FEDERIKA DE HANNOVER
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Viviana QM
glorisabel
Gorgias
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FEDERIKA DE HANNOVER
(Blankenburg, Alemania, 18 de abril de 1917 - Madrid, España, 6 de febrero de 1981)
Reina consorte de los Helenos, princesa de Hanovver y duquesa de Brunswick y Luneburgo, nieta del Emperador Guillermo de Alemania, así como descendiente de Jorge III de INglaterra.
Su padre, Ernesto Augusto de Hannover, era hijo del Tercer Duque de Cumberland y Thyra de Dinamarca.
Su madre, Victoria Luisa de Prusia, única hija del emperador Guillermo II de Alemania y Augusta Victoria de Schleswig-Holstein, a quien vemos abajo, con su hija.
Jorge, el hermano mayor de Ernesto, murió en un accidente de automóvil el 20 de mayo de 1912.
Su automóvil se salió de la carretera y chocó contra un árbol. Iba al funeral de Federico VIII de Dinamarca. Guillermo de Alemania, entonces, mandó un mensaje de condolencia a sus padres, el Duque de Cumberland y Thyra. En respuesta a este gesto, el duque envió a su hijo Ernesto Augusto a Berlín para agradecer al emperador su mensaje.
Allí, Ernesto se enamoró de la única hija del Emperador Guillermo, la Princesa Victoria Luisa de Prusia. La boda se realiza el 24 de mayo de 1913 con toda pompa en Berlín. Esta unión puso fín a las desavenencias entre las casas de Hanover y la de Hohenzollern que comenzaron en 1866 después de la anexión del Reino de Hanover al Reino de Prusia.
Es decir, Federika, al casarse con Pavlos de Grecia se casó con su primo segundo.
Castillo de Cumberland, en Gmunden,Austria, residencia de ERnesto Augusto y Thyra.
Castillo de Cumberland en aquellas épocas
Construido en 1868, en 1938 fue tomado por los nazis. Durante la guerra fue hospital. Con la República Austriaca sirvió como residencia de ancianos.
La señora de la casa: Princesa Thira de Dinamarca, hermana de Jorge I de Grecia, duquesa consorte de Cumberland.
Thyra, la hija menor de los monarcas daneses, había tenido una juventud difícil: se había enamorado de un joven oficial de la marina, Wilhelm Marka, del que quedó embarazada. La niña fue dada en adopción. Dos meses más tarde. el Sr. Marka (o Wilhelm Frimann Marcher,) tuvo una entrevista con Christian de Dinamarca y se sucidó. A Thyra la enviaron a Grecia, a donde su hermano, donde cayó enferma de tifus. Al reponerse fue enviada a Roma, donde conoció a su futuro esposo y se curó por completo. Tardaron seis años en poder casarse y primeramente se instalaron en Salzkammergut.
Última edición por el Jue Dic 29, 2011 7:52 am, editado 2 veces
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Posiblemente sea el primer retrato de Federika.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Blankenburg -la ciudad brillante (de la Alta Sajonia) si no me equivoco- donde nació Federika, fue desde el S.XVII el lugar escogido como segunda residencia de los duques de Brunswick-Luneburgo. Ernesto y Victoria Luisa vivieron en su famoso castillo desde 1930 hasta su expropiación en 1945, aunque luego recibió la familia el castillo como compensación por la pérdida del principado en 1924. Está en ruinas prácticamente, robaron casi todo lo robable y ahora tratan de rehabilitarlo como patrimonio nacional.
https://www.ssl-id.de/rettung-schloss-blankenburg.de/schloss.php?PHPSESSID=8drbi9rjekvqfkgm1ra0gu8lr6
Aquí, Victoria Luisa y Ernesto con todos sus hijos
- El duque y la duquesa de Brunswick tuvieron cinco hijos:
- Ernesto Augusto IV de Hannover (18 de marzo de 1914 - 9 de diciembre de 1987) Padre del aún esposo de Carolina De Mónaco
- Jorge Guillermo (25 de marzo de 1915 - 8 de enero de 2006) Casó con Sofía de Grecia, hija de Andreas de Grecia y Alicia de Battemeberg
- Federica (18 de abril de 1917 - 6 de febrero de 1981)
- Cristián Óscar (1 de septiembre de 1919 - 12 de julio de 1981) Casó en 1963 con Mireille Dutry, de quien se divorció en 1976, sin descendencia.
- Welfo Enrique (11 de marzo de 1923 - 12 de julio de 1997) Casó con la princesa Alexandra de Ysenburg, que se dedica a la política en Munich, Ministerio de Cultura.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
El judaísmo es básicamente un tremendo evento escolar:
Hay una Palabra -un verbo que se hace carne- un Logos, de un ser Superior - El HaÉlyon- y un pueblo, esclavo de la santidad, cuya existencia se fundamenta en el estudio de esa Palabra, en la paráfrasis continua, en el aspecto crítico continuo. Cuando el ser humano se reconcilia con la divinidad lo hace mediante el uso de la palabra para que se produzca el milagro de lo racional: el ser humano comparte así lo divino.
Vengo a decir con esto que el mundo judío siempre ha estado vinculado a la ciencia , la cultura y su trasmisión. (De la misma manera que la medicina judía -de gracia secular- sólo es una lucha a muerte con Dios.
Vayamos al grano:
En el S. XIX, el filósofo berlinés de origen judío Kurt Ján (Khan) crea un método de enseñanza , basada en seis pilares que forman un acrónimo del término IDEALS.
(Internacional, Democracia, Entorno, Aventura, Liderazgo, Servicio)
O de cómo ofrecer a un alumno una completa experiencia educativa desde el punto de vista académico, físico y espiritual.
Con esto presupuestos, que dan para escribir libros enteros, se creó en Alemania una de las mejores instituciones académicas del mundo, Schule Schloss Salem, en Baden-Württemberg. (Salem es el nombre de un rey de JeruSALEN)
http://www.salem-net.de/
Quien puso la parte física del colegio fue el Príncipe Maximiliano de Baden en 1920. Casado con la primogénita de Ernesto de Hanover y Thyra de Dinamarca -hermana de Jorge I de Grecia- su hijo Bertoldo casó con Teodora, hija de Andrés y Aliky de Battemberg.
Jorge Guillermo de Hannover y su hermana Federika, estudiaron allí, en el colegio judío de su tío Max. Cuando Jorge Guillermo se casó con Sofía de Grecia en 1946, abominando de su locura nazi cuadno estaba casada con Cristóbal de Hesse, ella misma dirigió el colegio.
Cuando Federika tuvo sus hijos, los mandó a estudiar a este prestigioso centro, considerado uno de los mejores colegios del mundo. La Reina Sofía lo recuerda como una de las mejores cosas de su pasado. La lista de alumnos célebres es, como cabe suponer, muy nutrida. Constantino no asisitó a sus clases.
Kurt Ján tuvo un gran discípulo, Whintrop Young, que fue el preceptor de Constantino, Sofía e Irene. Constantino no estudió en Salem -sus hermanas sí- porque Federika hizo abrir en Atenas una sucursal del colegio para que estudiara su hijo ,el diadojos: el colegio de Anavryta, al norte de Atenas, que hoy es un colegio público pero de los llamados de excelencia (reservado a alumnos aventajados y profesores que como mínimo son catedráticos de la asignatura que imparten) Sí, Federika construyó un colegio para su propio hijo. Aspasia Manos creo que fue la que donó su biblioteca a ese colegio.
El preceptor del diadojo murió en 1974 y desde 1977 es el propio Constantino quien preside la Round Square School, una especie de asociación internacional de institutos de enseñanza secuandaria regidos por las directrices pedagógicas de Jan. A este círculo perteneció el Hellenic College de Londres, donde Ana María dio clases de Historia. Quizás Elena de Borbón tenga por aquí el camino de sus vocaciones.
En España no hay ninguna institución acogida a esta red, que dispone de colegios por todo el mundo.
El otro día, se inauguró el nuevo curso, y la invitada de este año para tal evento...fue Elizabeth II.
Hay una Palabra -un verbo que se hace carne- un Logos, de un ser Superior - El HaÉlyon- y un pueblo, esclavo de la santidad, cuya existencia se fundamenta en el estudio de esa Palabra, en la paráfrasis continua, en el aspecto crítico continuo. Cuando el ser humano se reconcilia con la divinidad lo hace mediante el uso de la palabra para que se produzca el milagro de lo racional: el ser humano comparte así lo divino.
Vengo a decir con esto que el mundo judío siempre ha estado vinculado a la ciencia , la cultura y su trasmisión. (De la misma manera que la medicina judía -de gracia secular- sólo es una lucha a muerte con Dios.
Vayamos al grano:
En el S. XIX, el filósofo berlinés de origen judío Kurt Ján (Khan) crea un método de enseñanza , basada en seis pilares que forman un acrónimo del término IDEALS.
(Internacional, Democracia, Entorno, Aventura, Liderazgo, Servicio)
O de cómo ofrecer a un alumno una completa experiencia educativa desde el punto de vista académico, físico y espiritual.
Con esto presupuestos, que dan para escribir libros enteros, se creó en Alemania una de las mejores instituciones académicas del mundo, Schule Schloss Salem, en Baden-Württemberg. (Salem es el nombre de un rey de JeruSALEN)
http://www.salem-net.de/
Quien puso la parte física del colegio fue el Príncipe Maximiliano de Baden en 1920. Casado con la primogénita de Ernesto de Hanover y Thyra de Dinamarca -hermana de Jorge I de Grecia- su hijo Bertoldo casó con Teodora, hija de Andrés y Aliky de Battemberg.
Jorge Guillermo de Hannover y su hermana Federika, estudiaron allí, en el colegio judío de su tío Max. Cuando Jorge Guillermo se casó con Sofía de Grecia en 1946, abominando de su locura nazi cuadno estaba casada con Cristóbal de Hesse, ella misma dirigió el colegio.
Cuando Federika tuvo sus hijos, los mandó a estudiar a este prestigioso centro, considerado uno de los mejores colegios del mundo. La Reina Sofía lo recuerda como una de las mejores cosas de su pasado. La lista de alumnos célebres es, como cabe suponer, muy nutrida. Constantino no asisitó a sus clases.
Kurt Ján tuvo un gran discípulo, Whintrop Young, que fue el preceptor de Constantino, Sofía e Irene. Constantino no estudió en Salem -sus hermanas sí- porque Federika hizo abrir en Atenas una sucursal del colegio para que estudiara su hijo ,el diadojos: el colegio de Anavryta, al norte de Atenas, que hoy es un colegio público pero de los llamados de excelencia (reservado a alumnos aventajados y profesores que como mínimo son catedráticos de la asignatura que imparten) Sí, Federika construyó un colegio para su propio hijo. Aspasia Manos creo que fue la que donó su biblioteca a ese colegio.
El preceptor del diadojo murió en 1974 y desde 1977 es el propio Constantino quien preside la Round Square School, una especie de asociación internacional de institutos de enseñanza secuandaria regidos por las directrices pedagógicas de Jan. A este círculo perteneció el Hellenic College de Londres, donde Ana María dio clases de Historia. Quizás Elena de Borbón tenga por aquí el camino de sus vocaciones.
En España no hay ninguna institución acogida a esta red, que dispone de colegios por todo el mundo.
El otro día, se inauguró el nuevo curso, y la invitada de este año para tal evento...fue Elizabeth II.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Su nombre completo era Federica Luisa Thyra Victoria
Margarita Sofía Olga Cecilia Isabel Cristina. ¡Casi nada!
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glorisabel- Su Alteza Imperial
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
A mí siempre me pareció un poco ridículo el hacer honor a tus antepasados cargando con sus nombres como si fueran velos larguísimos que arrastrar por las escalinatas: lío para subir, lío para bajar, que alguien me dé lamno, por favor, ay, que tropiezo!
Todos esos nombres tienen que ver con la dinastía de los janofa. ¿Pero quiénes son los Hannover?
En el principio, hacia el S. XVII, había un Kurfürst -príncipe electoral en el Sacro Imperio Germánico, o dicho de otros modos, los que elegían al Kaiser. (Carlos I de España yV de Alemania fue el último en ser coronado, después de él todos fueron elegidos) Los Duques de Brunswick-Luneburgo eran los electores de Hanover. Ernesto Augusto unificó bajo su mando diversos territorios del noroeste de Alemania, agrupados en torno a la ciudad donde residía -Hannover-, obteniendo del emperador Leopoldo I su constitución en feudo hereditario para los primogénitos varones de su linaje, con la dignidad de electores del Imperio (1692). Se casó con Sofía, hija del elector del Palatinado y nieta de Jacobo I de Inglaterra, enlace por el que la Casa adquirió derechos sobre el trono inglés. (Frederika al nacer ocupó el trigésimo sexto puesto a la corona británica)
La casa de Estuardo, que reinaba en INglaterra, fue sustituida por la de Hanover cuando subió al trono el hijo de Jacobo I, Jorge I, que accedió al trono en 1714. Al casarse con Sofía de Celle seguía manteniendo el ducado de Brunswick. Sucedió su hijo, JOrge II, que expandió los territorios de Hanover y a éste, Jorge III, que amplió con Irlanda el Reino UNido. Durante las guerras napoleónicas, Hannover fue ocupado por los franceses y arrebatado a los reyes británicos, en guerra con Francia;
su territorio fue primero cedido a Prusia (1806), y luego repartido entre el propio Imperio Francés y el nuevo Reino de Westfalia (1807).
En 1815 ,Congreso de Viena, Hanover es devuelto a Jorge III, rey que murió loco y sin descendencia. Sucedió el hijo del rey Jorge III y hermano menor y sucesor de Jorge IV, Guillermo IV. Tuvo cinco hijos y ninguno llegó a adulto. Como no le sobrevivió ningún descendiente legítimo, la corona del Reino Unido pasó a su sobrina de 18 años, Victoria de Kent. Dado que la Ley Sálica estaba en vigor en Hannover, una mujer no podía reinar allí;
por tanto, la corona de Hannover y el ducado de Brunswick-Luneburgo pasaron al siguiente hermano de Guillermo, Ernesto Augusto, Primer duque de Cumberland, que casó con con su prima Federica de Mecklenburgo-Strelitz. Con ella tuvo tres hijos: Ernesto Augusto de Hannover, tercer duque de Cumberland (el marido de Thyra de Dinamarca) y dos chicas, Federica y María.
En el reinado de Ernesto Augusto, Primer duque de Cumberland, tuvo lugar la guerra austro-prusiana. Esta guerra tuvo su base en la rivalidad entre estas dos potencias que pugnaban por conseguir el liderazgo de la Confederación Germánica. En 1864, Austria y Prusia estuvieron aliadas en la Guerra de los Ducados. De acuerdo con lo establecido en la Convención de Gastein que puso fin a ésta, el ducado de Holstein quedó bajo dominio de Austria, y los de Schleswig y Lauenburg bajo el de Prusia, pero ninguno de los dos países quedó satisfecho con el acuerdo. Austria declaró la guerra el 14 de junio de 1866, y el ejército de Prusia conquistó Hanover y Hesse-Kassel. El 23 de agosto de 1866, con la Paz de Praga quedó disuelta la Confederación Germánica. Prusia se anexó Hanover y Hesse-Kassel;
Austria cedió Holstein a Prusia, pagó indemnización de guerra y entregó el Véneto al Reino de Italia al firmar la Paz de Praga. Prusia constituyó la Federación Alemana del Norte. Jorge y el resto de la familia real se refugiaron en Austria. Ya no habría más sucesores.
Mientras tanto, puesto que Victoria de Inglaterra casa con Alberto , príncipe de Sajonia-Coburgo-Gotha, desaparece la casa de Hanover dl Reino UNido.
Ernesto Augusto, el hijo de Jorge V ,ya en Austria, casa con Thyra de Dinamarca, con quien tiene seis hijos.
Es decir, el padre de Federika no pudo acceder al ducado de Cumberland , porque su abuelo, de Federika, murió reclamando la herencia en Austria.
Si Pablo era hijo de KOnstantino, y éste, hijo de Jorge I de Grecia, que era hermano de Thyra de Dinamarca, esposa del Duque de Cumberland, el padrede Frederika era primo de Constantino, es decir, Pablo y Frederika ,primos segundos.
Voy a despejarme porque estoy al borde del colapso ernesto-augustino.
