Junto a su hija Caroline:

Jackie Kennedy Onassis (derecha) y una amiga no identificada caminando a lo largo de la playa en la residencia de Kennedy en Hyannis Port, el 22 de noviembre de 1983. Jackie junto con otros miembros de la Kennedy se unió a Rose Kennedy en el recinto para un servicio conmemorativo por el aniversario número 20 del asesinato del presidente John F. Kennedy.

Jackie Kennedy, Joan Kennedy (izq.), y el sargento Shriver bajan del avión que trae el féretro de Robert Francis Kennedy al aeropuerto La Guardia de Nueva York desde Los Angeles, donde fue asesinado el 5 de junio de 1968.

En los años 60´s.

Un bebé John F. Kennedy Jr. está en manos de sus padres, Jacqueline Kennedy y el Presidente John F. Kennedy en el día de su bautismo.

Jackie Kennedy tiene JFK Jr. en un saludo formal al Primer Ministro argelino Ahmed Ben Bella en 1962.

John F. Kennedy Jr. con su madre, Jackie O, su hermana, Caroline Kennedy y su tío, Ted Kennedy, el día de su graduación en 1983.

Jackie, John y John Jr.

Es una de mis fotografías favoritas.

Givenchy, Valentino, Chanel y Balenciaga, le dieron forma al "
estilo Jackie Kennedy"
.

No he olvidado a Jackie...


Aquel día en Dallas...

El presidente John F. Kennedy y la Primera Dama Jackie Kennedy llegan a Love Field en Dallas, Texas, el viernes 22 de noviembre de 1963.

Su estilo clásico:

La Duquesa de Alba y Jackie Kennedy.
Casa de Pilatos. Sevilla.

Fotografía originalmente posteada por pepon en Nobleza española.

http://www.elmundo.es/2010/02/20/laotracronica/22736706.html

EL AMANTE INCANSABLE / GUNILLA VON POST
KENNEDY TAMBIÉN YACIÓ EN SUECIA
La historiografía de infidelidades y amantes del presidente americano ya tenían registrada a esta aristócrata «novia» sueca. Ahora se desvelan las cartas que JFK escribió para seducirla
PEDRO POZA MAUPAIN / COPENHAGUE

Ese adúltero compulsivo que fue John Kennedy, Jack para familia y amigos, fornicó fuera del lecho matrimonial hasta en Suecia. Sucedió en 1955, dos años después de casarse con la exquisita Jackie Bouvier y seis antes de acceder a la presidencia de Estados Unidos. A simple vista, una más de las muchas aventuras del carismático crápula que tras el triunfo electoral llevaron a uno de sus ayudantes, Ted Sorensen, a pronunciar la famosa frase: «Ésta Administración va a hacer por el sexo lo que la anterior por el golf». Dwight Eisenhower, predecesor de Kennedy, adoraba jugar al golf.

La primera conquista sueca, porque hubo al menos otra, se llamaba y se llama Gunilla von Post. Esta semana, a sus 78 años, Gunilla ha sacado a subasta las cartas manuscritas que Kennedy le mandó entre 1953 y 1955, cada vez que encontraba un hueco entre sus actividades políticas, los ejercicios de rehabilitación de su maltrecha espalda y la abnegada Jackie. Las misivas muestran una faceta desconocida del presidente asesinado: un Kennedy romántico, muy alejado de su leyenda de depredador sexual, extrañamente obsesionado con una chica a la que sólo besó durante su fugaz pero intenso primer encuentro. Nada que sugiera que aquello fuese otra muesca en la culata.

La última carta la envió en agosto de 1955. Las líneas finales destilan la tristeza de los enamorados sin esperanza: «Me acabo de enterar hoy de que mi mujer y mi hermana se dirigen hacia aquí. Tal y como me siento ahora, será todo muy complicado, mi flicka sueca (flicka significa chica en sueco). Lo único que hago es sentarme al sol y mirar al océano y pensar en Gunilla... Todo mi amor, Jack».

La subasta de las 11 cartas y tres telegramas que Kennedy enviara a «Miss Gunilla von Post, 45 Styrmansgatan, Estocolmo», permanecerá abierta en la casa Legendary Auctions hasta el 3 de marzo. Precio de salida: 25.000 dólares (18.427 euros). Última puja al cierre de esta edición: 42.000 dólares. Los expertos estiman que acabarán adjudicándose por unos 100.000.

«VERANOS HÚMEDOS»

El pasado noviembre, Gunilla, que vive entre EEUU y Suiza, concedió una entrevista a la emisora estatal sueca Sveriges Radio. Ante los micrófonos recordó su romance: «Fue una historia de amor preciosa, pero que no podía ir a ninguna parte porque su papá (el todopoderoso Joseph Kennedy) ya había decidido que debía ser presidente. Nos presentó un amigo común inglés en un banquete en Antibes, en la Costa Azul. Jack me miró, sonrió y dijo: 'Te llamaré Gorila'». Una velada inolvidable. Él tenía 36 años. Ella, 21.

En la entrevista intervino una amiga suya, Madeleine, presente en la noche de actos. Incorregible seductor, Kennedy también flirteó con ella. «No eres tan guapa como Gunilla, pero eres más ingeniosa», soltó. No suena exactamente como un piropo, pero tal era el atractivo de aquel hombre que a Madeleine le sonó a gloria. «Tenía un encanto enorme, una inteligencia enorme», añadió Gunilla. «Y bailaba muy bien, pero le dolía tanto la espalda que después de dos bailes tenía que sentarse. Y sabía escuchar, mirándote con aquellos ojos azules tan grandes».

«Más tarde nos sentamos sobre una roca junto al mar, había luna llena y nos besamos como locos», reveló. «Me confesó: 'Esta noche me he enamorado de ti, pero tengo algo que decirte: me voy a casa para casarme dentro de tres semanas'. Luego entendí que era su padre quien dictaba su vida y que había decidido que tenía que vivirla con ella, con Jackie. Buena suerte, le dije. La pasión era obvia, pero ahí cerré la puerta, y creo que por eso estuvo tan interesado en mí. Cuatro meses después empezaron a llegar las cartas: una y otra y otra, despidiéndose siempre con 'Love, Jack'».

Love, Jack (Con amor, Jack) fue precisamente el título del libro con el que en 1997 Gunilla von Post reveló al mundo la naturaleza de su relación con Kennedy. Ya entonces, en una entrevista con la cadena estadounidense ABC News, habló de las cartas, aunque sin revelar su contenido: «Cuando recibí la primera, mi corazón empezó a latir muy fuerte: bum-bum-bum-bum. Estaba muy contenta por tener noticias suyas, pero me dije a mí misma: es un hombre casado».

«Creo que me haré con un barco y navegaré por el Mediterráneo durante dos semanas. Contigo como tripulación», escribió Kennedy en la segunda carta, en junio del 54. Con motivo de un viaje a Europa el verano siguiente, el senador insistió en reunirse con Gunilla. Ella le convenció para que la visitase en la residencia de verano que sus padres, aristócratas, tenían en Escania, la región más meridional de Suecia. «En vez de ir a la Costa Azul -escribió Kennedy en la octava carta- iré a Suecia, donde los veranos son, según me dijiste tú, fríos y húmedos».

Y allá fue. «Lo tomé prestado una semana, una semana maravillosa que nadie me podrá arrebatar», declaró Gunilla a ABC News. La pareja pasó el tiempo bañándose, haciendo el amor y recorriendo la zona. Hasta fueron a una cangrejada, muy típicas por allí. Y visitaron el castillo de Trolleholm, frente a cuyas murallas Kennedy fotografió a Gunilla luciendo el fular y las gafas de sol que le había regalado. «Íbamos en el coche, él rodeándome con su brazo y cantando mientras conducíamos por Escania. Fue very beautiful. ¡Como un sueño!», rememoró de nuevo en Sveriges Radio.

Muy bonito todo, pero adulterio al fin y al cabo. John Kennedy seguía casado con Jackie. En su libro, Gunilla afirma que Kennedy le pidió que se mudase a Estados Unidos y le aseguró que se divorciaría de su esposa. Pero antes tenía que comunicárselo a su padre. Joseph montó en cólera. «Le dije a mi padre que me había enamorado de ti -escribe Gunilla que le contó Kennedy-, y que no pensaba que pudiese seguir viviendo de este modo. Que quería poner fin a mi matrimonio para poder estar contigo... Se puso a gritarme: 'Te has vuelto loco. Un día serás presidente. Esto lo estropearía todo. El divorcio es imposible'... Repitió algo que nos ha estado diciendo durante toda nuestra vida. Dijo: '¿Acaso eres incapaz de meterte en la cabeza que lo importante no es lo que realmente seas?, ¿que lo único que realmente importa es lo que la gente cree que eres?'».

La última llamada de Kennedy se produjo poco después, para comunicarle que Jackie estaba embarazada. Abortó. Gunilla envió una carta de condolencias a Kennedy y la correspondencia se interrumpió. Ella también se casó, con Anders Ekman, un rico terrateniente sueco. Sólo se vieron una vez más, en Nueva York, en la celebración del Paris Ball en el Waldorf Astoria Hotel. Gunilla le envió una nota escrita en una servilleta: «Gorila sueco sentado delante de ti». Minutos más tarde se encontraron en el vestíbulo. «Me abrazó rápidamente y me besó en ambas mejillas. 'Es maravilloso verte', me dijo, mirándome a los ojos... Luego apartó un mechón de pelo de mi frente. No nos vio nadie. Se dio la vuelta y volvió a entrar en la sala».

UNA CONQUISTA MÁS

Pese a todo el romanticismo que envuelve esta historia, parece que la delicada relación con Gunilla sólo fue un paréntesis en la interminable retahíla de escapadas sexuales de un Kennedy que nunca se preocupó demasiado por mostrar excesiva consideración con sus conquistas una vez las había pasado por la piedra. Varios de sus biógrafos coinciden en que trataba a las mujeres como «trozos de carne». Las atraía como un imán. El tipo era irresistible. Lo tenía todo: poder, dinero, apostura... Y por si faltase algo, héroe de la Segunda Guerra Mundial.