Por favor, si alguien puede revisar ....Temo haberme perdido.
Todos esos nombres tienen que ver con la dinastía de los janofa. ¿Pero quiénes son los Hannover?
En el principio, hacia el S. XVII, había un Kurfürst -príncipe electoral en el Sacro Imperio Germánico, o dicho de otros modos, los que elegían al Kaiser. (Carlos I de España yV de Alemania fue el último en ser coronado, después de él todos fueron elegidos) Los Duques de Brunswick-Luneburgo eran los electores de Hanover. Ernesto Augusto unificó bajo su mando diversos territorios del noroeste de Alemania, agrupados en torno a la ciudad donde residía -Hannover-, obteniendo del emperador Leopoldo I su constitución en feudo hereditario para los primogénitos varones de su linaje, con la dignidad de electores del Imperio (1692). Se casó con Sofía, hija del elector del Palatinado y nieta de Jacobo I de Inglaterra, enlace por el que la Casa adquirió derechos sobre el trono inglés. (Frederika al nacer ocupó el trigésimo sexto puesto a la corona británica)
La casa de Estuardo, que reinaba en INglaterra, fue sustituida por la de Hanover cuando subió al trono el hijo de Jacobo I, Jorge I, que accedió al trono en 1714. Al casarse con Sofía de Celle seguía manteniendo el ducado de Brunswick. Sucedió su hijo, JOrge II, que expandió los territorios de Hanover y a éste, Jorge III, que amplió con Irlanda el Reino UNido. Durante las guerras napoleónicas, Hannover fue ocupado por los franceses y arrebatado a los reyes británicos, en guerra con Francia;
su territorio fue primero cedido a Prusia (1806), y luego repartido entre el propio Imperio Francés y el nuevo Reino de Westfalia (1807).
En 1815 ,Congreso de Viena, Hanover es devuelto a Jorge III, rey que murió loco y sin descendencia. Sucedió el hijo del rey Jorge III y hermano menor y sucesor de Jorge IV, Guillermo IV. Tuvo cinco hijos y ninguno llegó a adulto. Como no le sobrevivió ningún descendiente legítimo, la corona del Reino Unido pasó a su sobrina de 18 años, Victoria de Kent. Dado que la Ley Sálica estaba en vigor en Hannover, una mujer no podía reinar allí;
por tanto, la corona de Hannover y el ducado de Brunswick-Luneburgo pasaron al siguiente hermano de Guillermo, Ernesto Augusto, Primer duque de Cumberland, que casó con con su prima Federica de Mecklenburgo-Strelitz. Con ella tuvo tres hijos: Ernesto Augusto de Hannover, tercer duque de Cumberland (el marido de Thyra de Dinamarca) y dos chicas, Federica y María.
En el reinado de Ernesto Augusto, Primer duque de Cumberland, tuvo lugar la guerra austro-prusiana. Esta guerra tuvo su base en la rivalidad entre estas dos potencias que pugnaban por conseguir el liderazgo de la Confederación Germánica. En 1864, Austria y Prusia estuvieron aliadas en la Guerra de los Ducados. De acuerdo con lo establecido en la Convención de Gastein que puso fin a ésta, el ducado de Holstein quedó bajo dominio de Austria, y los de Schleswig y Lauenburg bajo el de Prusia, pero ninguno de los dos países quedó satisfecho con el acuerdo. Austria declaró la guerra el 14 de junio de 1866, y el ejército de Prusia conquistó Hanover y Hesse-Kassel. El 23 de agosto de 1866, con la Paz de Praga quedó disuelta la Confederación Germánica. Prusia se anexó Hanover y Hesse-Kassel;
Austria cedió Holstein a Prusia, pagó indemnización de guerra y entregó el Véneto al Reino de Italia al firmar la Paz de Praga. Prusia constituyó la Federación Alemana del Norte. Jorge y el resto de la familia real se refugiaron en Austria. Ya no habría más sucesores.
Mientras tanto, puesto que Victoria de Inglaterra casa con Alberto , príncipe de Sajonia-Coburgo-Gotha, desaparece la casa de Hanover dl Reino UNido.
Ernesto Augusto, el hijo de Jorge V ,ya en Austria, casa con Thyra de Dinamarca, con quien tiene seis hijos.
- Maria Luisa, casada con Maximiliano de Badem (el del colegio)
Jorge Guillermo, príncipe heredero de nadaque heredar.
Alejanda LUisa, casada con un duque.
Olga Adelaida.
Cristian Federico
Ernesto Augusto, duque de Brunswick y rey titular Ernesto Augusto III de Hannover (murió reclamando herencia) , que al casarse con Viktoria Luisa tienen a
- Ernesto Augusto IV de Hannover (18 de marzo de 1914 - 9 de diciembre de 1987)
Jorge Guillermo (25 de marzo de 1915 - 8 de enero de 2006)
Federica (18 de abril de 1917 - 6 de febrero de 1981)
Cristián Óscar (1 de septiembre de 1919 - 12 de julio de 1981)
Welfo Enrique (11 de marzo de 1923 - 12 de julio de 1997) pocos meses antes de morir su padre.
Es decir, el padre de Federika no pudo acceder al ducado de Cumberland , porque su abuelo, de Federika, murió reclamando la herencia en Austria.
Si Pablo era hijo de KOnstantino, y éste, hijo de Jorge I de Grecia, que era hermano de Thyra de Dinamarca, esposa del Duque de Cumberland, el padrede Frederika era primo de Constantino, es decir, Pablo y Frederika ,primos segundos.
Voy a despejarme porque estoy al borde del colapso ernesto-augustino.
Por favor, si alguien puede revisar ....Temo haberme perdido.
Última edición por el Lun Dic 19, 2011 11:12 pm, editado 1 vez
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Tuve que leer varias veces este "
post"
, pero creo que estás en lo correcto. Thyra de
Hannover era hija del rey Christian IV de Dinamarca (que era también padre de la
reina Alexandra de Inglaterra y de la zarina Maria Feodorovna de Rusia, entre otros),
y al cual se le conocía como "
el abuelo de Europa"
. Si tenemos que añadirle a ésto
que práticamente todos descendían de la reina Victoria ("
la abuela de Europa"
),
los royals que no eran primos carnales eran primos segundos, los que no, eran tíos
y sobrinos, los otros, suegros y yernos, etc.
post"
, pero creo que estás en lo correcto. Thyra de
Hannover era hija del rey Christian IV de Dinamarca (que era también padre de la
reina Alexandra de Inglaterra y de la zarina Maria Feodorovna de Rusia, entre otros),
y al cual se le conocía como "
el abuelo de Europa"
. Si tenemos que añadirle a ésto
que práticamente todos descendían de la reina Victoria ("
la abuela de Europa"
),
los royals que no eran primos carnales eran primos segundos, los que no, eran tíos
y sobrinos, los otros, suegros y yernos, etc.
glorisabel- Su Alteza Imperial
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Esponsales de Ernesto Augusto y Viktoria Luisa
Memorias de Viktoria Luisa cuando conoció a su marido:
"
La visita del príncipe Ernesto Augusto tuvolugar en circunstancias que se harían muy familiares. Nos sentamos fuera y paseamos mientras esperábamos a que se nos sirviera el té. Hasta entonces yo no tenía ni la menor sospecha de la existencia de este príncipe hanoveriano....
Una cierta excitación reinaba en nuestro círculo familiar mientras esperábamos la llegada del príncipe, porque el hecho de que un miembro de los Hanover nos viniera a visitar era algo ciertamente raro....
ERnesto se portó de modo tranquilo y discreto, toda la conversación fue rígida y solemne. Mis padres -el káiser- trataron de facilitar las cosas preguntándole por sus gustos y aficiones y hablándole de aquellos temas que pensaron podían estimularle. Resultó que era aficionado a la equitación y mostró gran interés por ver nuestras caballerizas. Pregunté si yo podría enseñarle mis pura sangre. A partir de entonces la conversación se hizo más animada y tomamosel té de muy bien humor.
Tenía un aspecto espléndido, unos modalesmuy distinguidos. Mi madre dijo que era muy simpático y que tenía los mismos ojos que su madre (Thyra) Yo de repente me sentía fuego y llama..
Todo nuestro amor se llevó en absoluto secreto, ni siquiera mis padres supieron."
Finalmente, mediante Max de Badem (El Conciliador y pedagogo) se llegaron a unos acuerdos. El Duque de Cumberland renunciaría a sus derechos al torono de Hanovver y pasaría el ducado de Brunswick a su hijo. Ernesto Augusto, si quería a su hija VIktoria lUisa, sería el nuevo Duque pero entraría al ejéricto prusiano. Los Hozhenzollern se comprometían a devolver a losHanover la parte de los bienes confiscados ,así como sus tesoros en obras de arte y joyas...
El compromiso se anunció el 10 de febrero de 1913. Un mes más tarde sería asesinado el hermano de la madre del novio, JOrge I de Grecia.
En el compromiso ella vistió un traje de seda rojo y después de unas frases del kaiser se vieron por vez primera a solas. Se fijó la ceremonia para el 24 de mayo de aquel mismo año en Berlín.
Al final, su diseñado destino de ser casada con Alfonso XIII no se cumplió. pero ella había declarado en varias ocasiones que sólo se iba a casar por amor.
Los invitados a la boda fueron los reyes de Inglaterra, elzar de Rusia, Nicolás II, que causó furor entre las masas, el káiserregaló a su hija una diademay un collar de perlas, y la emperatriz una tiara de diamentes;
los de Inglatera, un broche de diamantes;
el zar de Rusia, un collar de aguamarinas y diamantes. Los duques de Brunswick, una diadema de brillantes que había pertenecido a Josefina de Francia y que cincuenta años más tarde sería la que lelvara Sofía de España en suboda. La noche previa a la ceremonia hubo una función de gala con representación de Lohengrin, de Wagner
La boda, un éxito. Pero todo palabras. Los parabienes entre los reyes de INglaterra para con los padres de la novia, por ejemplo, estaban a punto de ser historia....La Guerra MUndial.
El 8 de noviembre de 1918, Ernesto abdica, los revolucionarios les obligan a abandonar Brunswick en tren, por la noche, con los niños, temiendo ser asesinados dentro del vagón. Se fueron a Gmunden y se instalaron en VIlla Weinberg. Federika tiene un año de edad.
Hacia 1930, Ernesto vendió la mitad de las obras de arte para poder comer. Cuatro años más tarde tuvo que cerrar el castillo de sus antepsados, que después pasarían a los nazis. Sólo les quedaba Blankenburg y la parte más mísera de las obras de arte ( que se vendieron en 1950) Ernesto moriría en 1953 (Sofía asistió al funeral)
Memorias de Viktoria Luisa cuando conoció a su marido:
"
La visita del príncipe Ernesto Augusto tuvolugar en circunstancias que se harían muy familiares. Nos sentamos fuera y paseamos mientras esperábamos a que se nos sirviera el té. Hasta entonces yo no tenía ni la menor sospecha de la existencia de este príncipe hanoveriano....
Una cierta excitación reinaba en nuestro círculo familiar mientras esperábamos la llegada del príncipe, porque el hecho de que un miembro de los Hanover nos viniera a visitar era algo ciertamente raro....
ERnesto se portó de modo tranquilo y discreto, toda la conversación fue rígida y solemne. Mis padres -el káiser- trataron de facilitar las cosas preguntándole por sus gustos y aficiones y hablándole de aquellos temas que pensaron podían estimularle. Resultó que era aficionado a la equitación y mostró gran interés por ver nuestras caballerizas. Pregunté si yo podría enseñarle mis pura sangre. A partir de entonces la conversación se hizo más animada y tomamosel té de muy bien humor.
Tenía un aspecto espléndido, unos modalesmuy distinguidos. Mi madre dijo que era muy simpático y que tenía los mismos ojos que su madre (Thyra) Yo de repente me sentía fuego y llama..
Todo nuestro amor se llevó en absoluto secreto, ni siquiera mis padres supieron."
Finalmente, mediante Max de Badem (El Conciliador y pedagogo) se llegaron a unos acuerdos. El Duque de Cumberland renunciaría a sus derechos al torono de Hanovver y pasaría el ducado de Brunswick a su hijo. Ernesto Augusto, si quería a su hija VIktoria lUisa, sería el nuevo Duque pero entraría al ejéricto prusiano. Los Hozhenzollern se comprometían a devolver a losHanover la parte de los bienes confiscados ,así como sus tesoros en obras de arte y joyas...
El compromiso se anunció el 10 de febrero de 1913. Un mes más tarde sería asesinado el hermano de la madre del novio, JOrge I de Grecia.
En el compromiso ella vistió un traje de seda rojo y después de unas frases del kaiser se vieron por vez primera a solas. Se fijó la ceremonia para el 24 de mayo de aquel mismo año en Berlín.
Al final, su diseñado destino de ser casada con Alfonso XIII no se cumplió. pero ella había declarado en varias ocasiones que sólo se iba a casar por amor.
Los invitados a la boda fueron los reyes de Inglaterra, elzar de Rusia, Nicolás II, que causó furor entre las masas, el káiserregaló a su hija una diademay un collar de perlas, y la emperatriz una tiara de diamentes;
los de Inglatera, un broche de diamantes;
el zar de Rusia, un collar de aguamarinas y diamantes. Los duques de Brunswick, una diadema de brillantes que había pertenecido a Josefina de Francia y que cincuenta años más tarde sería la que lelvara Sofía de España en suboda. La noche previa a la ceremonia hubo una función de gala con representación de Lohengrin, de Wagner
La boda, un éxito. Pero todo palabras. Los parabienes entre los reyes de INglaterra para con los padres de la novia, por ejemplo, estaban a punto de ser historia....La Guerra MUndial.
El 8 de noviembre de 1918, Ernesto abdica, los revolucionarios les obligan a abandonar Brunswick en tren, por la noche, con los niños, temiendo ser asesinados dentro del vagón. Se fueron a Gmunden y se instalaron en VIlla Weinberg. Federika tiene un año de edad.
Hacia 1930, Ernesto vendió la mitad de las obras de arte para poder comer. Cuatro años más tarde tuvo que cerrar el castillo de sus antepsados, que después pasarían a los nazis. Sólo les quedaba Blankenburg y la parte más mísera de las obras de arte ( que se vendieron en 1950) Ernesto moriría en 1953 (Sofía asistió al funeral)
Última edición por el Jue Dic 29, 2011 9:12 am, editado 2 veces
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
¿Y quiénes eran los Hohenzollern?
Y aquí, la propia voz de Victoria Luisa
Los Hohenzollern surgieron de un condado de Suabia en el S. XI-XII (no eran vándalos, ni alanos, sino suevos...) y vivían en un magnífico castillo cerca de Stuttgart.
Los Hohenzollern de Franconia, burgraves de Nuremberg, al adquirir el título de electores imperiales en 1363, poseía señoríos en esa región, junto con Ansbach y Bayreuth (al este de Franconia). El primer elector fue Federico VI (1415-1440). Dos siglos después, en 1618, sus sucesores adquirieron el ducado de Prusia, por extinción de una rama menor masculina de los Hohenzollern (uno de cuyos representantes, Alberto, había transformado en 1515 - tras convertirse al protestantismo - los territorios de la Orden Teutónica en el ducado laico de Prusia). Así pues, Juan Segismundo (1608-1619), primer duque de Prusia (por su matrimonio con Ana de Prusia) y elector de Brandeburgo, poseía territorios occidentales y orientales, separados por el estado polaco. De ellos, Prusia adquirió progresivamente mayor importancia. En efecto, el nieto de Juan Segismundo, llamado Federico Guillermo (el "
Gran Elector"
, 1640-1688), comenzó la organización territorial y administrativa del futuro reino, dotándolo además de un fuerte ejército.
Su sucesor, Federico III (1688-1713), fue el primer rey de Prusia con el nombre de Federico I (1701);
éste, aunque con un defecto físico desde su niñez (era jorobado), tenía dotes de gobierno. Anuló el testamento de su padre, que dividía sus territorios entre sus hijos, con ayuda de su padrino el emperador Leopoldo (reponiéndole como compensación el distrito silesiano de Schwiebus), y mantuvo así unidos todos ellos. Estableció su capital en Berlín, y se preocupó de promover las ciencias y las artes: en 1694 fundó la importante Universidad de Halle, en 1696 la Academia de Arte y, en 1700, la Sozietät der Szientien ("
Sociedad de Ciencias"
).
Deseoso de alcanzar la dignidad real, se hizo coronar con gran fasto "
rey en Prusia"
el 18 de enero de 1701 en Königsberg (pues un príncipe alemán no podía ser así titulado porque el emperador del Sacro Imperio era también rey de Alemania;
Prusia, en cambio, no era territorio imperial). Obtuvo el reconocimiento de Leopoldo, a cambio del reconocimiento por parte de Brandeburgo-Prusia de su candidatura al trono de España y ayuda militar. Muerto en 1713, le sucedió su hijo Federico Guillermo I (1713-1740), llamado el "
rey Sargento"
por su formas y su costumbre de llevar siempre uniforme, aunque era pacífico en su política exterior. De confesión calvinista y muy trabajador (sus únicas aficiones eran la caza, y fumar y beber cerveza con hombres de confianza en el Tabakskollegium -"
Colegio de Tabaco"
-), tenía una alta concepción de la dignidad regia y, a diferencia de su padre (amante de las fiestas), controló directa y rigurosamente los gastos para poder constituir un gran ejército regular (con levas proporcionales) de 78.000 hombres;
para él formó un guardia personal de hombres especialmente robustos (Lange Kerls). El estado prusiano adquirió fama de orden y eficiencia. Educó con gran rigor a su hijo y sucesor, Federico II el Grande (1740-1786), quien a su afición a las letras y a las artes (escribió una obra filosófico-política, el Antimachiavel ) unió una alta capacidad administrativa y militar, hasta el punto de dar al reino de Prusia rango de gran potencia europea.
Su poder realmente empieza en el S XVIII con Federico El Grande. Se casó con Isabel Cristina, hija de Fernando Alberto II de Brunswick, en 1733, lo que le valió volver a ser príncipe heredero. Matrimonio de total conveniencia y sin descendencia. Era homosexual. Su amor fue el teniente teniente Hans Hermann von Katte.
Al morir el emperador Carlos VI en 1740 ocupó la Silesia austriaca, ayudándose de Baviera (1740-1742) y Francia (1744-1745) para conservarlas. En su palacio de Sans-Souci (Potsdam) reunió a algunos de los más brillantes pensadores de su época, muchos franceses (Voltaire era uno de ellos);
en cambio, prohibió la difusión de las ideas de Kant. En 1756, casi aislado por sus vecinos (Rusia, Sajonia-Polonia, Austria), invadió Bohemia (patrimonio de los Habsburgo);
se formó contra él una alianza entre Isabel de Rusia, María Teresa de Austria, Luisa Ulrica de Suecia -hermana de Federico-, y Luis XV de Francia, mientras que él sólo contó con la ayuda de Jorge II de Inglaterra y Hannover.
La guerra, llamada de los Siete Años por su duración (hasta 1763), no mermó ni los territorios ni la potencia prusiana;
venció a los franceses en Rosbach (1757), a los austriacos en Leuthen (1757), y a los rusos en Zorndorf (1758) y, al morir la zarina Isabel en 1761, su heredero Pedro III firmó la paz con Prusia. Finalmente, por la paz de Hubertsburg (1763), acababan los enfrentamientos con los otros tres aliados.
Durante su reinado, Federico II adquirió nuevos territorios: Frisia Oriental (por extinción de los Cirksena), la Prusia Occidental (tras el primer reparto de Polonia en 1772), y el Bistum Ermland alemán;
de este modo, Prusia y Brandenburgo pudieron unirse. Muerto sin hijos en 1786, heredó el trono su sobrino Federico Guillermo II (1786-1797), que había sido educado por Federico II;
de gran fortaleza física, tenía ciertas dotes artísticas (fue protector de Mozart). Trató de combatir la revolución francesa de 1789 en compañía del emperador Francisco II, sin demasiado éxito. En el segundo y tercer repartos de Polonia, incorporó la regiones de Posen y de Masovia. Sin embargo, la administración prusiana no pudo hacer frente a este engrandecimiento, y perdió su anterior eficiencia. En 1794, por otra parte, Federico Guillermo II realizó una gran codificación jurídica, el Derecho General de los Estados Prusianos, de tono monárquico pero no absolutista. Murió en 1797.
Le sucedió su hijo Federico Guillermo III (1797-1840). Muy influido por la reina, María Luisa de Mecklemburgo, no tenía especial carácter guerrero, y trató de mantener a Prusia neutral en la guerra de las potencias europeas contra Napoleón. Sin embargo, tuvo que hacerle frente al fin, siendo duramente derrotado en Eylau (1806) y Friedland (1807);
por la paz de Tilsit de 1807, Prusia perdía la mitad de sus territorios. Por presión de su esposa, llevó adelante las reformas ideadas por el primer ministro von Stein;
su sucesor, von Hardenberg, logró levantar el estado prusiano con las guerras de 1813 (victoria de Leipzig) y 1814, y con su labor tras la paz. En 1815, Prusia fue uno de los estados integrantes de la Confederación Germánica a través de sus territorios de Brandenburgo y Renania. En 1817 constituyó una nueva iglesia, de la que él era Summus Episcopus ("
Primer Obispo"
), y que unificaba a la luterana y a la calvinista. Murió varios años más tarde, en 1840, ascendiendo al trono su hijo Federico Guillermo IV (1840-1861);
éste, más dado a discursos que a la acción, se encontró con los problemas que no había solucionado su padre, entre ellos, la constitución de un Parlamento. Su "
Dieta Unida"
(1847) sólo era la unión de las dietas provinciales, y no tenía carácter legislativo ni ejecutivo. Envió el ejército contra los revolucionarios de Berlín (1848), pero finalmente concedió una Constitución, formándose una Asamblea Nacional en Frankfurt (1849, proponiéndole ser nombrado emperador, lo que él rechazó) y luego una Cámara de Diputados. En 1857 comenzaron los ataques de apoplejía que llevaron a Federico Guillermo IV a perder la capacidad de hablar. Sin hijos, debió abdicar en su hermano Guillermo I (1861-1888), regente en 1858, y luego rey tras la muerte de su hermano.
Rey militar, costeó la ceremonia de coronación en Königsberg con sus medios. Junto a él, en el gobierno, contó con la sobresaliente figura del consejero Otto von Bismarck, y del general Helmut von Moltke, que complementaban bien el carácter prudente y discreto de Guillermo I. Las victorias sobre Dinamarca en 1864 y sobre Austria en 1866 dieron a Prusia Schleswig-Holstein, primero, y luego Hannover, Hesse-Kassel y Nassau, con lo que el territorio prusiano constituía un todo continuo entre Prusia Oriental y Renania, convirtiéndose además en el principal estado alemán. Disuelta la Confederación Germánica por la retirada de Austria, una nueva victoria prusiana, ahora sobre la potente Francia de Napoleón III, permitió a Bismarck hacer proclamar a Guillermo I como emperador de Alemania en Versalles (18 de enero de 1871, conservando el título de rey de Prusia).
Las protestas sociales -el ahora emperador sufrió dos atentados en 1878- fueron atajadas primero con leyes contra los socialistas, y luego constituyendo un inicio de seguridad social. Muerto el primogénito Federico Guillermo en 1887, Guillermo I desapareció a su vez en marzo de 1888. Otro de sus hijos, Federico III (1888), fue el segundo emperador, pero durante muy breve espacio de tiempo, pues también murió en junio de ese mismo año. El hijo de éste, Guillermo II (1888-1918), aunque tenía el brazo izquierdo paralizado tenía el aire militar de muchos de sus antepasados y era decidido en el obrar, impetuoso muchas veces, tendía a lo grandioso;
también tenía ciertas inquietudes intelectuales y le gustaba pronunciar discursos exaltados. Cesó a Bismarck en 1890, y a continuación promovió el desarrollo económico;
ayudado del secretario de Estado para la Marina Imperial, gran almirante von Tirpitz, construyó una gran flota. Sin embargo, no advirtió la constitución de una clase trabajadora, subsiguiente a la industrialización;
por otra parte, la socialdemocracia era ya el principal partido en el parlamento. Destruido el equilibrio con los otros grandes países europeos, la Alemania de Guillermo II se encontró en dura guerra contra Inglaterra, Francia y Rusia (1914). El emperador, que trató de participar en los combates, debió ceder el mando en el frente al mariscal Hindenburg.
El final de la Primera Guerra Mundial (1918) significó también la deposición de Guillermo II y, con él, la expulsión definitiva de la familia Hohenzollern del gobierno de cualquier territorio alemán. Abdicó el 9 de noviembre de 1918 como emperador -no como rey de Prusia-, al estallar la revolución en Alemania y dimitir el canciller Max von Baden. Al día siguiente huyó a la neutral Holanda y el 28 de ese mes renunció también al trono de Prusia, mientras en Alemania se proclamaba la República. Vivió aún hasta junio de 1941, en una Holanda ocupada por las tropas alemanas del III Reich nacionalsocialista. La jefatura de la casa Hohenzollern recayó en 1918 en Guillermo, primogénito de Guillermo II, y luego en su hermano Luis Fernando (1933;
su hijo mayor Federico Guillermo nació en 1939).
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=hohenzollern-familia
Y aquí, la propia voz de Victoria Luisa
Los Hohenzollern surgieron de un condado de Suabia en el S. XI-XII (no eran vándalos, ni alanos, sino suevos...) y vivían en un magnífico castillo cerca de Stuttgart.
Los Hohenzollern de Franconia, burgraves de Nuremberg, al adquirir el título de electores imperiales en 1363, poseía señoríos en esa región, junto con Ansbach y Bayreuth (al este de Franconia). El primer elector fue Federico VI (1415-1440). Dos siglos después, en 1618, sus sucesores adquirieron el ducado de Prusia, por extinción de una rama menor masculina de los Hohenzollern (uno de cuyos representantes, Alberto, había transformado en 1515 - tras convertirse al protestantismo - los territorios de la Orden Teutónica en el ducado laico de Prusia). Así pues, Juan Segismundo (1608-1619), primer duque de Prusia (por su matrimonio con Ana de Prusia) y elector de Brandeburgo, poseía territorios occidentales y orientales, separados por el estado polaco. De ellos, Prusia adquirió progresivamente mayor importancia. En efecto, el nieto de Juan Segismundo, llamado Federico Guillermo (el "
Gran Elector"
, 1640-1688), comenzó la organización territorial y administrativa del futuro reino, dotándolo además de un fuerte ejército.
Su sucesor, Federico III (1688-1713), fue el primer rey de Prusia con el nombre de Federico I (1701);
éste, aunque con un defecto físico desde su niñez (era jorobado), tenía dotes de gobierno. Anuló el testamento de su padre, que dividía sus territorios entre sus hijos, con ayuda de su padrino el emperador Leopoldo (reponiéndole como compensación el distrito silesiano de Schwiebus), y mantuvo así unidos todos ellos. Estableció su capital en Berlín, y se preocupó de promover las ciencias y las artes: en 1694 fundó la importante Universidad de Halle, en 1696 la Academia de Arte y, en 1700, la Sozietät der Szientien ("
Sociedad de Ciencias"
).
Deseoso de alcanzar la dignidad real, se hizo coronar con gran fasto "
rey en Prusia"
el 18 de enero de 1701 en Königsberg (pues un príncipe alemán no podía ser así titulado porque el emperador del Sacro Imperio era también rey de Alemania;
Prusia, en cambio, no era territorio imperial). Obtuvo el reconocimiento de Leopoldo, a cambio del reconocimiento por parte de Brandeburgo-Prusia de su candidatura al trono de España y ayuda militar. Muerto en 1713, le sucedió su hijo Federico Guillermo I (1713-1740), llamado el "
rey Sargento"
por su formas y su costumbre de llevar siempre uniforme, aunque era pacífico en su política exterior. De confesión calvinista y muy trabajador (sus únicas aficiones eran la caza, y fumar y beber cerveza con hombres de confianza en el Tabakskollegium -"
Colegio de Tabaco"
-), tenía una alta concepción de la dignidad regia y, a diferencia de su padre (amante de las fiestas), controló directa y rigurosamente los gastos para poder constituir un gran ejército regular (con levas proporcionales) de 78.000 hombres;
para él formó un guardia personal de hombres especialmente robustos (Lange Kerls). El estado prusiano adquirió fama de orden y eficiencia. Educó con gran rigor a su hijo y sucesor, Federico II el Grande (1740-1786), quien a su afición a las letras y a las artes (escribió una obra filosófico-política, el Antimachiavel ) unió una alta capacidad administrativa y militar, hasta el punto de dar al reino de Prusia rango de gran potencia europea.
Su poder realmente empieza en el S XVIII con Federico El Grande. Se casó con Isabel Cristina, hija de Fernando Alberto II de Brunswick, en 1733, lo que le valió volver a ser príncipe heredero. Matrimonio de total conveniencia y sin descendencia. Era homosexual. Su amor fue el teniente teniente Hans Hermann von Katte.
Al morir el emperador Carlos VI en 1740 ocupó la Silesia austriaca, ayudándose de Baviera (1740-1742) y Francia (1744-1745) para conservarlas. En su palacio de Sans-Souci (Potsdam) reunió a algunos de los más brillantes pensadores de su época, muchos franceses (Voltaire era uno de ellos);
en cambio, prohibió la difusión de las ideas de Kant. En 1756, casi aislado por sus vecinos (Rusia, Sajonia-Polonia, Austria), invadió Bohemia (patrimonio de los Habsburgo);
se formó contra él una alianza entre Isabel de Rusia, María Teresa de Austria, Luisa Ulrica de Suecia -hermana de Federico-, y Luis XV de Francia, mientras que él sólo contó con la ayuda de Jorge II de Inglaterra y Hannover.
La guerra, llamada de los Siete Años por su duración (hasta 1763), no mermó ni los territorios ni la potencia prusiana;
venció a los franceses en Rosbach (1757), a los austriacos en Leuthen (1757), y a los rusos en Zorndorf (1758) y, al morir la zarina Isabel en 1761, su heredero Pedro III firmó la paz con Prusia. Finalmente, por la paz de Hubertsburg (1763), acababan los enfrentamientos con los otros tres aliados.
Durante su reinado, Federico II adquirió nuevos territorios: Frisia Oriental (por extinción de los Cirksena), la Prusia Occidental (tras el primer reparto de Polonia en 1772), y el Bistum Ermland alemán;
de este modo, Prusia y Brandenburgo pudieron unirse. Muerto sin hijos en 1786, heredó el trono su sobrino Federico Guillermo II (1786-1797), que había sido educado por Federico II;
de gran fortaleza física, tenía ciertas dotes artísticas (fue protector de Mozart). Trató de combatir la revolución francesa de 1789 en compañía del emperador Francisco II, sin demasiado éxito. En el segundo y tercer repartos de Polonia, incorporó la regiones de Posen y de Masovia. Sin embargo, la administración prusiana no pudo hacer frente a este engrandecimiento, y perdió su anterior eficiencia. En 1794, por otra parte, Federico Guillermo II realizó una gran codificación jurídica, el Derecho General de los Estados Prusianos, de tono monárquico pero no absolutista. Murió en 1797.
Le sucedió su hijo Federico Guillermo III (1797-1840). Muy influido por la reina, María Luisa de Mecklemburgo, no tenía especial carácter guerrero, y trató de mantener a Prusia neutral en la guerra de las potencias europeas contra Napoleón. Sin embargo, tuvo que hacerle frente al fin, siendo duramente derrotado en Eylau (1806) y Friedland (1807);
por la paz de Tilsit de 1807, Prusia perdía la mitad de sus territorios. Por presión de su esposa, llevó adelante las reformas ideadas por el primer ministro von Stein;
su sucesor, von Hardenberg, logró levantar el estado prusiano con las guerras de 1813 (victoria de Leipzig) y 1814, y con su labor tras la paz. En 1815, Prusia fue uno de los estados integrantes de la Confederación Germánica a través de sus territorios de Brandenburgo y Renania. En 1817 constituyó una nueva iglesia, de la que él era Summus Episcopus ("
Primer Obispo"
), y que unificaba a la luterana y a la calvinista. Murió varios años más tarde, en 1840, ascendiendo al trono su hijo Federico Guillermo IV (1840-1861);
éste, más dado a discursos que a la acción, se encontró con los problemas que no había solucionado su padre, entre ellos, la constitución de un Parlamento. Su "
Dieta Unida"
(1847) sólo era la unión de las dietas provinciales, y no tenía carácter legislativo ni ejecutivo. Envió el ejército contra los revolucionarios de Berlín (1848), pero finalmente concedió una Constitución, formándose una Asamblea Nacional en Frankfurt (1849, proponiéndole ser nombrado emperador, lo que él rechazó) y luego una Cámara de Diputados. En 1857 comenzaron los ataques de apoplejía que llevaron a Federico Guillermo IV a perder la capacidad de hablar. Sin hijos, debió abdicar en su hermano Guillermo I (1861-1888), regente en 1858, y luego rey tras la muerte de su hermano.