Jack engañó a Jackie a lo largo de todo su matrimonio. Antes de ser presidente y después. Del 55 al 59 mantuvo una suite en el octavo piso del Mayflower Hotel de Washington para recibir a sus incontables amigas. Ya en la Casa Blanca, aprovechaba cualquier ausencia de su mujer y cualquier viaje para satisfacer su exigente libido con la complicidad del servicio de seguridad

En el libro El lado oscuro de Camelot, Seymour M. Hersh recoge los asombrados testimonios de varios de los hombres que sirvieron en aquel periodo. «La postura de nuestros jefes era: 'Esto es una familia. No sólo protegemos a la familia, sino que también protegemos que (Kennedy) pueda hacer lo que quiera dentro de la familia'», revelaba Tony Sherman, uno de los guardaespaldas.

Mientras Jackie, que no ignoraba lo que ocurría, se consolaba probándose modelitos de Cassini, Chanel, Dior o Givenchy, Jack multiplicaba su legión de amantes: Marilyn Monroe, Jayne Mansfield, Angie Dickinson, Hjordis Niven (la esposa sueca de David Niven), Judith Exner, Mimi Beardsley, Ellen Rometsch, Mary Pinchot Meyer, Maria Novotny, Suzy Chang...

LAS CARTAS DE AMOR

CARTA 1: 2 de marzo de 1954: «¿Recuerdas nuestra cena y nuestra velada juntos, este verano, en Antibes y Cagnes? ¿Qué tal estás? (...) Yo espero volver a Francia en septiembre. ¿Estarás por allí? Abrazos. John Kennedy.

CARTA 2: 28 de junio de 1954. Ahora parece que podría ir a Europa a finales de agosto. (...) Se me ha ocurrido que podría conseguir un barco y navegar durante un par de semanas por el Mediterráneo;
contigo de tripulante. (...) Abrazos. Jack.

CARTA 3: 16 de agosto de 1954. Me he alegrado muchísimo de volver a tener noticias tuyas. Todavía creo que podré ir a Europa en otoño y me gustaría estar seguro de que podrás dejar Suecia y venir a París, o quizás a la Cote d'Azur. Qu'est-ce que vous pense? (...) Abrazos. Jack.

TELEGRAMA 1: 3 de septiembre de 1954. Lesionado en la pierna y hospitalizado. Viaje aplazado. Escribiré. Mis disculpas. John.

CARTA 4: 12 de noviembre de 1954. Todavía sigo en el hospital después de dos meses. Supuso una tremenda decepción para mí que en el último momento no pudiera ir a Europa, especialmente cuando tú ibas a ir a París y nos lo podríamos haber pasado tan bien. (...) ¿Hay alguna posibilidad de que vengas a los Estados Unidos? Abrazos. Jack.

CARTA 5: 18 de diciembre de 1954. Debo decir que eres una buena corresponsal. Detrás de esas facciones preciosas y controladas que me obsesionan late un corazón que es todo calor. (...) Tuyo, Jack.

CARTA 6: 12 de marzo de 1955. Muchas gracias por tu carta. Me estaba preguntando qué había sido de ti. Al fin he salido del hospital por segunda vez (...) Esta vez no voy a dejar de ir, ¿y tú? Abrazos. Jack.

CARTA 7: 25 de junio de 1955. (...) Espero haber terminado aquí para el uno de agosto;
he pensado que podría ir a Europa en torno al 12. Si estás en Suecia, iré allí. (...) No me he visto con Mona Boheman, todavía, pero espero preguntarle si conoce a una preciosa sueca de sonrisa discreta que estuvo viviendo en la cima de una montaña en la Cote d'Azur en agosto de 1953. Jack.

CARTA 8: 12 de julio de 1955. (...) Mis planes son tus planes, así que ahora, en lugar de ir a la cálida Riviera, voy a viajar a Suecia (...) Creo que saldré de aquí en barco alrededor del 27 de julio y que luego iré en coche desde Le Havre a Suecia para llegar hasta ti. (...) Escribe pronto. Jack. Y no olvides la foto.

CARTA 9: 20 de julio de 1955. He recibido tu carta, con la fotografía de Visby y con la tuya, que es lo que más me ha gustado de todo. (...) Aquí hace calor, 101 grados [farenheit] y estoy ya ansioso por irme y ver a mi amiga sueca. Jack.

CARTA 10: 22 de julio de 1955. «Ya está todo arreglado. Salgo de los Estados Unidos el 5 de agosto. (...) Soy incapaz de leer tu sueco, tu dirección en Bastaad, por ejemplo, pero voy a encontrarte de un modo u otro. (...) Hasta pronto. Jack.

CARTA 11: 22 de agosto de 1955. (...) Debo decir que no parecías sentir pena de ver al último de los MacDonald y a mí mismo. ¿Te sentiste a gusto? Me acaban de decir que mi mujer y mi hermana vienen aquí. Esto me va a resultar muy complicado, la forma en que me siento ahora, mi deslumbrante sueca. Lo único que he hecho ha sido sentarme al sol, contemplar el océano y pensar en Gunilla... Con todo mi amor. Jack.