Rey militar, costeó la ceremonia de coronación en Königsberg con sus medios. Junto a él, en el gobierno, contó con la sobresaliente figura del consejero Otto von Bismarck, y del general Helmut von Moltke, que complementaban bien el carácter prudente y discreto de Guillermo I. Las victorias sobre Dinamarca en 1864 y sobre Austria en 1866 dieron a Prusia Schleswig-Holstein, primero, y luego Hannover, Hesse-Kassel y Nassau, con lo que el territorio prusiano constituía un todo continuo entre Prusia Oriental y Renania, convirtiéndose además en el principal estado alemán. Disuelta la Confederación Germánica por la retirada de Austria, una nueva victoria prusiana, ahora sobre la potente Francia de Napoleón III, permitió a Bismarck hacer proclamar a Guillermo I como emperador de Alemania en Versalles (18 de enero de 1871, conservando el título de rey de Prusia).
Las protestas sociales -el ahora emperador sufrió dos atentados en 1878- fueron atajadas primero con leyes contra los socialistas, y luego constituyendo un inicio de seguridad social. Muerto el primogénito Federico Guillermo en 1887, Guillermo I desapareció a su vez en marzo de 1888. Otro de sus hijos, Federico III (1888), fue el segundo emperador, pero durante muy breve espacio de tiempo, pues también murió en junio de ese mismo año. El hijo de éste, Guillermo II (1888-1918), aunque tenía el brazo izquierdo paralizado tenía el aire militar de muchos de sus antepasados y era decidido en el obrar, impetuoso muchas veces, tendía a lo grandioso;
también tenía ciertas inquietudes intelectuales y le gustaba pronunciar discursos exaltados. Cesó a Bismarck en 1890, y a continuación promovió el desarrollo económico;
ayudado del secretario de Estado para la Marina Imperial, gran almirante von Tirpitz, construyó una gran flota. Sin embargo, no advirtió la constitución de una clase trabajadora, subsiguiente a la industrialización;
por otra parte, la socialdemocracia era ya el principal partido en el parlamento. Destruido el equilibrio con los otros grandes países europeos, la Alemania de Guillermo II se encontró en dura guerra contra Inglaterra, Francia y Rusia (1914). El emperador, que trató de participar en los combates, debió ceder el mando en el frente al mariscal Hindenburg.
El final de la Primera Guerra Mundial (1918) significó también la deposición de Guillermo II y, con él, la expulsión definitiva de la familia Hohenzollern del gobierno de cualquier territorio alemán. Abdicó el 9 de noviembre de 1918 como emperador -no como rey de Prusia-, al estallar la revolución en Alemania y dimitir el canciller Max von Baden. Al día siguiente huyó a la neutral Holanda y el 28 de ese mes renunció también al trono de Prusia, mientras en Alemania se proclamaba la República. Vivió aún hasta junio de 1941, en una Holanda ocupada por las tropas alemanas del III Reich nacionalsocialista. La jefatura de la casa Hohenzollern recayó en 1918 en Guillermo, primogénito de Guillermo II, y luego en su hermano Luis Fernando (1933;
su hijo mayor Federico Guillermo nació en 1939).
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=hohenzollern-familia
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
1963, Los reyes de Grecia visitan oficialmente el Reino Unido.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Claridge´s Hotel, para la cena de devolución.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Visita Oficial al reino de Thailandia, también en 1963.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
A night in Bangkok
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Así que Federika era una gran aristócrata europea emparentada con lo más granado de la sociedad británica y alemana. Ella misma dijo que su infancia fue muy feliz. No podía ser de otra manera: era la única hembra entre tanto hermano varón y ,dada la época, el status y las circunstancias, la niña creció apegada fuertemente al mundo femenino de su madre, las institutrices y las gobernantas, todas ellas empeñadas en hacer de ella una señorita digna de su rango y no un marimacho prusiano. Federika, no obstante, empezó a demostrar cierta rebeldía de carácter -sin duda motivada por algo congénito pero también por el rigor de la educación prusiana para una chica de entonces- manifestando interés por las ciencias ocultas, el esoterismo y todo tipo de astrologías y artes adivinatorias, que acabarían, con el tiempo , llevándola a tener veleidades místicas en la India. En aquella época, en aquel lugar, a estos niveles de sociedad, semejantes aficiones estaban muy mal miradas, pero hay que tener en cuenta que Federika creció en un solitario castillo de Sajonia, el de Blakenburg, que ya hemos visto, en la zona del macizo montañosa de Harz, conocido como el mayor punto de encuentro de brujas más famoso de Europa (hasta lo menciona Goethe en su Fausto) Tampoco hay que psar por alto que esta señora en cuestión carga para los restos con el rumor de un posible intento de envenamiento de la reina Sonia de Noruega....entre otras muchas cosas que se dicen de ella..
No, no es Leonor de Borbón, es su bisabuela Federika de Hanover.
Y con la tiara que usó Letizia Ortiz
No, no es Leonor de Borbón, es su bisabuela Federika de Hanover.
Y con la tiara que usó Letizia Ortiz
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Harz: Según la leyenda, todos los años se reúnen aquí, en la Noche de Walpurgis, del 30 de abril al 1 de mayo, las brujas para celebrar su baile. Este es el entorno infantil donde nació y Federika aquel abril de 1917...
La tradición de la noche de Valpurgis es probablemente vikinga (es una noche que se da en toda Escandinavia y países ribereños del Báltico) y cuya difusión celta llega al norte de la Península Ibérica, en donde hoy mismo encontramos topónimos con el nombre del dios Belenos, dios del fuego a quien rendían culto para conmemorar el paso del invierno a la primavera. En muchos lugares ,esta noche era especialmente indicada para las reuniones brujeriles. En el mundo romano,el mes de mayo estaba dedicado a los maiores, es decir, a los muertos, que se supone visitaban a los vivos. La superstición cuenta que estaba hasta muy mal visto casarse en mayo por correr el altísimo riesgo de contraer matrimonio con una bruja. (En fin, un nieto de Federika se casó en mayo, ya sabéis...) Federikaa, hipersupersticiosa, jamás habría permitido esa boda.
La tradición de la noche de Valpurgis es probablemente vikinga (es una noche que se da en toda Escandinavia y países ribereños del Báltico) y cuya difusión celta llega al norte de la Península Ibérica, en donde hoy mismo encontramos topónimos con el nombre del dios Belenos, dios del fuego a quien rendían culto para conmemorar el paso del invierno a la primavera. En muchos lugares ,esta noche era especialmente indicada para las reuniones brujeriles. En el mundo romano,el mes de mayo estaba dedicado a los maiores, es decir, a los muertos, que se supone visitaban a los vivos. La superstición cuenta que estaba hasta muy mal visto casarse en mayo por correr el altísimo riesgo de contraer matrimonio con una bruja. (En fin, un nieto de Federika se casó en mayo, ya sabéis...) Federikaa, hipersupersticiosa, jamás habría permitido esa boda.
Última edición por el Jue Dic 29, 2011 9:22 am, editado 1 vez
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
CAMPO DE CONCENTRACIÓN MIXTO de
Proyectado el 03-06-1936
Creado el 16-07-1937
Autoliberado el 11-04-1945 con ayuda de tropas norteamericanas
Fallecidos: 34.375
Comandante del Campo entre 1937 y 1941. Karl Otto Koch.
Inaugurado el 16 de Julio de 1937 con los primeros 300 prisioneros varones, sirvió para alojar a opositores del régimen, Testigos de Jehová, homosexuales, gitanos de los pueblos sinti y roma así como presidiarios, en base a las detenciones realizadas en el marco de la "
lucha preventiva contra el crimen"
(asociales). En 1944 Buchenwald pasó a convertirse en campo mixto con la llegada de mujeres.
De todas estas detenciones el mayor grueso de prisioneros étnicos de Buchelwald eran los judíos detenidos durante la Noche de los Cristales Rotos (mas de 10.000)
De este campo dependía el subcampo de Blankenburg, en cuyo castillo ,como hemos dicho, nació y creció Federika.
Las siguientes fotos son de 1938 -cuando se casó Federika- y son falsas: se trata de los juegos de las Juventudes Hitlerianas en Blankenburgo. El juego, presuntamente instructivo, que no pedagógico, consiste en una batalla campal entre jóvenes nacionalsocialistas contra comunistas.
Bueno, pues a la sección femenina de las Juventudes HItlerianas, que primero fueron de membresía voluntaria y luego obligatoria.
Las JH fueron creadas en 1926. En 1938 las HJ incluían unos 7 millones de jóvenes y al año siguiente se unieron un millón setecientos mil más. Se añadió la sección femenina para jóvenes entre 14 y 18 años llamada Schwesternschaft der Hitler-Jugend, y renombrada Bund Deutscher Mädel (BDM) en 1930.
En 1930, Federika tenía....13 años.
Es decir, Federika perteneció a la sección femenina de las Juventudes H, como término ante quem, 1931 y post quem, 1936,año de su mayoría de edad.
La noche de los cristales rotos tuvo lugar, como sabemos, en 1938, en noviembre.
Federika vivía en Aenas desde enero de ese mismo año, es decir, aun año antes de esos trágicos sucesos.
Es decir, esta foto es nazi, visten como nazis, pero no son nazis tal cual el concepto nazi de hoy en nuestras mentes. Todavía no había llegado la degeneración. Hacían todo lo que hacían por inercia la gente de derechas en Alemania entonces: oponerse a que se repitiera lo que había ocurrido en Rusia en 1917.
Federika de Grecia , no lo olvidemos, acabará en la isla de Creta , tirada entre matorrales, escondida en una cabaña, después de haber aterrizado en la isla mientras les bombardeaban, a ella y a toda su familia griega, los nazis. En cartas precedentes a esos sucesos, escribe que cuanto más llora Pablo, más ella odia a Hitler.
También me gustaría dejar claro que un antepasado suyo de la Casa de Hanover, ernesto Augusto I, que reinó entre 1837–1851 fue quien dio todos los derechos de igualdad a los judíos de Hanover.
BUCHENWALD
Proyectado el 03-06-1936
Creado el 16-07-1937
Autoliberado el 11-04-1945 con ayuda de tropas norteamericanas
Fallecidos: 34.375
Comandante del Campo entre 1937 y 1941. Karl Otto Koch.
Inaugurado el 16 de Julio de 1937 con los primeros 300 prisioneros varones, sirvió para alojar a opositores del régimen, Testigos de Jehová, homosexuales, gitanos de los pueblos sinti y roma así como presidiarios, en base a las detenciones realizadas en el marco de la "
lucha preventiva contra el crimen"
(asociales). En 1944 Buchenwald pasó a convertirse en campo mixto con la llegada de mujeres.
De todas estas detenciones el mayor grueso de prisioneros étnicos de Buchelwald eran los judíos detenidos durante la Noche de los Cristales Rotos (mas de 10.000)
De este campo dependía el subcampo de Blankenburg, en cuyo castillo ,como hemos dicho, nació y creció Federika.
Las siguientes fotos son de 1938 -cuando se casó Federika- y son falsas: se trata de los juegos de las Juventudes Hitlerianas en Blankenburgo. El juego, presuntamente instructivo, que no pedagógico, consiste en una batalla campal entre jóvenes nacionalsocialistas contra comunistas.
Bueno, pues a la sección femenina de las Juventudes HItlerianas, que primero fueron de membresía voluntaria y luego obligatoria.
Las JH fueron creadas en 1926. En 1938 las HJ incluían unos 7 millones de jóvenes y al año siguiente se unieron un millón setecientos mil más. Se añadió la sección femenina para jóvenes entre 14 y 18 años llamada Schwesternschaft der Hitler-Jugend, y renombrada Bund Deutscher Mädel (BDM) en 1930.
En 1930, Federika tenía....13 años.
Es decir, Federika perteneció a la sección femenina de las Juventudes H, como término ante quem, 1931 y post quem, 1936,año de su mayoría de edad.
La noche de los cristales rotos tuvo lugar, como sabemos, en 1938, en noviembre.
Federika vivía en Aenas desde enero de ese mismo año, es decir, aun año antes de esos trágicos sucesos.
Es decir, esta foto es nazi, visten como nazis, pero no son nazis tal cual el concepto nazi de hoy en nuestras mentes. Todavía no había llegado la degeneración. Hacían todo lo que hacían por inercia la gente de derechas en Alemania entonces: oponerse a que se repitiera lo que había ocurrido en Rusia en 1917.
Federika de Grecia , no lo olvidemos, acabará en la isla de Creta , tirada entre matorrales, escondida en una cabaña, después de haber aterrizado en la isla mientras les bombardeaban, a ella y a toda su familia griega, los nazis. En cartas precedentes a esos sucesos, escribe que cuanto más llora Pablo, más ella odia a Hitler.
También me gustaría dejar claro que un antepasado suyo de la Casa de Hanover, ernesto Augusto I, que reinó entre 1837–1851 fue quien dio todos los derechos de igualdad a los judíos de Hanover.
Última edición por el Mar Dic 20, 2011 1:58 pm, editado 1 vez
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
La muralla del Diablo, paisajes infantiles de Federika
Las cuevas de arenaa para la NOche de Valpurgis
Blankenburg hacia 1900
Las cuevas de arenaa para la NOche de Valpurgis
Blankenburg hacia 1900
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Así que Federika era Hanover por papá y Hohenzollern por mamá. Pero lo que quiero destacar es que Viktoria Luisa, la hija del kaiser Guillermo II, madre de Federika, era nieta de Federico III de Prusia (que fue emperador de Alemania durante 99 días, hasta que el cáncer de laringe lo mató) Bueno, pues una de las hijas de Federico III, Sofía de Prusia, sería la madre de Pablo, futuro rey de Grecia. Es decir, la suegra de Federika era sobrina de su propia madre.: Sofía de Prusia, hermana de Guillermo II, y Viktoria Luisa hija de éste. O si se prefiere verlo por otro lado, Pablo es sobrino de Guillermo II, abuelo de su esposa. Pablo, así pues, tenía como suegra a su prima carnal.
Federico III fue el rey de Prusia que anexionó Hanover a su reino, causa de la enemistad interfamiliar que presunta y teóricamente diluyeron Ernesto Augusto y Viktoria Luisa al casarse.
No imaginéis a Sofía de Prusia, consuegra de Viktoria Luisa, reprochándole algo así: nos anexionásteis y ahora quieres que nuestros hijos se autoanexionen a sí mismos. Eso no sucedió. No pudo suceder: Sofía de Prusia murió en 1932, en Frankfurt, de cáncer, cuatro años antes de que se formalizara el compromiso de Federika con su hijo. Y aún menos el rey Constantino, que murió en el exilio y en Palermo en 1923.
Federico III fue el rey de Prusia que anexionó Hanover a su reino, causa de la enemistad interfamiliar que presunta y teóricamente diluyeron Ernesto Augusto y Viktoria Luisa al casarse.
No imaginéis a Sofía de Prusia, consuegra de Viktoria Luisa, reprochándole algo así: nos anexionásteis y ahora quieres que nuestros hijos se autoanexionen a sí mismos. Eso no sucedió. No pudo suceder: Sofía de Prusia murió en 1932, en Frankfurt, de cáncer, cuatro años antes de que se formalizara el compromiso de Federika con su hijo. Y aún menos el rey Constantino, que murió en el exilio y en Palermo en 1923.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Guillermo II, que era un gran filoheleno, como la Emperatriz Elizabeth -a quien compró el maravilloso palacio corfiota del Ajilión- mandó hacer una tiara a los joyeros imperiales, Koch (Robert y Luis Koch, que por ser judíos perdieron la joyería en 1938) Era un regalo para su hija Viktoria Luisa. Una diadema de diamantes y platinos con inspiración helena (grecas, columnas y laurel en los motivos)
Viktoria Luisa con la diadema
Es la diadema que llevó en sus esponsales con ErnestoAugusto de Hanover en 1913. Viktoria Luisa regaló la diadema a su única hija, Federika, que se la llevó consigo a Atenas. Pero no se casó con ella puesta.
Federika legó la diadema imperial a su priomogénita Sofía el día que esta cumplió su mayoría de edad. La lució en ese mismo baile.
La han usado las Infantas de España, Cristina y Elena, y por supuesto, se le prestó a Letizia Ortiz cuando se casó con el Príncipe de Asturias.
Hasta aquí, todo muy bonito.
Tan bonito como que dentro de la familia de Federika había tales tensiones que Viktoria Luisa dejó de hablar a su única hija, a cuya boda ni asistió.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Federika, no lo olvidemos nunca, nació en plena Primera Guerra Mundial -en 1917- y su abuelo era ni más ni menos que el káiser de Alemania, que un año después tuvo que abdicar y salir al exilio con la abuela Donna, sumida en una honda desesperación en Holanda. Es decir, que el padre de Federika tuvo que dejar de ser el Duque de Brünswick-Luneburg. Yel tío Joachim, a quien se le había interpuesto una demanda de divorcio, para ponerlo mejor todo va y se suicida, por lo cual la abuela Donna, al poco tiempo, abril ´21, muere. Al año siguiente Guillermo se casa de nuevo: tiene 63 años;
su esposa -madre de cinco hijos- 34. Todas estas circunstancias debieron de afectar a su vida infantil, pero lo mejor es que lo cuente ella misma desde sus Memorias:
“El origen de mi familia es, en cierto modo, mitológico. Su historia empieza en un castillo desconocido en el que la joven esposa de su propietario dio a luz a dos niños. En aquellos remotos tiempos era vergonzoso para una mujer tener más de un hijo en un parto, por lo que la joven castellana colocó a los niños en una cesta con el propósito de deshacerse de ellos antes de que volviera su marido. Se encontró en el bosque con su esposo, quien le preguntó qué llevaba en la cesta. « Unos guelphs, señor », contestó llena de terror. La palabra « guelph » significa en alemán antiguo « cachorro de perro ». El marido le pidió que se los enseñara. Al ver a los niños se llenó de alegría e impidió su sacrificio. Esta vieja tradición explica el origen y el apellido de mi familia.
Mi padre, hijo del príncipe heredero de Hannover, nació en Viena. Hasta que en Alemania se proclamó la república después de la Primera Guerra Mundial, fue duque de Brunswick y vivió en su ducado. Luego se trasladó a Austria, en donde su padre, el duque de Cumbeland, vivía desde 1866.
Mi abuelo paterno, el duque de Cumberland, era nieto del viejo duque Ernesto Augusto, tío de la reina Victoria. Debido a la ley sálica, las mujeres no podían heredar el trono en Hannover, por lo que durante el reinado de la reina Victoria se separaron Inglaterra y Hannover y el duque Ernesto Augusto continuó con la dinastía de los Guelphs en Alemania. Cuando después de la guerra de 1866 los Guelphs se establecieron en Alemania, mi abuelo, príncipe heredero de Hannover, contrajo matrimonio con una princesa llamada Thyra, hija del rey Christian IX de Dinamarca. Una de sus hijas sería la emperatriz María Dagmar de Rusia, otra la reina Alejandra de Gran Bretaña, y la tercera, mi abuela, la princesa heredera de Hannover, duquesa de Cumberland.
Su hermano el príncipe Guillermo de Dinamarca, fue elegido por Grecia para ser rey de los helenos con el nombre de Jorge I. Salió de Dinamarca a los diecisiete años de edad y reinó durante cincuenta años en Grecia. Mi marido era nieto suyo. La dinastía danesa ha dado ya seis reyes a Grecia: el rey Jorge I, su hijo Constantino I, los tres hijos de éste, Jorge II, Alejandro I y Pablo I, y por último, nuestro hijo el rey Constantino II. Durante sus reinados, Grecia recuperó sus provincias septentrionales, que estaban en poder de los turcos, las Islas Jónicas, ocupadas por los ingleses, y el Dodecaneso poseído por los italianos.
Debido a la guerra de Prusia, en la que los prusianos ocuparon el reino de Hannover, las relaciones entre los Guelphs hannoverianos y la Casa de Hohenzollern, reinante en Prusia, no eran muy cordiales. Las circunstancias en que mis padres se conocieron fueron extraordinarias.
Mientras desayunaban una mañana en la residencia de sus padres en Austria, mi tío Jorge Guillermo de Hannover, dijo a mi padre: « Esta noche he tenido un sueño extraño. He soñado que, conduciendo mi coche por el norte de Alemania, chocaba contra un árbol y me mataba. El emperador que en aquel momento se encontraba en su palacio de verano, muy próximo al lugar del accidente, envió a dos de sus hijos para que acompañasen mi féretro, así como un destacamento de su Guardia para escoltarlo mientras estuviese en su territorio ». Los dos jóvenes se rieron mucho, pues era divertido pensar que, dadas las circunstancias y la tensión existente entre ambas familias, el Káiser actuara de ese modo. « La verdad es que si hubiese hecho tal cosa, yo incluso estaría furioso », dijo mi tío.
Poco después de aquella conversación, mi tío perdió la vida exactamente como la había soñado. Se dirigía a Dinamarca y el accidente tuvo lugar en el norte de Alemania, donde su coche se estrelló contra un árbol. El Emperador, Guillermo II, envió a dos de sus hijos y a un destacamento de su Guardia para escoltar al féretro. Mi padre no tuvo más remedio que ir a la Corte de Berlín, a dar las gracias personalmente al Emperador por su gesto amistoso, y allí conoció a la única hija del Káiser, con la que se casaría poco después. Su boda sería el último acontecimiento internacional, antes de la Primera Guerra Mundial, que reuniera a reyes y príncipes de todo el mundo.
Recuerdo a mi abuelo Hohenzollern, el Káiser, siendo ya un anciano exiliado en Holanda. La familia Hannover seguía muy distanciada de la familia prusiana, incluso después de la boda de mis padres. Mi madre iba a ver a su padre todos los años el 27 de enero, día de su cumpleaños, pero ni mi padre ni mis hermanos la acompañaban. A mí me llevaba mi madre, ya que, por ser niña, la cosa tenía menos importancia política, pero hacía el viaje a regañadientes, pues mi orgullo y mi sangre Guelphs estaban, naturalmente, del lado de mi padre y mis hermanos. Sin embargo, cada vez que veía a mi abuelo, el orgullo se venía abajo, pues era cariñosísimo conmigo.
Su trato hacia mí era totalmente distinto al que daba a sus hijos. Entre éstos y él parecía existir un abismo. Ya hombres hechos y derechos y casados, seguían besándole la mano. Lo mismo hacían sus nietos, excepto los Guelphs. De sus siete hijos, mi madre había sido la única hembra, por lo que su padre la adoraba. No obstante, ya mayor seguía besándole la mano. La etiqueta de la Corte prusiana y la actitud general ante el Káiser eran tales, que parecía no existir contacto alguno entre las generaciones.
El Káiser sólo era capaz de demostrar cariño a su nieta, única hembra entre varios varones, por lo que cada vez que iba a verle nuestras relaciones no podían ser más afectuosas. Me llevaba con él al jardín para que le ayudase en sus trabajos de carpintería. Mi compañía le divertía mucho y le hacía feliz. Yo podía decirle lo que quisiera y exponer mis ideas y mis opiniones por atrevidas que fueran. En la Corte sorprendía mucho mi modo de tratarle, cosa que encantaba a mi abuelo.
Después de la guerra, mi madre me contó que había seguido la campaña de Grecia con gran interés, no por saber si la victoria sonreía a las tropas alemanas, sino por lo que a mí pudiera ocurrirme. Cuando se estaba muriendo supo que me hallaba en peligro en Creta. Mi madre le dijo, incluso antes de saberlo exactamente, que había llegado sana y salva a Egipto. Una vez oído esto, se tranquilizó y se sintió feliz”.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Mis padres vivían en una villa, en Gmunden, más abajo del castillo de mi abuelo, rodeada de un hermoso jardín. Mis cuatro hermanos y yo pasamos nuestra niñez entre Blankenbrugo, un castillo inmenso situado en las montañas del Harz en Alemania, y este bello lugar de Austria.
Uno de mis primeros recuerdos se relaciona con el agua, con algunas caras asustadas y con muchas manos acariciándome. Por lo visto, mi niñera, que me llevaba en brazos, tropezó con un tronco y se cayó al lago. Como no sabía nadar, recuerdo que nos hundíamos en el agua y volvíamos a salir a flote. La verdad es que no tuve miedo, pues no sabía lo que eran la vida y la muerte, por lo que me limité a aceptar un hecho en el que se mezclaban el agua, las caras y las manos.
Uno de mis primeros recuerdos se relaciona con el agua, con algunas caras asustadas y con muchas manos acariciándome. Por lo visto, mi niñera, que me llevaba en brazos, tropezó con un tronco y se cayó al lago. Como no sabía nadar, recuerdo que nos hundíamos en el agua y volvíamos a salir a flote. La verdad es que no tuve miedo, pues no sabía lo que eran la vida y la muerte, por lo que me limité a aceptar un hecho en el que se mezclaban el agua, las caras y las manos.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Aunque veíamos a diario a nuestros padres a la hora de almorzar y a la de la oración de la tarde, la verdad es que vivían muy lejos de nuestro mundo, como era habitual en aquellos tiempos. En la mesa no se hablaba de cosas privadas, ya que por estar presentes el preceptor de mis hermanos y mi institutriz, la comida era un acto oficial. Ignorábamos lo que hacían nuestros padres durante el día, ni se nos ocurría preguntárselo. Supongo que mi padre estaba muy ocupado con la administración de la propiedad. Pasaba mucho tiempo en su despacho y siempre había alguien con él, por lo que los hijos no le interrumpíamos, pues nos dábamos cuenta de que estaba trabajando. Pero cuando podíamos hablarle era muy cariñoso con nosotros.
Los domingos íbamos con nuestros padres a la iglesia que había hecho construir mi abuelo para el culto de una pequeña comunidad protestante en una ciudad prácticamente católica. Al entrar en el templo me daban dos monedas que debía depositar en la bolsa de las colecta, pero no me lo explicaron bien o yo no lo entendía. El caso es – y me avergüenza confesarlo ahora – que sólo echaba una de las monedas y me guardaba la otra.
Poco a poco reuní una fortuna que iba a para a la tienda para aumentar la provisión de chocolate escondido en mi habitación. Cuando mis padres se enteraron de aquello, me regañaron y me dijeron que había infringido el séptimo mandamiento, que dice « no hurtar ». Me dio mucha pena saber que no iría al Cielo para conocer a Jesús, y lloré tanto que al final hube de buscar refugio en los brazos de mi padre, sin poder articular una palabra. De pronto, me di cuenta de que también él estaba llorando, lo cual me consoló. En adelante, siempre que tenía algún problema acudía a mi padre, quién me decía las palabras adecuadas, con las que olvidaba fácilmente mis preocupaciones.
Mi padre nos enseñó a sentirnos responsables de los demás. Su actitud, como la de muchas personas de su generación, era la de que los miembros de una familia como la nuestra tenían que disculparse desde el fondo de sus almas, por ocupar una posición más privilegiada que ellos. Ahora pienso que, en muchos aspectos, nuestras vidas son más difíciles que las de las gentes sencillas. Sin embargo, como sus hechos se ajustaban a sus palabras, sus hijos aprendimos y comprendimos su conducta”.
Los domingos íbamos con nuestros padres a la iglesia que había hecho construir mi abuelo para el culto de una pequeña comunidad protestante en una ciudad prácticamente católica. Al entrar en el templo me daban dos monedas que debía depositar en la bolsa de las colecta, pero no me lo explicaron bien o yo no lo entendía. El caso es – y me avergüenza confesarlo ahora – que sólo echaba una de las monedas y me guardaba la otra.
Poco a poco reuní una fortuna que iba a para a la tienda para aumentar la provisión de chocolate escondido en mi habitación. Cuando mis padres se enteraron de aquello, me regañaron y me dijeron que había infringido el séptimo mandamiento, que dice « no hurtar ». Me dio mucha pena saber que no iría al Cielo para conocer a Jesús, y lloré tanto que al final hube de buscar refugio en los brazos de mi padre, sin poder articular una palabra. De pronto, me di cuenta de que también él estaba llorando, lo cual me consoló. En adelante, siempre que tenía algún problema acudía a mi padre, quién me decía las palabras adecuadas, con las que olvidaba fácilmente mis preocupaciones.
Mi padre nos enseñó a sentirnos responsables de los demás. Su actitud, como la de muchas personas de su generación, era la de que los miembros de una familia como la nuestra tenían que disculparse desde el fondo de sus almas, por ocupar una posición más privilegiada que ellos. Ahora pienso que, en muchos aspectos, nuestras vidas son más difíciles que las de las gentes sencillas. Sin embargo, como sus hechos se ajustaban a sus palabras, sus hijos aprendimos y comprendimos su conducta”.
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
“Apenas veíamos a nadie ajeno a la familia y al séquito. Como en casa no se celebraban bailes o banquetes, las diversiones eran muy escasas. Todos los otoños mi padre organizaba una cacería en nuestro coto en Austria. Los únicos visitantes eran mi anciano tío el príncipe Jorge de Grecia, a quien los niños llamábamos tío Jacobo, y un tío danés, el príncipe Valdemar, hermano menor de mi abuela. Ambos parientes se reunían con mis padres todos los años para pasar un mes en casa.
1936, Gmunden, Austria.
De izquierda a derecha: Jorge Guillermo, Federika, Valdemar, Príncipe JOrge, Ernesto Augusto de of Braunschweig-Lüneburg y el Príncipe Ernesto Augusto de Hannover
(Ya en 1909, cuando el gran escándalo entre Jorge y la esposa de su tío-amante, María d´Orleans, mientras La Bonaparte se dejaba meter mano por el hijo de ésta, que se acostaba con un miembro del staff, Jorge y Valdemar dejaron en Bernstroff a La Bonaparte y la Orleans para ir a cazar en esta villa y con estos parientes)
N.B. La foto está tomada en otoño del ´36, es decir, un par de meses después de que Federika conociera a Pablo
1936, Gmunden, Austria.
De izquierda a derecha: Jorge Guillermo, Federika, Valdemar, Príncipe JOrge, Ernesto Augusto de of Braunschweig-Lüneburg y el Príncipe Ernesto Augusto de Hannover
(Ya en 1909, cuando el gran escándalo entre Jorge y la esposa de su tío-amante, María d´Orleans, mientras La Bonaparte se dejaba meter mano por el hijo de ésta, que se acostaba con un miembro del staff, Jorge y Valdemar dejaron en Bernstroff a La Bonaparte y la Orleans para ir a cazar en esta villa y con estos parientes)
N.B. La foto está tomada en otoño del ´36, es decir, un par de meses después de que Federika conociera a Pablo
Última edición por el Jue Dic 29, 2011 9:29 am, editado 1 vez
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
La única parte de la vida de nuestros padres que los niños compartíamos con ellos sin preceptores ni institutrices era un viaje que de vez en cuando hacíamos a Italia. Íbamos en un coche muy grande, los cinco niños y nuestros padres. Conducía mi padre y mi madre se sentaba a su lado. Yo me colocaba en el asiento de detrás con mis dos hermanos mayores, y los pequeños y el coger lo hacían en la banquetas frente a nosotros. Llevábamos mucho equipaje y parecíamos una familia de gitanos que levantara su campamento. El viaje resultaba pesadísimo e incómodo, y como todavía éramos muy pequeños nos aburríamos mortalmente en los museos y las iglesias que nos hacían visitar. Recuerdo, en cambio, lo mucho que me gustaba la excursión a Ischia. Por entonces Ischia era una isla casi totalmente desconocida y muy atrasada. Para nosotros tenía un atractivo sobrenatural, pues cada vez que se acercaba una cerilla al suelo – y sobre todo a un agujero – salía humo. Creo que el fenómeno estaba relacionado con algún respiradero volcánico, pero nos parecía misterioso.
Ischia, en la Bahía de Nápoles , cuyo castillo de Aragón es su mayor monumento. En 1734 fue tomada por los Borbones.
Ischia, en la Bahía de Nápoles , cuyo castillo de Aragón es su mayor monumento. En 1734 fue tomada por los Borbones.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
A veces, un ruido desagradable puede destruir los sueños. Así ocurrió el día en que vino el carnicero para matar a unos cerditos con los que yo jugaba. Eché a correr horrorizada porque los alaridos de los animalitos me destrozaban el corazón. Después de la terrible matanza tenía que comer carne. Lloré, grité y me puse enferma porque no podía tragar. Mi aya me castigó por mi obstinación en no comer. Acaso lo hizo porque no había oído los patéticos alaridos de los cochinillos. ¿Por qué se enseña a los niños a amar a los animales, a hacerse amigos suyos y luego no se tiene escrúpulo en matarlos y hacer comer su carne a las criaturas que se habían encariñado con ellos? Esto debe ser algo incomprensible y tremendo para los niños. Quizá por aquel recuerdo, más adelante renuncié a comer carne y pescado. Después de todo, ¿por qué contribuir a los sufrimientos de este mundo, cuando no es necesario?
Me daba clases una institutriz alemana que me enseñaba también un poco de inglés, nociones de francés y me hacía leer la Biblia. Más adelante, mi educación religiosa se encomendó a un pastor que me prepararía para la confirmación. Me confirmaron en Blakenburg, un impresionante castillo medieval construido en lo alto de una colina en las montañas del Harz, en el que no me sentía feliz. Las paredes eran demasiado macizas, y había demasiadas escaleras y puertas con enormes y pesadas llaves. Sus estancias estaban suntuosamente decoradas con hermosos y cómodos muebles antiguos. Todo el castillo contenía tesoros de la familia, coleccionados y heredados durante varias generaciones. Habría sido el sueño de un anticuario, pero no era para mí.
Cuando mis hermanos estaban allí, la vida era agradable. Nos dedicábamos a explorar los sótanos y los desvanes. El castillo tenía un enorme patio, bajo el que se extendían numerosas galerías subterráneas intercomunicadas. Algunas partes del edificio databan del siglo XI. En el interior había un pozo muy profundo, al que arrojábamos piedras y esperábamos oír el ruido que producían al chocar con el agua. Tardaban en llegar y nos preguntábamos cuánto tardaría uno de nosotros si se cayese. Se decía que por las noches un fantasma recorría las estancias y los corredores, pero la verdad es que nunca lo vimos. El castillo estaba lleno de armaduras antiguas, y los morriones, al moverse cuando corríamos, producían un ruido metálico. Todo era fantástico y nos aterrorizaba a Christian y a mí, al mismo tiempo que nos divertía.
Los desvanes eran inmensos, muy altos y con diferentes niveles unidos por escaleras verticales. A veces atábamos a Guelph con una cuerda y le hacíamos bajar de piso. Un día fue él quién me ató a mí, en lugar de hacerlo por la cintura lo hizo al cinturón de cuero que llevaba puesto. Ni que decir tiene que el cinturón cedió y se rompió. Afortunadamente, uno de los criados, que estaba limpiando en la parte inferior, se dio cuenta y me recogió en sus brazos. Otro día amarramos a Guelph para descolgarle por una ventana. Alguien nos vio y frustró nuestro propósito. Las consecuencias fueron una pesadilla para nosotros.
Cuando me quedaba sola no me gustaba el castillo, con los ceñudos retratos de mis antepasados. Tampoco me agradaba sentarme en mi cuarto a mirar por la ventana el pequeño trozo de jardín al que no tenía medios de llegar. Muy cerca había una reserva de venados con una cerca alrededor que me impedía verlos. Como mi caballo se había quedado en Austria, mi soledad era absoluta. Manifesté mis deseos de hacerme enfermera, pero nadie me hizo caso. Leía mucho, cosa que trajo sus complicaciones. En teoría no se me permitía leer nada que no hubiese leído antes la institutriz, pero no tardé en aprender a burlar tal prohibición. Durante las visitas a otros miembros de la familia me apoderaba de algunos libros que escondía en mi habitación para leerlos por la noche. Los que me permitían leer eran aburridísimos. Yo quería saber lo que pensaban los poetas y los filósofos. Aún recuerdo el día en que descubrieron en mi cuarto un libro de Spinoza, confiscado inmediatamente, lo que me convirtió en una rebelde. (Spinoza, filósofo judío, podía ser una lectura extremeadamente comprometedora en esa época) Mis lecturas constituían un tremendo conflicto, pero yo no me daba por vencida. Mi institutriz acabó por hacer la vista gorda y no decir nada de lo que me veía leer”.
Me daba clases una institutriz alemana que me enseñaba también un poco de inglés, nociones de francés y me hacía leer la Biblia. Más adelante, mi educación religiosa se encomendó a un pastor que me prepararía para la confirmación. Me confirmaron en Blakenburg, un impresionante castillo medieval construido en lo alto de una colina en las montañas del Harz, en el que no me sentía feliz. Las paredes eran demasiado macizas, y había demasiadas escaleras y puertas con enormes y pesadas llaves. Sus estancias estaban suntuosamente decoradas con hermosos y cómodos muebles antiguos. Todo el castillo contenía tesoros de la familia, coleccionados y heredados durante varias generaciones. Habría sido el sueño de un anticuario, pero no era para mí.
Cuando mis hermanos estaban allí, la vida era agradable. Nos dedicábamos a explorar los sótanos y los desvanes. El castillo tenía un enorme patio, bajo el que se extendían numerosas galerías subterráneas intercomunicadas. Algunas partes del edificio databan del siglo XI. En el interior había un pozo muy profundo, al que arrojábamos piedras y esperábamos oír el ruido que producían al chocar con el agua. Tardaban en llegar y nos preguntábamos cuánto tardaría uno de nosotros si se cayese. Se decía que por las noches un fantasma recorría las estancias y los corredores, pero la verdad es que nunca lo vimos. El castillo estaba lleno de armaduras antiguas, y los morriones, al moverse cuando corríamos, producían un ruido metálico. Todo era fantástico y nos aterrorizaba a Christian y a mí, al mismo tiempo que nos divertía.
Los desvanes eran inmensos, muy altos y con diferentes niveles unidos por escaleras verticales. A veces atábamos a Guelph con una cuerda y le hacíamos bajar de piso. Un día fue él quién me ató a mí, en lugar de hacerlo por la cintura lo hizo al cinturón de cuero que llevaba puesto. Ni que decir tiene que el cinturón cedió y se rompió. Afortunadamente, uno de los criados, que estaba limpiando en la parte inferior, se dio cuenta y me recogió en sus brazos. Otro día amarramos a Guelph para descolgarle por una ventana. Alguien nos vio y frustró nuestro propósito. Las consecuencias fueron una pesadilla para nosotros.
Cuando me quedaba sola no me gustaba el castillo, con los ceñudos retratos de mis antepasados. Tampoco me agradaba sentarme en mi cuarto a mirar por la ventana el pequeño trozo de jardín al que no tenía medios de llegar. Muy cerca había una reserva de venados con una cerca alrededor que me impedía verlos. Como mi caballo se había quedado en Austria, mi soledad era absoluta. Manifesté mis deseos de hacerme enfermera, pero nadie me hizo caso. Leía mucho, cosa que trajo sus complicaciones. En teoría no se me permitía leer nada que no hubiese leído antes la institutriz, pero no tardé en aprender a burlar tal prohibición. Durante las visitas a otros miembros de la familia me apoderaba de algunos libros que escondía en mi habitación para leerlos por la noche. Los que me permitían leer eran aburridísimos. Yo quería saber lo que pensaban los poetas y los filósofos. Aún recuerdo el día en que descubrieron en mi cuarto un libro de Spinoza, confiscado inmediatamente, lo que me convirtió en una rebelde. (Spinoza, filósofo judío, podía ser una lectura extremeadamente comprometedora en esa época) Mis lecturas constituían un tremendo conflicto, pero yo no me daba por vencida. Mi institutriz acabó por hacer la vista gorda y no decir nada de lo que me veía leer”.
Última edición por el Jue Dic 29, 2011 9:36 am, editado 1 vez
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
“Un día entraron en la habitación de mis padres, en la que yo me encontraba, dos mujeres vestidas de uniforme. Me mandaron salir. Luego me enteré de que acababa de promulgarse una ley ordenando que todos los niños ingresaran en las Juventudes Hitlerianas y aquellas dos mujeres habían ido a casa para recordar a mis padres el deber de inscribirme.
Desde aquel día, una vez a la semana tenía que ponerme un uniforme consistente en una camisa blanca y una falda y una bufanda negras. Así vestida, bajaba por la colina hasta el pueblo, en donde me reunía con otras chicas en algún aula escolar vacía. Odiaba – y sigo odiando – tener que llevar uniforme, pero consideré aquella obligación que se imponía como algo que, al final, me ponía en contacto con otras chicas. Hacíamos punto y cantábamos. Lo primero no me gustaba, pero lo segundo sí. Una de las mayores nos refería algún episodio de la vida nacional, pero no creo que nadie le hiciera mucho caso, pues no dejábamos de hablar unas con otras.
Mi padre no simpatizaba con el movimiento nazi, aunque no podía decirlo públicamente. Teníamos muchos empleados en casa, la mayor parte de los cuales pertenecían al Partido Nacional Socialista – unos con fanatismo, otros más tibiamente – , por lo que era necesario medir mucho las palabras.
Al cabo de dos semanas en las Juventudes Hitlerianas, tuve una larga conversación a solas con mi padre. Me explicó todo lo que representaba aquel uniforme y decidimos que no volviera a llevarlo y dejara de asistir a las reuniones. Como según la ley esto no era posible viviendo en Alemania, mis padres decidieron enviarme a Inglaterra.
Mi padre era partidario acérrimo de la amistad con Inglaterra. Pertenecía, como mimbro activo, a la Sociedad Anglo-alemana, y soñaba que ambos países se acercaran cada vez más. A su juicio, solamente una fuerte alianza entre los dos evitaría una nueva guerra.
Por medio de la Sociedad Anglo-alemana, mi padre conoció a Ribbentrop, que también era miembro de ella, y durante algún tiempo frecuentó nuestra casa. A mi padre le dio la impresión de que Ribbentrop buscaba su ayuda para hacer amistad con los ingleses, a los que admiraba mucho, según decía, e hizo cuanto pudo en su favor, con la esperanza de que Ribbentrop pudiera se un eslabón que uniera más a las dos naciones. Esto ocurría, naturalmente, antes de que Ribbentrop fuera nombrado embajador de Inglaterra, en donde su arrogancia y falta de tacto surtieron el efecto contrario.
Además de no querer que yo siguiera en contacto con la ideología nazi, mi padre estaba convencido de que la educación inglesa era la mejor para una muchacha como yo, por lo que acudió a la reina Mary pidiéndole que le sugiriese el nombre de algún centro escolar que me conviniese.
Me enviaron a North Foreland Lodge, un internado en Kent. Sus normas eran muy rígidas, paro allí disfruté del compañerismo que buscaba.
(Ribbentrop era un enviado de Hitler para conseguir que Federika se casara con Eduardo VIII. Viktoria Luisa dijo que ni hablar, que eso ni para reconciliar a la rama inglesa de los Hanover. POsiblemente el envío a Inglaterra fuera algo así como para dar largas a Hitler con un lo estamos intentando de este método.)
A mi llegada debía de parecer un fenómeno. Carecía de la costumbre de tratar con jóvenes de mi edad y no sabía nada del régimen de los internados, ni de sus reglas y normas. Siempre llegaba tarde a todo, pues cuando sonaba el gong no tenía idea de lo que significaba y ni siquiera me movía.
De nuevo tuve que ponerme uniforme. El de ahora consistía en una chaqueta verde, con falda y corbata del mismo color. Para las prácticas deportivas nos hacían llevar una minifalda, verde también. El sombrero era horrendo: algo como un tiesto negro que debíamos calarnos hasta las cejas. ¿Acaso se nos imponía para que estuviésemos más feas de lo que en realidad éramos?
Cuando salíamos íbamos de dos en dos y vigiladas por una profesora. No se permitía hablar o reír en los corredores. Durante algún tiempo acepté aquellas reglas por la alegría que tenía de estar con otras jóvenes, pero pronto mi espíritu rebelde volvería a dar señales de vida.
Organizaba reuniones en las que exponía a mis condiscípulas mis ideas acerca de cómo podría mejorarse la vida en las escuela. En distintas ocasiones fui elegida por unanimidad para exponer a la dirección nuestros problemas. En la actualidad es muy posible que hubiésemos ocupado el internado. Pero en aquel tiempo los estudiantes eran más corteses y respetaban a los mayores. Formulé tres peticiones: primera, que no se nos hiciera ir de dos en dos, sino en grupos, a nuestro gusto, y vigiladas no por una profesora sino por una de las alumnas mayores. Pedí también que se dejara a nuestra disposición una de las aulas para que cada tarde, durante dos horas, pudiésemos discutir y gritar cuanto quisiéramos, sin que hubiese profesoras que nos cohibieran, alegando que nos ayudaría a guardar silencio en los corredores – el barullo en ellos siempre era causa de malas notas - , ya que si dispusieran de un sitio donde hacer todo el ruido que quisieran, las chicas acabarían por no utilizarlo. Así ocurrió, en efecto. Durante los dos primeros días aquello fue una sucursal del infierno. Nos tirábamos unas a otras los almohadones, y el griterío y las risas inundaban el recinto escolar, habitualmente tan silencioso. Al tercer día el aula estaba vacía y así continuó.
Por el más insignificante error que cometiésemos nos castigaban y nos ponían malas notas. Considerando que ello era injusto, sugerí que las malas notas pudieran ser sustituidas por las buenas. Tardé tiempo en convencer a la dirección, pero al fin lo conseguí y las alumnas tuvieron desde entonces la posibilidad de auto-redimirse con su buena conducta.
Era obligatorio para todas jugar al críquet, juego que no me gusta nada, quizá porque no soy inglesa. Recuerdo que muchas veces me colocaba en mi puesto e imploraba: « ¡Dios mío, dame una vida dura y difícil, pues estoy terriblemente aburrida! ». ¡Aburrida…! A lo largo de mi existencia he recordado mucho aquellas plegarias. ¡Pobre niña tonta, con sus tontos pensamientos y plegarias!
Volví a organizar otra reunión escolar para preguntar a mis compañeras se de verdad les gustaba el críquet o si deberíamos pedir su abolición y sustituirlo por el lacrosse. Casi por unanimidad se votó la abolición del críquet, y al cabo de varias tentativas se introdujo el lacrosse, que nos divertía mucho a todas.
Desde aquel día, una vez a la semana tenía que ponerme un uniforme consistente en una camisa blanca y una falda y una bufanda negras. Así vestida, bajaba por la colina hasta el pueblo, en donde me reunía con otras chicas en algún aula escolar vacía. Odiaba – y sigo odiando – tener que llevar uniforme, pero consideré aquella obligación que se imponía como algo que, al final, me ponía en contacto con otras chicas. Hacíamos punto y cantábamos. Lo primero no me gustaba, pero lo segundo sí. Una de las mayores nos refería algún episodio de la vida nacional, pero no creo que nadie le hiciera mucho caso, pues no dejábamos de hablar unas con otras.
Mi padre no simpatizaba con el movimiento nazi, aunque no podía decirlo públicamente. Teníamos muchos empleados en casa, la mayor parte de los cuales pertenecían al Partido Nacional Socialista – unos con fanatismo, otros más tibiamente – , por lo que era necesario medir mucho las palabras.
Al cabo de dos semanas en las Juventudes Hitlerianas, tuve una larga conversación a solas con mi padre. Me explicó todo lo que representaba aquel uniforme y decidimos que no volviera a llevarlo y dejara de asistir a las reuniones. Como según la ley esto no era posible viviendo en Alemania, mis padres decidieron enviarme a Inglaterra.
Mi padre era partidario acérrimo de la amistad con Inglaterra. Pertenecía, como mimbro activo, a la Sociedad Anglo-alemana, y soñaba que ambos países se acercaran cada vez más. A su juicio, solamente una fuerte alianza entre los dos evitaría una nueva guerra.
Por medio de la Sociedad Anglo-alemana, mi padre conoció a Ribbentrop, que también era miembro de ella, y durante algún tiempo frecuentó nuestra casa. A mi padre le dio la impresión de que Ribbentrop buscaba su ayuda para hacer amistad con los ingleses, a los que admiraba mucho, según decía, e hizo cuanto pudo en su favor, con la esperanza de que Ribbentrop pudiera se un eslabón que uniera más a las dos naciones. Esto ocurría, naturalmente, antes de que Ribbentrop fuera nombrado embajador de Inglaterra, en donde su arrogancia y falta de tacto surtieron el efecto contrario.
Además de no querer que yo siguiera en contacto con la ideología nazi, mi padre estaba convencido de que la educación inglesa era la mejor para una muchacha como yo, por lo que acudió a la reina Mary pidiéndole que le sugiriese el nombre de algún centro escolar que me conviniese.
Me enviaron a North Foreland Lodge, un internado en Kent. Sus normas eran muy rígidas, paro allí disfruté del compañerismo que buscaba.
(Ribbentrop era un enviado de Hitler para conseguir que Federika se casara con Eduardo VIII. Viktoria Luisa dijo que ni hablar, que eso ni para reconciliar a la rama inglesa de los Hanover. POsiblemente el envío a Inglaterra fuera algo así como para dar largas a Hitler con un lo estamos intentando de este método.)
A mi llegada debía de parecer un fenómeno. Carecía de la costumbre de tratar con jóvenes de mi edad y no sabía nada del régimen de los internados, ni de sus reglas y normas. Siempre llegaba tarde a todo, pues cuando sonaba el gong no tenía idea de lo que significaba y ni siquiera me movía.
De nuevo tuve que ponerme uniforme. El de ahora consistía en una chaqueta verde, con falda y corbata del mismo color. Para las prácticas deportivas nos hacían llevar una minifalda, verde también. El sombrero era horrendo: algo como un tiesto negro que debíamos calarnos hasta las cejas. ¿Acaso se nos imponía para que estuviésemos más feas de lo que en realidad éramos?
Cuando salíamos íbamos de dos en dos y vigiladas por una profesora. No se permitía hablar o reír en los corredores. Durante algún tiempo acepté aquellas reglas por la alegría que tenía de estar con otras jóvenes, pero pronto mi espíritu rebelde volvería a dar señales de vida.
Organizaba reuniones en las que exponía a mis condiscípulas mis ideas acerca de cómo podría mejorarse la vida en las escuela. En distintas ocasiones fui elegida por unanimidad para exponer a la dirección nuestros problemas. En la actualidad es muy posible que hubiésemos ocupado el internado. Pero en aquel tiempo los estudiantes eran más corteses y respetaban a los mayores. Formulé tres peticiones: primera, que no se nos hiciera ir de dos en dos, sino en grupos, a nuestro gusto, y vigiladas no por una profesora sino por una de las alumnas mayores. Pedí también que se dejara a nuestra disposición una de las aulas para que cada tarde, durante dos horas, pudiésemos discutir y gritar cuanto quisiéramos, sin que hubiese profesoras que nos cohibieran, alegando que nos ayudaría a guardar silencio en los corredores – el barullo en ellos siempre era causa de malas notas - , ya que si dispusieran de un sitio donde hacer todo el ruido que quisieran, las chicas acabarían por no utilizarlo. Así ocurrió, en efecto. Durante los dos primeros días aquello fue una sucursal del infierno. Nos tirábamos unas a otras los almohadones, y el griterío y las risas inundaban el recinto escolar, habitualmente tan silencioso. Al tercer día el aula estaba vacía y así continuó.
Por el más insignificante error que cometiésemos nos castigaban y nos ponían malas notas. Considerando que ello era injusto, sugerí que las malas notas pudieran ser sustituidas por las buenas. Tardé tiempo en convencer a la dirección, pero al fin lo conseguí y las alumnas tuvieron desde entonces la posibilidad de auto-redimirse con su buena conducta.
Era obligatorio para todas jugar al críquet, juego que no me gusta nada, quizá porque no soy inglesa. Recuerdo que muchas veces me colocaba en mi puesto e imploraba: « ¡Dios mío, dame una vida dura y difícil, pues estoy terriblemente aburrida! ». ¡Aburrida…! A lo largo de mi existencia he recordado mucho aquellas plegarias. ¡Pobre niña tonta, con sus tontos pensamientos y plegarias!
Volví a organizar otra reunión escolar para preguntar a mis compañeras se de verdad les gustaba el críquet o si deberíamos pedir su abolición y sustituirlo por el lacrosse. Casi por unanimidad se votó la abolición del críquet, y al cabo de varias tentativas se introdujo el lacrosse, que nos divertía mucho a todas.
Última edición por el Jue Dic 29, 2011 9:44 am, editado 1 vez
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
“Cuando salí de North Foreland Lodge me enviaron a Florencia para estudiar en una escuela superior norteamericana patrocinada por la Sociedad de Naciones. En ella se abrieron mis ojos a los problemas internacionales. Me hice pacifista y escribí una tesis sobre las posibilidades de terminar con las guerras. Era un trabajo ambicioso, pero probablemente poco realista. Recuerdo que el punto principal que yo quería desarrollar era el que se terminaría con las guerras no sólo por el desarme, sino también por medio de la educación y de una nueva manera de pensar unos en otros.
Mi estancia en Florencia coincidió con el comienzo de la guerra ítalo-etíope. El día en que se hicieron públicas las sanciones decretadas en Ginebra contra Italia, Mussolini lo declaró Fiesta Nacional y ondearon al viento todas las banderas. El entusiasmo general estaba tan bien organizado que llegó a hacerse tangible. Era difícil para los extranjeros salir a la calle en Florencia, sin exponerse a que nos insultaran, por lo que pasábamos la mayor parte del tiempo dentro de la escuela. Se pidió al pueblo italiano que entregase sus alhajas, e incluso las alianzas, al Estado. Para recogerlas se colocaron en cada esquina cascos militares sobre trípodes formados por fusiles. Daba pena ver a los ancianos quitarse sus anillos, besarlos y depositarlos como ofrenda al Estado. Nos preguntábamos qué haría con sus numerosas sortijas un señor que nos daba clase. Al día siguiente se presentó sin ellas, luciendo sólo un anillo de hierro en el dedo. Cuando algunos años más tarde volví a Italia como princesa heredera de Grecia, encontré de nuevo a aquel caballero y pude ver que llevaba en los dedos todas sus sortijas.
En la casa contigua a la escuela vivía la reina Elena de Rumania. (En la toscana localidad de Fiesole, donde residía tras el divorcio de Carol de Rumanía. Primero se llamaba Villa Bobalina, pero en 1932, con la muerte de Sofía en Alemania, Helena compró la villa y la llamó Villa Esparta. Aquí acabaría viviendo su hijo, Miguel de Rumanía. con Ana de Borbón yParma, antes de salir para Lausana.)
Era hermana del rey Jorge II de Grecia y del príncipe heredero: Pablo. Me invitaba con frecuencia y precisamente en su casa me encontré un día con el rostro sonriente de Palo, que me hizo perder la cabeza y el corazón.
Durante mi niñez, Palo estuvo alguna vez en casa de mis padres y tanto a mí como a mis hermanos nos resultó muy simpático. Recuerdo que Christian, Guelph y yo llamábamos con los nudillos a la puerta de su dormitorio, donde pasaba muchas horas encerrado, para que saliera a jugar con nosotros. (Pablo y Federika se habían conocido en 1927 en le castillo de Hubertiguas, Austria, donde su madre en el exilio pasaba una temporada con sus familiares. Se llevaban diecieseis años y enotnces Federika tenía 10.)
Más recientemente, le había visto de lejos en otra ocasión. Mi hermano que estudiaba en Oxford y yo, que seguía en el internado, fuimos invitados a la boda de la princesa Marina con el duque de Kent. 1934.
Estábamos en una fila de asientos altos en la abadía de Westminter y vi abajo, junto al Rey, su hermano, a mi futuro esposo. Estaba de pie. Era alto y muy guapo. Todavía recuerdo su arrogancia, pero la verdad es que por entonces yo no significaba nada para él, como lo demuestra el hecho de que estuvo en el primer baile al que asistí en mi vida y no me hizo el menor caso. Era en Ascot y había centenares de personas que yo no conocía. Nadie se tomó la molestia de presentarme a alguien, porque las muchedumbres inglesas no se preocupan de un extraño, aunque algunos jóvenes se me acercaron pidiéndome que les reservara algún baile. Fue el Rey de Grecia, mi futuro cuñado, el que estuvo más cariñoso conmigo.
Se dio cuenta de que me encontraba completamente desorientada y sin saber qué hacer, y se sentó a mi lado, enseñándome a utilizar mi carné de baile. Me explicó que no tenía que hacer otra cosa que esperar, pues en el momento en que empezaba el baile mi pareja vendría a buscarme. Así ocurrió, pero Palo no fue ninguna de aquellas parejas. Sería, pues, en Florencia en donde nos miraríamos por primera vez cara a cara o, por lo menos, con una mirada muy diferente a la de nuestros primeros encuentros cuando él ya era un hombre y yo todavía una niña.
Ahora me invitaba a dar paseos sola con él en su coche. Sus encantadoras hermanas, la reina Elena y las princesas Irene y Catalina, aprobaban aquellos paseos, de los que mis padres no tenían la menor noticia, pues yo no se lo conté. Después de casarnos, Palo me confesó que había escrito a mi padre pidiéndole mi mano, a lo que mi padre respondió que todavía era muy joven para contraer matrimonio. Ni él ni mi madre me hablaron nunca de esto.
En vez de hacerlo, me enviaron a una granja-escuela para que aprendiese economía doméstica. Allí entré en contacto con toda clase de personas, pertenecientes a todas las clases sociales alemanas. Habría sido una experiencia interesantísima si mis cinco sentidos no hubieran estado tan lejos, en Grecia.
Recuerdo el día que ingresamos en la granja-escuela y nos llamaron por nuestros nombres. Cuando me llegó la vez de contestar a la persona que pasaba lista, oí una voz que decía casi a gritos: « ¿Es posible que tengamos entre nosotras a una cochina aristócrata? ». Miré fijamente a la muchacha para recordar su cara. Era la hija de un obrero. Decidí hacerme amiga de ella. Y creo que lo conseguí, pues siempre que estaba enferma me traía más comida que la ración que me correspondía. Luego me enteré de que la sacaba a escondidas de la cocina. El día que me fui parecía muy triste. Yo también sentí mucho tener que marcharme. Creo que fue la primera persona de ideas comunistas que traté en mi vida"
.
Mi estancia en Florencia coincidió con el comienzo de la guerra ítalo-etíope. El día en que se hicieron públicas las sanciones decretadas en Ginebra contra Italia, Mussolini lo declaró Fiesta Nacional y ondearon al viento todas las banderas. El entusiasmo general estaba tan bien organizado que llegó a hacerse tangible. Era difícil para los extranjeros salir a la calle en Florencia, sin exponerse a que nos insultaran, por lo que pasábamos la mayor parte del tiempo dentro de la escuela. Se pidió al pueblo italiano que entregase sus alhajas, e incluso las alianzas, al Estado. Para recogerlas se colocaron en cada esquina cascos militares sobre trípodes formados por fusiles. Daba pena ver a los ancianos quitarse sus anillos, besarlos y depositarlos como ofrenda al Estado. Nos preguntábamos qué haría con sus numerosas sortijas un señor que nos daba clase. Al día siguiente se presentó sin ellas, luciendo sólo un anillo de hierro en el dedo. Cuando algunos años más tarde volví a Italia como princesa heredera de Grecia, encontré de nuevo a aquel caballero y pude ver que llevaba en los dedos todas sus sortijas.
En la casa contigua a la escuela vivía la reina Elena de Rumania. (En la toscana localidad de Fiesole, donde residía tras el divorcio de Carol de Rumanía. Primero se llamaba Villa Bobalina, pero en 1932, con la muerte de Sofía en Alemania, Helena compró la villa y la llamó Villa Esparta. Aquí acabaría viviendo su hijo, Miguel de Rumanía. con Ana de Borbón yParma, antes de salir para Lausana.)
Era hermana del rey Jorge II de Grecia y del príncipe heredero: Pablo. Me invitaba con frecuencia y precisamente en su casa me encontré un día con el rostro sonriente de Palo, que me hizo perder la cabeza y el corazón.
Durante mi niñez, Palo estuvo alguna vez en casa de mis padres y tanto a mí como a mis hermanos nos resultó muy simpático. Recuerdo que Christian, Guelph y yo llamábamos con los nudillos a la puerta de su dormitorio, donde pasaba muchas horas encerrado, para que saliera a jugar con nosotros. (Pablo y Federika se habían conocido en 1927 en le castillo de Hubertiguas, Austria, donde su madre en el exilio pasaba una temporada con sus familiares. Se llevaban diecieseis años y enotnces Federika tenía 10.)
Más recientemente, le había visto de lejos en otra ocasión. Mi hermano que estudiaba en Oxford y yo, que seguía en el internado, fuimos invitados a la boda de la princesa Marina con el duque de Kent. 1934.
Estábamos en una fila de asientos altos en la abadía de Westminter y vi abajo, junto al Rey, su hermano, a mi futuro esposo. Estaba de pie. Era alto y muy guapo. Todavía recuerdo su arrogancia, pero la verdad es que por entonces yo no significaba nada para él, como lo demuestra el hecho de que estuvo en el primer baile al que asistí en mi vida y no me hizo el menor caso. Era en Ascot y había centenares de personas que yo no conocía. Nadie se tomó la molestia de presentarme a alguien, porque las muchedumbres inglesas no se preocupan de un extraño, aunque algunos jóvenes se me acercaron pidiéndome que les reservara algún baile. Fue el Rey de Grecia, mi futuro cuñado, el que estuvo más cariñoso conmigo.
Se dio cuenta de que me encontraba completamente desorientada y sin saber qué hacer, y se sentó a mi lado, enseñándome a utilizar mi carné de baile. Me explicó que no tenía que hacer otra cosa que esperar, pues en el momento en que empezaba el baile mi pareja vendría a buscarme. Así ocurrió, pero Palo no fue ninguna de aquellas parejas. Sería, pues, en Florencia en donde nos miraríamos por primera vez cara a cara o, por lo menos, con una mirada muy diferente a la de nuestros primeros encuentros cuando él ya era un hombre y yo todavía una niña.
Ahora me invitaba a dar paseos sola con él en su coche. Sus encantadoras hermanas, la reina Elena y las princesas Irene y Catalina, aprobaban aquellos paseos, de los que mis padres no tenían la menor noticia, pues yo no se lo conté. Después de casarnos, Palo me confesó que había escrito a mi padre pidiéndole mi mano, a lo que mi padre respondió que todavía era muy joven para contraer matrimonio. Ni él ni mi madre me hablaron nunca de esto.
En vez de hacerlo, me enviaron a una granja-escuela para que aprendiese economía doméstica. Allí entré en contacto con toda clase de personas, pertenecientes a todas las clases sociales alemanas. Habría sido una experiencia interesantísima si mis cinco sentidos no hubieran estado tan lejos, en Grecia.
Recuerdo el día que ingresamos en la granja-escuela y nos llamaron por nuestros nombres. Cuando me llegó la vez de contestar a la persona que pasaba lista, oí una voz que decía casi a gritos: « ¿Es posible que tengamos entre nosotras a una cochina aristócrata? ». Miré fijamente a la muchacha para recordar su cara. Era la hija de un obrero. Decidí hacerme amiga de ella. Y creo que lo conseguí, pues siempre que estaba enferma me traía más comida que la ración que me correspondía. Luego me enteré de que la sacaba a escondidas de la cocina. El día que me fui parecía muy triste. Yo también sentí mucho tener que marcharme. Creo que fue la primera persona de ideas comunistas que traté en mi vida"
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Última edición por el Jue Dic 29, 2011 6:29 pm, editado 2 veces
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
“Finalmente me atreví a pedir a mi padre que invitase a Palo a pasar una temporada con nosotros en Austria. Me miró mucho rato y pude ver que las lágrimas empañaban sus ojos, pero accedió a escribir la invitación.
Palo se reunió con nosotros. Naturalmente, yo sabía cuál era el objeto de su viaje a Austria. Al principio paseábamos juntos, pero luego quisimos hacer excursiones más largas en coche. Mi madre, que, como yo decía, estaba « chapa a la antigua », insistió en que nos acompañase mi hermano mayor, cosa que me disgustó mucho. Palo no hizo la menor objeción, por lo que mi hermano subió al coche con nosotros para apearse en la primera revuelta. Se sentó al pie de un árbol con un libro y estuvo leyendo hasta que al cabo de tres horas volvimos a recogerle. Al día siguiente dimos un largo paseo por la orillas de un riachuelo que corría en el fondo de una profunda garganta. Anduvimos y anduvimos, y pienso que si no se hubiese acabado la vereda hubiésemos seguido andando toda la vida. Pero como se acabó, nos sentamos. De pronto, Palo me preguntó si quería casarme con él, y yo, contentísima dije que sí. Entonces, ante mi sorpresa, Palo sacó del bolsillo una preciosa pulsera de zafiros y me la dio. Al preguntarle por qué llevaba aquella alhaja en el bolsillo, me contestó: « Porque estaba seguro de que nos íbamos a prometer ». Le dije que me parecía muy mal que hubiese estado tan seguro, hasta el punto de llevar consigo el regalo.
Cuando comunicamos nuestro compromiso a la familia, cada uno de mis hermanos reaccionó conforme a su carácter. Ernesto Augusto, que era mayor, pensó que yo había tardado mucho en dar la contestación. ¿Por qué no acepté inmediatamente a Palo, en vez de esperar tantos días? Jorge, muchacho amable, discreto y objetivo, temía que me hubiese precipitado –impulsada por un espíritu aventurero- a abandonar mi país y mi familia para irme a una tierra extraña a vivir una vida nueva y feliz, por lo que me aconsejó pasarlo bien. A Christian, el más cercano a mi edad, le daba mucha pena perder a su gran amiga. Guelph, el más joven de todos, no comprendía cómo había alguien que quisiera casarse con su hermana.
Deseábamos casarnos lo antes posible. Si estábamos decididos a unir nuestras vidas, ¿para qué esperar? Sin embargo, Palo dijo que la carroza que nos llevaría a la iglesia, que no se utilizaba desde hacía mucho tiempo, tenía que ser reparada. Finalmente se fijó la fecha de la boda: nos casaríamos el 9 de enero de 1938. El 9, que era el número de la suerte para Palo, lo sería también para nuestra familia.
Mis padres, mis hermanos y yo nos trasladamos a Atenas por ferrocarril, acompañados por dos ministros del Gobierno griego, enviados para buscarme y darme escolta. Era un invierno terrible, y a causa del hielo y de la nieve que encontramos en Yugoslavia, el tren se retrasó siete horas. En la frontera nos esperaba Palo, con quien cruzamos Grecia.
En todas las estaciones del trayecto la multitud nos aclamaba. Yo no estaba acostumbrada a las muchedumbres. Al llegar a primera hora de la mañana a una estación, me encontraba todavía en la cama de mi cabina. Las cortinas estaban descorridas y desde la ventanilla pude ver al gentío que recorría el vagón de punta a punta mirando por las ventanillas con el afán de verme. Horrorizada de que me vieran acostada y con la ropa de dormir, me levanté y me escondí como pude hasta que el tren arrancó.
Al fin, llegamos a Atenas. Mis hermanos y yo estábamos junto a la portezuela. Yo llevaba un vestido de terciopelo azul y un sombrero de piel blanca –el azul y el blanco son los colores nacionales de Grecia–, y mis hermanos vestían de etiqueta con condecoraciones. El tren hizo su entrada despacio en el andén. Yo dije algo a mis hermanos, que no me contestaron. Les miré y vi que lloraban. Me emocionó tanto que estuve a punto –aunque no dejaba de pensar en la impresión que causaría a los griegos si llegaba llorando– de perder el control sobre mis nervios y echarme a llorar yo también. Entonces mi hermano Jorge me dijo que me acordara de nuestra abuela: « Piensa en ella, en cómo fue siempre con la gente, y harás bien todas las cosas ». Aquellas palabras me ayudaron a vencer la emoción del momento y las que seguirían.
El Rey, con algunos miembros de la familia real, se encontraba en el andén para darnos la bienvenida. Había formado una Guardia de Honor, cosa nunca vista por mí. Palo me dijo: « Vamos. Tenemos que pasar revista a la Guardia de Honor ». Echamos a andar e inmediatamente se me planteó un problema. Palo era muy alto y andaba muy deprisa;
yo mucho más baja, no avanzaba tanto y tuve que esforzarme para llevar su ritmo. Nunca pudimos resolver ere problema y siempre tuve que pedirle que caminase despacio.
Al salir de la estación, la plaza estaba llena de gente. Subimos al coche que nos llevaría a Palacio. En todas las calles del trayecto se apiñaban las multitudes que nos esperaban. Fue una experiencia extraordinaria para mí. Nunca había imaginado nada semejante y sin embargo lo acepté asombrosamente, a pesar de mi falta de soltura para corresponder a las aclamaciones del pueblo. En Palacio me llenó de confusión la profusión de uniformes. A causa del protocolo de la Monarquía, había cortesanos de uniforme, militares de uniforme, funcionarios de uniforme, criados de uniforme y yo no distinguía a unos de otros. El aspecto de los criados era de lo más impresionante. En uno de los salones de Palacio se encontraba el resto de la familia de Palo que no había acudido a la estación. Fui presentada a todos, pero no pude recordar a ninguno individualmente. Inmediatamente dieron comienzo las fiestas: cenas de gala, almuerzos, un concierto, bailes populares griegos y, finalmente, la boda”.
Palo se reunió con nosotros. Naturalmente, yo sabía cuál era el objeto de su viaje a Austria. Al principio paseábamos juntos, pero luego quisimos hacer excursiones más largas en coche. Mi madre, que, como yo decía, estaba « chapa a la antigua », insistió en que nos acompañase mi hermano mayor, cosa que me disgustó mucho. Palo no hizo la menor objeción, por lo que mi hermano subió al coche con nosotros para apearse en la primera revuelta. Se sentó al pie de un árbol con un libro y estuvo leyendo hasta que al cabo de tres horas volvimos a recogerle. Al día siguiente dimos un largo paseo por la orillas de un riachuelo que corría en el fondo de una profunda garganta. Anduvimos y anduvimos, y pienso que si no se hubiese acabado la vereda hubiésemos seguido andando toda la vida. Pero como se acabó, nos sentamos. De pronto, Palo me preguntó si quería casarme con él, y yo, contentísima dije que sí. Entonces, ante mi sorpresa, Palo sacó del bolsillo una preciosa pulsera de zafiros y me la dio. Al preguntarle por qué llevaba aquella alhaja en el bolsillo, me contestó: « Porque estaba seguro de que nos íbamos a prometer ». Le dije que me parecía muy mal que hubiese estado tan seguro, hasta el punto de llevar consigo el regalo.
Cuando comunicamos nuestro compromiso a la familia, cada uno de mis hermanos reaccionó conforme a su carácter. Ernesto Augusto, que era mayor, pensó que yo había tardado mucho en dar la contestación. ¿Por qué no acepté inmediatamente a Palo, en vez de esperar tantos días? Jorge, muchacho amable, discreto y objetivo, temía que me hubiese precipitado –impulsada por un espíritu aventurero- a abandonar mi país y mi familia para irme a una tierra extraña a vivir una vida nueva y feliz, por lo que me aconsejó pasarlo bien. A Christian, el más cercano a mi edad, le daba mucha pena perder a su gran amiga. Guelph, el más joven de todos, no comprendía cómo había alguien que quisiera casarse con su hermana.
Deseábamos casarnos lo antes posible. Si estábamos decididos a unir nuestras vidas, ¿para qué esperar? Sin embargo, Palo dijo que la carroza que nos llevaría a la iglesia, que no se utilizaba desde hacía mucho tiempo, tenía que ser reparada. Finalmente se fijó la fecha de la boda: nos casaríamos el 9 de enero de 1938. El 9, que era el número de la suerte para Palo, lo sería también para nuestra familia.
Mis padres, mis hermanos y yo nos trasladamos a Atenas por ferrocarril, acompañados por dos ministros del Gobierno griego, enviados para buscarme y darme escolta. Era un invierno terrible, y a causa del hielo y de la nieve que encontramos en Yugoslavia, el tren se retrasó siete horas. En la frontera nos esperaba Palo, con quien cruzamos Grecia.
En todas las estaciones del trayecto la multitud nos aclamaba. Yo no estaba acostumbrada a las muchedumbres. Al llegar a primera hora de la mañana a una estación, me encontraba todavía en la cama de mi cabina. Las cortinas estaban descorridas y desde la ventanilla pude ver al gentío que recorría el vagón de punta a punta mirando por las ventanillas con el afán de verme. Horrorizada de que me vieran acostada y con la ropa de dormir, me levanté y me escondí como pude hasta que el tren arrancó.
Al fin, llegamos a Atenas. Mis hermanos y yo estábamos junto a la portezuela. Yo llevaba un vestido de terciopelo azul y un sombrero de piel blanca –el azul y el blanco son los colores nacionales de Grecia–, y mis hermanos vestían de etiqueta con condecoraciones. El tren hizo su entrada despacio en el andén. Yo dije algo a mis hermanos, que no me contestaron. Les miré y vi que lloraban. Me emocionó tanto que estuve a punto –aunque no dejaba de pensar en la impresión que causaría a los griegos si llegaba llorando– de perder el control sobre mis nervios y echarme a llorar yo también. Entonces mi hermano Jorge me dijo que me acordara de nuestra abuela: « Piensa en ella, en cómo fue siempre con la gente, y harás bien todas las cosas ». Aquellas palabras me ayudaron a vencer la emoción del momento y las que seguirían.
El Rey, con algunos miembros de la familia real, se encontraba en el andén para darnos la bienvenida. Había formado una Guardia de Honor, cosa nunca vista por mí. Palo me dijo: « Vamos. Tenemos que pasar revista a la Guardia de Honor ». Echamos a andar e inmediatamente se me planteó un problema. Palo era muy alto y andaba muy deprisa;
yo mucho más baja, no avanzaba tanto y tuve que esforzarme para llevar su ritmo. Nunca pudimos resolver ere problema y siempre tuve que pedirle que caminase despacio.
Al salir de la estación, la plaza estaba llena de gente. Subimos al coche que nos llevaría a Palacio. En todas las calles del trayecto se apiñaban las multitudes que nos esperaban. Fue una experiencia extraordinaria para mí. Nunca había imaginado nada semejante y sin embargo lo acepté asombrosamente, a pesar de mi falta de soltura para corresponder a las aclamaciones del pueblo. En Palacio me llenó de confusión la profusión de uniformes. A causa del protocolo de la Monarquía, había cortesanos de uniforme, militares de uniforme, funcionarios de uniforme, criados de uniforme y yo no distinguía a unos de otros. El aspecto de los criados era de lo más impresionante. En uno de los salones de Palacio se encontraba el resto de la familia de Palo que no había acudido a la estación. Fui presentada a todos, pero no pude recordar a ninguno individualmente. Inmediatamente dieron comienzo las fiestas: cenas de gala, almuerzos, un concierto, bailes populares griegos y, finalmente, la boda”.
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
“Mi padre me acompañó a la iglesia. Estaba emocionadísimo y a punto de llorar porque yo le dejaba y me perdía. Los soldados del ejército griego cubrían la carrera, y me sorprendió mucho la diferencia entre ellos y los alemanes, únicos soldados que yo conocía. Mientras pasábamos, presentaban armas con sus fusiles, pero de vez en cuando algunos bajaban el fusil, nos saludaban con la mano y volvían a su actitud militar con una gran sonrisa en el rostro. En realidad, todos sonreían, cosa inverosímil en los soldados alemanes. Era algo maravilloso y tan humano que nos contagiaron de su risa, ayudándonos a dominar nuestros sentimientos.
Después de la tensión y la emotividad de la boda, se reanudó la vida social. Volvimos a Palacio para ver los regalos de boda expuestos en uno de los salones. Mi tío Jacobo –el príncipe Jorge de Grecia– estaba allí con su mujer, María Bonaparte, que era psicoanalista y uno de los mejores discípulos de Freíd. El tío Jacobo fue siempre uno de los invitados a las cacerías organizadas por mi padre, y durante sus estancias me había hablado mucho de Grecia cuando yo no podía suponer que algún día sentiría tanto interés por este país. El tío Jacobo me enseñó dos bandejas de plata que figuraban entre los regalos y volviéndose al duque de Kent, que estaba muy cerca, le preguntó: « ¿Qué es esto? ¿No son las bandejas que os regalé a Marina y a ti cuando os casasteis? ».
Después de la tensión y la emotividad de la boda, se reanudó la vida social. Volvimos a Palacio para ver los regalos de boda expuestos en uno de los salones. Mi tío Jacobo –el príncipe Jorge de Grecia– estaba allí con su mujer, María Bonaparte, que era psicoanalista y uno de los mejores discípulos de Freíd. El tío Jacobo fue siempre uno de los invitados a las cacerías organizadas por mi padre, y durante sus estancias me había hablado mucho de Grecia cuando yo no podía suponer que algún día sentiría tanto interés por este país. El tío Jacobo me enseñó dos bandejas de plata que figuraban entre los regalos y volviéndose al duque de Kent, que estaba muy cerca, le preguntó: « ¿Qué es esto? ¿No son las bandejas que os regalé a Marina y a ti cuando os casasteis? ».
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Folclore
(A su nieto nunca le verás vestido de gaitero asturiano con una buena montera y fajín y a ella vestida de llanisca con un buen sayal de azabache)
(A su nieto nunca le verás vestido de gaitero asturiano con una buena montera y fajín y a ella vestida de llanisca con un buen sayal de azabache)
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Qué interesante la autobiografía de Federica. Nunca había leído ni siquiera un párrafo.
¡Gracias, Gorgias! :smt041
¡Gracias, Gorgias! :smt041
Viviana QM- Su Alteza Imperial
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
¿no la encuentras un tanto almibarada?
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Gorgias escribió:¿no la encuentras un tanto almibarada?
Y... sí. ¡¡Habría que ver "
cuánto"
hay de verídico en el relato!!.
Pero es una auto-biografía y no se pueden esperar sinceras confesiones.
No creo que nadie no adorne y hasta modifique los vericuetos de su vida cuando la hace pública, y encima le pagan para ello $$$$$.
Pero debo confesar que aún me gustan algunos "
cuentos de hadas y príncipes azules"
, y éste es uno de ellos :smt057 .
A propósito, Gorgias ¿Federica lo llamaba PALO a su marido, o es un error de tipografía?
Viviana QM- Su Alteza Imperial
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Sí, lo llamaba Palo, pero ni ella ni su marido hablaban español, así que no pienses en ninguna acepción del término PALO en la lengua de Cervantes. El Palo de Federika tiene todos los visos de venir de la pronunciación de un niño que todavía no habla del todo cuando en griego pronuncia PAVLOS, que no se lee Paulos, ni Pablos, sino algo asó como Pav-lo, donde la v es muy suave. (En español todavía quedan en algunos lugares vestigios de esa /v/)
Pablo, un nombre muy corriente en Grecia, viene por San Pablo, o si lo prefieres, por Pablo de Tarso=Paulo de Tarso, latinización de Saulo de Tarso. Saulo, que era judío y vivía en la Anatolia -en Tarsis, claro- llevaba el nombre del primer rey de los Hebreos: Saúl, que significa por el que Dios ha rogado Aquí tienes el motivo por el cual en francés Pablo es Paul.
Pablo, un nombre muy corriente en Grecia, viene por San Pablo, o si lo prefieres, por Pablo de Tarso=Paulo de Tarso, latinización de Saulo de Tarso. Saulo, que era judío y vivía en la Anatolia -en Tarsis, claro- llevaba el nombre del primer rey de los Hebreos: Saúl, que significa por el que Dios ha rogado Aquí tienes el motivo por el cual en francés Pablo es Paul.
Gorgias- Su Alteza Real
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Re: FEDERIKA DE HANNOVER
Gracias por tus explicaciones, Gorgias. Ya conocía la etimología del nombre Pablo, pero es un gusto leer tus descripciones.
Viviana QM- Su Alteza Imperial
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